Plantado, ¡lo había dejado plantado de nuevo! ¡Ya era el colmo! El de ojos chocolate miró una última vez la vacía callejuela y gruñó frustrado dándole una pataleta al suelo, por enésima vez Cinthia le había quedado mal con el dinero que le debía, ¿cuántas veces ya no le había visto la cara de imbécil? Estaba harto, necesitaba ese dinero, de verdad que lo hacía, con su trabajo de camarero no la hacía, y en serio necesitaba el dinero.

Se sentó rendido en la madera de una de las vías del tren y suspiró largamente, Cinthia se caracterizaba mucho por llegar tarde, por lo que sería tantito paciente con ella y la esperaría, después de todo, más noche no podía ser.

Las farolas iluminaban débilmente las penumbras de la ciudad de Saint Andrew y a la supuestamente abandonada estación NevaTosva, ya inservible para transportarse a alguna parte.

Se talló los ojos cansado y miró la hora en su teléfono, 2 de la madrugada, no estaba haciendo más que perder el tiempo, necesitaba dormir mínimo una mísera hora antes de ir a la secundaria, así que le dirigió una última mirada de odio a la vacía calle por donde hacía venido y se puso en marcha, siguiendo casualmente las vías del tren.

Tenía demasiado sueño en ese momento, así que no tenía ni idea de que estaba haciendo, simplemente sabía que tener las manos extendidas en el aire y mantener el equilibrio en una viga como imbécil le traía muchos recuerdos, y era muy satisfactorio.

Ya ni siquiera tenía los ojos abiertos, ni siquiera se estaba moviendo, ni siquiera estaba pensando, solo se quedó congelado en su lugar con la espalda encorvada y sin ganas de moverse como un muñeco de cuerda gastado, de verdad que salir de tu turno a las 11:oopm y esperar 4 horas a tu amiga que te dejó plantada era... absorbente.

Estaba por perder el equilibrio y caerse de su lugar pero supo estabilizarse y abrir los ojos de par en par, antes de admirar maravillado el gigantesco tren ante sus ojos y, no alcanzar a reaccionar.