one-shot
NA- Decidí reescribir al español, siento que se lee diferente en otro idioma y no se llega a transmitir lo que quise mostrar con el primero.
ONE-SHOT
Pequeña aclaración: Este one-shot no tienen una estructura recto sino que se mueve entre el pasado y el presente. Dicho esto espero que puedan leer bien el fic (también he cambiado la redacción en algunas partes, al traducirlo al castellano no tienen el mismo significado que en valenciano). Espero que esta vez se entienda mejor <3
— ¿Por qué tengo que ir yo? Envía a uno de los segundones. Estoy seguro que ellos estarán encantados de bajar a la tierra. —Katsuki no temía las represalias de sus superiores. Cuando era querubín le enseñaron sobre lo que debía de aceptar y lo que no, y ser un superior era sólo tener cargos distintos al de él. Algunos ángeles que tenía demasiada vanidad para ser sólo un ángel.
Cuando era "joven" le dijeron que él sería un buen guerrero por su actitud pero acabó siendo el cuidador de los frutos sagrados. No se quejaba, le gustaba pasar su día entre las plantas por mucho que dijeran que no iba "con la actitud que Dios le dio". No sabía bien cómo interpretar eso y no era quien para cuestionar lo que se le asignó pero la petición que le estaban haciendo no estaba entre sus deberes, no representar alguna objeción sería extraño por su parte.
En vez de ser llamado al centro de los ángeles habían venido a su lugar de trabajo, había bajado nada más y nada menos que "Hawk" el ala derecha de la división de cuidado e investigación. Katsuki los había visto venir desde su lugar de guardia.
—Sé que no es tu responsabilidad pero es algo que debemos a alguien. Sabes que los ángeles siempre cumplimos nuestra palabra. —Seguramente no estaba disponible el nombre de la persona a la que debían ese "favor". Ni siquiera le darían ese tipo de información. Sólo le otorgaron el deber.
-Debes de Ir tú, Katsuki. – esas era las palabras clase de su superior.
Cosa que tampoco llegaba a entender del todo, ¿por qué él? y ¿Qué querían decir con evitar la muerte de alguien? ¿Quién era esa persona para que el cielo la quisiera salvar? Si se trataba de un suicida y evitaba su muerte, ¿dónde quedaría su libre albedrío? ¡Que se quitara la vida si era eso lo que quería! ¡Dejadlo estar!
Nada, no hubo manera de hacerles cambiar de opinión, tenía que reconoces que su método para persuadirlos no era el mejor, léase increpar mediante gritos.
Los ángeles que vinieron a su terreno se fueron tan rápido como vinieron. Ahora tenía que dejar todo el cuidado de las plantas para cumplir el capricho de "alguien".
Era de la misma manera cuando a los querubines se les metía algo entre ceja y ceja, no había manera de hacerles cambiar de opinión. Y el hecho que haya dado un golpe en la cabeza a uno de los querubines hace unas pocas horas podría también haber afectado a que no le dieran la razón. Pero sus actos tenían una razón de ser, ¡Era para darle una lección! Ese crío iba a comerse una de las frutas del jardín del paraíso, eso le llevaría directamente al mundo de los humanos. Para los no entendidos en la materia: eso no es algo positivo.
Les convertiría en humanos.
Pensarás, "vaya qué fácil es volverse humano, seguro que muchos quieren convertirse en uno". No, no quieren eso, lo toman como un reto. No son conscientes de la consecuencia. A los encargados del jardín se les prohíbe decir qué pasaría si uno come uno de los frutos, era una prueba para los querubines. La solución era simple: obedecer.
Encima, ahora se ha esparcido el rumor de que tienen un buen sabor. Lo que jodía a Katsuki ya que los enanos no diferencian los sabores, por eso no tienen gula. Nada, no conseguía que les entrara a la cabeza.
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Katsuki tenía la experiencia del que ya hizo el mal, cuando era querubín comió una de las frutas, no se acuerda muy bien cómo fue sino que se dio cuenta cuando ya era humano. Fue hace muchos años, si alguien pregunta si valió la pena, no sabría responder. Fue una vida normal y tranquila sin mucho que destacar. Dicen que la vida de un ser humano es grandiosa por poseer el libre albedrío pero realmente no saben de lo que hablan.
Su vida como humano se limitaba a arrastrarse con la masa para no destacar. Vio como muchas veces la incerteza instaba a las personas a cometer actos de los que después se arrepentían. No se sentían cómodos si no hacían lo mismo que los otros, si no tenían la misma ropa, si no veían los mismos programas, si no tenían el mismo pensamiento, incluso el mismo uso de palabras para expresar lo que sienten, etc. Él llegó a la conclusión de que esa era la forma de llegar a la felicidad de los humanos, querían sentirse dentro de un grupo. Sus vidas eran tan efímeras que buscaban el confort lo más rápido posible.
