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Verborrágicas, Daniela y Trini supieron hacerse buenas amigas rápidamente; empatizando desde la desgracia, habiendo conocido la historia de Dani con un amigo suyo y que de no ser por Sebastián todo terminaría en tragedia, consolidaron su relación.

El acontecimiento de mayor impacto ocurrido hasta entonces había sido la muerte de Simón; una redada en su pabellón lo había tenido como víctima a él y a otro preso más en el penal de Batán, en la ciudad balnearia de Mar del Plata. Dos puñaladas certeras terminaron con su vida antes de que se dictara su sentencia definitiva.
Karma, casualidad o vaya a saber qué cosa, habían hecho que cumpliera su pena en la misma prisión que el líder de una banda que estaba involucrada con el tráfico de drogas y que él había delatado.
Discusiones, reproches y una clara sed de venganza, fueron los motivos que llevaron al "Mono" Kramer y a Simón al enfrentamiento que tuvo a éste como perdedor absoluto. Había muerto en su ley.

Ya recuperada, Trini lloraba casi todas las noches por las heridas en sus piernas. Yo le recordaba que ni dos injertos de piel, ni algunas quemaduras en sus brazos y ni siquiera todas las cicatrices del mundo opacarían su belleza, su fortaleza y mucho menos, cuánto la amaba.

Considerando su salud habíamos alquilado un departamento en Capital, próximo a un importante sanatorio porteño y al bufete de Sebastián, teniendo en cuenta el ida y vuelta judicial que habíamos tenido que enfrentar al momento de alegar contra Simón.

Allí, Trini regresaba a ese mundillo de tránsito intenso, a las calles que había patrullado alguna vez y se sentía a gusto.

— ¿Mucho trabajo? ― me dio un beso en la sien mientras que yo tecleaba.

— Sí, pero internet facilita las cosas.

— Valen...yo estuve pensando...― tomó asiento en una silla contigua a la mía. Yo me quité los anteojos y me puse a disposición de su relato ―: ahora que la causa contra Simón quedó en foja cero porque falleció y yo estoy con las últimas curaciones, ¿qué va a pasar con nosotros?

— Nada ― elevé mis hombros. Yo tenía un plan en la cabeza, pero como aún no estaba seguro de eso, no quería colmarla de expectativas.

— ¿Cómo que nada...? ― su voz sonó confundida.

— Nada...vamos a seguir juntos, ¿Cuál es la duda? ― ella sonrió, pero lejos de quedar conforme, repreguntó:

— Yo quiero que estemos juntos pero también quiero trabajar, continuar estudiando y vos...vos tenés tu trabajo real allá, en España. No vas a poder trabajar eternamente en línea.

Leyendo sus ojos inquietos, palmeé mi muslo invitándola a tomar asiento sobre mi regazo.

— ¿Dudas de mí?

— No.

— ¿Confiás en mí?

— Si.

— Dame solo un poquito más de tiempo para que acomode las cosas y ya te vas a enterar de lo que tengo en mente.

— Valentín, quiero participar de las decisiones que nos involucren a ambos― su temperamento me subyugaba. Era lo que más amaba de ella.

— Amor...― le di un beso suave en los labios ― ¿cuándo dejé de pensar en vos, de tener en cuenta tus necesidades?

— Nunca ― hizo un puchero delicioso.

— Prometí cuidarte, respetarte y eso incluye que seamos un equipo y trabajemos como tal en las decisiones que tomemos.

— No quiero perderte...

— No tendrías por qué ― rodeé su mentón con mis palmas ―. Te amo, Trini, ¿qué más necesitamos para ser felices? ― nos besamos y su mente pareció estar, solo un poco, en paz.

**

Esa misma noche fuimos a comer a lo de Sebastián y Daniela; las chicas se juntaron en la cocina a hablar sobre el vestido de casamiento y el menú principal, mientras que él y yo tomamos una medida de escocés en su escritorio.

— ¿Y vos para cuándo? ― me apuró.

— No me animo...― reconocí, con una pizca de vergüenza.

— ¿Pero vos querés casarte con ella?

— Por supuesto que sí, creo que desde el día que la vi en el restaurante y mandó a volar a esos payasos que la estaban maltratando, la deseé de un modo singular.

— Entonces ¿Qué es lo que te da miedo?

— Que me diga que no.

— Mirá, yo pensaba lo mismo de Dani; ella es tan liberal, tan independiente, que supuse que el casorio era un detalle que no le importaba. Pero yo estaba seguro de mi amor por ella y de su amor por mí, entonces me dije: " de última quedo como un boludo" ― lo contó chistosamente ―. Hasta que finalmente se lo propuse: una noche volví un par de horas antes del estudio, preparé la mesa, prendí unas velitas de esas aromáticas de colores y puse música suave. Cuando volvió de yoga preguntó qué cagada me había mandado para haber desplegado semejante preparativo...hasta que me arrodillé frente a ella y antes de proponerle nada, me estaba diciendo que sí a los gritos, exaltada, así como la conocés ― resumió, dándome ánimo ―. ¿Vos la amás a Trini?

— Más que a nada en el mundo.

— ¿Ella te am?

— Supongo que sí...― elevé mis hombros.

— Nah, eso dalo por descontado, está muerta con vos...― palmeó mi espalda ―. Así como un día te dije que lo mejor era actuar con la verdad, confesar y demostrar cuánto amás a una mujer también es parte de lo correcto. Comprá un anillo, escribíle algo lindo, lo que se te ocurra... pero sobre todo, nunca la traiciones ni la abandones.

— Jamás haría eso...

—Entonces, tenés mi bendición, hijo mío ―chocando ambos vasos, la conversación llegó a su fin cuando su futura esposa nos llamó a comer.

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