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II

No sabía qué hacer en esos momentos, así que solo observo hacia la puerta, el mareo no le dejaba avanzar mucho, así que prefirió volver a sentarse en la cama de nuevo, su cabeza vendada le picaba un poco, así que solo se quedó ahí mirando hacia la puerta, esperando a que el joven volviera; a todo esto, el lugar parecía demasiado limpio, acaso los sirvientes eran buenos en ese lugar, la cama parecía estar muy limpia, todo el lugar parecía que todos los días se limpiaba, a diferencia del castillo real que quedaba en medio de la plaza principal, el cual aunque contaba con todo los servicios de limpieza, aun así se veía restos de ropa sucia o algo sucio en algún lugar.

Escucho de nuevo los pasos, y luego como se detenía, ahora que pensaba mejor, solo había él, no había nadie más, o no se escuchaba los pasos de alguien más por esos pasillos, luego solo vio que el chico entro mirando al piso para luego decirle, — Si quieres puedes dormir ahí, o si no, puedes ir a dormir a unos de los cuartos principales, son más grandes y las camas son más cómodas. — Con esas palabras pudo saber un poco más, aunque luego vio la cara que puso, que parecía que se estaba empezando a enojarse — Ya dime de una vez — Se cruzó de brazos, demostrando que no tenía paciencia alguna.

Aunque parecía ser alguien que no tenía paciencia, se quedó ahí esperando alguna respuesta — ¿Por qué? — Fueron las únicas cuestiones que dio. — Acaso no hay nadie más aquí — Las palabras eran las mismas con la que utilizaba para todos, y quizás hoy tampoco sería la excepción, después de todo estaba en frente de un chico que no parecía importarle nada, pero al mismo tiempo si, había otra intención o solo trataba de ser amable con tan poco.

Miro a la ventana por un momento para luego decir — Solo soy amable — Pronunció como si pudiera saber lo que pensaba o también como si tuviera experiencia en varios temas a tan corta edad — Y bien, te quedas aquí o te vas al otro cuarto — Fue lo que le dijo. Manuel por su parte pensó, no solo le dio curiosidad de ver todo ese lugar, sino que también quería saber que tan grande era el otro cuarto.

Asintió y respondió — Quiero ver el otro cuarto — A lo que el joven asintió, para luego hacerle señas de malas ganas, a que le siguiera. Sus pasos eran lentos, para evitar aquel dolor de cabeza que le producía el golpe que él se dio contra el árbol, al salir del pasillo noto a lo lejos unas escaleras amplias muy elegantes, aunque también con la mirada buscaba algún rastro de otra persona, pero era como si todos desaparecen o nunca estuvieron ahí, quizás era su imaginación y todo esto era producto de su mente que le haría parecer que nadie existía ahí, porque díganme, quien vive solo en un casa enorme la cual parece estar brillante de tanta pulcritud; mientras caminaba observo un cuadro en donde aparecía un hombre, aquel que vio en el cuadro que el joven le mostro, su padre al lado de un hombre aun mayor, supuso que era su abuelo, así que con la "confianza" que ahora se tenían pregunto — ¿Aquél hombre mayor? — Dijo evitando decir anciano — Es tu abuelo — Espero que el otro responda.

Se detuvo, y miro el cuadro para luego solo asentir y seguir caminando, cuán lejos quedaba ese cuarto, acaso estaba al otro lado, pasaron por varios pasillos y el silencio era roto por los pasos que ambos daban, la botas de cuero pesadas y los zapatos de brilloso con toque elegante al caminar, fue hasta que ese silencio fue roto — De este cuarto podrás ver dónde vives, espero y te recuperes rápido, no recibo visitas muy a menudo — Fueron las palabras algo frías del joven, que miraba hacia delante todo el tiempo, caminando y al fin llegando al destino — Este cuarto es uno de los principales, espero te guste, te traeré la cena dentro de un par de horas — Dijo, para luego volver a perderse en los pasillo, para Manuel la actitud del chico era extraña, parecía cambiar de carácter a cada momento.

Al girar la perilla, noto que era cierto, era aún mucho más grande que el anterior, el techo era alto y la cama igual de limpia, pero hasta el momento no había visto a nadie más, será que estaba soñando o pasaba cosas raras algo no muy entendibles. Prefirió dejar de preguntarse cosas y volver a lo que estaba antes, husmear que había en aquel cuarto, lo primero que noto era un cuadro aún más grande que antes, donde se veía a un hombre muy joven al lado de un niño, el cual era cargado en los brazos de una mujer joven, solo que no reconocía a nadie, quienes eran ellos, y porque parecía que estos no se sabía de su existencia. Hubiera seguido husmeando por no ser porque escucho de nuevo los pasos, y miro hacia la puerta esperando que alguien entrara, el mismo joven que ahora parecía sumido en sus pensamientos propios y se detuvo al ver que le estaban observando.

Dejo una charola de plata en una pequeña mesa ratona del mismo cuarto, y dijo — Lo lamento, pero tienes que tomar esto — le mostro de nuevo el mismo líquido que tomo cuando despertó. Se acercó a pasos lentos donde estaba el joven y agarro la taza pequeña, tomando un poco mientras enfriaba, estaba caliente tanto que humeaba. Miro al chico que parecía no quitarle la mirada, como si lo hubiera visto desde hace tiempo.

Dejo de tomar y hablo — Pasa algo. — Miro al chico de la misma manera, este no hizo nada más que volver a ver la segunda taza pequeña, sirviéndose de la misma manera aquel liquido, para caminar hasta un pequeño sillón, sentándose con la taza y un pequeño plato en su mano izquierda.