Tal vez por eso él era "amargado" para los humanos.
Katsuki se acordó de su vida como ángel cuando ya se encontraba a las puertas de la muerte. Por la descripción de antes ya te puede aventurar a saber el tipo de persona que era: brusco, grosero, amargado y no le caían bien las personas. Siempre creyó que estaban a su lado por alguna razón, qué buscaban algo de él ¿No era eso triste? Pero había una excepción, encontró una persona que no le dejaba ni a sol ni a sombra, se llamaba Izuku. Si te preguntas era un chico, y sí Katsuki fue homosexual cuando fue humano. Estuvo con esa persona desde los 4 años hasta los 50. Los que se dicen pocos para algunos.
Ahora, siendo un ángel, aún pensaba en él pero no podía acordarse de él del todo, tal vez por el paso del tiempo. No tenía conocimiento si al "volver" a nacer debían de olvidar su vida pasada u otra teoría sería porque murió en un accidente, tampoco preguntó. Puede que no se acordara del todo pero sí pequeños recuerdos o sensaciones. A veces rememoraba una emoción, una mirada, o pequeños detalles o manías que se habían adherido en él de su vida pasada.
Recordaba la paciencia que le tenía, nunca supo cómo le aguantó tanto tiempo, su risa era lo que más le venía a la mente, había veces que sonaba tan fuerte que se oía como una hiena, defectos que le gustaron y le llenaban su corazón humano. Sus lágrimas... muchas fueron de alegría pero también soltó lágrimas de tristeza, rabia y placer.
Un recuerdo recurrente era la sensación de unas manos callosas, que demostraba lo mucho que había trabajado a lo largo de su vida, sobre las suyas. Los besos con los que solía despertarse por las mañanas o en las siestas de media tarde cuando se levantaban con ganas de hacerlo. En el cielo el sexo no estaba prohibido, pero Katsuki simplemente no lo buscaba. ¿Seguía amando a su pareja de la tierra? No lo creía, los ángeles no solían tener mucho apetito sexual.
Fue Izuku quien le pidió matrimonio a los 25 años, más o menos, no recordaba muchas cosas, pero tenía claro que le dijo que no.
No podía hacerlo.
Katsuki tenía miedo a pocas cosas, y una de esas era que Izuku le dijera que no en el altar y se fuera de su lado. Era un terror absurdo si uno lo piensa bien después de todo ese idiota pasó toda su vida humana con él. Y ahí radica el pánico que le tenía a eso, que ya no esté a su lado.
Le daba pánico que cuando estuvieran en la iglesia y el padre hiciera la pregunta de si aceptaba contraer matrimonio él dijera que no, que no quería y que nunca le quiso. Tal vez era un exagerado pero llegó a tener pesadillas sobre eso. Así que antes de llegar a algún malentendido le dijo "no quiero casarme pero quiero pasar el resto de mi vida contigo, y si es posible la siguiente también".
Fue una de las cosas más cursis que dijo en su vida y por suerte para él también fue suficiente, como siempre Izuku le comprendió, sabía que lo haría.
Sólo por él regresaría de vuelta a la tierra, tal vez.
Al despertarse en el cielo no encontró a Izuku, se suponía que ambos habían muerto en el mismo accidente. Katsuki no se alarmó simplemente llegó a la conclusión de que su amado continuaba con vida y que pronto lo vería otra vez.
No sabía cuánto tiempo había pasado pero Izuku aún no llegaba a él.
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Katsuki al fin llegó a la filial de la tierra, ahí le dijeron donde tenía que dirigirse: a la terraza de un colegio en un barrio de las periferias. Nunca había estado en una terminal de ángeles en la tierra, le pareció increíble que pudieran saber el lugar exacto al que ir.
No fue difícil de encontrar el lugar, era el único edificio escolar a varias cuadras, no fue difícil pero tardó en llegar. Estando en la tierra no tenía las ventajas de ser un ángel, léase como poder volar. En realidad sí que podía utilizar las alas pero sólo en caso de "urgente necesidad", lo cual no estaba muy regulado en la normativa, eso llevó a que muchos ángeles tuvieran accidentes.
Katsuki esperaba que nunca llegara ese momento de duda. Conocía el caso de un ángel que lo utilizó cuando no debía: salvó a un niño de un incendió cuando no era su deber hacerlo. Resultado: sus alas resultaron dañadas por el fuego y recibió un parte por los superiores por sus actos. El niño murió por inhalación de humo y al ángel le relegaron de su puesto como agente de campo, ahora se dedicaba a la administración de agentes. ¿Quién dijo que la vida de un ángel era fácil?
