Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

c a t o r c e

Apenas se oían los livianos pasos de Agust sobre la vegetación del bosque de las afueras. Resignado, y sin dejar de blasfemar entre dientes, el vampiro tuvo que esperar a que cayera la noche para caminar hasta el bosque, a kilómetros de distancia, y, con suerte, poder encontrar, entre la oscuridad, la chaqueta que Charlotte había olvidado en medio del claro. Agust protestó por enésima vez al pisar una rama. Crujió bajo su pie y el ruido espantó a un par de murciélagos, armado algo de revuelo en el tranquilo bosque.

Normalmente, el silencio era sinónimo de calma, pero Agust tenía la piel erizada; y eso sólo ocurría rara vez. Todos sus sentidos estaban alerta: esperaba oír algo, ver algo entre las desdibujadas siluetas de los árboles, oler algo fuera de lo común... Pero no había nada que despertara su instinto. Era un estado casi de ansiedad, como si su cuerpo estuviera preparándose para un peligro inexistente.

—Joder, —bufó, mirando al cielo encapotado. No pudo ver las estrellas. — no creo que esté haciendo esto... Todo por esa rubia idio-

Se tuvo que parar en seco al oír, a lo lejos, un par de voces masculinas. Sin pensárselo dos veces y haciendo gala de su habilidad para trepar -aunque Agust sintiera que cada músculo de su cuerpo se desgarraba-, subió a uno de los árboles del bosque. Para su sorpresa, las ramas no eran demasiado gruesas, así que tuvo que quedarse encaramado a la parte media del tronco, a una altura suficiente para que nadie supiera que estaba ahí. A los diez segundos, Agust ya se había dado cuenta de lo estúpida que había sido la idea.

Al menos consiguió salvarse de ser apuntado con una linterna que más bien parecía un foco de tamaño industrial. Una luz blanca iluminó el bosque casi por completo durante unos segundos, algo que permitió a Agust ver la chaqueta negra que Charlotte había perdido. El vampiro pudo visualizar en su cabeza, como si fueran diapositivas, el proceso por el que pasaría si aquellos dos hombres llegaban a encontrar la chaqueta antes que él: la verían llena de sangre, probablemente se asustarían, la llevarían a la policía y pronto descubrirían que la chaqueta pertenecía a un tal Agust. Así que, sin casi meditarlo, saltó del árbol y corrió hacia la zona donde estaba la prenda, en el suelo.

Las leyendas de los vampiros siempre habían hecho reír a Agust. Normalmente no eran más que eso, leyendas, mitos o cuentos en los que sus características se presentaban de forma exagerada, pero otras veces no estaban tan lejos de la realidad. Todo el mundo sabía que los vampiros, por norma general, eran rápidos y silenciosos. Y Agust no se escapaba de la norma.

En cuestión de segundos, fue capaz de alcanzar la chaqueta. Sus pasos, tan ágiles como los de un guepardo, apenas pudieron ser seguidos por la linterna que sujetaban aquellos hombres... Sí, apenas, porque Agust estuvo a punto de ser descubierto. Tuvo que agazaparse detrás de una roca.

—¿Has oído eso?

Agust intentó encontrar una escapatoria, pero enseguida se vio rodeado por la luz blanca. Si corría hacia delante, los hombres le verían, aunque fuera difícil de alcanzar; si se abalanzaba sobre uno de los hombres, el otro podría ver su rostro y su cabello rubio perfectamente. Optó por quedarse acuclillado tras la roca, esperando a que los hombres no le vieran.

Había momentos en los que Agust deseaba ser como aquellos vampiros de las leyendas y convertirse en murciélago.

—Espero que no sea un lobo... — dijo uno de los hombres, mofándose. Agust pudo notar el olor de la pólvora, así que seguramente aquellos sujetos iban armados. El vampiro supuso que serían guardas, quizá policías. 

—¿Seguro que Brad no estaba en el cambio de turno? — comentó el otro hombre, con una voz mucho más ronca.

— Qué va. Siempre suele estar en la cabaña, pero... — tal y como Agust había sospechado, eran dos guardabosques buscando a su compañero. Poco a poco se fueron acercando a la roca. Menos mal que el vampiro no superaba el metro setenta y cinco. De lo contrario, hubiera sido mucho más difícil acurrucarse contra la fría piedra. — hoy no ha aparecido. 

Agust se sentía acorralado. Y nunca le había gustado esa sensación de sentirse un cazador cazado. ¿Cómo podía tener miedo a dos hombres blancos, fornidos, armados con una escopeta y que se mofaban de la población negra? Chorradas. Agust era un vampiro, no alguien de un colectivo oprimido en los Estados Unidos. No tenía por qué tener miedo.

Lanzó una rama hacia el tronco de un árbol cercano con la esperanza de que los dos guardabosques, aparentemente distraídos, se asustaran. Los dos hombres se giraron hacia el tronco y Agust aprovechó para salir corriendo en dirección contraria, hacia la carretera que le conduciría hacia el centro de la ciudad, pero el chasquido del palo chocando contra el árbol no los distrajo tanto como los pasos de Agust al huir.

