Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

o n c e (ii)

Namjoon, sujetando con firmeza el volante, tenía la sensación de que la carretera, cada vez con más curvas, iba estrechándose más... pero era solo eso: una sensación. Los árboles se alzaban como si fueran cientos de garras verdes intentando ceñir la calzada.  Nam dejó de seguir la línea continua de la carretera y, tras asegurarse de que no circulaba ningún vehículo en sentido contrario, giró bruscamente hacia la izquierda, dejando la travesía atrás y adentrándose en el espeso y misterioso bosque que se situaba a las afueras de la ciudad. 

—¿Crees que la encontraremos? —preguntó Namjoon, levantando el pie del acelerador. Era mucho más difícil controlar su vieja pick-up sobre la tierra del bosque. 

Agust se dedicaba a mirar por la ventana. Lejos de transmitirle calma, el viejo bosque le hacía ponerse alerta. No sólo oía el rugido del motor, oía a pájaros, ciervos, lobos, e incluso el viento mover las hojas de los árboles y arbustos. A veces, Agust deseaba con todas sus fuerzas poder dejar de tener un oído tan agudo. Después de un buen rato, contestó a la pregunta de su compañero: —No debe andar muy lejos. Esto es un coto de caza, así que...

El alquimista y el vampiro habían seguido a Charlotte por un par de manzanas, pero ninguno de los dos fue capaz de seguir el ritmo a la chica. Corría demasiado rápido. No fueron capaces de detenerla, así que no les quedó otra que pensar otro plan. Obviamente, llamar a la policía quedó descartado. El plan B de Namjoon era utilizar las habilidades vampíricas de Agust, pero él le respondió que no era un radar. A pesar de lo que ponía en los bestiarios y libros de la colección sobrenatural de Nam, la mayoría de los vampiros no tenían ninguna habilidad parapsicológica, ni brillaban bajo la luz del sol, ni se morían al clavarles una estaca de madera... nada de nada. Por eso, pasaron al plan C: barrer toda la ciudad y buscar a Charlotte por toda la ciudad. Agust confiaba en que Charlie tuviera algo de conciencia -esperaba que no hubiera enloquecido del todo por culpa del hambre- y su primera opción fue subirse a la camioneta azul de Namjoon e ir hacia los bosques de las afueras, donde la población de ciervos era bastante abundante. 

—Espero que no haya confundido a un guardabosques con un lobo y se lo haya comido... 

Namjoon retiró un instante la vista del frente para mirar a Agust, perplejo. —¿Por qué lo dices como si ya lo hubiera hecho?

El rubio señaló hacia un pequeño claro del bosque. —Porque creo que ya hemos encontrado a nuestra queridísima amiga...

Sus ojos marrones estaban aún abiertos, y su boca también. Una expresión horrorizada acompañaba al hombre cuyas tripas estaban siendo devoradas por Charlie, embadurnada en sangre. Su pelo, su rostro, sus manos, su torso; todo era rojo. Namjoon era incapaz de retirar la vista del guardabosques, un varón de unos cuarenta años o más: había muerto gritando. Seguramente fue un chillido gutural, del dolor más profundo existente, de ser devorado vivo. 

Después de recomponerse, Nam devolvió la vista al frente y paró el motor del coche. Tiró del freno de mano. Con un largo suspiro, decidió que lo mejor sería detener a Charlotte antes de que terminara comiéndose el cadáver entero. Justo cuando el alquimista puso la mano en la manilla de la puerta, Agust le detuvo. 

—Quédate aquí, mejor voy yo. — dijo, abriendo la puerta de la camioneta. Se bajó de ella de un salto. 

—Pero- ¿Podrás aguantar el olor de la sangre?

 Agust se encogió de hombros. —Tú tienes más probabilidades de morir. — cerró la puerta de un golpe. 

