v e i n t i t r é s
El periódico local descansaba sobre la encimera de la cocina de la casa de Namjoon.
''La desaparición que ha consternado a la ciudad. Comienzan las investigaciones en la zona protegida de Black Oaks''
Con aquel titular, se anunciaba lo que Agust, Namjoon y Charlotte más temían: habían denunciado la desaparición de aquel guardabosques. La policía peinaba la ciudad y los alrededores de manera exhaustiva y, por si fuera poco, los focos de la investigación se habían centrado justo en la zona donde Charlotte desmembró a aquel indeseable hombre.
Namjoon soltó un largo suspiro, apoyándose en la encimera, agachó la cabeza y miró las hojas del periódico. —¿Qué coño vamos a hacer?
Agust guardó silencio. Nervioso, empezó a mordisquear los bordes libres de sus uñas. Su afilada mirada se movió de un lado a otro. Hacía tiempo que no estaba tan inquieto; normalmente, siempre solía mantener el temple y rara vez sus planes fallaban. Llevaba décadas sin tener que huir, sin tener que buscar un plan B. Recordó por qué prefería trabajar solo: cuanto más grande el grupo, más probabilidades de meter la pata, aunque fuera solo unos milímetros.
Al vampiro no le dio tiempo a anunciar su estrategia. Él y el alquimista se giraron bruscamente al oír el golpe de unos platos cayendo al suelo. Charlotte, asustada como un pobre lechal a la entrada del matadero, había tirado unos platos limpios que estaban sobre la mesa de la cocina al buscar apoyo en ella. Sus piernas estaban rígidas, pero ella sentía que temblaba. Retrocedió un par de pasos lentamente.
—Ch-charlie... —Namjoon estiró la mano hacia ella.
—Ha sido mi culpa. —murmuró, con voz tremulosa. —Os he metido en un lío-
Agust cruzó una mirada con Namjoon. Señaló la puerta de la cocina y se encaminó hacia ella.—No dejes que se vaya. —ordenó al alquimista, sabiendo que era muy probable que Charlotte, como en otras ocasiones, huyera. Era aprendizaje puro y duro. —Tranquila. Nadie sospecha de nosotros.
Charlotte agitó la cabeza, negando. —Van a descubrirnos.
Dando pasos lentos, Namjoon consiguió colocarse frente a ella. Agarró firmemente los hombros de la Charlie, clavó sus ojos oscuros en los azules de ella y, con tono serio, dijo: —No van a hacerlo.
Más que sonar como una esperanza, sonó como un hecho. Namjoon había sido totalmente convincente, y, por un momento, Charlotte creyó que nunca había hecho nada malo. Tomó aire de manera entrecortada. —Pero- yo- —murmuró. No logró más que decir un par de palabras truncadas al tiempo que sus ojos empezaban a verse más y más vidriosos. Intentó dar un paso hacia atrás, pero Namjoon y su fuerte agarre se lo impidieron. —No puedo-
—No tienes relación con el caso. —insistió el vampiro, que mantuvo las distancias con Charlotte. —Las fotos siguen allí. Las vi el otro día. Tiene mil motivos para desaparecer y no dejar rastro, créeme.
Namjoon no vio a Charlie del todo convencida. Sus ojos azules, al borde de las lágrimas, se movían de un lado a otro, y su piel empezaba a tornarse de ese pálido color grisáceo típico de sus crisis amnésicas. En lugar de agarrar sus hombros, Nam decidió agarrar sus manos, con la intención de que Charlotte notara su calidez.
—Cubrí la zona con helechos. —explicó el alquimista, serio. Miró fijamente a Charlotte a través del cristal de sus gafas. —Es una especie en peligro de extinción en el bosque, así que no podrán investigar sin un permiso antes. Tranquila. Todo está bajo control, ¿vale?
