➹➷A través del Tiempo➹➷
Los susurros del bosque eran persistentes y tenebrosos, casi al punto de causar temor e inquietud a quien caminara por aquel terreno tan tarde en la noche, pero Eri aun así estaba allí aterrada y desesperada por encontrar el camino de regreso a casa. Después de todo fue muy tonto de su parte apostar con sus amigos a pasar una noche en ese bosque de los infiernos conocido por todos y a la vez temido a causa de ser el culpable de las extrañas muertes y desapariciones que han estado sucediendo en los últimos días.
-Solo a mí se me ocurre aceptar tremenda estupidez.-Murmuró la chica para sí misma, frotándose sus hombros en busca de un poco de calor por la fría y constante brisa.-Debí quedarme en casa, mi abuela debe estar tan preocupada.-Susurró Eri con la vos temblorosa a causa del frío y la preocupación.
Continuó avanzando a través de los robustos y torcidos árboles que daban una mala impresión a los ojos de la noche.
La preocupación y la inquietud invadían cada vez más a Eri quien deseaba con todo su ser poder regresar ahora mismo a su acogedora y humilde casa. Sus pasos eran débiles y retraídos, su respiración era pesada y sus ojos comenzaban a cristalizarse. Pero quien sería tan tonto como para avanzar por ese bosque sabiendo los peligros que podrían estar escondidos entre las sombras.
Aquella chica se reusaba a creer en las historias que su abuela siempre le contaba sobre el bosque de Sylvaine simplemente creía que era algo sacado de la imaginación de su anciana y dulce abuelita. Claro, después de todo, seres como los hombres, lobos, hadas, decepción, duendes o vampiros eran una completa mentira creada por los mismos seres humanos.
Eri estaba agotada de dar vueltas por el mismo lugar y no encontrar una salida, así que simplemente se tomó un tiempo para descansar. La chica se sentó a los pies de un robusto árbol que sobresalía en medio de los torcidos árboles a su alrededor y cerro sus ojos deseando que mágicamente fuera trasportada a su casa.
Pasaron unos largos minutos en los que el silencio y la calma reinaron en los alrededores del frondoso bosque, logrando que la tranquilidad recorriera el cuerpo de Eri. Aquella paz era relajante y embriagadora, o así fue hasta que los arbustos comenzaron a sacudirse alarmando a la chica que dio un pequeño brinco de la sorpresa.
Aquellos arbustos se sacudían violentamente dando a entender que algo o alguien estaba a punto de salir de ahí. La chica se levantó despacio y tomo lo primero que encontró que resultó ser una rama que ni siquiera servía para defenderse antes de que eso sucediera, simplemente terminaría partiéndose en dos.
-Qui-quién está ahí estoy armada y sé usarla.-La vos de la chica salió temblorosa, resaltando más de lo que quería su miedo.
Dando unos pasos hacia adelante, sujetó con fuerza la rama entre sus manos temblorosas, esperando lo peor. Aquella cosa saltó sobre ella, haciéndola caer hacia atrás mientras gritaba desesperada al punto de llorar.
Pensó que era su fin y que aquella cosa se la comería viva, pero esos pensamientos solo duraron unos segundos hasta que una mojada y pequeña nariz olfateo su rostro. Abriendo levemente sus ojos descubrió que su agresor no era más que un pequeño y adorable conejito que seguramente estaba más asustada que ella en ese momento.
-Solo es un conejo.-Suspiró aliviada mientras se levantaba y cargaba al pequeño conejo entre sus manos.-Me diste un gran susto pequeñín.-Le acarició su nariz suavemente logrando que el conejo se removiera incómodo y terminara escapando.
Eri no pudo hacer más que reírse de su propia tontería decidida a mejor relajarse porque después de todo aquel solo era un simple bosque con demasiados árboles torcidos.
-Bien, es hora de regresar a casa.-En un tono decidido, la chica tomó rumbo hacia la salida que esperaba encontrar antes del amanecer.
Ahora, con un mejor ánimo, la chica continuó caminado mientras tarareaba una canción que había recordado de repente. El clima se sentía menos pesado y la luna llena comenzaba a aclarar todo a su paso.
Eri se detiene de repente al sentir como si alguien la observara mirando a sus alrededores por simple precaución, pero al ver que no había nadie simplemente decide seguir avanzando pensando que simplemente era algún animal de los alrededores o eso creyó hasta sintió como una presencia de un aura tenebrosa e impotente estaba a sus espaldas.
Ni siquiera tuvo tiempo de girarse o correr porque aquel sujeto la tomó por el hombro con demasiada fuerza, logrando que la chica soltara un fuerte grito. Aquel ser enterró sus uñas en el hombro de Eri, la chica se quejó por el intenso dolor que recorría su cuerpo, era como un veneno que la paralizaba y provocaba ardor en sus venas. La criatura soltó a Eri dejándola caer al suelo. Intento levantarse y huir, pero sus piernas no respondían, comenzando a desesperarla cada vez más.
