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El agradable aroma a café recién preparado, los apetecibles postres de distintos sabores y tamaños, y los platillos que yacen dentro de las vitrinas. Inundan no solo el lugar sino además toda la calle, tentando a toda persona a pasar dentro y disfrutar de un buen servicio y aperitivo...
En una de las mesas situada a un rincón, justo a lado de la ventana, con vista perfecta a un hermoso cerezo. Dos jóvenes, uno rubio con un mechón negro y otro peliverde con adorables pecas adornado sus mofletes, pasan la mañana bebiendo una de las populares tazas de café que ofrece el local...
Oh, bueno solo uno de ellos... quien tiene la vista fija hacia al árbol, cuyas flores caen lentamente al césped, mientras el otro le observa con nerviosismo
— Estas seguro que no quieres...
— Muy seguro – le interrumpe Izuku, quien deja de ver el cerezo para verlo a los ojos con una sonrisa
Denki, no muy convencido del todo agita su pie con total inquietud, tratando de quitar su nerviosismo vuelve a beber de la taza, pero estaba vacía, de todas formas la embroca esta beber la última gota que desliza en el fondo. Izuku lo ve divertido
A diferencia del rubio, el peliverde se ve calmado y tranquilo, o es lo que aparenta, no ha dejado de frotar sus manos una con la otra o morder sus labios ligeramente de manera disimulada que ninguna persona por más cerca que estuviese de él se daría cuenta, pero no para Denki quien lo conoce bastante bien y dichos gestos solo le inquietan más
— Si es por las practicas las puedo posponer – expresa apartando la taza a un lado, intentando de convencerle de quedarse. Izuku niega agitando sus rizos
— No, lo has postergado demasiado tiempo, debes regresar – dice Izuku bajando la mirada, Denki frunce ligeramente el ceño
— No! - ahora es el rubio quien niega agitando sus cabellos – no son importantes..., no como tú Izu...
El peliverde le mira con ternura, toma con suavidad ambas manos del rubio
— Muchas gracias por preocuparte, pero estaré bien – mucho antes que Denki refutara, se adelanta – si pasa algo se lo diré a Ochako
Denki, un tanto inseguro se pone a pensar, luego de un rato suspira y asiente derrotado
— Bien... pero me avisas de todos modos, un mensaje, una llamada y vengo corriendo... ¿okey...?
— Okey – ladea su cabeza, sonriendo de lado – ahora ve se te hace tarde
Izuku apresura a Denki quien asiente, pone de pie y coge su bolso
— Adiós Izuku
— Adiós
Despidiéndose con un beso en la mejilla, Denki fue hacia la salida. Habiendo avanzado unos pasos voltea disimuladamente atrás y al notar que Izuku ha vuelto la mirada a la ventana se detiene un segundo y hace una seña llamando la atención de la mujer que atiende el mostrador, al recibir un asentir de la fémina se siente un poquito más tranquilo y retira de la cafetería
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Pasaron uno, dos, tres minutos y asi hasta llegar a la casi 30 minutos de la hora acordada. Tal parecía que la cita del peliverde no era una persona muy puntual que digamos. Ochako, en aquel tiempo transcurrido no quito para nada los ojos, a excepción al tener que atender a los clientes, de Izuku que seguía con vista afuera
Llego a pensar que nunca llegaría aquella cita hasta que el tintineo de la campanilla, que colgaba arriba de la puerta llamo su atención, había llegado por fin el hombre. Izuku levanto su mano llamado la atención al recién llegado quien devolvió el saludo
La castaña observaba atenta cada movimiento del hombre, al igual que un gato acechando a un ratón, aunque en este caso era uno muy feo a su parecer, porque en serio quien en su cabeza se le ocurre vestir camisa tipo militar, un buzo extremadamente grande, que parecía en cualquier momento iba a caer de color amarillo chillón con estrellitas de colores en los bordes
Sintió sus ojos doler de tan solo verlo y no fue la única los demás también apartaron la mirada
Pero quitando de lado como vestía, algo en su interior decía que iba a pasar algo y no era nada bueno, haciendo caso a su sexto sentido estuvo por de dejar su puesto e ir junto a Izuku de no ser por la voz de su jefe y pareja Iida la detuvieron
— Uraraka, te necesitan en la cocina yo atenderé a los clientes
— Eh? P-pero? – sin más fue jalada a la cocina a pesar de sus quejas
El recién llegado, se acercó a la mesa donde encontraba Izuku, estando casi cerca de esta se detuvo, la sonrisa de galán que tenia al entrar por la puerta se le borro por completo al observar con más detalle al peliverde o.... más bien donde se encontraba sentado... una silla de ruedas. Izuku dejó de sonreír y bajo la mirada, siempre era lo mismo cerro los ojos esperando lo que tenga que pasar
— Esto es una broma verdad? – hablo el individuo después de unos segundos de silencio, al no recibir respuesta alguna del peliverde solo un leve temblor, rio por lo bajo – ja... jaja... vaya mierda
Terminando rápido y como sea el asunto de la cocina, al salir quedo quieta al ver al peliverde con lágrimas en los ojos. La sangre de Ochako empezó a hervir
— Iida..., para quien es el café y tarta? – pregunto colérica, pero con tono muy bien disimulado a su pareja ignorante de lo ocurrido
— Para la mesa seis por - sin dejarlo terminar arrebató el pedido de golpe, al ver como la rata de alcantarilla iba a la salida
— La voy a entregar yo, entra a la cocina ya solucioné el problema
Abandonando el mostrador acerco a la mesa seis, y en un "descuido" tropezó dejando caer todo el contenido, dos tazas de café junto una tarta de cerezas, sobre el aquel canalla
— AH! ¡¿MALDITA QUE NO VES?! – bramo colérico sacudiendo su ropa con brusquedad
— AY! Perdón, cuanto lo siento señor – respondió "muy apenada", trato de ayudar quitando los restos de tarta de la camisa blanquecina, pero solo llego a embarrarlo el doble
— QUITA! – volvió a gritar apartando las manos de la castaña de un manotazo – FIJATE POR DONDE VAS CIEGA! – exclamando empujándola a un lado y salió echando humos de la cafetería. Ochako reía por dentro
— Te mereces eso y más por hacerlo llorar maldita cucaracha – susurro
Su plan en si era que el contenido cayera en los pantalones y no en la camisa, pero algo era algo, aunque fue una verdadera lástima haber tenido que desperdiciar tan apetitosa comida en ello, pero fue por una buena causa...
Saliendo tarde de la cocina alarmado por el escándalo y ver el desastre en el suelo, Iida se acercó rápido a la castaña quien limpiaba sus manos en su mandil quitando los restos de la tarta entre sus dedos
— Ochako, estas bien? ¿Te lesionaste?
La interrogada negó con un leve gesto de mano
— Solo me tropecé, no es nada – respondió tranquila, desvió su vista de Iida hacia a Izuku, que secaba sus lágrimas en ese momento – Iida... me voy a tomar un pequeño descanso – hablo con voz baja
— Lo sabía, te lastimaste
— Qué? No, es... es algo más importante...
Iida no comprendió hasta que fijo su vista hacia donde miraba Ochako, solo entonces lo entendió
— Tomate el tiempo que desees – expreso acomodando sus lentes. Ochako asintió
— Gracias cariño, te lo compensare en la noche – diciendo lo último en voz baja, pero lo suficiente como para escucharla, fue al mostrador dejando al peli-azul rojo cual tomate
Con la mirada baja Izuku veía con atención la mesa como buscando algo en ella, las lágrimas habían parado, pero las palabras del aquel hombre y otras personas seguían presentes en su mente
— No salgo con inválidos
— Eres lindo, pero...
— Quiero como pareja a alguien sano y no algo como tú
— Lo siento me tengo que ir, ocurrió algo
— Me confundes con alguien más lo lamento
— Si hubiera sabido que eres un asqueroso lisiado no hubiera perdido mi tiempo contigo!
¿Por qué siempre era lo mismo? Ni bien lo veían, aunque ni siquiera a él sino la silla, huían rápido como si fuera un apestoso zorrillo, no sin antes decir algo claro está
Es que acaso era demasiado pedir conocer a alguien y ser solo amigos. ¡Porque si! Izuku iba a cada "cita" para conocer y hacer amigos no para estar en una relación o tener una pareja, aquello era un tema que... aunque paso por su mente en algún momento la desecho. Cierto que tenía a Denki y Ochako como amigos, aunque más que amigos los consideraba más como los hermanos que nunca tuvo
Un tintineo lo sacó de sus pensamientos, alzando la mirada vio sobre la mesa, antes vacía, un capuchino acompañado de un pastel de fresas, su favorito, y a su lado Ochako vistiendo con ropa informal dedicándole una graciosa mueca, Izuku reprimió una risa ante el gesto de la castaña
— Gracias – agradeció volviendo a sonreír
Ochako sabía cómo subirle el ánimo, al menos un poco. Aun así..., eso no devolvió el brillo perdido ese día de aquellos bellos ojos esmeraldas...
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