Casi llegaba a lo alto del edificio, desde las escaleras escuchaba el llanto de un niño. No era un lloro histérico sino uno cansado con un toque desesperación como si supiera que cualquier cosa que hiciera no le llevaría a nada. Abrió la puerta, enseguida vio al sujeto, era un chico con el uniforme del instituto, su edad podría rondar entre los 12 y 16 años. Katsuki no distinguía bien la edad de los humanos cuando eran adolescentes. El niño estaba sentado contra las rejas en la parte más alejada de la puerta y con la cabeza entre sus rodillas.
—Ey —le dijo para llamar su atención— Soy un ángel y vengo a evitar que te mates. — ¿Recuerdas lo que se dijo sobre su carácter como humano? Bueno, seguía teniendo el mismo como ángel.
— ¡Yo no iba a hacerlo! —respondió con rapidez olvidando que el desconocido delante suyo dijo que era un ángel.
— Unos angelitos me dijeron lo contrario.
— ¡No sé de donde se lo han sacado pero no pensaba hacerlo! ¡Aún tengo fuerzas para levantarme! ¡No me estoy rindiendo! —todo lo decía mientras lágrimas gruesas le caían por su rostro adolescente.
—Está bien, ¿por qué lloras? —se acercó a él y se puso de cuclillas para ponerse a su altura. El rostro del niño le sonaba de alguna parte pero no sabría decir de dónde.
A lo mejor era uno de los múltiples querubines que comió una de las frutas del jardín. Eso tendría sentido, esa podría ser la razón por la que le enviaron. Se sentían responsables que haya sucumbido a la tentación, podían castigarle con una vida siendo humano pero si se suicidaba no iría al cielo.
—No lo sé. Sólo quería hacerlo —se notaba a leguas que mentía. Una persona no lloraba porque sí, aunque las hormonas de la adolescencia...
—Me lo puedes contar si quieres. —se sentó a su lado. — Dicen que hablar libera un poco el pesar del corazón y calma el llanto. Si te soy sincero esto no lo sé con certeza. Esa mierda la escuché de uno de los ángeles que suele bajar a la tierra muy seguido.
— ¿Por qué dices que eres un ángel? No pareces un ángel. Quiero decir... no tienes pinta de ser uno. Vas vestido como un pandillero. Y no me extrañaría que llevaras tatuajes. Nada en ti dice que seas un ángel.
— ¿Te vengo a ayudar y me críticas? Lo nunca visto, haber inútil-
— Eres muy bueno subiendo la autoestima de la gente. —Le interrumpió por la forma en que le llamó. Ya no le salían lágrimas, así que se restregó los ojos para quitar la humedad que quedaba en ellos. El sujeto lo estaba molestando.
—Déjame acabar —le regañó— Mi vestimenta no me define, si te digo que soy un ángel tú me crees y punto. —El niño seguía sin creerle. Es más, parecía que lo critica con los ojos. — Vale, no estamos yendo a ninguna parte con esto. ¿Por qué no hacemos una cosa? yo me presento y después tú.
No recibió una respuesta enseguida, el muchacho seguía dudando de él pero al final asintió con la cabeza.
—Una vez me dieron el nombre de Katsuki, me puedes llamar de esa forma. Soy un ángel que se encarga del jardín del paraíso, también lo llaman el jardín de les Hespérides, y últimamente parece que se ha convertido en una prueba de valor para los querubines. No sé desde hace cuánto llevo haciendo este trabajo pero no me quejo, es tranquilo. Fui una vez humano, algunas cosas fueron buenas otras malas... no tengo mucho más que decir sobre mí. Ahora te toca. —Katsuki se sentía orgullo de sí mismo, no estaba perdiendo los nervios y estaba siguiendo la normativa de conexión con un humano.
— Me llamo Izuku. —Katsuki le miró extrañado, conocía el nombre, probablemente sólo era una coincidencia. —Tengo 14 años. Creo que había algo incorrecto a mí alrededor, es como una ausencia continúa, por mucho que me esfuerzo no consigo saber qué es lo que falta. —Se sorbe un moco. — Realmente no sé qué me pasa. Se lo conté a mi madre pero ella me respondió que era cosa de la adolescencia. ¡No creo que lo sea! Es como un vacío que no sabes donde se encuentra. Al final le preocupé de más y me llevó al psicólogo. Los de mi clase se enteraron y hoy no paraban de decirme "loco" o "raro". Empiezo a pensar que tienen razón. Estoy hablando con un "ángel" —hizo con sus manos el efecto de las comillas— que parece una estrella del rock.
Katsuki es un ángel que se destaca por su asombrosa mente, fue sencillo sumar dos más dos.
