"No te creo." Micah se cruzó de brazos mirando a la granjera izariana con incredulidad, manteniendo una mirada indiferente.
"Te digo, es verdad." Stella le dijo a la extraterrestre sin nariz que es tan pequeña como Dexter de la caricatura de los 90.
"¿De verdad esperas que crea que puedes volar?" Preguntó con escepticismo.
"Te lo estoy diciendo." Stella le dijo con su acento sureño.
"Pruébalo." Micah miró a través de sus gafas mientras apretaba los dientes.
"No." Stella no sabía cómo mostrárselo, cuando en el momento en que voló la última vez, sintió que podía llegar al final del cosmos, pero ahora ... ¿cómo iba a mostrarle cómo cruzó volando? un punto de la galaxia y salió disparada hacia donde encontró la cápsula espacial de Micah como un rayo a hipervelocidad.
"¿Cómo puedo creerlo entonces?" Micah le preguntó mientras se giraba y ponía sus puños contra sus caderas.
"Pensé que confiabas en mí." Ahora Stella estaba horrorizada por su incredulidad.
"Pero esto es absurdo." Micah levantó la voz, casi como un grito.
“Hace 50 años era absurdo la idea de hacer una videollamada.” Stella le recordó.
"¡En esa época, la idea de ver a alguien al otro lado de la línea era inaudita!" Micah explicó.
"Usted cree que el avance científico de la tecnología puede progresar a nuevos saltos de un destino a otro, pero no cree que yo pueda volar." Stella le dijo mientras se alejaba, lista para irse.
"¡Esto es diferente Stella! No tienes alas, ni plumas, ni el petagio para tener los medios para volar." Micah refutó.
Stella miró a la amebia, "los ciegos tienen ojos, pero no pueden ver, pero son capaces de percibir lo que la mayoría se niega a ver. Los sordos tienen oídos, pero no pueden oír, pero encuentran una manera de comunicar lo que muchos se niegan a oír. Yo volé a través del cosmos sin alas ni aire en el vacío del espacio para encontrarte, pero te niegas a ver lo que está frente a ti." Stella se alejó y cerró la puerta automática.

Micah no podía comprender lo que le estaba pasando a la granjera izariana. La amebiana se quitó las gafas y sus ojos negros y pequeños parpadearon con desconcierto. "No tiene ningún sentido". Micah se preguntó a sí misma. "¿Cómo es eso posible?"

Ella esperaría que ese tipo de truco con actuación, edición y efectos especiales volara como la serie de cómics de Superman que los humanos solían leer y ver en las películas, pero esto era difícil de procesar.

Luego recordó lo que Stella le dijo cuando empezaron en los Space Babes. "Crees que eres tan inteligente, que estás tan empeñada en tratar de encontrar una explicación razonable hasta el punto de que estás actuando de forma irracional, incluso la maquinaria más avanzada puede fallar."

"¿Están mis neuronas interconectadas o Stella tiene razón?" Micah se preguntó a sí misma. Se consideraba una pensadora racional, pero actuaba densa como una piedra. Incluso más denso que Steinen. Por primera vez en meses, tal vez en años, no se había sentido como una tonta en años. Micah tragó saliva y pellizcó el puente entre sus ojos, reconociendo que Stella tiene razón. Que el cigoto de cerebro disperso al que ella se había referido en el entrenamiento tiene razón. La amebiana gimió y se golpeó la cabeza contra la mesa de metal blanco, asimilando su propia estupidez ante su incredulidad.