La chica giró su rostro con temor hacia aquella criatura, ahogando un grito al ver su forma.
Era algo sorprendente y aterrador, una criatura que no tenía ojos, su cuerpo era el de un ser viscoso y tenía garras afiladas, su rostro era el de un humano pero más demacrado, llegando a casi parecer una carabela. La criatura se acercó a gran velocidad hacia Eri, pero ya en ese punto su cuerpo había perdido toda su fuerza y lo único que podía hacer era llorar.
Eri solo podía pensar en su abuela y que muy pronto sería su fin, todo terminaría y ni siquiera pudo despedirse de sus seres queridos. Tenía miedo, quería gritar y no podía, deseaba huir, pero sus piernas estaban inmóviles.
La criatura se abalanzó sobre ella, pero no pudo llegar a atacarla cuando alguien más tomo a aquel ser por el cuello, apretándolo sin piedad hasta romperlo. La criatura se hizo cenizas desapareciendo. Eri agradeció en su mente al extraño hombre de figura impotente frente a ella, aunque no estaba seguro de si podía confiar en él.
Aquel hombre se giró agachándose frente a Eri. La chica lo observo con una mirada desconfiada, logrando que él captara su incomodidad.
-Tranquila, no voy a lastimarte, ya estás a salvo.-El tono de aquel extraño era embriagante y seductor a los oídos de Eri logrando tranquilizarla mientras él la cargaba como si fuera una flor delicada entre sus brazos.
Aquel hombre comenzó a caminar con Eri entre sus brazos. Su presencia era intimidante, pero algo en él le daba paz a aquella chica que minutos antes estuvo a punto de morir. Eri cerró sus ojos lentamente, embriagada por el aroma cautivador del extraño, y su respiración comenzó a ser más pesada y tranquila hasta quedar inconsciente entre los brazos de aquel extraño.
El sol comenzaba a entrar por las ventanas, bañando con su calidez todo a su alrededor. Eri abrió sus ojos y suspiro a aliviada, por fin había vuelto a casa, no sabía como, pero en verdad se sentía feliz. Quizás se había desmayado y sus amigos la encontraron llevándola a casa. Tenía tantas ganas de ver a su abuela.
Aún tenía recuerdos sobre haber visto una criatura aterradora que le hizo una profunda herida en su hombro, pero solo pensaba que había sido un sueño. O eso creyó hasta que se estiró, sintiendo una fuerte punzada en su hombro izquierdo, retrayéndose por el intenso y persistente dolor.
Miro a su alrededor y se dio cuenta de que esa no era su habitación y la ropa que traía puesta no era de ella. Si es que eso se le podía llamar ropa porque simplemente era una camisa que le quedaba algo ancha a la chica. Observo debajo de la camisa suspirando tranquila al ver que aún llevaba ropa interior y también una venda en su hombro.
Al parecer su encuentro con aquella criatura no fue un sueño.
-Entonces todo fue real.-Murmura Eri cabizbaja.
-Claro que no fue un sueño que pensabas niña.-Replico un chico de piel pálida y cabello oscuro como la noche entrando a la habitación.
-Que, pero porque estoy en tu casa.-Balbuceo la chica al ver la impotente e inexpresiva mirada de aquel extraño.
-Siempre haces tantas preguntas.-El chico rueda los ojos, acción que molesto a Eri.
-Solo preguntaba.-Eri abulto sus labios y se levantó de la cama mostrando su enojo creciente.
-Bonitas bragas de encaje.-Se burló con sorna el extraño.
Eri recordó que solo tenía una camisa encima de su ropa interior, por lo que se cubrió con las sabanas rápidamente.
-Deja de mirarme así perverso.-Le reclamó Eri volviendo a sentarse en la cama.
El chico soltó una fuerte carcajada y se acercó a la chica tomando su mentón con delicadeza, Eri al sentir el frío tacto se estremeció.
-Deja de quejarte niñita después de todo como crees que tienes esa camisa puesta.-Susurro el chico tan cerca de su rostro que sus respiraciones se mezclaron logrando que el corazón de Eri latiera como nunca antes y sus mejillas se sonrojaran. El chico sonrió de forma altanera alejándose de Eri al ver el efecto que causaba en ella.
-Cierra tu boca, no tienes el derecho de decirme esa clase de cosas.-Le reclamó Eri intentando sonar firme, pero solo se notaban sus nervios ante las provocaciones de aquel arrogante chico.
-Oh, acaso vas a usar ese tono conmigo.-Se burla él descaradamente, logrando que Eri lo mire con mala cara.-Ustedes los humanos son muy tontos.-La risa arrogante del chico resonó por todo el lugar.
