Capítulo 4
Robert era uno de los Alfas más fuertes de la manada. Su presencia imponente y su mirada severa eran suficientes para mantener a raya a cualquiera que intentara acercarse demasiado. Vivía en una cabaña alejada del resto, disfrutando de la soledad y el silencio del bosque. La compañía de los demás no le interesaba, y solo Wojciech, su único amigo, conocía la verdadera razón detrás de su aislamiento.
El odio de Robert hacia los humanos era profundo y enraizado en experiencias pasadas que prefería no recordar. Cada vez que veía a un humano, sentía una mezcla de ira y desprecio que lo consumía. Para él, los humanos eran la causa de muchos de sus sufrimientos, y no podía perdonar ni olvidar.
A pesar de su dureza exterior, había una parte de Robert que anhelaba algo más, algo que ni siquiera él podía definir. Pero cada vez que ese sentimiento emergía, lo reprimía con más fuerza, recordándose a sí mismo que los humanos no eran dignos de su confianza ni de su compasión.
Gavi estaba aterrado. Su respiración era rápida y superficial, y sus ojos se movían frenéticamente por la habitación, buscando una salida que no existía. Unai, viendo el estado del joven Omega, intentó tranquilizarlo.
-Tranquilo, no voy a hacerte daño.-Dijo Unai con voz suave, acercándose lentamente.
-Sé que estás asustado, pero necesito que confíes en mí. No todos aquí son como Aymeric.
Gavi retrocedió un poco más, su cuerpo temblando.
-¿Cómo puedo confiar en ti? ¡Eres igual que ellos!
Unai suspiró, sabiendo que las palabras no serían suficientes.
-Mira, sé que esto es difícil de creer, pero no todos los Alfas son crueles. Xavi, nuestro Alpha, es justo y sabio. Él puede ayudarte.
Antes de que Gavi pudiera responder, la puerta se abrió de golpe y un Beta entró apresuradamente.
-Unai, el Alpha Xavi ha solicitado la presencia del humano.-Dijo el Beta, mirando a Gavi con curiosidad, Unai asintió, su expresión se volvió seria.
-Gracias, Mateo. Dile que estamos en camino.
El Beta salió rápidamente, dejando a Unai y Gavi solos de nuevo. Unai se volvió hacia Gavi, su rostro lleno de preocupación.
-Escucha, Gavi. Xavi es nuestra mejor esperanza. Si los ancianos consejeros se involucran, solo habrá dos caminos para ti... Y ninguno de ellos es bueno.
Gavi tragó saliva, sintiendo un nudo en su garganta.
-¿Qué quieres decir?
-Los ancianos son estrictos y no toleran la presencia de humanos en nuestro territorio. Si ellos deciden tu destino, o te matarán o te convertirán en uno de nosotros. Pero Xavi... Él puede protegerte. Necesitamos ir a verlo ahora.
Gavi asintió lentamente, todavía temblando pero comprendiendo la gravedad de la situación. Con la ayuda de Unai, se levantó, apoyándose en el Beta para no poner peso en su tobillo herido.
Mientras caminaban por los oscuros pasillos, Gavi no podía dejar de pensar en lo que le esperaba. Cada paso que daba lo acercaba más a un destino incierto, y el miedo lo consumía.
Finalmente, llegaron a una gran sala iluminada por antorchas. En el centro, sentado en un ¿Trono? Si la situación fuera otra, Gavi incluso se reiría de que alguien usara un trono en estos tiempos.
Estaba Xavi, el Alpha de la manada. Su mirada era penetrante y llena de autoridad, pero también había una chispa de compasión en sus ojos.
-Alpha Xavi.-Dijo Unai, inclinándose respetuosamente.
-Este es el Omega humano del que te hablé.
Xavi asintió, su mirada fija en Gavi.
-Acércate, joven.-Dijo con voz firme, pero amable, Gavi, con el corazón latiendo con fuerza, dio un paso adelante, apoyándose en Unai.
-¿Qué... Qué va a pasar conmigo?-Preguntó, su voz temblando.
Xavi lo observó en silencio por un momento antes de responder.
-Eso depende de muchas cosas, pero te prometo que haré todo lo posible para protegerte. Necesito que me cuentes todo lo que pasó y cómo llegaste aquí.
Gavi asintió, comenzando a relatar su historia con voz entrecortada. Mientras hablaba, Xavi escuchaba atentamente, asintiendo de vez en cuando. Cuando Gavi terminó, el Alpha se levantó de su trono y se acercó a él.
-Has pasado por mucho, joven Omega.-Dijo Xavi, colocando una mano reconfortante en el hombro de Gavi.
-Pero estás a salvo ahora. Nadie te hará daño mientras estés bajo mi protección.
-Unai, necesito que saques a Gavi del territorio esta noche. Nadie debe enterarse.
Unai asintió, comprendiendo la urgencia de la situación.
-Lo haré, Alpha. Lo sacaré a medianoche.
Mientras tanto, en las mazmorras, Aymeric después de haber sido medio sedado por el Druida, sonreía de forma calmada, aunque todo fuera lo contrario.
Su mente estaba consumida por la obsesión de estar con Gavi, su destinado.
Sabía que Xavi era un obstáculo que debía eliminar para poder reclamar al Omega como suyo. Aymeric había estado observando y esperando el momento perfecto para actuar.
-Xavi... Siempre tan justo y noble.-Murmuró Aymeric para sí mismo, una sonrisa torcida en su rostro.
-Pero ningún hombre lobo es inmune al aconito.
