"¡Mierda!" Carl maldijo en voz alta. "Cariño, ¿estás bien? ¿La cazuela te revolvió el estómago?" Ella preguntó.

"¡Estoy bien!" Pero el inodoro no lo estaba. Abrió el armario y sacó el ambientador para rociarlo en las cortinas de la ducha y en el alféizar de la ventana.

"Carl, tu partido de fútbol va a empezar en cualquier momento". Su esposa le recordó.

"¡Sólo dame un minuto!" Gritó.

"Si tú lo dices." Su esposa se encogió de hombros, una hermosa morena, recogió los trapos sucios uno a uno y los puso en la canasta. Desde camisetas, jeans y pantalones cortos hasta calcetines malolientes, boxers gastados y pijamas descoloridos.

Carl agarró el mango del desatascador para hundir el inodoro en un intento de purgar la monstruosidad que expulsaba de sus intestinos conocida como excremento. Su esposa bajó al sótano para arrojar la ropa sucia a la lavadora. Tarareó una melodía mientras encendía el dispositivo electrodoméstico.

Mientras la lavadora zumbaba, la presión del agua afectó la tubería que llegaba a la tubería del baño. "Vamos, vamos, vamos ..." gritó Carl, generalmente reservado para el partido de fútbol. Ahora como un medio para hacer el trabajo. "... vamos, vamos, vamos ..."

Su hijo de 8 años salió de su habitación para sentarse en el sofá.

"... vamos, vamos, vamos ..."

El chico agarró el control remoto.

"... vamos, vamos. ¡Sí!"

Carl bajó la cadena del inodoro y se secó el sudor de la frente. La lavadora zumbó aún más fuerte, la tubería traqueteó.

El chico encendió la televisión.

Un sonido de aguanieve provino del inodoro cuando el agua salió de la taza del inodoro como una fuente de agua turbia.

"¡Mierda!" En efecto.

El hedor era tan fétido que ningún ambientador podía enmascararlo. El chico arrugó la nariz con disgusto.

"¡¡MAMÁ! ¡¡¡PAPÁ OTRA VEZ DAÑÓ EL INODORO !!!"

Hablando de juego sucio.