No era coincidencia el nombre.
Incluso era el mismo colegio.
¿No lo entiendes? Ese pequeño niño encorvado, con los ojos rojos de llorar era la pareja humana de Katsuki. ¿Quién, en su sano juicio, enviaba a ver a otro a su pareja reencarnada? ¿No había alguna normativa que lo prohibiera o algo? ¿Lo podía ver así sin más? Izuku parecía tener recuerdos, o al menos las sensaciones, de su pasado en común. Y parecía dolerle su ausencia. ¿Ese era el favor que debían los ángeles? No enviaron a Izuku al cielo con él y ahora lo envían a su cuidado para que a su muerte pueda ir al cielo con él, ¿era eso?
Inconscientemente acarició la cabeza de Izuku, en su vida pasaba le decía muy seguido que el toque de su mano le relajaba. Al ver restos de lágrimas en su rostro se los quitó. Siempre le había gustado su cara llorona pero no cuando era por tristeza.
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Esta escena le recordó a una en su vida pasada:
Katsuki se iba a ir otro instituto cuando pasaran la secundaría. Izuku estuvo días sin hablarle cuando se lo contó. Pasada una semana le pilló llorando en la azotea de su instituto, por eso no le veía a la hora del almuerzo. Izuku al percatarse de su presencia le pidió que no se fuera. La gracia del asunto era que Katsuki se iba a cambiar de instituto para no verle más, se había enamorado de su mejor amigo. Sabía que Izuku era hetero, había salido con una chica de clase durante unos meses. El rubio se negaba a ser tonto masoquista y verle todos los días sin poder decirle que era suyo, tampoco era lo suficientemente bueno para aguantar que Izuku se enamore de una persona y desearle felicidad.
Katsuki se negó, e insistió en su ida.
— ¿Por qué? ¿Por qué te quieres separar de mí? ¿No hemos estado siempre juntos? ¡Dijimos que estaríamos juntos para siempre! —Izuku le recriminó agarrándole del cuello de su camisa del uniforme. Lo estampó contra la verja de la azotea. Katsuki vio cómo su amigo por primera vez perdía los estribos. Siempre era él quien apaciguaba sus enfrentamientos con otras personas. Eso le enfadó. ¿Por qué no le dejaba irse?
Le empujó haciéndole caer al suelo.
— ¿Crees que te voy a aguantar toda la vida? esas son cosas que dijimos de críos. Estamos creciendo, debes saber que nosotros nos separaríamos en algún momento de nuestra vida. —Por la forma en lo que lo dijo Katsuki parecía que se tratara de una ruptura más allá de la unos amigos de la infancia, y para él lo era, aunque no hubiera tenido nunca ese tipo de relación con Izuku.
— ¡Mientes! —Izuku se puso en pie— No sabes mentir Kachan. Dime la verdad, ¿Por qué te alejas de mí? ¿Hice algo para agobiarte?, ¿Para herirte? ¿Algo que hiciera que me dejes de querer? —Izuku volvió a acorralar a Katsuki contra las rejas, esta vez puso sus brazos alrededor de Katsuki para impedir que se escapara.
Durante un rato Katsuki no dijo nada. Ambos se quedaron mirando a los ojos. Uno lo hacía con asombro y el otro con furia.
—Lo sabes, ¿¡Lo sabes cabrón!? –Katsuki no cabía en él- ¡Sabes que me gustas y aun así pones pegas para que no me vaya! ¿¡Acaso eres un maldito narcisista que necesita que lo quieran todo el jodido rato!?
Al ver como subía el volumen de voz, Izuku le tapó la boca con la mano.
—No, no lo sabía –realmente parecía sorprendido. Katsuki vio como los ojos de Izuku cambiaban a una mirada de arrepentimiento.
Katsuki apartó la mano Izuku.
— Ni se te ocurra, nerd de mierda —Katsuki veía las intenciones de su amigo.
—Si me quieres y yo te quiero, ¿por qué no salimos como pareja? —lo dijo con simpleza. Como si lo que hubiera dicho Katsuki hace unos segundos fuera para otra persona.
— No. Tú no me quieres como pareja, solo lo haces como amigos. Además estás saliendo con una chica.
— No, no. ¡No! –Izuku lo volvió a agarrar ante la insistencia de irse por parte de Kachan– Yo sí te quiero. Dejé de salir con Ochako hace un mes, sólo somos amigos nada más. Ella siempre decía que le parecía sospechosa nuestra cercanía. Y es cierto. Yo te quiero, tanto como amigo como pareja. Eso tiene mucho sentido —Izuku parecía emocionado. Era una revelación grande para alguien después de todo— Siempre has sido tu primero. Siempre ha sido todo contigo, tú eres lo que quiero. La única persona que quiero como pareja.