Eri iba a responderle, pero se quedó pensando en esas seis palabras que salieron de entre los labios de aquel chico. ¿Acaso él no era humano porque decía algo así? Aquellos eran los pensamientos de Eri.
-Espera que quisiste decir con "Ustedes los humanos" acaso no eres humano.-Inquirió la chica con un leve tono de angustia en su vos.
El pelinegro paro de reír de repente aclarándose la garganta.
-No solo ya sabes cuando digo humanos me refiero a todos por mí también si eso.-El chico asintió muy poco convencido de su propio argumento.
El silencio incómodo reino unos segundos en aquella habitación. Ninguno de los dos se atrevía a decir algo, cada uno mantenía sus propios pensamientos sin emitir sonido.
Era tanto aquella incomodidad que el pelinegro sintió una gran necesidad romper el hielo y sacar conversación.
-Bueno, tienes hambre.-Murmuro él dejando de lado su actitud arrogante y altanera que minutos antes demostró.
Eri lo observo con detalle y asintió, pero un sonrojo cubrió todo su rostro, obligándola a apartar la mirada.
-Bueno, no es como que piense salir con solo esta camisa puesta, ¿verdad?.-Eri sonríe nerviosa mordiéndose su labio inferior mientras pega las sabanas a su cuerpo como consuelo a su poca cantidad de ropa.
El chico enarca una ceja para luego reír levemente.
-Como te lo explico, pero tu ropa ya no sirve de nada, ayer quedo toda manchada de sangre.-El pelinegro sonrió con incomodidad, como si aquel suceso en verdad lo dañara, más a él su mirada estaba perdida en algún punto fijo de la habitación y su labio inferior estaba entre sus dientes.
-Entonces que me pongo ahora.-Eri sonrió intentando no parecer preocupada, pero la simple idea de quedarse con esa camisa y tener que estar así todo el tiempo la está volviendo loca.
-Deja de pensar tonterías, eso sería incómodo para los dos que estés con una camisa por todo el lugar.-Se queja el pelinegro, pero de repente se retracta, no es como si quisiera que la chica se enterara de su secreto más bien no debía ni estar allí.
-¿Cómo sabías qu-?
-Era obvio que creías.-El chico rueda los ojos y se acerca a la puerta, puedes usar mi ropa si quieres ya deja de molestar.
Sin más que decir, salió de la habitación serrando de un portazo aquella puerta sin ningún toque de delicadeza, dejando sorprendida a Eri por la dualidad de aquel chico.
Eri se levanta revisando que aquel chico no vuelva a abrir la puerta y busca algo cómodo en el armario frente a ella, decidiendo al final solo usar un Hoodie y unos pantalones holgados.
La chica se quitó lentamente la camisa desabotonando cada uno de los botones observando en el espejo del armario observó unos minutos la venda en su hombro izquierdo y todos los recuerdos de la noche anterior llegaron a su mente, pero decidió mejor no pensar en eso y descubrir un poco más sobre aquel chico la curiosidad la estaba matando. Acaso él era también un ser sobrenatural de ese bosque o solo era un chico solitario pero demasiado arrogante.
Eri bajó las escaleras llegando al segundo piso, atravesó la sala de estar y llegó a la cocina compartiendo miradas con el pelinegro al sentarse frente a él.
-Tenías que ponerte mi ropa favorita, ¿qué no había algo más en el armario?.-El chico la miro mal y se levantó de la mesa para sacar un plato de huevos con tocinos para la chica.
-No lo sabía, es cómodo, así que no me lo quitaré.
-No te enojes, espera.-Eri lo frena cuando ya están frente a la puerta.-Déjame quedarme un poco más hasta que me cure, no es necesario que me eches de esa forma.
Sunghoon suspira y alza sus brazos en forma de paz.
-Bien, pero solo será por unos días no quiero tener que pasar cuidando de una tonta niña como tú toda mi vida.-Sunghoon mira hacia otro lado resaltando su indiferencia en su tono.
Eri sonríe y camina hacia la sala de estar poniéndose cómoda en el sofá.
-Oye, no seas confianzuda que te haya dejado quedar, no significa que puedas hacer y deshacer como te dé la gana.-Se queja Sunghoon demostrando su incomodidad y molestia.
Eri lo observa por unos segundos y su mirada decae.
-Dime algo, ¿aquella cosa que era?.-Murmura Eri bajando la mirada.
Las manos de Eri se presionaron con algo de fuerza en el Hoddie y su respiración se volvió acelerada. Solo recordar como aquella cosa la atacó sentía de alguna forma como si su cuerpo se congelara y el miedo la invadiera.
Sunghoon suspiro y se sentó al lado de Eri mirándola con algo de preocupación.
-Eri.-Sunghoon hizo una pequeña pausa echando su cabello hacia atrás con frustración.-Bueno, no es nada especial, deberías descansar, no te duele el hombro.-Sunghoon sonríe nervioso.