—¡Eh, alto! — gritó uno de los hombres.

Ninguno de los dos eran tan rápidos como Agust, así que no alcanzarían al vampiro. Sin embargo, una bala sí que podía hacerlo. 

—¡Alto o disparo!

Agust no se detuvo, y el ruido de una bala de calibre dieciséis saliendo de la recámara de la escopeta rasgó el aire helado de aquella noche otoñal.

*****

Charlotte suspiró, mirando al reloj de pared de la cocina de su pequeña pero acogedora casa. Unos minutos más y amanecería. Agust estaba tardando más de lo que prometió, y la pobre Charlie no podía dejar de pensar en el bienestar del vampiro. Volvió a suspirar, pero aquella vez lo hizo al ver a Namjoon apoyado en los azulejos blancos de la pared de la cocina, con aire cansado. No había dormido en toda la noche.

— Ay, Nam. — Charlotte se acercó a él e hizo ademán de poner sus manos sobre los hombros del chico, pero se quedó a medio camino. — Te he dicho que puedes dormir... Puedes dormir en mi cama, si quieres estar más cómodo...

El alquimista negó con la cabeza, aunque acto después bostezó. —Estoy bien, tranquila. 

—¿Es porque no quieres dormir en mi cama? ¿Y el sofá es demasiado incó-

—Chalie, estoy bien. —repitió, sonriendo con algo de pesadumbre. 

Charlie frunció el ceño y, tras analizar las facciones de Namjoon con detenimiento, llegó a la conclusión de no estaba cansado: —¿También te preocupa Agust?

A Namjoon aún le dolía admitirlo, pero sí, estaba nervioso porque el rubio aún no había vuelto del bosque, y eso podía significar muchas cosas. Quizá Agust había decidido huir y dejar su plan maestro. Quizá se estaba alimentando de la fauna local. O quizá le habían dado caza. Nam respondió a la pregunta de Charlotte asintiendo con la cabeza. 

— Oh. — musitó ella, algo incrédula. Parecía que Agust y Namjoon por fin se iban llevando mejor. Al menos, parecía que el alquimista ya aceptaba al vampiro como parte esencial del grupo. Charlie quiso pensar que se harían amigos más allá de ser dos conocidos a quienes les habían unido las consecuencias. —¿Hablamos mejor de otra cosa, para distraernos un rato?

—Vale. Llevamos horas mirando el reloj...

Charlie sonrió con algo de amargura. Dio un par de vueltas por la cocina, como si fuera un cachorrillo buscando su lugar, y finalmente se sentó en el suelo frío, con las piernas estiradas y con un aire que invitaba a Namjoon a sentarse a su lado. El alquimista guardó las distancias unos instantes, teniendo en mente que Charlotte era alguien muy peligroso, pero al final decidió sentarse con ella, en el suelo, a su derecha. Miró al techo.

—Vamos a empezar por algo fácil: ¿cuál es tu color favorito? — preguntó Charlotte. Su tono, alegre, era similar al de una niña feliz por iniciar una conversación con un potencial amigo. Namjoon se rio. — Ay, es demasiado... ¿típico? Entonces, ¿desde cuándo llevas estudiando alquimia?

A Namjoon le sorprendió una pregunta tan personal. Sin embargo, no le pareció que Charlotte lo hiciera con mala intención. Simplemente lo preguntó por curiosidad. — Bueno... — el chico se miró a los dedos, como si quisiera contar con ellos. — Creo que desde los quince años. 

Charlie ahogó un grito. —¿¡En serio!? ¡Pensaba que lo estudiabas desde que tenías ocho! Entonces, si estudias alquimia desde los quince años y eres tan bueno con ella... eres casi como una eminencia.

Nam soltó una risilla. —No, no, qué va. Siempre hay alguien mejor que tú; da igual en qué aspecto de la vida.

—Oh, así que, ¿hay maestros alquimistas? ¿Tipo Gandalf? 

— Gandalf era un mago... Espera, ¿conoces el Señor de los anillos? — Probablemente Namjoon sonó más sorprendido de lo que había planeado.

—Sí. Es una de las pocas cosas que recuerdo ver en Reino Unido. 

El tono jovial desapareció de la voz de Charlotte, dejando paso a uno más triste y apagado, melancólico. Namjoon frunció el ceño. No pudo evitar acercarse a ella. —¿Hace mucho que dejaste Inglaterra?

Charlotte supuso que podía tomarse la licencia de ser sincera con Namjoon. Inspiró con fuerza y negó con la cabeza. — No lo sé. No me acuerdo.

Namjoon quiso darle una explicación a Charlotte al instante. La vio compungida, puede que hasta asustada, como si ni siquiera ella comprendiera qué era lo que estaba sucediendo, o peor, quién era. Nam tuvo la sensación de que Charlie ni siquiera se conocía a sí misma; era una criatura ajena a lo que fue tiempo atrás. 