Katsuki no dijo nada, Izuku le había derrotado con sus palabras. Dijo las palabras que siempre deseo oír. Se sentó contra las rejas, agotado. Sabía que si había una mínima posibilidad de que Izuku le quisiera la tomaría.
— ¿Eso es un sí, Kachan? —Izuku lo tenía sujetos por las manos. Ambos templaban.
— Sí —es todo lo que dijo.
Izuku se animó a besarle en la comisura de los labios.
Katsuki lo aceptó, agotado.
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— No pareces ser el tipo de persona que llora por esa tipo de cosas. -dijo Katsuki saliendo del recuerdo.
Izuku resopló.
Sabiendo de quien se trata, no tenía claro como tenía que actuar. Tenía el conocimiento de una vida compartida y el de ser un ángel, ya no era el tipo que creció con su Izuku. No tenía el mismo carácter, era más calmado que en el pasado. Y aun teniendo todo ese conocimiento no sabía qué hacer cuando Izuku lloraba, normalmente bastaba con abrazarle y él le diría lo que ocurre pero ahora no podía hacerlo, eran unos desconocidos.
— ¿Te irás ahora que sabes que no haré nada? —la pregunta le pilló desprevenido.
— Bueno, yo no tengo planes de marcharme y hace mucho que no estoy en la tierra —se apoyó contra las rejas despreocupado. Le habían enviado aquí por alguna razón y si esa era estar con Izuku no le importaba.
— ¿Puedes hacer eso?
— No me han dicho hasta cuando me puedo quedar así que me puedo alargar cuanto quiera. Además, tendría que cerciorarme de que no lo hagas. En verdad pareces el típico nerd con el que se mete la gente.
— ¿Esa es tu manera de animarme? —sonó el timbre que avisaba que el centro escolar estaba próximo a cerrar. — ¡Tengo que irme, mis cosas aún están en clase! —Se levantó con prisas. Y se dirigió a la puerta que llevaba al interior del edificio. Se giró para ver al sujeto que acababa de conocer— Si te quedas... ¿Eso significa que te volveré a ver?
— Sí. —Fue suficiente para el más joven ya que bajó las escaleras con prisas después de recibir la respuesta. — nos vemos, pequeño nerd. —susurró el rubio.
—Adiós, Kachan —respondió el chico de cabellos verdes estando bajando las escaleras. A esa distancia el rubio no podía oírle. No podía saber que tenía conocimiento de su nombre.
Había pasado tanto tiempo sin verle. Años. Aunque fuera en estas circunstancias se alegraba de haberlo encontrado. Toda la parafernalia montada parecía que había valido la pena, sólo por mantener esos minutos con él.
En el aula se encontraba una persona, llevaba puesto un traje elegante. Su figura ocultaba gran parte de una de las ventanas, se encontraba de espaldas a la puerta.
—Hola, Izuku. ¿Qué tal ha ido todo? —Le dijo de forma tranquila. La voz era ronca y masculina.
—Kachan se va a quedar en la tierra. El jardín estará desprotegido —Izuku bajó su cabeza.
—Has hecho un buen trabajo. —Izuku sintió una mano en su cabeza. —Ahora tú tienes lo que querías: al ángel ese. Y yo tengo lo que quería, los frutos.
Izuku no dijo nada, sólo se quedó con la cabeza baja. No quería intervenir en los planes de "Padre AFO". Sabía que lo único que podía hacer desde su posición era ayudar a Kachan, eso le tomó mucho tiempo, lo sentía por el resto de ángeles.
Por lo que tenía entendido los planes de Padre AFO eran corromper a los ángeles recién nacidos, los llamados querubines, para volverlos humanos y conseguir que les vendieran sus almas. El alma de los ángeles era más clara y valiosa porque podía servir de sustento para los demonios.
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Izuku había muerto en el accidente de coche que tuvieron en su anterior vida pero al contrario que Kachan él no había sido con anterioridad un ángel ni tampoco había sido bueno en su vida como humano por lo que se vio otra vez ante las puertas del infierno.
Siempre había aparentado ser la parte racional y paciente de la relación que tuvieron pero no era así. Desde siempre los demonios han sentido un cierto apego hacía los ángeles que se encontraban en la tierra, no le entendió bien cuando se acercó al rubio teniendo 4 años, estuvo mucho tiempo sólo admirándolo. Pero todo comenzó a tener sentido cuando Kachan le contó que se iba a ir de su lado. No llegaba a comprender la desesperación de que sentía por su ida. Era desesperante. Acciones impuras e ilegales pasaron por su mente. Sabía cómo era su propia mente pero no podía hacer eso.