Este negó y dijo — No, solo recordé algo. — Fue lo único que pronuncio, mientras empezaba a tomar de igual forma, decidió imitar lo mismo que hizo el chico, pero esta vez sentándose en frente, donde quedaba el otro sillón.

Tomo y le dijo — Entonces porque me miras tanto. — Fueron las palabras que pronunció Manuel, aun no tenia mucha confianza, pero ahora que veía que el menor hacia algo que cualquier persona de la clase alta hace se tranquilizo un poco, pero aun le parecía raro ver, que nadie más estaba en esa casa, asi que con atrevimiento, se animo a decirlo — Niño, acaso no tienes mayordomos y sirvientas — A lo que el menor, solo le miro de una manera algo tosca, para luego volver al semblante de niño mimado.

Dejó la taza en la mesa, para responder con tranquilidad un a simple palabra — No — Luego solo se levantó, para acercarse al gran ventanal que tenían a un lado — No, desde hace tiempo — Luego, miro a Manuel para decirle — Y tú — Le miro por un rato moviendo ligeramente sus manos — Manuel — dijo como si de una adivinanza se tratara — No tienes familia, amigos o quien te hable, porque no veo que alguien venga por ti. — La Verdad era que Julio quería darle un poco de su propio chocolate, ya había bastado un poco con aquellas extrañas preguntas, para él  era más que suficiente.

Este solo se silencio y dijo — No y si — Respondio a las dos primeras preguntas, sintiéndose algo enojado, por el atrevimiento del menor, que se creía para preguntar algo tan personal, y que si no tenia familia, y que si tenia amigos, que aunque lo fueran parecía que a ellos les importaba poco su existencia.

Este solo miro a los ojos del mayor — En serio, no tienes familia o te avergüenzas de ellos — Le dijo casi dando justo en el clavo, recordando cosas que ya quería olvidar — Y si tienes amigos, parece que ni siquiera lo son, no los veo corriendo a buscarte, desde aquí puedo ver el camino al cual todos odian pasar. — Susurro mas para si mismo aquello ultimo — Dime acaso no te das cuenta en donde estas, o te olvidaste por donde caminaste con tu golpe en el árbol — Miro al otro acusatoriamente.

Manuel trago saliva, era verdad había caminado por aquel sendero que todos consideraban maldito, y nadie se atrevía a ir, pero ahora que lo pensaba mejor, aquel niño estuvo viviendo toda su vida aquí, porque todo lo hacia resaltar así, parecía o más bien era una afirmación, y ahí volvió a sentir miedo, al recordar aquellos ojos rojos que le miraron en aquellas sombras, miro al chico, la mirada fría, y la luz que se ponía en el horizonte, dando asi un saludo al anochecer, aquellos ojos se reflejaban como aquel miedo que sintió antes — ¿Qué eres tú? — Fue lo que pronuncio, tratando de no sonar con miedo y actuar como antes.

El joven, se encamino hacia él, su cuerpo se tenso aun mas cuando vio que los ojos rojos se hacían notar aun mas — Eso me pregunto a ti igual, quien eres tú, para venir a invadir casa ajenas, tratar de hablar de forma hostil ante alguien que trata de ser buena persona, y solo se comporta como la mayoría de gente que pasa por mi casa, aquel comportamiento patético, y miedo que ahora veo en tus ojos — Fue lo dijo, cuando se acercó lo suficiente al rostro del otro, estando cerca, mirando los ojos del otro — Acaso no me responderás como antes, o seguiras con miedo, Leonidas — Le dijo a Manuel, el cual se levanto de golpe, tirando el sillón en el cual había estado sentado, para estar a una buena distancia.

Pero, se podía ver como estaba asustado — Como... — Trago saliva, algo así no podía estar pasando, tal vez era la casualidad — Como sabes el nombre de mi abuelo — Fueron las palabras que torpemente pronuncio. No se sentía seguro al estar ahí muy cerca del menor.

A lo que Julio caminaba acercándose de apoco, mirándole a los ojos — Ella, ella hubiera sido mi esposa sino fuera por tu culpa Leonidas — Le decía, mientras la luz del sol ya había desaparecido por completo y ahora se podía ver con claridad aquellos ojos rojos que provocaba aún más miedo — Amalia la ame tanto, y tú — de apoco se notaba que el joven empeza a ponerse peor, estaba ahora ya muy peligrosamente cerca — Tú me la quitaste, y no tuve oportunidad alguna, ahora podre disfrutar matarte — Todos los sentidos de Manuel gritaba peligro, aun mas cuando escucho en nombre de su abuela.

Manuel no sabía, pero estaba en un grave peligro, aun mas cuando se dio cuenta que estaba en frente suya el joven con una mirada muy enojada, parecía no controlar nada, pero algo dentro de si, le decía que diga su nombre — No soy — las palabras no le querían salir, sintió como su cuello era agarrado con dos manos, un poco pequeñas, pero demasiado fuertes, que parecía que no le iban a soltar — No soy Leonidas... — Le dijo mientras sentía que el aire se estaba marchando de sus pulmones — Yo soy Manuel... — Pronunció, cuando sintió que el agarre fue quitado, lo acababa de soltar, trago el aire de nuevo, y miro al joven que parecía algo perdido, y asustado le miro a los ojos, estos ya no reflejaban ese rojo intenso, sino que no podía ver muy bien ya nada, la luz se había ido, y el chico se fue corriendo cerrando la puerta detrás de sí, con miedo en sus ojos ante lo que acaba de suceder.

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