A Agust le hubiera gustado añadir algún comentario sarcástico, un ''anda, ¡pero cómo estudia el químico!'', pero le preocupaba más la reacción de Charlotte que su reputación de vampiro irónico. La observó desde la lejanía y con los músculos en tensión; estaba preparado para echar a correr y alcanzarla en caso de que volviera a tener una crisis. En la primera había asesinado al guardabosques para alimentarse; en la segunda, había hecho que la policía se fijara en ellos al lanzarse sobre el perpetrador del tiroteo, Waters. Agust nunca se había cruzado con una criatura como ella en toda su larga vida. Había visto a brujas, cazadores de vampiros y hasta exorcistas, pero no a nadie como Charlotte. No sabía que era exactamente, y, mientras que en Namjoon eso levantaba una enorme curiosidad, a Agust le resultaba irritante. Charlotte era la única pieza variable de su puzzle, y si no conseguían controlarla, su plan se iría al garete y Agust tendría que abandonar a Namjoon a su merced.
Charlotte notaba que le faltaba el aire. Pestañeó varias veces. Vio como todo volvía a tornarse de ese rojo intenso que teñía su vista cada vez que sentía aquel cosquilleo en sus extremidades. Apretó la mandíbula con fuerza. No quería perder la conciencia, ni el control. Segundos después, notó que algo se cerraba sobre sus manos. Miró hacia el suelo. Las manos de Namjoon eran cálidas, grandes y algo ásperas, pero aún así el estímulo le resultó agradable. Charlotte fue capaz de alzar la mirada, y no vio ese angustioso color rojo.
—¿Me oyes? —la voz suave de Namjoon sonaba amortiguada, como si estuviera en otra habitación. —¿Charlie?
—Eh, rubia. Contesta. —Agust sonó infinitamente menos amigable, pero fue su tono algo impaciente lo que hizo que Charlotte, al fin, reaccionara.
—Lo siento. —murmuró, pestañeando. —Estoy algo mareada.
Quizá había sido la tensión, pero Agust se encontraba de la misma forma: algo mareado, débil. Disimuladamente, mientras Namjoon ayudaba a Charlotte a sentarse en el suelo, el vampiro se apoyó en la pared. Agachó la cabeza.
—Descansa un rato. —dijo Namjoon con un suspiro. Miró al reloj colgado de la pared de la cocina, antiguo y retrasado un par de minutos. —Tengo que ir a... hacer unos recados. Quédate con Agust. —el alquimista tomó una gorra de color gris que estaba junto al periódico. Se caló la visera y miró a Charlotte una última vez. —Vuelvo enseguida.
Ella asintió, dejándole marchar, así que fue Agust quien le detuvo. Agarró con excesiva fuerza la muñeca de Namjoon, aunque él no se quejó. —¿Dónde coño crees que vas? —preguntó con tono exigente, como si fuera un padre estricto o, peor aún, un novio tóxico.
Nam agitó su mano y a Agust no le quedó más remedio que soltarle. —No voy a hacer ninguna estupidez. —el de gafas y gorra miró a Agust con sinceridad, consiguiendo que la mirada fría y hasta algo hostil del vampiro se suavizara poco a poco. —Tardaré un poco. Quédate aquí con Charlotte-
—¿No podemos ir contigo? —murmuró Charlotte. Su voz aún era demasiado suave, para nada vívida.
—Necesitas descansar y dejar la mente en blanco, Charlie. —insistió Nam. — No abráis a nadie, ¿vale?
Agust bufó. —¿Acaso eres nuestro padre?
Haciendo caso omiso del comentario del vampiro, Namjoon señaló a Charlotte, como diciendo ''no te muevas de ahí'', y ella asintió despacio. Agust frunció el ceño y arrugó la nariz, preguntándose si de verdad Namjoon tenía las agallas para marcharse solo por ahí después de que la noticia de la desaparición del guardabosques llegara a todos los tabloides -y después de que Charlotte casi tuviera una de sus crisis-. Le observó caminar hacia la puerta y cerrarla de un golpe. El vampiro chasqueó la lengua y, justo después de escuchar el portazo, sus rodillas colapsaron.
—¿¡Estás bien!? —exclamó Charlotte, alzando la cabeza de golpe al ver por el rabillo del ojo cómo Agust se sentaba de golpe en el suelo.
El vampiro asintió. —Sí, solo quería poner en práctica mis dotes de actuación. —se giró hacia la chica, riéndose. —Te he asustado, ¿eh...?
Charlotte se limitó a agitar la cabeza. Agust devolvió la mirada al suelo y resopló, cansado. En un par de días, si no encontraba algo de sangre humana, sus instintos se apoderarían de él. Y, entonces, sí que dejaría a Namjoon a su merced... y probablemente a toda la ciudad.