Esa fue la época en la que conoció a Padre AFO. El tipo era, y es, uno de los demonios principales que gobierna el averno. Se estaba haciendo pasar por el psicólogo del colegio. Le contó los problemas que tenía y el "psicólogo escolar" le dio instrucciones de cómo comportarse delante del rubio para conseguir que se quedara para siempre con él. Izuku no lo pensó mucho, si era una forma de mantener a Kachan a su lado, haría todo lo que le dijera.
Cada cierto tiempo veía al psicólogo escolar quien le pedía hacer algunos trabajos de entrega, no eran difíciles ni extraños así que pasaba desapercibido. Uno de sus múltiples errores fue preguntarle por qué le hacía hacer todo eso, el maestro no se quedó callado y se lo contó todo.
- ¿Quieres saber quién eres? ¿Por qué te hemos elegido a ti? —se rio de él. Esta vez había ido a entregarle una carta que recogió en Roma. Había estado ahí con un grupo de amigos para celebrar su aprobado por entrar en la universidad que querían. Nadie se dio cuenta de su ausencia mientras iba a recogerla, sólo tardó unas cuantas horas, siempre era cuidadoso con los pasos que daba.
— Sí, Maestro. —En ese tiempo no le había dicho su nombre verdadero, sólo que le llamara Maestro o Padre aunque había oído a sujetos, que también le venían a ver, llamarlo "One for All".
— Izuku Midoriya, dime. ¿Sabrías decirme tu primer recuerdo?
El chico de cabellos verdes se quedó pensando en sus recuerdos de infancia. Recordaba estar jugando con Kachan a la pelota, al pilla pilla. Un recuerdo más lejano era dibujar mientras oía a su madre lavar los platos. Más lejos, uno más atrás en el tiempo...
—No puede ser cierto... yo.
— ¿Cuál es? —le pidió que contestara Maestro.
— ¿Darle a Kachan una fruta ovalada de color azul? —lo dijo en tono de pregunta porque ni él mismo estaba seguro de ese recuerdo. Cómo podía ser posible. A su mente le vino una imagen clara y nítida. Katsuki con el aspecto de un infante le estaba mostrando el lugar y Izuku agarra una de las fruta, las parte en dos con una pequeña navaja que siempre llevaba. Una se la da al rubio y otra la come él. No había sonido en el recuerdo sólo la imagen y la sensación de pánico y satisfacción.
—Así es. Tú, pequeño, fuiste el único demonio que pudo corromper a un querubín y nada más que en el cielo. Nadie sabe cómo los hiciste, nunca había pasado. En ese momento estábamos teniendo un acuerdo con el cielo para parar la guerra que teníamos entre nosotros, estaba durando demasiado. Los ángeles accedieron porque casi todo transcurría en la tierra y se sentían mal por involucrar a los humanos. Fue suerte que no se dieran cuenta de que había un querubín menos y firmaron. Algunos no estábamos de acuerdo con el acuerdo, queríamos la victoria. Así que cuando nos dimos cuenta de lo sucedido empezamos a actuar, lo malo es que los ángeles se dieron cuenta también de lo que había sucedido y siguen buscando a ese querubín. Y mira por donde... —hace una pausa para acercarse a Izuku— lo encontraste de nuevo en la tierra. La pregunta no es quien eres tú sino ¿Qué tiene ese ángel?
Izuku no llegaba a entender las palabras de Maestro. ¿Ángeles? ¿Demonios? Él no era malo o retorcido, el sólo seguía su vida como la de cualquier otro. Se esforzaba en todo lo que hacía, estaba estudiando lo que quería ser desde siempre, médico. Tenía una pareja estable desde los 14 años. A él siempre le gustó ayudar a las personas no tiene sentido que le dijeran que era un demonio.
— Nunca te has acostado con Katsuki, ¿no es así? —nunca le había mirado directamente a los ojos, esta vez lo hizo.
— ¿Nos estás vigilando? —Izuku se puso a la defensiva. Ellos habían dormido juntos pero no llegaron a tener sexo, a lo sumo a masturbarse mutuamente.
— No, es lógica. Tienes tanto aprecio a ese ángel que no quieres corromperlo. Por muy humano que parezcas sigues siendo un demonio por lo que todo lo que toques se irá al infierno.
— Todo lo que me dices no tiene sentido para mí. Estás loco.
— Niégalo si quieres, pero ¿no te has preguntado por qué me has estado obedeciendo? Desde hace tiempo te debes de preguntar qué es lo que te pido que des o me traigas. No son sólo cartas —abre la que le entregó Izuku. Sacó la hoja que había dentro y le muestra por la cara escrita— son humanos que me dan su alma.