Namjoon no supo cómo tomarse las palabras del vampiro, pero supuso que tenía razón. Se quedó en el vehículo, apoyado contra el volante, observando a través del cristal de la camioneta cómo Agust se acercaba a Charlotte sin miedo alguno.

A paso ligero y despreocupado, Agust fue reduciendo la distancia entre él y Charlotte. Intentó concentrarse en cualquier otro sonido que no fuera el húmedo, repetitivo y asqueroso ruido de Charlotte al masticar. Cuando se encontraba a un par de pasos de ella, Agust se detuvo. Señaló el cadáver. Toda la cavidad abdominal estaba abierta... y vacía. Charlie había devorado los órganos, terminando por el hígado. Parecía ser su parte favorita. 

—Hey, rubia. 

Charlie reconoció la voz, pero seguía viendo todo de un brillante color rojo. Pestañeó con fuerza hasta que pudo enfocar la vista en sus manos, sujetando algo que aún sangraba. Oía cómo alguien le hablaba. No era capaz de concentrarse en aquella voz masculina. Pestañeó de nuevo, cerró los ojos y sintió que daba vueltas. Vueltas de campana. Luchó por volver a ser la Charlotte de siempre. Tenía que parar antes de que todo de volviera rojo para siempre.

Notó que alguien tocaba su hombro. Abrió los ojos casi de golpe. Se topó con Agust, a su lado, mirándole con los ojos entornados. Finalmente pudo responder.

—Ah, hola ¿Qué haces aquí?

—Rescatarte. — Agust entrecerró los ojos aún más.— Te has escapado. ¿Lo recuerdas?

Charlotte miró hacia el cielo, cubierto por las copas de los frondosos árboles. Por fin podía ver el color de las hojas. Intentó hacer memoria, pero sólo tenía recuerdos teñidos de rojo. Negó con la cabeza, algo que hizo a Agust resoplar. No tenía ni idea de lo que estaba pasando más allá de que tenía enfrente a una chica capaz de comerse a alguien mientras aún vivía. Cada día, Agust estaba más convencido de que el más normal de los tres era él. Antes de volver hacia la pick-up, aprovechó para echar un vistazo al charco de sangre que era poco a poco absorbido por la tierra del bosque. Suspiró. Podrían haber llegado un poco antes, así él también podría haberse alimentado. 

Namjoon se atrevió a bajar de la camioneta y a desenfundar su vieja Glock. También se acercó a Charlotte. 

—¿Estás bien, Charlie? —le preguntó.

Ella asintió. —Tenía mucha hambre.

—Ya...— Nam echó un vistazo a la terrible a la par que repulsiva escena — Está claro que tenías un hambre voraz.

Agust, por otro lado, observaba a su alrededor, girando lentamente sobre sí mismo. No veía nada más que vegetación. —Podrías haber esperado a que apareciera un ciervo y no un humano, ¿no?

—Tenía mucha, mucha hambre. —repitió Charlotte. No fue consciente de que tenía un cadáver abierto en canal debajo de ella hasta que agachó la mirada. Ahogó un grito que sobresaltó a Agust. — ¿¡He matado a alguien!?

—¡Bingo! —exclamó el vampiro.

Namjoon se volvió hacia Charlotte, alarmado. —Espera. ¿No lo has matado conscientemente? ¿Qué es lo último que recuerdas?

—N-no lo sé... Estaba comiendo en la cafetería.

Los dos chicos chasquearon la lengua a la vez. 

—Joder, pues sí que tenemos un problema. — masculló Namjoon, guardando la pistola de nuevo en su pantalón. Charlotte parecía, más que asustada, horrorizada. Estaba a punto de temblar, y Nam se dio cuenta rápidamente. Pasó por encima del cuerpo del guardabosques para poder acuclillarse junto a la chica. —No pasa nada. — pasó su brazo por los hombros de Charlotte, juntó su cuerpo al suyo y trató de calmar a la chica. 