*****
Aunque debería estar en una de las salas de pediatría, en la cuarta planta del hospital estatal, Rachel Kim se encontraba postrada en una de las camas del primer piso, en una sala con otras tres personas que se encontraban en la misma situación: encamadas, enredadas en cables, catéteres y acompañadas de máquinas cuyos agudos pitidos marcaban el ritmo de sus corazones. Era un lugar con poca luz. En todos los sentidos. En la primera planta reinaba un silencio absoluto; los pacientes no podían charlar, y, la mayoría de las veces, lo único que se escuchaba era a las enfermeras comentar la poca esperanza que se respiraba en el lugar. Aún así, siempre que Namjoon llegaba a los pies de la cama de su hermana, le saludaba.
—Hola, Hyejoo, ¿cómo estas?
Una persona intubada y sedada no respondía a casi ningún estímulo, pero Namjoon, aún así, lo intentaba. No llamaba a su hermana por el nombre que formulaba en su pasaporte, sino por el de nacimiento. Sonrió con dulzura, se quitó la gorra y Namjoon se acercó a Hyejoo. Apartó unos cuantos mechones oscuros de su rostro, pálido y algo seco.
—Voy a ponerte algo de crema. —dijo Namjoon, alto y claro, por encima del ruido del respirador. Alcanzó un bote de crema hidratante que él mismo había comprado y, cuidadosamente, la aplicó en la piel del rostro y las manos de su hermana. —Creo que estoy cerca de conseguir la piedra, ¿sabes? —soltó una risilla amarga— Prefiero no contarte los detalles, pero estoy muy, muy cerca. —se sentó en un pequeño taburete con ruedas preparado para las visitas. Se acercó de nuevo a la cama y tomó la mano de Hyejoo, llena de pinchazos. La frotó con cariño. —Tengo esperanzas, hermanita, aunque creo que tendré que dejar los experimentos por un tiempo. Ah, y siento no haber venido estos días a visitarte.
Hyejoo, en coma, no podía responder, pero Namjoon imaginó que diría algo como ''¡no pasa nada! Entiendo que estés ocupado''. Esbozó una sonrisa. Inhalando aire por la boca y luego suspirando despacio, Namjoon alcanzó uno de los libros que había dejado sobre la mesilla de noche días atrás. —¿Quieres que siga leyéndote el libro?
Su hermana no asintió, pero Namjoon se lo tomó como un sí. Siempre estaba dispuesta a escuchar una buena lectura. Aclarándose levemente la garganta, Namjoon comenzó a leer justo donde marcaba una vieja pulsera identificativa del hospital que utilizó como marcapáginas. Cortando con las palabras el silencio de la sala, Namjoon narró la historia del protagonista.
A los hermanos Kim siempre les había gustado leer, ya fuera juntos o separados, pero el atropello había truncado sus planes de leer todos los libros sobre alquimia, psicología, romance o cualquier tema que se encontraran en las bibliotecas del país. Namjoon solía llevar al hospital libros con la esperanza de que algún día fuera Hyejoo quien los leyera en alto, y no al revés.
Los minutos pasaron deprisa. Cuando Namjoon quiso darse cuenta, la breve visita que había planeado se había convertido en una de una hora, así que se levantó del taburete y cerró el libro.
—Tengo que marcharme, Charlie y Agust me están esperando. —murmuró, inclinándose hacia su hermana. —Te veo mañana.
Namjoon acarició con suavidad la mejilla de Hyejoo y le dio un beso en la frente, poco sonoro y algo rápido. Volvió a ponerse la gorra y salió de la sala, no sin antes despedirse del resto de pacientes, también conectados a docenas de máquinas.
Caminó a toda prisa por el ancho pasillo de la primera planta, pero una voz masculina le detuvo. Se giró para ver a un hombre algo bajito, de unos sesenta años, seguramente al borde de la jubilación, acompañado por una mujer de brillante cabello grisáceo y gafas. Eran los doctores de Hyejoo.
Namjoon les saludó con una mueca. —Ah, buenas tardes. Creí que no pasaban consulta a estas horas-
—¿Has estado bien, Kim? —preguntó el hombre, alcanzando la mano de Namjoon y agitándola con vigorosidad. Le dio un par de palmadas amistosas. —Es raro que no hayas venido estos días.