-Deja de intentar persuadirme.-Eri le reclama con tristeza.-En serio, criaturas como esas existen.
Sunghoon suspira y asiente mirando hacia otro lado.
-Mira, este bosque no es lugar para alguien débil y asustadiza como tú no deberías estar aquí.-Sunghoon la regaña alzando un poco su tono.
-Perdón, tienes razón, no debí haber entrado a este bosque.-La vos de Eri se quebró mostrando su vulnerabilidad ante Sunghoon.
El pelinegro la observo sintiendo el dolor de Eri abrumado por los pensamientos llenos de dolor que tenía la chica en aquel momento.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de la chica y comenzó a sollozar bajando su mirada. Sunghoon la observo intentando calmarla, pero no es como si tuviera experiencia en consolar a alguien.
-Creí que iba a morir y nunca volvería a ver a mi abuela.-Sollozo Eri entre hipos mientras hablaba.
-No comiences a llorar, tranquila niña.-Sunghoon intenta tocarla, pero se retrae.-Mira, lo bueno es que no paso nada grabe, muy pronto volverás a casa con tu abuela.-Sunghoon le sonríe intentando relajarla.
-Gra-gracias.-Murmura Eri limpiando sus lágrimas aun hipando un poco.
Sunghoon la mira intentando comprender por qué le agradecía.
-Por salvarme ayer.-Liz sonríe con su nariz algo roja, al igual que sus ojos por llorar.
Eri estaba agradecida con aquel chico, simplemente por eso, a pesar de la mala actitud que tiene Sunghoon, él ha hecho mucho por ella.
Eri no pudo esperar más y lo envolvió entre sus brazos intentando transmitirle su agradecimiento.
-Oye ¿qué haces?
Los nervios invadieron a Sunghoon provocando una pequeña grieta en aquella armadura que usaba ante todos para protegerse de sus propias emociones. Era extraño para él sentir calidez después de tanto tiempo. Aún un poco incómodo se dejó llevar por el abrazo y se relajó, le gustaba, pero nunca lo admitiría en vos alta o por lo menos no por el momento.
Las semanas pasaban y Eri ya se había recuperado por completo de su lesión en el hombro. Aunque al final no logró descubrir nada relevante sobre Sunghoon aquel chico solo era alguien amargado y arrogante que solo pensaba en sí mismo burlándose de ella todo el tiempo.
Pero algo sí había notado un collar que Sunghoon siempre llevaba consigo cada vez que salía en las mañanas, otro pequeño detalle sería la forma misteriosa en la que escapaba por las noches, incluso a veces sin regresar.
Si ese muchacho era todo un misterio para Eri. Ella deseaba descubrir su secreto, pero a la vez le aterraba.
¿Qué tal si Sunghoon era como esa criatura que la atacó aquella noche?
Sus propios pensamientos la contradecían y eso era tan abrumador y desesperante para ella.
-¡Hey!.-Sunghoon chasqueo sus dedos delante del rostro pensativo de Eri haciéndola reaccionar de golpe.
-Sucede algo.
Eri sonrió aún con su mirada perdida.
El pelinegro suspiro y negó aquella niña como solía llamarla él, lo volvía loco, era tan desesperante y tan cautivadora a la vez. Dos sentimientos contradictorios luchando entre sí, pero aunque Sunghoon no admitiera abiertamente lo que siente, se podía decir que había comenzado a tener una cierta atracción por la chica.
-Hace un rato que te hablo y no contestas.-Se quejó Sunghoon rodando sus ojos.-Deberías fijarte más en lo que te digo odio que los.-Sunghoon se detuvo para no decir algo que lo comprometiera.-Quise decir que odio a las personas como tú.
Llevando su mirada hasta algún punto fijo, evito por completo mirar los ojos curiosos de Eri.
La cascada, a solo unos pocos centímetros de ellos, relucía bañando el pequeño río de bellos arcoíris. Eri tenía ganas de nadar allí, pero sabía perfectamente que el amargado de Sunghoon se negaría o quizás no, pero le daba demasiada vergüenza preguntarle.
La causa del porqué ambos estaban allí era muy simple, Sunghoon estaba llevando a Eri de regreso a su casa, pero se detenía cada vez que podía frustrando e impacientando a la chica.
Ante los ojos de Eri, Sunghoon era simplemente un chico veinteañero, algo misterioso y nada más, pero de vez en cuando lo dudaba por la gran fuerza y agilidad que poseía él.
-Sunghoon.-Eri lo llama mientras observa el río. Sunghoon la observo sin mucho interés, pero parecía estar escuchándola.-Puedo nad-
-No.-Respondió tan rápido que dejó a la chica sorprendida.
A veces pensaba que podía leer sus pensamientos.
-Pero.