La información sobrepasaba Izuku. Sabía que no podía ser algo tan inocente como la entrega de correspondencia de un amigo a otro pero tampoco pensaba que se trataría de algo de esas magnitudes, ¿Podría ser que se tratara de una secta? Tendría más sentido que todo lo que le estaba contado.
—Maestro, no quiero seguir haciendo esto. Me da igual si lo que dices es verdad o no. Me parece que en lo único que tienes razón es en la pregunta de porqué de obedezco. Pensé que tal vez, era por la ayuda que me diste con mi pareja pero creo que es mejor cortar nuestra relación aquí.
El señor en traje volvió a colocar la hoja dentro del sobre.
—Lamentablemente Izuku, ahora eres humano. Aunque en el pasado fueras un demonio, uno de los mejores he de admitir, te tomabas tu trabajo en serio. No puedo obligarte a permanecer a mi lado. Puedes irte pero cuando mueras irás al infierno, y tu amiguito también, ahí nos volveremos a encontrar.
El muchacho de cabellos verdes le dio igual sus últimas palabras. Salió de ese lugar. No le importaba lo que haya dicho, si era verdad o no. ¿Un demonio? ¿Él de entre todas las personas? No, no podía ser cierto.
No supo porque pero esa noche tuvo sexo por primera vez con Katsuki, tal vez era la forma de negar lo que dijo Maestro.
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Ahora ya daba igual todo volvía a ser como ese entones. Si hacía lo que pedía maestro se convertiría de nuevo en un simple humano. Tenía que soportarlo.
—Tu último trabajo será mantenerlo distraído en la tierra. Posiblemente se active una emergencia cuando accedamos al jardín sagrado, tú lo retendrás y después serás un humano normal. No estaremos relacionados. ¿Entendido?
— Sí, señor.
Maestro salió de la sala.
Izuku mantuvo la postura un rato más, alzó la cabeza y recogió sus cosas. Cuando acabó de colocarse la mochila se dio cuenta de que sus manos le templaban.
—Ya está, no pienses más en lo que has hecho. Sólo mantén a Katsuki contigo, esta vez lo harás bien. —se dijo a sí mismo.
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Izuku tuvo un accidente de coche a los 50 años. Se había peleado con Katsuki, se habían gritado cosas del pasado, después de estar tanto tiempo juntos tenían recuerdos malos y buenos. Esa tarde recordaron sólo los malos. Era un día lluvioso e Izuku no había cambiado las ruedas cuando tocaba, ambos derraparon por la carretera.
La pelea había comenzado cuando Katsuki le preguntó por qué le amaba. Después de tanto tiempo junto el uno con el otro, Izuku estaba seguro de amarlo pero no sabía cómo expresarlo en palabras. Se había sentido atraído por el aura de ángel que estaba adherida de Katsuki y que no se había diluido con el tiempo, eso provocó que le monopolizara, sólo quería que estuviera con él. Tardó unos años pero consiguió deshacerse de esa insana costumbre. Aceptó que tuviera más amigos en la universidad pero el carácter del rubio hacía que pocos se quisieran acercarse. Tuvieron amigos, ambos... Llegó al tope cuando un pelirrojo se había convertido en el mejor amigo de Katsuki. Lo único que se le ocurrió fue pedirle que se casara con él. Le dijo que no. No fue algo grave, lo aceptó cuando entendió que Katsuki sólo le quería a él. Muchas veces se sintió indigno de su amor, era Izuku quien se había acercado a él en todo momento.
Después del accidente Izuku era el único consciente.
— Katsuki, te quiero... siempre lo he hecho — el rubio se encontraba cabeza abajo, únicamente sujeto por el cinturón de seguridad del coche— Escúchame. Recuérdalo me dijiste en esta vida y en la siguiente... —Izuku estaba sin fuerzas. La cabeza le comenzaba a dar vueltas— la próxima lo haremos bien... estaremos juntos.
A lo lejos vio un señor con traje caminar tranquilo hacía el vehículo. No estaba seguro si se lo estaba imaginando.
— Izuku, cuando tiempo ¿Qué haces por aquí? —Izuku reconoció la voz.
— No... Aléjate, ¡Aléjate de él!
— Recuerdas lo que te dije. — No esperó una respuesta del parte de Izuku— "todo lo que toques se irá al infierno".
— ¡No! —Izuku intentó moverse con las pocas fuerzas que tenías. Sintió un pitido en su oído, se lo tocó, salía sangre.
— Tranquilo. Si me haces caso en todo lo que te pida, volverás a verlo —eso fue lo último que escuchó Izuku antes de despertarse en el otro lado.