—El instituto, ya sabe...
—¿Planeas irte a la universidad? —preguntó el doctor.
—No lo sé, pero lo intentaré. Me gustaría quedarme aquí. —dijo, serio. Supuso que tenían noticias sobre el estado de su hermana, así que sin mas dilación, preguntó: —¿Sucede algo? ¿Cómo está Hye- Rachel?
La mujer tomó la palabra. —Los escáneres de esta mañana indican una lesión en el hemisferio derecho. —le informó. —Es la zona donde se instaló la hemorragia.
—¿Y eso quiere decir que...?
—Cuando despierte del coma, tendrá dificultades. Será un proceso largo de recuperación. —añadió el doctor. —Pero no desesperes, Kim. Tu hermana aún es joven. Hay varios escenarios posibles que tenemos que discutir. —volvió a palmear la mano de Namjoon y le sonrió. —Pásate mañana por la consulta antes de las nueve. Hablaremos sobre los diferentes caminos y de todos los detalles.
Namjoon, impasible, se limitó a asentir. Había aprendido a lidiar con las falsas esperanzas. —Vale.
—Nos vemos mañana, entonces. Aunque, si no tienes mucha prisa...
—Tengo un asunto pendiente ahora. —soltó, señalando con el pulgar las escaleras del hospital. —Si no le importa, mañana estaré en la consulta. Gracias por informarme.
*****
Charlotte sabía que algo iba mal cuando Agust fue incapaz de levantarse del suelo antes de que lo hiciera ella. Algo mejor, ya casi recuperada, la joven rubia logró caminar hasta el vampiro, que tenía la cabeza apoyada contra la pared y la mirada perdida. Charlotte estiró el índice para comprobar si estaba vivo.
—No estoy muerto. —gruñó, enseñando sus colmillos.
—Ay, perdón. —Charlotte pegó las manos a su pecho, sobresaltada. —¿Te pasa algo? ¿Necesitas...?
—Estoy mejor que nunca. —mintió, creyendo que Charlotte le creería.
Ella frunció el ceño. —Estabas mucho mejor cuando Nam te disparó. —comentó, haciendo que Agust se riera.
—Tienes razón.
—¿Estás débil?
Agust hizo una lista de pros y contras rápidamente. Charlotte también parecía debilitarse cuando llevaba tiempo sin comer nada, así que decidió sincerarse. —Sí. Llevo un par de días sin beber.
La joven se sentó a su lado, despacio, y observó al vampiro con atención. Su piel, blanca como la porcelana, había dejado de tener ese brillo que indicaba que estaba bien hidratada; sus nudillos, normalmente rosados, habían perdido ese tinte; sus labios, secos. Charlotte miró hacia el suelo, agachando la cabeza. —Podríamos pedirle a Nam-
—No creo que aguante mucho. —suspiró Agust.
—¿¡Y por qué no has bebido antes!? —Charlotte golpeó con suavidad al rubio, que se quejó. —¡Podrías haberte muerto!
—¡Todo está lleno de policía! ¡No tengo las fuerzas suficientes como para ser discreto!
—¿Por qué no lo has dicho antes?
—Tenemos cosas peores de las que preocuparnos. —soltó, con aire serio. —Conseguir sangre es fácil: es encontrar algún animal callejero y despellejarlo. Deshacerse de la pasma, no.
Charlotte miró con preocupación a Agust, aunque pronto la invadió la curiosidad. —¿Cada cuánto tiempo necesitas sangre? Quizá pueda conseguirte algo...
El problema era que Agust podía conseguir algo de sangre sin despeinarse. Podía esperar a la medianoche y atacar a algún ciervo, podía asaltar a cualquier persona que durmiera plácidamente o hasta contactar con algún friki de los vampiros que le cediera su sangre en una especie de ritual que a Agust le daba más risa que cualquier otra cosa, pero no quería hacerlo. La cuestión no era el llamar la atención de la policía, sino de quienes le estaban buscando. Su sexto sentido le decía que estaban cerca, así que la mejor solución era no alimentarse por un tiempo y confiar en su depósito de reserva.
Casi al instante, justo antes de que Agust declinara el favor de Charlotte, los dos escucharon el rugir de un motor. Giraron la cabeza hacia la puerta principal. Oyeron el tintineo de las llaves.