-No quiero ni quejas, ni lloriqueos y ni siquiera pienses hacer un berrinche.-La mirada de Sunghoon era seria.
Eri bufo mirando el río de brazos cruzados y de pronto una idea maliciosa se cruzó por la mente de la chica.
Con pasos lentos se acercó al pelinegro que la observó con una ceja enarcada. En cuanto estuvieron frente a frente, Eri llevo las manos hasta el pecho de Sunghoon acercándose demasiado a él, logrando que se tensara ante tan repentina cercanía. Sin esperar más, Eri golpeó el pecho de Sunghoon haciéndolo caer hacia atrás, pero el pelinegro fue más rápido y la atrajo hacia él, asiéndolos caer a los dos dentro del río.
Eri cayó sobre Sunghoon en el río de poca profundidad, terminando a horcajadas sobre el pelinegro. Su sonrojo era evidente, al igual que su mirada nerviosa. En cambio, Sunghoon la miraba mal sin ninguna expresión.
Su camisa blanca se volvió transparente a causa del agua, dejando a la imaginación su torso bien formado.
A diferencia de Sunghoon Eri no estaba tan mojada, pero igual la playera que le prestó el pelinegro se había arrugado al rededor de su cuerpo marcando sus curvas. Su cuello brillante por las gotas de agua que recibían la luz del cálido sol, lo hacían ver tentador y apetitoso ante Sunghoon que tan solo quería probar un poco del dulce sabor de la sangre de Eri, pero aun así se contuvo y la empujó de encima de él tirándola al agua.
-Que te pasa idiota.-Se quejó Eri ahora empapada.
-No te hagas la víctima, en primer lugar fuiste tú quien me lanzo al agua.-Murmuro entre dientes, aquella chica en verdad lo iba a volver loco.
El pelinegro salió del río y sin ninguna clase de vergüenza se quitó la camisa dejando ver su torso bien forma.
La boca de Eri se abrió ligeramente de la sorpresa, sacándole una risa engreída a Sunghoon.
-Oh, te gusta lo que ves.-Sonrió Sunghoon con arrogancia.
-Ya cállate, claro que no.-Grita Eri, pero sus mejillas se tiñen de rojo delatándola.
-Eres muy mala escondiendo tus emociones.
La sonrisa crece en los labios de Sunghoon al ver como Eri frunce el ceño y se levanta con frustración, pero sus pies la traicionan y termina resbalando cayéndose al agua de nuevo. Sunghoon soltó una carcajada que resonó en todo el lugar y Eri quiso que la tierra se la tragara.
Aun riendo, Sunghoon exprimió la camisa y volvió a colocársela terminando con la tentadora vista. Con pasos lentos se acercó a Eri y le tendió su mano para que la tomara. Algo dudosa, la chica la tomo siendo levantada por Sunghoon con demasiada facilidad.
Se miraron por unos segundos en los que parecían una eternidad, el corazón de Eri latía sin control transmitiendo aquella sensación de ansiedad y confort que invadió a Sunghoon dejándolo sin habla y absorto en la chica.
-Suelta mi mano.-Murmuro Eri mirando hacia otro lado rompiendo aquel intenso contacto visual.
Sunghoon se percató que aún tomaba su mano y la soltó tan rápido que parecía como si quemara. Pensaba en expresarle su descontento, pero su mirada se guio hasta un punto fijo entre los árboles, haciendo que Eri también mirara confundida.
La mandíbula de Sunghoon se apretó al igual que sus puños, sabía quién era la persona que los observaba y también sabia que su objetivo era Eri así que solo tomó a la chica de la mano nuevamente comenzando a caminar en dirección contraria hacia donde estaba el pueblo.
-¡Espera!-Lo freno Eri cuando se alejaron un poco del río.-¿Por qué estamos regresando a tu casa?
-No hagas tantas preguntas y camina.-Hablo Sunghoon demostrando la seriedad del asunto en sus palabras que demostraban inquietud.
-Sunghoon no voy a volver contigo.-Eri jalo de su mano intentando liberarse del agarre.
Al no entender la situación, Eri simplemente estaba empeorando las cosas haciendo que Sunghoon perdiera la poca paciencia que le quedaba.
-Deja de discutir.-Gritó Sunghoon sorprendiendo a Eri por la forma cruel en que la estaba tratando.
La chica iba a reclamar, pero fue demasiado tarde cuando de entre los árboles se abalanzó un lobo negro con intenciones de matar a Eri.
Sunghoon soltó a la chica que se tambaleó por la sorpresa y callo en el pasto cuando el pelinegro impidió que aquel lobo la desgarrara con sus afilados colmillos, recibiendo el ataque por ella.
A diferencia de otros lobos, aquel tenía un tamaño mucho más grande que uno común su pelaje era de un dorado bastante peculiar y sus colmillos eran grandes y afilados ahora encajados en el brazo de Sunghoon que parecía no sentir dolor ante la mordida.
