01 - 'Accidente'
Mantenía la mirada agachada mientras esperaba que la directora y la profesora finalmente le dieran el respectivo regaño que se merecía, aunque él no estaba del todo seguro de porqué debía de ser regañado según ellas.
— Sasha — dijo la directora mientras lo observaba con detenimiento — ¿Sí sabes porqué estás aquí, no es así?
El chico negó con la cabeza sin siquiera alzar la mirada, temblando un poco al oír los gruñidos de molestia que daba la profesora.
— ¡Claro que lo sabe! — dijo la profesora — ¡Míralo Minerva! solo se está haciendo el idiota, no es más que un bastardo que solo sabe abrir las piernas a cualquiera.
— Profesora Reynolds, ya hemos hablado sobre tratar de esta forma a los estudiantes — dijo la directora mientras volteaba a ver al chico de cabello negro, quien mantenía la mirada agachada y apretaba sus propios puños con preocupación — Haze, la enfermera Paxton nos avisó sobre tu estado de salud.
El chico se mordió el labio inferior al oír las palabras ajenas, cada fibra de su cuerpo empezó a temblar, a pesar de que él no estaba del todo seguro sobre porqué le estaban interrogando de esa forma.
— Estoy obligada a preguntarte todos los detalles, Haze, ya que sigues siendo un estudiante.— ¿Detalles? — murmuró alzando la mirada — ¿A qué se refiere con eso?
— No habla de cómo te cogieron, si a eso te refieres — dijo la profesora de mala gana, logrando que el chico agachara la mirada con vergüenza, y que la directora gruñera con molestia.
— Haze, lo que quiero saber, es si el padre del bebé es un alumno también, o alguien fuera de la escuela.
— O algún profesor — dijo la docente incrédulamente.
El chico miró a las mujeres con curiosidad, y luego de un rato solo se puso de pie, estiró un poco el suéter gris que llevaba puesto, tomó su mochila, y caminó hacía la puerta de aquella oficina, ignorando totalmente los reclamos que daba la profesora, quien no le agradaba en absoluto, y en gran parte fue ella quien le hizo no querer estar más tiempo en aquella oficina.
Avanzaba hacía la salida de aquel colegio, aunque se detuvo al sentir un sutil aroma que le hizo sonrojarse de golpe, era un aroma fuerte, inconfundible, que le nublaba totalmente los sentidos, tal y como lo hacía su portador cada que lo miraba a los ojos.
— Ahí estás — escuchó de repente, por lo que volteó rápidamente la mirada, topándose con una silueta pelirroja y de ojos verdes que le hizo sonrojarse de golpe — Te he buscado por todos lados, ¿dónde estabas?
— Eso no importa — murmuró acercándose al pelirrojo para tomarle de la mejilla y darle un suave beso en los labios — ¿Podemos irnos ya?
— Si quieres — respondió acariciando el cuello ajeno — Pero debemos pasar por la farmacia a comprarte inhibidores, noto que tus feromonas están algo raras últimamente.
— Eso no es importante — susurró deslizando sus dedos por los labios ajenos — El sexo es lo único que calma mis feromonas, lo sabes.
— Carajo Cherry, ¿acaso quieres hacerme entrar en celo o qué? — canturreó con voz ronca para tomar el brazo del pelinegro y jalarlo hacía la salida de la escuela, ambos tenían clases aún, pero a ninguno parecía importarle.
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Gemía con desespero ante las bruscas embestidas que daba el pelirrojo contra su cuerpo, cada fibra de su ser ardía como nunca, amaba sentir cómo se le cortaba la respiración a causa del estridente orgasmo que el pelirrojo le provocaba, aunque esa necesidad casi obsesiva de ser sometido por él, le estaba saliendo más cara de lo que planeaba.
— Agh, carajo — gruñó sacando la lengua y viendo fijamente los ojos azules del omega que temblaba debajo suyo, cuya expresión de deseo y desespero le fascinaba — Cualquiera creería que llevamos semanas sin coger, aunque solo fue un día el que estuvimos sin revolcarnos.
— Un día eterno para mí — admitió abrazando las caderas ajenas con sus piernas, acción que hizo al pelirrojo reír cínicamente mientras se agachaba para empezar a lamerle uno de los pezones.
— Cherry — susurró con voz ronca — Me encantas, me fascinas.
— Solo porque soy lo que tienes a la mano — susurró con voz algo apagada, logrando que el pelirrojo alzara la mirada y lo viera algo confuso.
— ¿Qué dices?