Era un momento tranquilo e íntimo hasta que Agust soltó una risilla. —Perdona, pero, ¿«no pasa nada»? ¡La tía está embadurnada de sangre y ha matado a alguien a mordiscos! ¿Y qué vamos a hacer con el cuerpo? ¿Dejarlo aquí? ¿Vamos a decir que se lo han comido unos lobos o mejor los desmembramos y nos lo llevamos en tu camioneta? —dijo, de carrerilla, levantando un poco el tono de voz.

—¡Tranquilo! — gritó Namjoon, reincorporándose. Le tendió la mano a Charlotte para que ella también se levantara del suelo. No le importó ensuciarse de sangre y tierra. — Del cuerpo ya me encargo yo. 

Namjoon se alejó hacia la camioneta. Al volver, lo hizo con una caja de herramientas que dejó en el suelo. Abrió la caja metálica y sacó una sierra dentada, un martillo, un cincel... Agust agitó la cabeza.

—Eso de... —tragó saliva — desmembrarlo era broma...

—No podemos dejar el cuerpo aquí. 

—Deja que lo haga yo. — Charlotte dio un paso al frente, decidida. Había estado un par de momentos contemplando su ropa manchada de sangre. — Yo no me ensuciaré más, y vosotros sí. Además... he sido yo quien... lo ha matado. Yo me hago cargo.

—¿Estás segura? — preguntó el más alto.

—Sí. — Charlie asintió con decisión.

—Vale, entonces luego yo cubriré esto con maleza para ocultar los rastros de sangre. —continuó Namjoon, trazando su plan con rapidez. — Haré un círculo de transmutación para que no quede ni rastro-

—¿Y yo que hago? — murmuró Agust. 

Namjoon y Charlie le miraron unos instantes. 

—Eh...

—Vete a dar una vuelta por ahí. — Namjoon intentó sonreírle, pero sólo pudo hacer una mueca, mostrando sus profundos hoyuelos. — Vigila que no haya nadie alrededor.

Agust inspiró con fuerza y alzó los brazos al cielo. —Así que soy el que no sirve de nada, eh... 

Resignado, se marchó, abandonando el claro. Miró un par de veces hacia atrás, refunfuñando. Tuvo la tentación de volver para fastidiar al alquimista, que comenzó a trazar un gran círculo en la tierra utilizando una rama, pero se contuvo y decidió seguir abriéndose paso entre la maleza. Subió una ligera pendiente y, después de lo que le parecieron kilómetros, Agust llegó a un nuevo claro. Encontró una cabaña de madera con un coche todoterreno aparcado cerca de la puerta. Reconoció el logo de la guarda forestal, así que supuso que sería la guarida del guardabosques. 

La puerta estaba abierta y las luces apagadas, así que Agust entró sin ningún reparo. Ya se inventaría alguna excusa si alguien le preguntaba qué hacía ahí.

La cabaña era pequeña: sólo tenía un gran escritorio, mucho papeleo y un baño sucio y oscuro. Agust, aburrido, no creía tener una cosa mejor que hacer que abrir los cajones de los escritorios, buscando, quizá, alguna pistola o algo de interés. Lo único que encontró fueron varios carretes de una cámara analógica, unos cuantos negativos y un sobre lleno de fotos. Agust alzó los negativos fotográficos para verlos a contraluz. Por un momento se sintió nostálgico porque no le gustaba nada la moda de las selfies, pero justo después empezó a sentirse incómodo. Las fotos no eran simples retratos. Apresurado, abrió el sobre de las fotos impresas, unas cincuenta. 

Con la mano que tenía libre, Agust limpió el tirador de los cajones utilizando la tela de su camiseta negra para no dejar sus huellas y salió correteando de la cabaña. 

Al llegar al claro donde estaban Namjoon y Charlie, que utilizaba sus dientes para cortar el brazo del cadáver, Agust exclamó:

—¡Hey, hey! ¡Parece que Charlie asesina con algo de criterio!


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro