"¿Dónde está el tarro de monedas?"
"¿Para qué?"
"Pizza."
"Está dentro del armario de la cocina". Su hermana pequeña señaló la cocina con el pulgar.

Kent entró en la cocina y abrió el armario. Su hermana pequeña lo pensó y decidió que ella también quería pizza.

"Quiero que mi mitad de la pizza tenga pepperoni con extra queso".
"¡Bien! ¡Déjame contar!" Kent abrió el frasco y apiló las monedas; cada cuatro cuartos equivale a un dólar, diez centavos de diez dimes, veinte centavos de cinco, etc.

"¿Hola, Pizza Hut? Uh, sí, quiero que la mitad de la pizza tenga pepperoni con queso extra ..."

"5 ... 6 ... 7.25 ... 8 ... 9,06 ..."

"... y la otra mitad para tener pepperoni regular y 7up".

"12.50 ... 14 ... 16.02 ..."

"La dirección es Berkely Street ..."

"18.95 ... 20 ... 21.30 ..."

"Espera, espera, es el número de Berkely Street-"

"23.80 ... 24 ..." "Bien, entonces, adiós." Mandy colgó.

"¡25!"
"Mejor que sea 28, solo para estar seguro".
"¡Maldita sea, Mann!" Kent tuvo que sacar dos pesetass, treinta monedas de cinco centavos y diez monedas de diez centavos más.

El repartidor de pizzas llegó con la pizza y el refresco media hora más tarde.

"Aqui esta tu orden."
"Aquí esta su cambio." El pizzero nota una moneda brillante.

"Señor, esto es cinco peniques".
"¿Cómo diablos entraron cinco peniques?"
"Es para la buena suerte". Mandy se levantó del sofá, tomó los cinco peniques y dio un centavo.

"¿Y la propina?" La puerta estaba cerrada en su cara.
"¡¿Qué diablos estabas pensando poniendo cinco peniques en un tarro de monedas?!"

"¡NO ME DIO UN DIEZ!"