Había conseguido una pequeña cantidad de aconito, una planta mortal para los hombres lobo, y había estado esperando la oportunidad de usarla. Sabía que Xavi era mucho más fuerte que él, pero con el aconito, podría debilitarlo lo suficiente para derrotarlo.
Esa noche, Aymeric logró escapar de las mazmorras, eliminando al druida que lo vigilaba. Se movió con sigilo por el territorio, evitando ser detectado. Su objetivo era claro; debía llegar a Xavi antes de que Unai pudiera sacar a Gavi.
Cuando llegó a la sala del trono, encontró a Xavi solo, revisando algunos documentos. Aymeric se acercó lentamente, su corazón latiendo con fuerza.
-Xavi.-Llamó, su voz cargada de falsa sumisión.
Xavi levantó la vista, sorprendido de ver a Aymeric libre.
-¿Qué haces aquí? Deberías estar en las mazmorras.
Aymeric sonrió, sacando el aconito de su bolsillo, previamente lo había hecho polvo para un mejor efecto.
-Lo siento, Alpha, pero no puedo permitir que te interpongas entre mi destinado y yo.
Antes de que Xavi pudiera reaccionar, Aymeric arrojó el aconito hacia él.
El polvo violeta golpeó a Xavi, y el Alpha cayó al suelo, retorciéndose de dolor. Aymeric se acercó, observando con satisfacción cómo su líder se debilitaba.
-Es cuestión de horas para que mueras, Xavi.-Dijo Aymeric con una sonrisa cruel.
-Y cuando eso suceda, tomaré tu lugar y estaré con mi dulce Omega.
Dejando a Xavi en el suelo, Aymeric se dirigió rápidamente hacia la habitación donde sabía que Gavi y Unai estarían. Su mente estaba nublada por la locura y la obsesión, y nada lo detendría.
Unai estaba ayudando a Gavi a prepararse para la huida cuando la puerta se abrió de golpe. Aymeric entró, sus ojos brillando con una intensidad peligrosa.
-¡Gavi! Finalmente, estamos juntos.-Gavi retrocedió, el miedo evidente en su rostro.
-¡No! ¡Aléjate de mí!-Unai se interpuso entre Aymeric y Gavi, su postura protectora.
-Aymeric, no puedes llevártelo. Xavi me ordenó sacarlo del territorio.
Aymeric soltó una risa amarga.
-Xavi ya no es un problema. Ahora, Gavi es mío.
Unai empujó a Gavi hacia la salida con urgencia.
-¡Corre, Gavi!-Gritó, su voz llena de desesperación. Gavi, a pesar del dolor agudo en su tobillo, obedeció y comenzó a correr lo más rápido que pudo.
Aymeric gruñó furioso al ver a su destinado escapar.
-¡No te escaparás de mí, Omega!-Rugió, pero Unai se interpuso en su camino, bloqueando su avance.
-¡No dejaré que lo toques, Aymeric!-Exclamó Unai, su postura firme y desafiante, Aymeric soltó una risa amarga.
-¿Crees que puedes detenerme, Unai? Ese Omega es mío por derecho.
-¡No es cierto! ¡Solo estas obsesionado con él.-Replicó Unai, lanzándose hacia Aymeric con una velocidad impresionante. La pelea comenzó con un choque de garras, ambos Alfas luchando con una ferocidad que resonaba en toda la habitación.
Aymeric lanzó un golpe directo al rostro de Unai, quien lo esquivó por poco y contraatacó con un golpe al abdomen de Aymeric. El impacto hizo que Aymeric retrocediera unos pasos, pero rápidamente se recuperó y lanzó una patada que derribó a Unai.
-¡Eres débil, Unai! Siempre lo has sido.-Dijo Aymeric con desprecio, acercándose al Alfa caído.
Unai se levantó con dificultad, su respiración pesada.
-Prefiero ser débil a ser un monstruo como tú.-Respondió, lanzándose de nuevo al ataque. Esta vez, logró golpear a Aymeric en la mandíbula, haciendo que el Alfa retrocediera.
La pelea continuó, ambos Alfas intercambiando golpes brutales. La sangre comenzaba a manchar el suelo, y el sonido de huesos rompiéndose llenaba el aire. Unai sabía que no podía ganar, pero estaba decidido a dar todo de sí para proteger a Gavi.
Finalmente, Aymeric logró atrapar a Unai con un golpe devastador en el costado, sus garras habían desgarrado una gran parte del abdomen y garganta de Unai.
-Te lo advertí, Unai. No puedes detenerme.-Dijo Aymeric, mirando con desprecio al Alfa herido.
Aymeric lo dejó allí, malherido y sangrando, mientras se dirigía hacia el bosque en busca de su Omega.
Gavi corría con todas sus fuerzas, el dolor en su tobillo era insoportable, pero el miedo lo impulsaba a seguir adelante. No conocía el lugar, pero pronto vio una cabaña a lo lejos, aislada del resto del territorio. Con la esperanza de encontrar refugio, corrió hacia ella y golpeó la puerta con desesperación.
Estaba agotado, sus huesos adoloridos y su aliento entrecortado. Su omega interior estaba aterrorizado, y el único pensamiento en su mente era que Aymeric no lo encontrara. Cuando la puerta finalmente se abrió, Gavi apenas tuvo tiempo de ver al hombre que la abrió antes de que su conciencia lo abandonara. Cayó desmayado, susurrando una última súplica.
Robert, quien había abierto la puerta, atrapó a Gavi antes de que tocara el suelo. Lo miró con una sensación familiar, algo que no había sentido en mucho tiempo.
-Omega...-Susurró Robert, tomando al joven en sus brazos y llevándolo adentro de la cabaña.
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