t r e s
El rubio abrió la puerta más pequeña de la nevera: premio. Resopló, se apoyó contra la pared, aún con el cuchillo clavado en el pecho, hurgó en el congelador y sacó una bolsa aleatoria. Todas estaban llenas de ese delicioso líquido rojo, ese líquido que a cualquiera le daba la vida. A diferencia de los humanos, la sangre que necesitaba Agust para vivir no circulaba por sus venas. Como la de Charlie, supuso. Ella seguía pegada a la pared del pasillo central de la casa, cerca de las escaleras, atemorizada.
Agust mordió el plástico de la bolsa y lo rompió, manchando su camiseta blanca y negra con una clara salpicadura de sangre fresca. Se limitó a beber el líquido de la bolsa como si se tratara de uno de esos zumos que tomaba de pequeño sentado sobre su monopatín, como si fuera uno de esos zumos en bolsa que apretaba hasta acabarlos. Terminó la bolsa. Maldijo entre dientes -y colmillos- al notar el suave sabor metálico de la sangre en su boca. Miró la etiqueta de la bolsa. — ¿B negativo? — bufó. Hizo una mueca de asco. — Qué horror. Oye, ¿piensas dejar de mirarme así?
Echó un vistazo a Charlie. Estaba despeinada y apenas respiraba por culpa del shock. Bueno, si no respiraba, ¿le iba a ocurrir algo de todas formas? Ella tragó saliva una vez más. Se humedeció los labios al ver las manos manchadas de sangre y al notar poco a poco cómo el olor iba llenando sus fosas nasales. Agitó la cabeza para evitar lanzarse de lleno a por una de las bolsas de trasfusiones, se enderezó y se aclaró la garganta. Aún no se atrevía a acercarse a Agust, así que se quedó pagada a la barandilla de las escaleras, muy cerca de su bate de béisbol.
— ¿Qu-qué se supone que estás haciendo? — pregunto con aparente tranquilidad.
Observó cómo Agust sacaba otra de las bolsas de la nevera, con desparpajo. Tenía entendido que los vampiros pasaban por una especie de fase de éxtasis cuando conseguían sangre fresca, pero el rubio no era así. Él simplemente bebía la sangre; no se regocijaba ni se embadurnaba en ella como si estuviera en medio de una experiencia religiosa. Era un vampiro extraño. Y ella... Bueno, era extraña. Sin más.
Agust alzó una nueva bolsa. — ¿No lo ves?
Sus manos sí estaban manchadas de sangre, al igual que su boca y parte de su camiseta. Sus largos y masculinos dedos resultaron, de repente, el festín de la sangre B negativo. Charlie no solía alimentarse con sangre, excepto algunos días en lo que se encontraba más débil y en los que un humano diría algo como ''siento que me estoy muriendo''. Volvió a relamerse los labios indecisa, pero al final no se dejó arrastrar por su naturaleza. Sin embargo, la curiosidad le hizo acercarse a Agust. Por si acaso, llevó consigo a su mejor amigo: el bate de béisbol.
Agust y Charlie cruzaron una mirada interrogante. Él agachó la cabeza enseguida, desinteresado, y al devolver la vista hacia abajo, se acordó de que aún el cuchillo seguía ahí, en su pecho. Utilizó ambas manos manchadas de sangre para sacarlo, sin complicación. La hoja estaba limpia, como si él tampoco tuviera sangre. Lanzó el cuchillo hacia delante, al suelo. Cayó a los pies de Charlie. Ella lo recogió algo titubeante, por el filo, y utilizó sus dedos para limpiar la sangre del mango. Miró la yema de su índice manchada de rojo. Como si se tratara de mantequilla o la masa sin cocinar de un delicioso pastel, se llevó el dedo a la boca. El sabor metálico de la sangre le hizo querer más, así que terminó frente al frigorífico, cerca de Agust.
Abrió la puerta. No había tomate, ni un cartón de leche, ni zumo, ni siquiera botellas de agua fría. Era un frigorífico lleno sólo y exclusivamente de carne. Carne de cerdo, carne de vacuno, pollo, buey. Era una carnicería en miniatura. Charlie se decantó por su favorito: el enorme y jugoso corazón de una vaca.
Tomó asiento al lado de Agust. Tenía, literalmente, el corazón entre las manos. Retiró su cabello rubio y guardó los mechones tras sus orejas con aire inocente. Miró una última vez a Agust, desconfiada. — No me gusta que me vean... comer. — murmuró.
— Yo bebo sangre, ¿crees que me importa que te comas ese jodido corazón? — bufó, impertinente.
Charlie se lo tomó como una orden para empezar a engullir el corazón. Amaba los corazones. Las capas de carne eran gruesas, jugosas y, con suerte, el corazón aún conservaría algo de sangre. Era un auténtico manjar. Y le gustaba tanto que terminó hundiendo la cara en él, devorándolo. Sus mechones rubios terminaron llenos desangre al igual que su boca, incluyendo dientes y labios, y también se ensució las manos, las mejillas y la nariz.
Curiosamente, su sonrisa de satisfacción cuando terminó de engullir el corazón fue la sonrisa más radiante que Agust veía en días. Charlie se encontraba energizada, feliz, como una niña con zapatos nuevos. Se le escapó una especie de suspiro. Volvió a retirarse el pelo -entonces sucio- de la cara, y con una mirada llena de ilusión, se digirió a Agust, que bebía la sangre de la segunda bolsa a través de la cánula de plástico.
— ¿Cuál es tu grupo sanguíneo preferido? — le preguntó.
— A... — resopló él. — A positivo.
— Ah, claro, ¡por eso me lo preguntaste!
— Qué lista. — gruñó.
— ¿Sabes? Creo que tú y yo haríamos un buen equipo.
*****
Namjoon no hizo nada por impedir que la chica de media melena rubia se acercara a él. Vestía con ropa de colores apagados como el gris, pantalones anchos y jerséis de un toque retro. Le gustaba su forma de vestir. Y su apariencia. En realidad le gustaba cualquier chica, pero ella parecía algo distinta. Además, era la primera en acercarse a él sin un libro de álgebra en la mano.
ㅡ Hola, ㅡ le saludó, curvando sus labios pintados de un color rojizo en una sonrisa sincera. Namjoon tuvo la sensación de que estaba algo sonrojada, de que había un notorio rubor en su mejilla. Lo que no sabía es que Charlie había pasado hora y media en el baño intentando maquillarse para acabar con ese aspecto de muerta. ㅡ ¿puedo sentarme... aquí?
ㅡ Claro. ㅡ respondió él, asintiendo.
La joven rubia se sentó cerca del de gafas. A Namjoon le llamó la atención que la chica estuviera comiendo el menú de siempre. ㅡ ¿Cómo puedes... aguantar el sabor de esos espaguetis?
Charlie se encogió de hombros. ㅡ No está tan mal. ㅡ respondió, jugueteando con una de las albóndigas que venían con la salsa. ㅡ He comido cosas peores.
Namjoon frunció el ceño mientras empujaba el puente de sus gafas hacia atrás. ㅡ ¿Como cuáles?
ㅡ Los Fish'n'Chips. ㅡ contestó ella con su notorio acento británico. ㅡ ¡Son terribles! Ah, esto... Soy Charlie. ㅡ le tendió la mano, sonriente.
Namjoon la estrechó, sorprendiéndose de lo fría que estaba. ㅡ ¿Charlie? ㅡ rio, un tanto incrédulo. ㅡ ¿Como el de la Fábrica de chocolate?
ㅡ En realidad es Charlotte. ㅡ dejó de estrechar la mano del chico. Apoyó los codos en la mesa y le miró con una sonrisa. Era un chico amable; parecía dulce y, sin dida alguna, lo mejor es que estaba solo.
Se sentaba en una de las tres esquinas de la cafetería con un buen vaso de café o té y leía alguno de los libros que siempre tenía amontonados a su lado. Llevaba unas gafas de pasta negra que le daban un aire más alternativo, y siempre vestía con camisas anchas. Al contrario que Agust, el nuevo y único amigo de Charlie, la piel del asiático era mucho mas dorada, con un tinte similar al del azúcar moreno. En lo único que se parecían uno y otro era en sus rasgos asiáticos.
ㅡ Y tú, ¿cómo te llamas?
El chico jugueteó con sus dedos, algo nervioso, y después hizo un gesto intentando explicarse. No era muy bueno conociendo a gente nueva, y mucho más si quería continuar manteniendo su apariencia de chico tímido y nerd del instituto. ㅡ Oh, sí, eh... Nam. Puedes llamarme Nam. Es de Namjoon, pero la gente no sabe pronunciarlo muy bien, así que Nam. Nam está bien.
ㅡ Encantada, Nam.
ㅡ Igualmente. ㅡ respondió a la sonrisa de Charlie, mostrándole unos adorables hoyuelos a los lados de sus labios carnosos. ㅡ ¿Eres nueva?
ㅡ No, no, ¡claro que no! Suelo pasar muy desapercibida. ㅡ su sonrisa se tornó algo triste. ㅡ Solía sentarme sola, pero he visto que tú también lo estabas y... ㅡ se encogió de hombros sin saber muy bien qué decir. ㅡ a nadie le viene mal un poco de compañía, ¿no? Aunque, si te molesto, yo... ㅡ señaló hacia atrás con sus pulgares, hacia el lugar que Charlie siempre ocupaba al lado de la ventana.
ㅡ No te preocupes.
La voz de Nam era relajante, suave y algo grave. Parecía un buen chico. Era una pena que Agust, sentado muy lejos de ellos, escondido en la sombra y con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta negra le hubiera echado el ojo a Nam. Era su nueva víctima, y Charlie su nuevo peón. Habían decidido formar un equipo, y por tanto a la chica le tocó hacer todo el trabajo anterior a conseguir el cuerpo: ella tenía que hablar con él, tenía que hacerse su amiga y tenía que adivinar cómo era su estilo de vida. Necesitaba saber si vivía solo, si tenía hermanos... Todo. Charlie se quedaba con el cuerpo; Agust con la sangre.
ㅡ Oye, ¿por qué tu amiguito no deja de mirarme...? ㅡ Charlie vio que Nam señalaba hacia una de las mesas situadas en la sombra. ㅡ El paliducho de los cascos...
Charlotte se giró en la dirección que indicaba su nuevo compañero de cafetería -al menos había decidido que lo serían por un tiempo-. Señalaba a Agust. Escuchaba música con sus auriculares de última generación y ni siquiera había tocado los abobinables espaguetis de la cafetería. Charlie le hizo un gesto para que se acercara a la mesa. ㅡ Ah, es simpático. Le cuesta un poquitito abrirse a la gente, pero-
Agust lanzó la bandeja a la mesa de la forma más ruidosa y ruda que una persona se podía imaginar. Se sentó al otro lado de Namjoon para aprovechar la sombra de este que se proyectaba sobre él. Le señaló con la barbilla. ㅡ Qué hay.
ㅡ Agust, Nam; Nam, Agust. ㅡ les presentó Charlie, sonriente, con los brazos en cruz. Se sentía una casamentera.
Fue el de gafas quien tendió la mano al rubio. Al igual que con Charlie, Agust no se la estrechó. Nam murmuró un suave "oh", entre avergonzado y decepcionado. Se volvió hacia Charlotte.
ㅡ Sí, parece simpático. ㅡ dijo con algo de sorna.
ㅡ Agust es coreano. ㅡ soltó Charlie en un intento de que los dos chicos encontraran algo que les uniera. En su caso era su clara descendencia asiática. Si conseguían hacerse amigos de Nam, matarlo y llevarse su cuerpo no levantaría tantas sospechas, al menos no tantas como si se llevaran mal con él.
ㅡ Yo también.
ㅡ ¿Daegu?
ㅡ Ilsan.
ㅡ ¿De qué habláis? ㅡ inquirió Charlie, curiosa.
ㅡ ¿Acaso apruebas geografía? ㅡ dijo Agust, acompañando sus oalabras de una exagerada mueca de asco.
ㅡ Son ciudades de Corea del Sur. ㅡ le explicó con mucha más calma Nam. ㅡ Ilsan está muy cerca de Seúl.
ㅡ Nunca me iré a la cama sin saber algo nuevo.
Se cayeron bien. Charlie a Namjoon y Namjoon a Charlie. Además, él pensaba que ella era una chica guapa -siendo sinceros, ¿qué chica no le parecía guapa?- y que tuviera cierto encanto le sumaba puntos. Que fuera rubia natural también. Y Charlie pensaba que él era un chico amable y seguramente muy buena persona -¿qué ser humano con hoyuelos era malo?-. Se compadecía. En el fondo, deseaba que Agust sintiera algo parecido a lo que sentía Charlie, como una necesidad de hacerse amigo de Nam, pero no para matarlo y beber su sangre.
Sin embargo, al rubio le quedaba una pregunta de vital importancia por hacer:
ㅡ Oye, Nam, ¿cuál es tu grupo sanguíneo?
ㅡ Creo que A. A positivo.
Agust asintió, señalándole y después aplaudiendo. Le enseñó sus pulgares a modo de aprobación antes de cruzarse de piernas. ㅡ Nos llevaremos muy bien.
Charlie sonrió ampliamente, respondiendo a la sonrisilla de Namjoon. Intentó ocultar su tristeza.
**********
He leído vuestros comentarios de "zeguro k NamJoon es un hombre loboOOoO"
Sorry, esto no es crepúsculo a pesar de que Yoongi brilla al sol 😏
Así que, ¿cuáles son vuestras apuestas sobrenaturales para Namjoon?
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