—¿¡Dónde cojones has estado!? —gritó Agust. Sus ojos eran la viva imagen del enfado.
—¡Nam! —lejos de estar molesta como el vampiro, Charlotte se levantó del suelo. Sus ojos azules chispearon con una mezcla de ilusión y alivio al ver que Namjoon seguía sano y salvo después de marcharse a toda prisa. Llevaba una bolsa de plástico en la mano.
—Creo que la policía me ha seguido hasta aquí. —anunció, apoyándose contra la puerta que acababa de cerrar. —Un coche negro me ha estado siguiendo todo el camino.
Aunque no tenía fuerzas, Agust se levantó también, como si tuviera un resorte debajo del trasero, rápido y de manera brusca. Se tambaleó, pero de alguna manera llegó hasta Namjoon. Agarró el cuello de su sudadera y le miró con rabia.
—¿¡Qué dices!?
Al instante, Namjoon supo que algo iba mal. El vampiro estaba demasiado agresivo, como cuando llegó a la casa después de recuperar la chaqueta que Charlotte dejó en el bosque. Nam frunció el ceño y lo analizó mejor: no, no era como aquella vez. Era distinto. Parecía más bien una crisis. Agust, que siempre se mantenía tranquilo incluso en el peor de los casos, estaba al borde de perder la cordura. Sus colmillos brillaban más que nunca y su rostro estaba casi pegado al del alquimista.
—Agust, —le llamó Charlotte — ¿estás bien?
—¡No! —gritó.
—Ah, ya estamos otra vez. —masculló Namjoon.
—¡Todo está saliendo mal, todo está-
El alquimista se deshizo del agarre del rubio y se alejó con rapidez hacia el sótano. Tardó menos de treinta segundos en llegar con un roedor entre las manos, y sin decir nada, se lo lanzó a Agust, que lo cogió al vuelo y se lo llevó a la boca sin decir nada. El ratón emitió un chillido agudo, y Agust succionó su sangre hasta que dejó de agonizar. Charlotte vio la escena con una mezcla extrañísima de horror y alivio, pensando que, al fin, Agust había bebido algo de sangre.
—¿Mejor...? —se atrevió a preguntar la chica.
Agust no dijo nada. Mordió al ratón de nuevo, buscando hasta el último mililitro de sangre. Namjoon respondió por él. —Supongo que sí. — se giró hacia Charlotte. —¿Estás bien? ¿Has vuelto a marearte?
Charlie negó con la cabeza. —No, estoy bien. Preocupada por... —miró a Agust de reojo. Chupaba la sangre del ratón como si fuera una maldita nécora. — él. Llevaba días sin beber. —añadió en un susurro.
—¿Crees que es por la policía?
La joven se encogió de hombros. —Ni idea, pero está bajo mínimos. ¿Qué hacemos?
Tanto Charlotte como el alquimista escucharon una exhalación. Agust, satisfecho, se limpió la boca con el dorso de la mano, aunque solo lo empeoró. Sus labios estaban manchados de sangre. Charlie apartó la mirada.
—Pobre Ratatouille. —soltó. Parecía el Agust de siempre. —De todas formas... gracias.
—¿Perdón? No te he oído bien.
—Mira, alquimista de mierda, no voy a caer en el truquito de ''ay, repítemelo...'' —bufó. Se acercó al fregadero de la cocina, donde lanzó el cadáver del ratón. Puso en funcionamiento la trituradora del tragadero. De alguna forma, logró deshacerse de lo que quedaba del animal, nada más que la piel y algo de carne, sin mancharse. Se lavó las manos y la cara con el jabón para manos que Namjoon tenía al lado del fregadero hasta que no quedó ni un solo rastro de sangre. —Bueno, ahora que estoy algo más lúcido... ¿Por qué coño dices que la policía te ha seguido?
—Un coche negro ha aparcado justo enfrente. Son dos hombres.
—¿Rubios? —preguntó el vampiro. —¿Casi albinos?
—No los he visto muy bien, pero creo que no.
Agust chasqueó la lengua. —Entonces sí es la policía. Tranquila Charlotte, no sospechan de ti, solo de Nam, aparentemente.