Sunghoon se liberó de la mandíbula del lobo y le devolvió el golpe al canino lanzándolo con fuerza contra un árbol. Eri estaba sorprendida y ahora más que nunca consideraba la idea de que Sunghoon no era un humano, ya que ningún humano común tendría tanta fuerza para lanzar a un animal de ese tamaño tan lejos.
Aprovechando esa oportunidad, Sunghoon escapó con Eri atravesando los árboles. Si quizás se pudo haber quedado y acabado con aquel lobo, pero estando frente a Eri no podría descubriría al instante que no es un humano.
Mientras Eri corría junto a Sunghoon observó el brazo en el que el lobo segundos antes le había mordido, pero no había marcas de colmillos y ni siquiera sangre, era como si la herida se hubiera curado por sí sola.
Sunghoon podía escuchar el corazón agitado de Eri y sus pensamientos. Sabía que la chica noto como su brazo ya no estaba dañado, pero también sabía que el miedo la estaba consumiendo de solo imaginarse que ese lobo aun los estuviera persiguiendo.
La mano de Eri resbalo de entre la de Sunghoon y ella calló al suelo lastimándose la mano al apoyarse por la caída.
Sunghoon se detuvo y la observo algo preocupado.
-Que no puedes no lastimarte por un segundo.-Murmuro Sunghoon con fastidio.-Déjame ver eso.-Sin demasiado tacto levanto la mano de Eri observando la pequeña herida en la palma de su mano tensándose al ver la sangre brotar de esta.
-Me duele.-Se quejó Eri sollozando.
Sunghoon intentaba ayudarla, pero temía que su instinto saliera a flote y terminara lastimando a Eri. Pero el aroma de la sangre de Eri lo atraía de una forma anormal, no sabía la causa, pero se sentía cada vez más tentado a clavarle sus colmillos y eso no es lo que él quería.
-Confías en mí.-Susurro Sunghoon y la chica lo observo deteniendo sus sollozos.
-Qu-
-Solo dime.-Sunghoon la interrumpió desesperado.
Eri suspiro y lo observo a los ojos desde el primer momento en que lo vio, nunca estuvo segura de si era confiable o no, pero algo en ella le decía que aquellos ojos desesperados no mentían.
-Sí.
Sunghoon asintió sorprendido y se levantó cargándola entre sus brazos.
-Ahora cierra tus ojos.
El aliento cálido de Sunghoon le erizó la piel, estaba confundida, pero cerro sus ojos no quería discutir no en ese momento.
Sunghoon suspiró y comenzó a correr con ella en sus brazos, era cálido para el tenerla cerca y su necesidad de protegerla crecía cada vez más. Eri se aferró a su cuello sintiendo como la brisa despeinaba su cabello, sentía como si volara, pero tenía miedo a abrir los ojos y que Sunghoon la soltara. Ahora más que nunca quería descubrir la verdadera identidad del pelinegro.
El silencio reinaba por todos lados mientras Eri y Sunghoon estaban sentados uno al lado del otro en el porche de la cabaña.
-Sunghoon.-Murmuró Eri mirándolo fijamente.
El pelinegro giro su rostro y la observo enarcando una ceja.
-¿Eres un hombre lobo?-Pregunta Eri sin rodeos.
-Te volviste loca.-Sunghoon frunce el entrecejo.-De donde sacas esas cosas, claro que no.-Sunghoon hizo una mueca de disgusto.
Eri suspiró girando su mirada hacia otro lado, estaba preocupada por lo que podría suceder si ese lobo aparecía.
-Un licántropo.-Murmura Sunghoon captando la mirada curiosa de Eri.-Aquel lobo no era uno común, sino que era un licántropo.
Eri lo observó con sorpresa. Nunca pensó que los hombres lobos existieran. Pero en aquel punto ya no tenía ni idea de porque se sorprendía sabiendo que ese bosque era un total misterio para ella.
-Entonces.-Eri hace una pequeña pausa relamiéndose los labios.-Era tu enemigo o porque nos atacó.
-Te estaba buscando a ti.
La sorpresa y el miedo en el rostro de Eri era evidente. Solo pensaba en el gran lío que se había metido. Ahora también la perseguía un licántropo.
-Deja de poner esa cara triste, te ves fea.-Sunghoon menciono con una pequeña sonrisa en sus labios.
A pesar de su tono frío de siempre hoy quería reconfortar un poco a la pobre chica, aunque no la callera bien o eso quería creer.
-¿Qué?.-Pregunto Eri confusa.
Quizás estaba viendo mal, pero no podía negar que Sunghoon le había sonreído y le encantaba.
-No dije nada.-Sunghoon rueda los ojos pero está sonriendo.
Eri ríe y le da un leve golpecito en el hombro sorprendiendo a Sunghoon.