ㅡMmh... Esto es muy raro. Parece que tienes lagunas muy a menudo, ¿no? ¿Te suceden cuando...?

—Sí. —respondió sin pensárselo Charlotte, confiando en que la pregunta que no había terminado Namjoon fuera la misma que cruzó su mente. — No recuerdo nada. No recuerdo haber mordido a Waters, ni recuerdo haber matado a ese hombre en el bosque. Es como si todo estuviera teñido de rojo, se quedara un par de minutos en mi memoria y, después, se borrara. 

El alquimista inspiró despacio. Hizo un repaso de todos los libros, bestiarios, tratados de brujería enciclopedias y libros sobre  distintas mitologías que se había leído a lo largo de tres largos años, intentando dar con algún ser que se asemejara a Charlotte, pero no recordó nada igual. Una cosa estaba clara: Charlie seguía siendo, en parte, humana.

—Quizá... sea un parásito. — fue la única conclusión a la que llegó Namjoon. — Algo que está instalado en ti que te hace actuar de una forma-

—¿Como una asesina caníbal? — interrumpió la chica. 

—Sí, bueno, si quieres definirlo así...

—Es como si algo hiciera clic en mi cabeza: soy yo, y, de golpe, soy un monstruo.

Namjoon quiso decir algo como ''no, no eres un monstruo'', pero es que técnicamente sí lo era. Tragó saliva y sonrió con algo de vergüenza mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. —Más que un monstruo eres- Digamos que eres una CNI. 

Charlotte pestañeó varias veces, haciendo que sus pestañas largas pero blanquecinas revolotearan. —¿CNI? — preguntó, entre curiosa y despistada.

—Sí, una Criatura No Identificada.

La chica, que llevaba unos cuantos minutos -prácticamente horas- tensa, notando una presión en el pecho, soltó una carcajada con la que eliminó todas las preocupaciones. En el fondo, agradeció que Namjoon le hubiera hecho sonreír. —¡Eso queda muchísimo mejor! 

—Ah, y el cosquilleo... ¿Recuerdas el cosquilleo, no? ¿Olvidas lo que sucede después?

—Sí. De hecho, es lo último que recuerdo. Vi a ese hombre y tuve como escalofríos... El resto, bueno, supongo que es más historia y más desagradable, ¿no?

Namjoon asintió. —A lo mejor simplemente lo olvidas porque es una experiencia traumática. —hipotetizó el alquimista, recurriendo a una de las teorías psicológicas más conocidas. — Quizá te estás protegiendo de tus propios actos. Aun así-

Charlotte se levantó del suelo con rapidez al escuchar cómo alguien abría la puerta principal. La había dejado abierta después de que Agust saliera en busca de la chaqueta perdida, así que supuso rápidamente que sería él. Namjoon se quedó unos segundos más en el suelo, pero no pudo evitar salir de la cocina justo detrás de Charlie. La joven rubia se plantó en medio del pasillo, expectante, y Namjoon se quedó un par de pasos atrás. Casi por instinto, se llevó ambas manos al cinturón, donde guardaba su vieja Glock.

—¡Ag-

Lo único que recibió Charlie a modo de saludo fue la chaqueta manchada de sangre. En la cara. Al recogerla del suelo, se encontró con un Agust enfurecido, más pálido de lo normal -prácticamente blanco-, con los colmillos totalmente visibles.

—¿Qué te ha pasad- —Namjoon, intentando disimular su preocupación, quiso preguntar al vampiro qué le había sucedido durante tantas horas, pero no recibió la respuesta que esperaba.

—¡Tantas cosas...! — gritó, de forma gutural. De repente, todas las ventanas de la planta baja se abrieron por una fuerte bocanada de aire, como si fuera hubiera un tornado o un tifón. — ¡Han pasado tantas cosas!

El reflejo automático de Namjoon fue tirarse al suelo y cubrirse con ambas manos. Al ver que Charlotte aún seguía de pie, tiró de ella y cubrió la cabeza de la joven con su brazo izquierdo. 

Habían enfadado a un vampiro. Y mucho.

Demasiado, creía Namjoon, que intentó alcanzar su pistola. Casi al instante, una fuerte una nueva bocanada de aire le hizo viajar hasta la pared del final del pasillo. El golpe fue tan fuerte que sintió que sus vértebras se quebraban todas a la vez.

—A-Agust, cálmate... — rogó, tendido en el suelo, dolorido.

—¡En una semana he recibido cuatro tiros por vuestra culpa, y dos tuyos, alquimista de mierda! ¡Y otros dos por culpa de esta imbécil rubia! Casi la palmo dos veces. Créeme, ¡vais a pagar las consecuencias!

*******

Sí, hola, he estado mucho sin actualizar, pero es que tengo muchos frentes abiertos :(

Espero que el capítulo os haya gustadoOoOOO skrrrrt papapa











Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro