AoSaku
—No puedo creerlo ¡Dai-chan se casará!— dijo una peli rosa entusiasmada.
—Era hora— dijo Yukio sonriendo.
—Sí, pero no será como la nuestra— dijo Ryōta abrazando a su esposo.
Se habían casado tres meses después de que fueron al médico. Las hermanas Ryōta junto con la madre de Yukio, hicieron todos los preparativos, y en tres meses ya tenían todo listo. Se casaron en un salón privado, sólo asistieron familiares y amigos más íntimos. Pues la prensa estaba más que dispuesta a entrar a la ceremonia, algo que la seguridad que proporcionó Akashi Seijūrō evitó.
—Cierto. Ustedes se casaron tan rápido que nos sorprendieron— dijo Tatsuya cargando a su pequeño.
—No podía esperar más— dijo mordiéndole el lóbulo de la oreja al pelinegro.
—Ahh... ¡Idiota!— dijo golpeándolo. Los chicos sólo rieron.
—Siento llegar tarde— dijo un castaño con dos niños tomados de la mano.
—Oh pero si es Akashi-sensei— dijeron al unísono haciendo ruborizar al castaño.
—Saluden niños— dijo a sus mellizos.
—Hola— dijeron al unísono Kōko y Seishiro, después fueron a jugar con el pequeño pelimorado.
—Bien.... Empecemos con los preparativos, Sakurai-kun— dijo Yukio.
—Sí— dijo apenado. En un año se casaría con el hombre que amaba.
Cuando conoció a Daiki, jamás pensó que se iba a enamorar del ojiazul. Pues su fama de mujeriego lo presidía, y ni se diga de su mal humor, aun así se fue enamorando de él.
Un amor totalmente unilateral. Del cual sufría cada vez que veía al peliazul con alguna de sus 'amigas con derecho'. En ocasiones había deseado ser una mujer con grandes pechos como a Aomine le gustaban, para que le hiciera caso. Pero aquello era imposible, él era un hombre... doncel.
En el equipo de básquet ball nadie sabía de su condición, aún que a veces presentía que Imayoshi-san lo sabía. Pues siempre se habían encargado de cuidarlo y, cuando entraban a las duchas, siempre procuraba que él fuese el último en usarla, eso era lo que le hacía sospechar. También estaba Momoi-san, por sus comentarios, sabía que él era doncel y que estaba enamorado de Aomine.
Un año había pasado desde que conoció al peliazul. Un año en que seguía sufriendo por amor. Aimine Daiki sólo lo veía con un "amigo" y un cocinero. Cocinar, era lo único que podía hacer para su primer amor. Entonces llegó el tiempo en que se encontraban en la azotea para almorzar juntos. Cuando Daiki le propuso comer juntos realmente se alegró, y aceptó de inmediato.
Los encuentros era diarios, pero un día un profesor le pidió ir a dejar unas libretas a su escritorio y fue corriendo. Cuando regresó por el almuerzo y subió a la azotea, encontró algo que le rompió el corazón: Daiki estaba follando a un doncel... Las cajas de bentos se le resbalaron, haciendo que el sonido llamará la atención de Daiki y chico. Sintió sus ojos cristalizarse y salió corriendo. No quería saber nada. No quería sentir nada ¿Por qué se tuvo que enamorar de Aomine Daiki?
Después de ese día, una semana fue lo que faltó a clases y entrenamientos. En ese tiempo, no había encendido su celular. Sabía que huir no le serviría de nada, pero su corazón se había roto y no quería ver al peliazul, y esa era la única salida que había encontrado. Ese día su madre lo había arrastrado de la cama y lo obligó a bañarse e ir a la escuela, ni tiempo de preparar su desayuno le dio.
—¡Qué fastidio!— pensó al entrar a las instalaciones. Todos lo veían, dé seguro que ese había dicho que había llorado al encontrarlo con él. Mejor continuó caminando y después de subir al segundo piso entró a su salón. Recibió la mirada de todos y los ignoró, fue directo a su lugar y se sentó mirando a través de la ventana.
—raii... Kuraii... ¡Sakurai!— grito el maestro.
—¡Qué!— respondió fastidiado. Todos se quedaron callados, el dulce y disculpón Sakurai le había respondido a un maestro.
—¿Cómo que qué? Salga y espere. También, componga se ese uniforme— ordenó enojado.
—tsk— se levantó, tomo su corbata y saco y, salió del salón bajo la atenta mirada de sus compañeros y un incrédulo Aomine Daiki. Bajó las mangas de su camisa y la abotonó, luego se colocó la corbata y el saco. Se cruzó de brazos y esperó fastidiado.
La hora del almuerzo llegó y se levantó directo a la máquina de jugo. No tenía hambre, sólo sed.
— Sakurai-kun— llamó Imayoshi.
—Sempai— dijo de forma monótona.
—¿Qué sucede?— preguntó al verlo en esa condición.
—Nada ¿Qué podría estar pasando?— respondió con un mohín.
—Sakurai...— dijo serio. Escucho rumores de que habían visto salir a Sakurai llorando, y que fue a media mañana. También estaba el semblante extraño de Daiki.
—Siento haber faltado a los entrenamientos— dijo antes de beber su jugo.
—Parece que no lo sientes— comentó sonriendo.
—Cierto...— respondió desganado.
—¿Vas al entrenamiento?— preguntó después de un incómodo silencio.
—Sí. He estado aburrido— dijo tirando el bote en la basura.
—Está bien— dijo Imayoshi —Nos vemos más tarde.
Ryō observó como el pelinegro se alejó, soltó un suspiro y camino hacia el salón.
—Ryō yo..— dijo Daiki al ver lo.
—¿Quién le dijo que podía llamarme por mi nombre, Aomine?— preguntó con un mohín.
—Ryō...— dijo incrédulo — Lo de ese día, no es ...
—No tiene por qué darme explicaciones, Aomine. No soy nada suyo para que lo haga, y a quién se folle no es mi problema— dijo fastidiado. A pesar de que se sentía mal, no quería que Daiki lo viera.
—Ryō yo...— trató de decir.
—Allí viene su... ¿Novio? ¿Por qué no va a follar y me deja en paz?— dijo dirigiéndose al salón. Dejando al peliazul con la palabra en la boca.
Un mes había pasado desde aquel día y Ryō aún seguía con esa actitud, aunque, sólo era con Daiki. Pues con los demás había regresado a la normalidad.
Hasta que Daiki se cansó. Ver el gesto de dolor en la cara de Ryō ese día, lo había hecho sentir un bastardo. Estaba consciente de que Sakurai Ryō le atraía, pero estaba confundido. ¡Joder! a él le gustaban las mujeres, por ello, cuando ese chico se le ofreció aceptó, pero a la hora de follarlo, sólo veía a Ryō y fue el nombre que gruñó al penetrarlo, y por eso el chico al final había querido huir pero el dio un par de embestidas y fue cuándo llegó Sakurai y vio esa mirada de dolor. En seguida salió del chico, y salió tras Ryō pero nunca lo encontró. Fue a la casa y llamó y nada.
Entonces decidido, buscó a Ryō y lo encontró con Imayoshi, y lo que escuchó lo dejó de piedra.
—Entonces...— vio al peliazul llegar— ¿Quieres ser mi novio, Sakurai?
—¿Qué?— preguntó Ryō exaltado.
—Sakuraii— dijo acercándose y sostuvo entre sus brazos al castaño —No te muevas. Es mentira pero no te muevas— susurró. Ryō asintió y Imayoshi sonrió acercándose al castaño.
—Eres sin duda un bello doncel, y me gustaría tener algo contigo ¿Qué dices? ¿Aceptas?
—Suéltalo— grito Daiki mientras entraba corriendo y apartaba a Ryō de los brazos de Imayoshi.
—Pero ¿Por qué? Ve con alguna de tus amigas— dijo Imayoshi sonriendo por la furia de Daiki.
—¡Porque lo amo y es mío! Ryō es mío— gritó al pelinegro.
—Bueno... Nos vemos luego Sakurai— dijo sonriendo.
El castaño temblaba en los brazos del peliazul. "¡Porque lo amo y es mío! Ryō es mío" escuchaba una y otra vez. Su corazón latía de forma desenfrenada.
—Ryō... Perdóname. Soy un imbécil. Te amo. Te amo Ryō— dijo girando al castaño.
—Es... Es mentira— dijo tratando de apartarse.
—No es mentira. Te amo— dijo y beso al castaño.
Ryō respondió al beso —También lo amo— dijo llorando.
Ese día inició su noviazgo y ahora se casarían. En un año se casarían.
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—Veo que estas feliz— dijo Kōki al ver lo sonreír así.
—Sí— sus mejillas se ruborizaron —¿Así se sintió?— preguntó.
—Sí— respondió sonriendo —Es el día que nunca olvidarás.... Me refieren a todo, en especial la luna de miel— confesó sonrojado.
Ryō se ruborizó por completo. Sin duda, después de la luna de miel, no iba a poder levantarse.
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Kōki y Seijūrō junto con Kōko y Seishiro, se dirigían a la boda de Daiki con Ryō. Ya había pasado un año y al fin sería la boda.
Llegaron al lugar de la boda, los invitados ya estaban presentes. Sólo faltaban los novios.
—Al fin llegan— dijo un malhumorado Kazunari.
—¿Lo sentimos?— dijeron ambos algo sorprendidos.
—Ya tranquilo. Toma tus pepinillos— dijo Shintarō entregándoselo.
—¿Embarazado?— preguntó Kōki.
—Sí— respondió sonriendo —Esperamos gemelos— dijo, tomo un pepinillo y lo devoro.
—Es uno. A penas tenemos tres meses— informó Shintarō.
—Son gemelos !Yo quiero gemelos!— dijo sollozando..
—Tranquilo— dijo Shintarō.
—Las hormonas— dijeron ambos.
—Sí. Son horribles— Yukio se frotaba su vientre de 4 meses.
—Ughh también las náuseas— agregó Kazunari.
—Sí— dijo Kōki recordando.
La ceremonia comenzó. A los pocos minutos Sakurai Ryō, ahora era Aomine Ryō.
1703V
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