La chica pensó que se enojaría por la forma seria en que la miro, pero en vez de eso la atrajo hacia él envolviéndola en un abrazo. Eri se sonrojó cuando Sunghoon recostó su cabeza en el hueco entre el cuello y el hombro de Eri aspirando su dulce aroma.
Eri se relajó, pero entonces sintió como si Sunghoon no tuviera pulso y se asustó sintiéndose confusa.
-¿Pasa algo?.-Preguntó Sunghoon cuando noto su incomodidad, sabiendo ya cuáles eran sus pensamientos.
Eri negó y prefirió relajarse, ya que quizás solo era su imaginación.
El silencio reinó por todo el lugar, pero esta vez no era para nada incómodo, se sentía cálido para ambos estar cerca el uno del otro.
-Voy a protegerte.-Murmuro Sunghoon provocándole una sensación de felicidad a Eri.
Ambos volvieron a sumergirse en el silencio de la tarde, disfrutando de la compañía del otro.
Poco a poco los sentimientos de aquellos dos comenzaban a florecer, era como un lazo único que los unía, pero quién sabe tal vez el tiempo los una o los aleje. Todo dependerá de la forma en que sean sinceros el uno con el otro. Pero por ahora no pensarían en eso y dejarían que la calma de aquella tarde uniera sus corazones.
La noche comenzó a caer y con la misma Sunghoon salía por la puerta.
-¿Vas a algún lado?.-Preguntó Eri quién terminaba de tomar una ducha.
El chico se tensó girándose para enfrentar a la chica.
-No te incumbe.-Sunghoon sonríe de labios cerrados y vuelve a dirigirse hacia la salida.
Eri se acerca a Sunghoon y lo toma del brazo deteniéndolo. Sunghoon la observa enarcando una ceja.
-Que quieres.-Sunghoon frunce el entrecejo.
-Dime, por favor.-Eri pide la curiosidad, la estaba matando y no quería desconfiar de Sunghoon.
-Solo saldré un rato.
Sunghoon se suelta sin ser brusco del agarre y por fin sale de la cabaña perdiéndose en el bosque.
-Tonto.-Se queja Eri cerrando la puerta detrás de ella.
Eri tenía tanta curiosidad, pero a la vez confiaba en Sunghoon o eso creía.
Arrastrando sus piernas, subió las gradas y entró a su ahora habitación recostándose en la cama. Tenía tantas preguntas, pero sabía que Sunghoon no respondería ninguna de ellas.
Para Eri él era tan terco, egocéntrico y engreído, pero también podía ser amable cuando quería. Pero sobre todo para ella Sunghoon era lindo más que lindo, era guapo y transmitía un aura de sensualidad que la hipnotizaba.
Dejando fuera esos pensamientos sobre el pelinegro, Eri cerro sus ojos para luego de unos minutos caer en los brazos de Morfeo.
La madrugada callo logrando que el ambiente se volviera tenso bajo la luz de la luna llena.
Sunghoon se adentró a la cabaña limpiando la sangre de su boca con la manga de su camisa blanca manchando esta. Sus ojos oscuros habían tomado un color carmesí y sus colmillos relucían a la luz de la luna que entraba por las ventanas. Pues sí, aquel era uno de los secretos que le ocultaba a Eri y es el único que nunca le contaría. Sabía perfectamente que si lo descubría iba a huir de él y le comenzaría a temer.
-Sunghoon.-Eri quien había bajado por un baso con agua, se detiene al verlo de espaldas en la cocina.
Sunghoon se giró tragando duro al ver el miedo en los ojos de Eri en cuanto vio sus ojos rojos.
-Eri...
-N-no te acerques.-Eri dio unos cuantos pasos hacia atrás.
Tenía miedo, sí, pero más que miedo sentía decepción lo Sunghoon al no confiar en ella. Eri observo la sangre en la camisa del pelinegro pensando en lo peor y que sería la próxima víctima.
Eri dio pasos hacia atrás y salió corriendo, pero el pelinegro fue más ágil y la detuvo antes que escapara por la puerta acorralándola contra la misma. Eri cerro sus ojos aterrada, sin querer mirarlo a los ojos.
-¿Por qué no me miras?.-Pregunto Sunghoon levemente herido por su rechazo.-Ahora que descubriste lo que soy me temes, cierto.
Eri lo observa unos segundos, el color rojo en sus ojos no se ha desvanecido, pero ahora se ve menos como un depredador que solo quería atacar a su presa.
-Confía en mí.-Sunghoon toma su barbilla con delicadeza.-Nunca te lastimaría, Eri.
La chica lo miro cautivada por la forma en que su nombre salía de entre los labios de Sunghoon. Era la primera vez que aquel chico la llamaba por su nombre y a pesar del gran momento de tensión se sintió feliz.