Estando ahí le explicaron lo que debía de hacer. Nacería otra vez como humano y ellos enviarían a Katsuki a él, al parecer los ángeles le pusieron al cargo del jardín de les Hespérides. Para los ángeles tomar el fruto significaba una vida de humanos pero para los demonios, al igual que para los humanos, la inmortalidad.
Era imposible para un demonio llegar a ese jardín así que se conformaron con las almas de los ángeles que caían a la tierra por haber comido el fruto para volverse inmortales, pocos demonios poseían ese poder.
Izuku sólo debía conseguir mantenerlo a su lado esta vez y lo que pasara en el cielo o en el infierno no les competería. Pero ¿Sería capaz de soportar esa carga sobre sus hombros? Él quien probó el manjar del "libre albedrío" y no fue demonio, no llegaría nunca a ser un ángel pero tenía consciencia sobre la otra vida que habitaba en la tierra.
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El pequeño aleteo le llamó la atención, un querubín volaba de un árbol a otro. Él siempre pasaba desapercibido tanto por el lado de los demonios como el de los ángeles. Se había vestido de blanco para la firma del tratado de paz. Era una broma personal suya, el cielo y el infierno eran grandes. Nadie sabía si era ángel que estuvo enrollándose con un demonio o un demonio. Lo decía por su esencia de demonio.
El querubín tenía la apariencia de un niño humano de 5 años de edad. Le tentaba, le gustaba jugar con los ángeles, eran unos remilgados y engreídos. Era hora de comprobar cómo eran los querubines.
— Hola —le dijo sonriéndole.
Como respuesta recibe una patada y un grito.
— ¿Quién eres? Está mal asustar —el pequeño intentaba elevarse pero sus pequeñas alas apenas le permitían flotar hasta estar cara a cara con Izuku.
— ¿Y dar una patada está bien?
— Sí, si te asustan —respondió rápidamente. Se acercó y lo olisqueó.— mmh, hueles bien. ¿Qué es ese olor?
Izuku sonrió, fue bueno echarse esencia de arcángel para venir. Acababa de ver que causaba buena impresión al querubín.
— Estuve en la tierra durante un tiempo trabajando para uno de los arcángeles.
— Ooh, ¿ese es el olor de la tierra? El del arcángel lo oculta un poco pero yo tengo muy buen olfato. Dentro de unos años seré uno de los mejores guerreros del cielo.
—Sabes, ahora están firmando para que haya paz.
—Sí, se lo que pasa. Seguro que los tontos demonios harán algo y volveremos a la guerra. Está bien por mí.
Al niño no le faltaba razón, eso sólo era una pequeña tregua. En el averno estaban haciendo apuestas para ver cuando tiempo duraría La Paz. Él apostó por ni un día. Sólo subió al cielo para ver dónde pondría su residencia. Este lugar con jardines estaba bien.
— Quería ver a los demonios de cerca para después decir como son en nuestro colegio.
- Qué tal si jugamos y vemos si están cerca -propuso el demonio-
— Vale, dijo entusiasmado el ángel.
Después de varios juegos, se cansó. Estaría encantado a sucumbir a la gula, tenía hambre. El niño parecía como si no hubiera hecho nada. Se preguntaba si se lo podía llevar. Era entretenido estar con él. Estaría bien ver como se corrompe uno de los querubines, un principio de ángel.
— Tengo hambre. ¿Eso es fruta? —no había visto esos frutos en la tierra.
— No lo sé, estos son los jardines de los dioses, se supone que no deberíamos estar aquí —el niño sonrió como un pillo. Tal vez lo había corrompido algo. Pero la información que le dio era muy interesada.
Esa era una fruta prohibida. Era impresionante. Tanto su forma como color. Tal vez debería darle de comer también al querubín.
— Ey, porque no probamos la fruta. Nadie lo sabrá si nadie dice nada y yo no diré nada.
— Yo tampoco. El niño se tapó la boca. –intentando tapar su sonrisa infantil.
—Bien —arrancó el fruto azulado. Sólo de tocarlo podía sentir que era especial. Su corazón bombeaba a mil por hora. ¿Lo haría? ¿Sería capaz? No lo pensó mucho más y partió el fruto con sus dedos. Era jugoso. Le extendió la mitad al querubín.
—Esto será interesante.
FIN
Un pequeño croquis por si alguien no entendió la historia:
comenzamos la historia con el final. Encuentro de Izuku humano y Kachan ángel 2.0
Intermedio, vida de humano de los dos como humanos.
Final. Encuentro de pasado. Siendo Deku un demonio y Kachan un querubín (ángel 1.0).
Muchas gracias por la lectura. Agradecería mucho cualquier comentario para mejorar ya que soy consciente que esta no es una línea del tiempo habitual para hacer un fic <3
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