— Que quiero seguir cogiendo — mintió, tomando el cuello ajeno para besarlo hambrientamente, aunque el pelirrojo rápidamente se apartó para sonreírle con pena.
— Perdón Cherry, pero tengo que ir al trabajo.
— ¿Sigues con ese trabajo en la constructora?
— Por supuesto, ¿crees que mis padres me siguen manteniendo? ni en sueños, dejaron de hacerlo cuando tuve mi revelación — aclaró acercándose al cuello ajeno para besarlo suavemente — Mgh, me encantaría quedarme a seguir jugando, Cherry, pero tengo que irme ya.
— Entiendo — murmuró mientras lo dejaba besarle el cuello — ¿Cuándo podré verte de nuevo?
— Yo te buscaré — susurró mordiendo la mejilla ajena.
— Siempre dices lo mismo, y el que te termina buscando soy yo — renegó con algo de pesar, haciendo reír al pelirrojo.
— Porque eres impaciente, conejito hermoso — murmuró acariciando la barbilla ajena — Seguro estás por entrar en celo, tus feromonas me están volviendo loco.
— Aún no es hora — dijo mientras se apartaba para levantarse de la cama y empezar a vestirse.
— Claro que sí — insistió mientras se levantaba para tomar unos jeans y ponérselos — Ya hace un mes que estamos cogiendo, empezamos a hacerlo durante tu celo, ¿lo olvidas?
— En absoluto — murmuró mientras se volvía a poner aquel suéter que ni siquiera era suyo, pero que ya le fascinaba — Pero aún no es mi época de celo.
— Seré algo tonto para ciertas cosas, Cherry; pero sé reconocer cuando un omega está por entrar en celo — dijo cn algo de soberbia, logrando que el de ojos azules gruñera por debajo.
— No me gusta que presumas de haber cogido con otros.
— Perdón lindura, pero es como asumir que tú no lo hayas hecho con otros, es muy crédulo para ser real — dijo entre cínicas risas, que lograron que un ligero dolor se acentuara en el pecho del chico pelinegro — Como sea, puedes quedarte aquí en mi casa si quieres, puedes usar mi ropa para enmascarar el olor de tus feromonas, aunque eso te hará entrar en celo.
— No es problema para mí — dijo tranquilamente mientras terminaba de vestirse, para acercarse al pelirrojo y colgarse de su cuello — Me gusta sentir tu aroma sobre mi piel.
— Mgh, definitivamente vas a entrar en celo — renegó apartándolo un poco de sí, para verle a los ojos y dedicarle una sonrisa juguetona — Hay comida en el refri, solo deja algo para mí ¿de acuerdo?
— Tranquilo, yo no como mucho.
— Mh, sales más barato de lo que pensé — dijo cínicamente para darle una nalgada y caminar a la salida de aquella habitación, siendo seguido por el chico de ojos azules, quien bostezaba a causa del cansancio de vez en cuando.
En cuanto el pelirrojo se fue de aquella pequeña y muy desordenada casa, el chico de ojos azules caminó al sofá para recostarse en este mismo y encender la televisión, suspirando con algo de pesar mientras pasaba una mano por su vientre, pensando con preocupación que no lograba nada al mentir, la verdad tarde o temprano acabaría saliendo a flote, y cuando eso ocurriera, el sujeto pelirrojo con el que tanto le gustaba pasar su tiempo libre, acabaría odiándolo a muerte, y le prohibiría volver a buscarlo, tan solo pensar en eso le provocaba un terrible nudo en la garganta, y que una lágrima entrometida se colara por su mejilla.
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— ¡Bien muchachos, terminó la clase, pueden irse! — gritaba el entrenador, dejando que todos los alumnos finalmente fueran a cambiarse de ropa, cosa que todos hicieron, aunque algunos aprovechaban estos espacios entre clases para hacer otra clase de cosas, que definitivamente eran vetadas por los profesores.
— Veinte dólares la píldora, lindura — decía un sujeto de cabello negro y sonrisa pícara que estaba parado junto a la puerta del baño para omegas, ofreciéndole lo que parecía ser un anticonceptivo de emergencia a uno de estos mismos.
— ¡¿Veinte?! p-pero solo tengo quince — renegó con frustración, mientras cierto sujeto de cabello negro y ojos azules le miraba detenidamente con algo de curiosidad y recelo.
— Es eso o cien dólares en pañales — dijo el vendedor.
— ¡Dame la maldita pastilla! — clamó de golpe mientras se sacaba varios billetes del bolsillo para entregárselos al vendedor, quien sonrió malicioso al tomar el dinero y entregarle el medicamento a aquel chico de cabellera rubia.