Charlotte no se sintió para nada en calma. Tragó saliva. —P-pero... ¿No se supone que habías dejado las fotos...?
—Sí, pero no sabemos por qué estamos en su punto de mira. Os recuerdo que la policía también está investigando el tiroteo, y es con lo que nosotros tenemos conexión directa.
Algo hizo clic en la cabeza de Namjoon. Se llevó las manos a la cara y se golpeó. —Soy idiota.
—¡No digas eso...!
—Nada nuevo, la verdad, pero me alegra que te des cuenta. —se rio el vampiro. — Primero tenemos que adivinar por qué no dejan de seguirnos y si es la policía, porque suelen optar por métodos más aburridos. Eso de seguirte con el coche solo pasa en las películas.
Charlotte pensó que no había nada más surrealista que sus vidas, pero le dio la razón al vampiro. Namjoon abrió una nueva puerta: —¿Y si es un detective privado?
—Pues está haciendo un trabajo de pena; tú ya te has dado cuenta de que te estaban siguiendo.
Charlie volvió a darle la razón y lanzó la pregunta que llevaba tiempo queriendo hacer: —¿Qué vamos a hacer entonces...? A mí solo me queda carne, Agust no tiene sangre y tú... —se dirigió hacia Nam.
—Tengo una piedra diminuta. —dijo. —Necesito más para poder experimentar.
—Bueno, he hecho cosas peores que chupar la sangre de ratas para sobrevivir. —comentó Agust, encogiéndose de hombros. —Lo que está claro es que, si seguimos mucho tiempo sin conseguir algún cuerpo, Charlotte va a terminar masacrando la ciudad, tú en la cárcel y yo muerto, así que cambio de planes.
—¿Y qué hay de lo de no destacar? —le preguntó Nam.
—Seguiremos sin destacar. —afirmó. —Charlotte seguirá estudiando, yo marcando triples y tú haciendo lo que quiera que haces, cascándotela en los baños o lo que sea.
Namjoon suspiró con hastío, pero no protestó. —¿Y?
—Sé qué vas al hospital. —Agust le miró con esa sonrisa ladina, astuta, y le señaló con el índice. —¿Cuántas personas calculas que quieren una muerte digna y sin mucho dolor?
—No me gusta por dónde van los tiros...
—Muchas, seguramente. —respondió Charlotte con cierta inocencia.
—Eso es, muchas. Por eso solo hay que convencerlas de que nosotros somos la única solución a su problema, y que su dolor puede terminar si nos ceden su cuerpo.
—Así solo te alimentarías tú. ¿Qué haríamos con el cadáver? ¿Robarlo de la morgue? Eso llamaría mucho la atención. —Namjoon empezó a enumerar los contras. Agust le detuvo colocando su índice sobre los labios del alquimista, que se retiró de manera brusca hacia atrás.
—Shh, shh... Deja que piense un plan, pero hazme caso. El hospital es la mejor opción.
—No sé si los cuerpos enfermos-
—¡La ciencia es ensayo acierto-error! No, ¿Nam? —exclamó Agust, alzando los brazos al aire. —¡Experimenta!
—Creo que darle sangre ha sido mala idea...
—Dadme un día. Diez horas, si queréis, y tendré un nuevo plan que nos alejará de la policía. Dejadlo en mis manos. Soy, de momento, el único que no la ha cagado.
Charlotte y Namjoon cruzaron una mirada. Finalmente, después de unos segundos de silencio, el de gafas asintió. —Está bien. Pero, si no me gusta...
—Te gustará. —sentenció Agust, saliendo por la puerta lateral de la casa, que estaba justo al lado del fregadero. — Quedaos aquí, intimando como una buena parejita. Así no levantaréis sospechas... Y, si estáis ocupados, no podéis meter la pata. ¡Ni se os ocurra entrometeros con la policía!
Sin dejar ni rastro, Agust desapareció en la oscuridad del jardín, dispuesto a idear un plan completo que le permitiera alimentarse y, de paso, conceder a algunas personas su mayor deseo.
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perdón por no actualizar tan de seguido como prometí, pero entre la universidad y entre hacer capítulos más largos estoy al borde de perder la cabeza jiji un besito cuidaos y cerrad las ventanas no sea que os entre un vampiro porque vanpiro esisten
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