— Fue un placer hacer negocios contigo — dijo mientras se alejaba de ellos.
— Ah Dios, qué alivio — decía mientras tomaba la pastilla y se la metía a la boca para tragársela sin necesidad de beber agua.
— ¿Porqué estás tan asustado, Quincy? — preguntó mientras entraban juntos a los vestidores.
— ¡¿Cómo que porqué, Haze?! ¡ayer Josh y yo tuvimos sexo sin protección, y en absoluto quiero embarazarme a mi edad! ¡¿sabes lo aterrador que es eso?!
El pelinegro miró a otro lado mientras un nudo se formaba en su garganta de inmediato, moría por preguntarle a su amigo si ese medicamento le ayudaría a librarse de su problema, no obstante, no le convenía quedar al descubierto, o sería la burla de todo el curso.
— Ahh, como sea, ¿qué dices si esperamos a Shun y vamos por hamburguesas esta tarde?
— No puedo, saldré con Jessie.
— ¿Sigues viéndote con ese sujeto, Haze? — dijo con algo de seriedad y preocupación.
— Sí, ¿qué tiene?
— Que es un idiota absoluto — dijo un sujeto que llegaba con ellos, logrando que el de ojos azules rodara sus ojos con molestia y mirara a otro lado — ¡¡No me hagas la ley del hielo amigo!! ¡¡todos sabemos que Jessie Dalton es un imbécil!! ¡¿y tú qué haces?! ¡te dejas coger por él!
— Lo que haga con mi cuerpo no es tu asunto, Shun.
— ¡Claro que lo es! ¡soy tu amigo, la única persona que evita que cometas una idiotez!
— Ejem — carraspeó el rubio.
— ¡Bueno y él también, pero como él es omega también cae en tus idioteces! ¡pero yo al ser el beta de los tres soy la voz de la razón!
— Que no seas susceptible a las feromonas no te hace la voz de la razón, Shun — dijo el pelinegro mientras avanzaba hacía los casilleros de los vestidores, aunque se quedó helado al recordar que no podía vestirse frente a sus amigos, ya que estos lograrían notar el bulto que estaba creciendo en su abdomen.
— ¡Jaj, si apostamos pierdes Sasha, creeme! — clamó mientras abría su casillero (el cual quedaba junto al de Haze, quien tragó en seco mientras pensaba en alguna excusa para evitar desnudarse frente a ellos).
— ¿Pasa algo, Haze? — preguntó el rubio mientras se quitaba la camiseta.
— E-Es que yo... ¡o-olvidé mi inhalador! — clamó para apartarse del casillero y salir corriendo de los vestidores, dejando muy abrumados a sus amigos.
Al salir de aquel sitio, se apoyó en uno de los muros del gimnasio y se dejó caer al suelo para tomar una gran bocanada de aire, ya no podía seguir ocultando la verdad, tarde o temprano sería terriblemente descubierto, y cuando eso ocurriera, le iba a caer toda una tormenta encima.
— ¿Quieres supresores, omeguita? — escuchó a alguien cerca suyo, y al alzar la mirada, pudo ver al sujeto tatuado que le vendió el medicamento a su amigo, y al verle, sintió algo de emoción repentina, como si él fuera la aparente solución de sus problemas.
— Yo... n-no, no necesito supresores — dijo mientras se levantaba del suelo para verle de frente — ¿Q-Qué era eso que le vendiste a Quincy?
— ¿Al rubio? ahh, anticonceptivos de emergencia, evitan que te reproduzcas — rió cínicamente — Pero solo funcionan 72 horas después de que te la metieron, ¿hace cuánto que cogiste?
— Esta mañana — aclaró sin pena alguna, logrando que el sujeto de tatuajes arqueara una ceja y riera cínicamente.
— Mh, igual funciona — estuvo a punto de sacar un medicamento de su bolsillo, pero primero vió con seriedad al pelinegro — ¿Cuánto dinero tienes encima?
— ¿D-Dinero?
— ¡¿Y acaso crees que te la voy a regalar?! ¡¿me vista cara de caridad o qué?! — clamó de mala gana para apartarse de él y caminar a la salida del gimnasio.
— ¡¡O-Oye espera, n-no te vayas!!
— Tráeme veinte dólares o no te doy nada, lindura — dijo mientras se marchaba del gimnasio, logrando que el pelinegro suspirara con frustración y apretara con fuerza su propio cabello, "¿de dónde voy a sacar dinero?" pensó con frustración, aunque rápidamente pensó en pedírselos a aquel sujeto que lo había metido en ese embrollo, solo esperaba que pedirle dinero no le trajera problemas con él.
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Avanzaba apurado por los largos pasillos de la escuela, no buscaba en las aulas porque sabía que ese sería el sitio menos apropiado para encontrar al pelirrojo, así que solo avanzó por los pasillos y los baños para intentar dar con él.
Suspiró aliviado al sentir aquel fuerte aroma a arce que le entumecía los sentidos y le erizaba la piel, era un olor muy familiar, muy agradable, y que le hacía sentir protegido desde el primer instante en el que lo sintió.
— Hey — lo vió llegar al pasillo con un cigarrillo entre manos, y al tenerlo frente a él, rápidamente se le acercó para colgarse de su cuello y besarle el cuello — Wow, ¿ya tan temprano quieres irte?
— Necesito un favor — murmuró con algo de pesar — ¿M-Me puedes prestar veinte dólares, y-y después te los pago?
— ¿Veinte dólares? — preguntó con recelo mientras lo apartaba de él para verle a los ojos — ¿Y exactamente para qué?
— Ehh... s-supresores — mintió, rezando porque el pelirrojo no notara su artimaña, aunque sonrió aliviado al verle esbozar una tranquila sonrisa mientras le entregaba el cigarrillo y empezaba a rebuscar en sus bolsillos.
Aprovechando que tenía el objeto cancerígeno en su mano, el pelinegro le dió una calada, disfrutando de la sensación cálida en su garganta, aunque varias eran las razones por las cuales él no podía consumir tabaco, debía admitir que era un daño que le gustaba bastante.
— Aquí tienes hermosura — dijo mientras le entregaba el dinero al pelinegro, quien le devolvió el cigarrillo para tomar el dinero y guardarlo de golpe.
— ¡Ay gracias Jessie, te pagaré pronto, te lo prometo!
— Descuida, págame chupandomela cuando lleguemos ¿te parece? — canturreó maliciosamente, logrando que el pelinegro sonriera y le tomara de las mejillas para besarlo lentamente.
— Puedo hacerlo justo ahora si quieres — dijo entre voraces besos, aunque aquella ronda de fogosos besos fue abruptamente interrumpida por la voz de la directora, quien llegó al lugar acompañada de una docente, y en cuanto vió la escena entre ambos chicos, no dudó dos veces en poner el grito en el cielo.
— ¡¿Qué está pasando aquí?! — gritó, logrando que ambos se apartaran de ese beso — ¡¿Ustedes dos no deberían estar en clases?!
— A-Allá nos dirigíamos — dijo el pelinegro, pero antes de poder irse, la directora se acercó y lo tomó del brazo.
— ¡Necesito hablar contigo, Haze! la semana anterior no pudimos hablar abiertamente sobre tu embarazo.
— ¡¿Embarazo?! — clamó el pelirrojo abruptamente mientras miraba horrorizado al pelinegro, quien empezó a temblar mientras agachaba la mirada y se abrazaba a sí mismo — ¡¿C-Cómo que estás— trató de hablar, pero la directora se lo impidió.
— Parece que la noticia te erizó la piel, Jessie — dijo la docente — Pues no te hará mal venir también con nosotras entonces.
— Vengan, necesito hablar seriamente con ustedes dos — dijo la directora para empezar a caminar hacía su oficina, logrando que ambos chicos la siguieran, aunque el pelinegro ni siquiera se animaba a alzar la mirada, ya podía imaginar la cara de rabia y frustración que debía de estar reflejando el sujeto junto a él.
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— Muchachos ustedes dos son de los alumnos más problemáticos en la institución — hablaba mientras leía los expedientes — Han repetido el curso dos veces debido a sus faltas, nunca entran a clases, y las pocas veces que lo hacen no prestan atención, y ahora me salen con que tuvieron sexo en el laboratorio de química y desde ese día Haze está esperando un bebé, díganme, ¿creen que esto está bien?
Ninguno se animó a decir nada, ambos miraban a la nada con expresiones serias y apagadas, aunque la de Haze era la que reflejaba más dolor.
— Me temo que tendré que notificarle a sus padres sobre esto.
— Los míos no saben ni siquiera dónde vivo — dijo Jessie con desdén — Me dejaron a mi suerte desde que tengo catorce, vivo solo desde entonces.
— Dios santo — suspiró con pesar — ¿Y qué hay de ti, Haze? ¿tus padres dónde están?
— Papá está de vacaciones con su esposa, y no sé dónde está mi madre — aclaró débilmente mientras alzaba la mirada — N-No la conozco.
La directora suspiró nuevamente mientras sacaba una carpeta y empezaba a ojearla, al mismo tiempo que el sujeto pelirrojo miraba de reojo a Haze, dedicándole una expresión seria y curiosa, que erizó la piel del de ojos azules.
— Asumo que no tienen dinero — dijo ella.
— Yo trabajo, pero gano muy poco — dijo Jessie.
— Y-Yo no he logrado conseguir trabajo por mi asma — dijo Haze mientras agachaba la mirada, logrando que el pelirrojo le mirara con asombro.
— ¡¿Eres asmático?! — dicha pregunta hizo que la directora mirara con absoluta severidad al pelirrojo.
— ¡¿Ambos tuvieron sexo, y ni siquiera estás consciente de eso?! — dijo ella, logrando que Jessie se cruzara de brazos y mirara a otro lado, mientras Haze agachaba nuevamente la mirada — Ahh, escuchen muchachos, conozco a una doctora que atiende casos como este, trabaja en el hospital del centro. Vayan mañana a que te examine, lo primero que debes hacer es cerciorarte de que tu embarazo no sea de alto riesgo.
— Yo no... — trató de hablar, pero rápidamente se mordió la lengua y prefirió agachar la mirada — S-Sí directora Styles.
— Por hoy, vete a casa Haze; descansa lo más que puedas, se nota qe no has dormido bien estos días — dijo la directora mientras se levantaba para caminar hacía la puerta de su oficina, acción que replicaron los chicos, manteniendo un semblante serio y apagado en sus caras.
En cuanto salieron de la oficina, el pelirrojo tomó a Haze del cuello de su suéter para verle a los ojos con severidad.
— ¡O-Oye aguarda!
— Mira pequeño bastardo, ¡¿has estado cogiendo con otro tipo aparte de mí?!
— ¡¿Q-Qué?! ¡n-no, para nada, e-eres el único y lo sabes!
— ¡No me mientas! ¡¿cómo es posible que te hayas embarazado si siempre que lo hacíamos yo no estaba en celo?!
El pelinegro miró incrédulo al pelirrojo en cuanto este le dijo eso.
— ¿De qué estás hablando?
— Los omegas no se embarazan a menos que el alfa esté en celo también — Haze frunció el ceño con incredulidad al escuchar las palabras ajenas.
— Quien te haya dicho eso se equivoca — dijo de manera incrédula — El celo solo aumenta las probabilidades, pero siempre corres el riesgo de embarazarme.
— No me jodas — renegó mientras lo soltaba y se pasaba una mano por el rostro — Estoy acabado.
— Yo... l-lamento mucho esto — murmuró apenado mientras se acercaba a él para tomarle del brazo — Pero, ¿e-esto no significa que vas a dejar de verme, verdad?
— ¡¿Estás loco?! — clamó de mala gana, logrando que un nudo enorme se formara en la garganta de Haze — ¡¿Aún con esto crees que todo seguirá igual?!
— P-Pero e-esto no tiene porque— trató de hablar, pero el pelirrojo se lo impidió.
— Ya conozco la rutina, lindo; te embarazas "por accidente" y eso obliga a que no pueda dejarte, olvídalo, no pienso dejar que me jodan de esa forma.
— ¡J-Jessie espera por favor! — clamó tomándole del brazo e impidiendo que el pelirrojo se apartara de él — Y-Yo tampoco quiero tenerlo, t-te lo juro.
Al escuchar dichas palabras, el pelirrojo miró de reojo al chico de ojos azules, dedicándole una expresión curiosa y algo incrédula.
— ¿Enserio? — murmuró, a lo que Haze respondió asintiendo con la cabeza y mirándole con pesar.
— ¿C-Crees que quiero cuidar de un niño en mi situación actual? ¡n-no! apenas y tengo para vivir yo, no quiero lidiar con un bastardo que me arruine la vida.
Tomó aire mientras miraba a los lados con seriedad, y luego de un rato, miró de reojo al pelinegro para tomarle de la mejilla y acariciarla suavemente.
— ¿Quieres ir a mi casa? — preguntó con voz galante, logrando que Haze asintiera con la cabeza y se apegara un poco a él, para mirarle a los ojos de manera suplicante.
— ¿No me odias, verdad? — el pelirrojo rodó sutilmente los ojos mientras masajeaba las caderas ajenas.
— Aunque lo intente no podría — admitió — Me será imposible encontrar a otro omega tan lindo como tú y que sea igual de adicto al sexo, así que lo mejor será no perderte.
— ¿Y qué vamos a hacer con... esto? — preguntó pasando la mano del pelirrojo por su vientre, pero este rápidamente la quitó de dicho sitio para dejarla sobre el glúteo de Haze.
— ¿Bebé? ¿cuál bebé? — dijo con cinismo, logrando que Haze sonriera de lado con algo de deseo, para acercarse al rostro ajeno y rozar sus labios con los de Jessie, para acabar con un intercambio de saliva bastante desvergonzado, pero que a ninguno le apenaba en absoluto.
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Un par de horas después, ambos salieron finalmente del edificio escolar, tan melosos y desvergonzados como siempre, aunque se notaba un ligero cambio de actitud en ellos, una aparente "realidad" empezaba a hacerles ver el mundo con ojos diferentes, no solo con lujuria y desinterés.
— Maldito tráfico — renegó mientras miraba detenidamente el camino, pasando una mano por la pierna de Haze, mientras que con la otra sujetaba el volante.
Aprovechó el interminable tránsito para ver de reojo al pelinegro, quien cabeceaba sobre el asiento y luchaba por mantener los ojos abiertos.
— ¿Cansado? — preguntó con algo de burla.
— No — negó débilmente, aunque su cara le delataba por completo.
— Te estás durmiendo en el asiento, tonto.
— Estoy bien — dijo con algo de molestia mientras se tallaba los ojos.
— Ayer en la noche no cogimos, ¿porqué pareces desvelado?
— Eso no importa — murmuró, logrando que el pelirrojo le mirara con desdén.
— ¿Estabas follando con otro o qué?
— ¡Que noo! — clamó con fastidio.
— ¿Entonces dónde estabas?
— En un albergue, ¿de acuerdo? — admitió con molestia, logrando que el pelirrojo le observara con asombro absoluto.
— ¿Un albergue? — repitió — ¿Esos sitios a los que van los omegas sin hogar a pasar la noche?— Exactamente — susurró volteando hacía otro lado.
— ¿Y-Y porqué estabas en un sitio así?
— Tú lo dijiste, allá van los omegas sin hogar a pasar la noche, ¿entonces a qué crees que fui? Dichas palabras hicieron que el pelirrojo suspirara por debajo con algo de incomodidad, para después pasar nuevamente su mano por la pierna ajena.
— Qué estúpido eres — renegó — ¿Porqué no me lo dijiste antes? de haberlo sabido te dejaba quedarte en mi casa.
— No me habrías dejado — dijo incrédulamente — Solo me quieres para coger, Jessie; no pretendo hacerme ilusiones con que serás bueno conmigo.
— Ustedes los omegas y sus malditos complejos de mártir — gruñó para quitar su mano de la pierna ajena y ahora tomar el volante con las dos, para dar una vuelta y salirse de aquel camino lleno de autos, cosa que alertó mucho al pelinegro.
— ¿No vamos hacía allá? — señaló.
— No, tomaré un atajo, igual tengo que pasar por la farmacia y comprar algunas cosas.
— ¿Qué comprarás?
— No te incumbe — renegó mientras le miraba de reojo con seriedad, seriedad que hizo a Haze agachar la mirada con fastidio, aunque gruñó al oír una ácida risa salir de los labios de Jessie, y al sentir cómo le tomaba de la barbilla para hacerle alzar la mirada — Relájate, conejito cascarrabias, te saldrán canas de tanto enojarte.
— Eres muy odioso — murmuró.
— Pero aún así te gusta chupármela — canturreó, riendo al ver la cara de éxtasis que hizo el pelinegro, cara que trató de disimular, pero su líbido era más fuerte que su sentido común, al menos lo era la mayoría del tiempo.
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En cuanto ambos llegaron a la casa del pelirrojo, este avanzó hacía la cocina para revisar las compras que había hecho, mientras el pelinegro se quitaba el suéter y se acercaba al sofá de la sala para recostarse en él y ver la televisión.
— Traje pastillas para omegas, la cajera dijo que te harán bien — decía mientras caminaba hacía él con una cerveza en mano y las pastillas en la otra.
El pelinegro se sentó para tomar las pastillas y leerlas con curiosidad, frunciendo el ceño al ver que se trataba de vitaminas.
— No me sirven — dijo de manera cortante para dejarlas sobre la mesa de centro y ver al televisor con seriedad.
— ¿Ah no? — preguntó crédulamente para tomarlas y leerlas de nuevo — Pero ella dijo que te harían bien.
— Le hacen bien al bebé, no a mí — murmuró de mala gana, logrando que el pelirrojo le observara de manera algo recelosa — No me mires así, te dije que yo no quiero tener al bebé.
— ¿Y qué, planeas matarlo y a ti en el proceso? — renegó.
— A él le hacen daño algunas cosas, pero a mí no — dicho esto, le quitó al pelirrojo la cerveza para darle un gran sorbo a la misma, cosa que hizo que Jessie le mirara con desdén.
— Eres más infeliz de lo que creí — admitió jugueteando con uno de los mechones negros de Haze — Creí que te daría miedo matar al bebé.
— ¿Porqué debería darme miedo? — susurró de manera sumisa, dejando que sus feromonas inundaran de lleno aquella habitación, cosa que hizo que el pelirrojo se fuera sobre él para mirarle a los ojos con deseo absoluto.
— Carajo, tu aroma me vuelve loco — gruñó con voz ronca, haciendo reír de lado al pelinegro de manera juguetona.
— Lo sé — admitió pasando su mano por el pecho ajeno — Ahora fóllame, Jessie, quiero que me obligues a gemir tu nombre.
— No me lo digas dos veces — dicho esto, empezó a quitarse la ropa rápidamente, acción que el pelinegro replicó, y apenas terminó de hacerlo, se lanzó sobre el pelirrojo para frotarse contra él y empezar a besarle por todo el cuerpo, cosa que acabó por desquiciar completamente a aquel sujeto de ojos verdes.
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— ¡¡Ahh, ay Jessie!! — gritaba bruscamente ante los certeros golpes que daba el pelirrojo contra su cuerpo, haciéndole temblar con cada embestida suya — ¡¡Ay qué rico, Jessie, por favor no pares!!
— Mierda — gruñó sacando la lengua y viendo embelesado la silueta del pelinegro debajo suyo, sonriendo con malicia a medida que iba acelerando su vaivén — Mgh, menos mal que ya estás de encargo, porque juraría que estoy por embarazarte de nuevo.
— ¡N-No digas esas cosas! — clamó cubriendo la boca ajena con su mano — S-Solo sigue, por favor, n-no quiero caminar mañana, Jessie.
— No vas a hacerlo, Cherry, eso es una promesa.
Dicho esto, empezó un vaivén mucho más tosco que hacía temblar y gritar al chico pelinegro debajo suyo, quien le arañaba el pecho y arqueaba todo su cuerpo ante el más mínimo roce de su piel con la de Jessie.
— ¡¡Ahh, Jessie!! — gritó al sentir corriente del orgasmo atacándole, cosa que le obligó a venirse sobre la piel del pelirrojo, acción que Jessie replicó, aunque este tomó las muñecas de Haze y empezó a morderlas con mucha fuerza.
— Mgh, mierda — jadeó lascivamente mientras el orgasmo poco a poco le iba abandonando, al mismo tiempo que iba al cuello de Haze para lamerlo y besarlo lascivamente.
— Quiero más — gimoteó echando la cabeza hacía atrás y dejando que Jessie le lamiera a sus anchas.
— Mañana trabajo — le dijo al oído — Debemos dormir.
— No quiero dormir — susurró mirándolo fijamente a los ojos de manera suplicante — Por favor, Jessie; no podré dormir si no me lo haces otra vez.
— Tendrás que masturbarte, cielito, pero yo debo trabajar — trató de apartarse de él, pero el pelinegro le tomó de los hombros para evitar que se apartara de él.
— ¡Por favoor!
— Mgh, normalmente me gusta tu lado insaciable, pero hoy eres una molestia — dijo con fastidio, para sujetarle de los hombros y jalarlo hacía él, quedando de esta forma debajo de Haze, mientras este se sentaba en su regazo — Muévete tú, igual mañana solo te la pasarás durmiendo, da igual si te cansas o no.
— Bueno — gimoteó para empezar a moverse con dificultad sobre el cuerpo de Jessie, gimiendo por debajo cada vez que bajaba por completo las caderas — ¡Ah, d-duele!
— Es normal — afirmó golpeando uno de los glúteos ajenos, logrando que Haze gimiera con fuerza — Anda, tú querías esto, no te veo moverte.
— ¡A-Ah, J-Jessie! m-mi alfa — gimoteó débilmente.
— ¿Tu alfa? — preguntó maliciosamente, tomando las mejillas ajenas para apretarlas con fuerza — Qué curioso, no tenía idea de que fueras mi dueño, Cherry.
— ¡Ah, Jessie! ¡duele, m-me duele!
— Maldición — bufó para sujetar las caderas ajenas para obligarlo a subir y bajar rápidamente — Mgh, ¿porqué empiezas algo que no vas a terminar, eh?
— ¡¡Ahh, ay por Dios, Jessie, más rápido por favor!! ¡¡dame más rápido!!
— ¿Qué dijiste hace poco? — preguntó besándole el cuello lentamente.
— Mi alfa — repitió sacando la lengua — Mío, ¡mío!
— Qué cosita tan sexy — dicho esto, se fue sobre el pelinegro para continuar con aquel desenfrenado vaivén, perdiendo por completo la noción del tiempo, lo único que le importaba era los estridentes gemidos que salían de la boca del chico de ojos azules.
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06:27 marcaba el reloj de la sala, le faltaban veinte minutos para irse al trabajo, pero a él poco o nada le importaba eso, o bueno, dejó de importarle hace un tiempo, ya que ahora solo le importaba mantenerse pegado al cuerpo de Haze y seguir besándole y lamiéndose el cuello, disfrutando de oír los suaves gemidos que este soltaba ante cada jadeo, y que condensado con el exquisito olor de sus feromonas, enloquecía por completo al pelirrojo.
— Carajo — suspiró mirando fijamente los ojos azules de Haze — Por tu culpa mi jefe me matará.
— Dile que estás en celo.
— No puedo, aún en celo debemos ir a trabajar.
— ¿Qué? ¿y-y cómo hacen con... ya saben?
— Supresores y agua fría, además de trabajar alejados de los omegas — explicó con fastidio, pasando su mano por la espalda del pelinegro, aprovechando que lo tenía acostado encima suyo — ¿Y tú, no consigues trabajo por tu asma?
— No — respondió acariciando el pecho ajeno, era la primera vez que ambos platicaban de esa manera, normalmente luego del sexo ambos se quedaban dormidos, y para cuando despertaba Jessie ya se había ido a trabajar, una clara señal de que él debía marcharse también.
— ¿Y qué tan aguda es tu condición?
— Bastante — murmuró deslizando su dedo por las cicatrices en el pecho de Jessie — Tan solo estar afuera cuando hace frío me hace daño, casi muero por eso a los seis años.
— Qué fuerte — dijo mientras alzaba las cejas y veía fijamente el techo de su casa — A mí casi me mata mi padre a los catorce.
Dichas palabras lograron que el pelinegro alzara la mirada y viera a su acompañante con curiosidad.
— Él era alfa igual que yo, y no le gustó en absoluto que su territorio fuese invadido por otro — admitió con algo de desdén en su hablar — Fue tan solo una semana después de mi revelación, llegó ebrio del bar y me atacó como si realmente me hubiera querido asesinar, desde ese día me fuí, y no tengo planeado volver.
— Lo lamento — susurró débilmente, sonrojándose al ver la cálida sonrisa que el pelirrojo le dedicó.
— Desde entonces me prometí que no sería un bruto como él, y eso incluía el no maltratar a mi hijo, si llegaba a tener uno, por eso me asusté cuando supe que te embarazaste.
— ¿Enserio eres capaz de abandonarme, Jessie? — preguntó con debilidad, logrando que el pelirrojo le mirara curioso.
— ¿De qué hablas?
— Trataste de irte, i-ibas a dejarme.
— Pero me arrepentí al minuto de pensarlo bien — aclaró rozando sus labios con los de Haze — Adoro coger contigo, Cherry; este pequeño problema no hará que quiera soltar a mi compañero de celo tan fácilmente.
— ¿Lo prometes?
— Te doy mi palabra — afirmó acariciando el cabello ajeno — Por cierto, debemos pensar en qué haremos con eso.
— Dijiste que podíamos fingir que no estaba ahí — dijo con molestia.
— No podemos fingir por siempre — admitió con algo de frustración, alertándose al sentir cómo el pelinegro hundía la cara en su cuello y se aferraba a él con algo de fuerza — ¿Cherry?
— Estoy cansado — susurró débilmente — Déjame descansar un minuto.
Jessie frunció el ceño con curiosidad ante la rara actitud de su acompañante pelinegro, pero solo suspiró por debajo y le dejó reposar en sus brazos, al mismo tiempo que deslizaba sus manos por cada rincón del cuerpo ajeno, sintiendo un raro cosquilleo al notar el pequeño bulto en el abdomen ajeno, bulto que le generaba una preocupación e inseguridad abrumadora, pero que, empezaba a tener un raro sentimiento encontrado con respecto a él.
Continuará <3
Por favor no olvides votar y comentar si te ha gustado el capítulo, eso me ayudaría mucho; recuerda que puedes leer el libro original "Lo Que Dice El Corazón" aquí mismo en Wattpad sin ningún problema <3
- Gema.
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