-¿Por qué...? ¿Por qué me ocultaste algo así?.-Eri lo observa.
Sunghoon suspira y decide enfrentar la realidad y ser sincero sin tener otra alternativa.
-Tenía miedo de que me odiaras.-Sunghoon bajo la mirada.-Y no quería eso ni aunque pasar mil años te lastimaría Eri, nunca lo prometo, créeme por favor.-Sunghoon se sinceró sonando desesperado.
Eri no sabía si estaba mintiendo, pero se sentía feliz de saber que aquel chico nunca tuvo unas malas intenciones con ella.
-Te creo.-Eri sonríe y le acaricio la mejilla.
Sunghoon se dejó llevar por el cálido tacto de la suave mano de Eri cerrando sus ojos.
Se sentía feliz después de mucho tiempo sintiendo una atracción por Eri que nunca antes había experimentado por alguien más.
Alejándose de la mano de Eri se acercó al rostro de la chica sintiendo como se le aceleraba la respiración. Sunghoon río al saber que provocaba algo en ella, no espero más y le dio un cálido beso. Eri se sorprendió, pero luego de unos segundos correspondió el beso que cada vez se volvía más intenso.
Poco a poco la pasión y la excitación recorrió el cuerpo de ambos. Sunghoon se separó y le sonrió, las mejillas de Eri se tornaron de un intenso carmesí, la vergüenza y la excitación recorrían su cuerpo. Nunca antes había sentido algo así y aunque estaba algo insegura, debía admitir que no le importaría someterse a sus deseos y entregarse a Sunghoon.
La ropa comenzó a caer y desapareció del cuerpo de aquellos amantes entregados al placer. Aun entre besos acalorados, Sunghoon tumbó a Eri sobre el sofá besando su cuerpo con frenesí. Comenzó dejando cálidos besos en sus labios, avanzó hasta su mandíbula y dejo una pequeña marca de amor, cuando estuvo en su cuello se quedó allí unos segundos respirando el dulce aroma de la chica. Sunghoon bajó hasta sus pechos y los besó, admirándolos con devoción, lamió uno de sus pezones, sacándole suspiros a Eri. El pelinegro siguió con sus besos húmedos llegando hasta su vientre donde dejo pequeñas mordidas que lograron sonrojar y estremecer a Eri.
Sunghoon llegó hasta su intimidad besando sus muslos mientras se acercaba cada vez más a su núcleo húmedo. Rozó la punta de su lengua en el clítoris de Eri sacándole un gemido, Sunghoon sonrió al saber el efecto que causaba en ella. Se sumergió en la intimidad de la chica lamiendo y chupando sus pliegues, su fría lengua entrando y saliendo de su pequeño agujero empapado. Eri se aferró al cabello de Sunghoon echando su cabeza hacia atrás.
Los gemidos de Eri llenaban la habitación mientras Sunghoon la llevaba hasta la cima del placer. Eri apretó sus muslos sintiendo como un nudo se formaba en su estómago, Sunghoon se detuvo al notar como Eri estaba a punto de correrse.
-¿Por qué te detuviste?.-Murmuro Eri con la respiración agitada.
Sunghoon se levantó y le extendió su mano.
-Sígueme.-Le sonrió de forma tan dulce que no parecía que ni parecía minutos antes había estado entre los muslos de la chica.
Eri tomo su mano siendo guiada hasta la habitación de Sunghoon. Cuando estuvieron dentro, Sunghoon la beso nuevamente, llevándola hasta la cama perfectamente tendida. La excitación crece en el ambiente mientras Sunghoon besa todo su cuerpo dejando ligeras marcas que luego tomarán un color violeta.
Sunghoon se separa y la mira a los ojos acariciando su rostro angelical.
-¿Estás segura de esto?.-Le pregunta él deseoso por tenerla solo para él.
Eri se sonrojó y miró hacia otro lado.
-Soy...
-Lo sé.-Sonríe Sunghoon soltando una leve risa.-Se que eres virgen.-Susurra cerca de sus labios y la besa.-Prometo hacerte sentir bien, confía en mí, nunca haría algo que no desees así que si en algún punto deseas que me detenga lo haré.
Eri se sonrojó escondiendo su rostro en el cuello de Sunghoon.
-Está bien... Quiero que sigamos.-Eri sonríe tímidamente mirándolo ahora a los ojos.
Sunghoon sonríen y la besa acariciando su vientre mientras baja a su cuello, comenzando a dejar un camino de besos desde ese punto hasta sus muslos y subió nuevamente. Eri jadeo entregándose a las nuevas sensaciones que Sunghoon lograba provocar en su cuerpo. Sunghoon pasa sus fríos dedos por la delicada piel de Eri logra do que se estremezca bajo su toque.
-Sunghoon.-Eri dijo su nombre mirándolo a los ojos con súplica y excitación, ya no podía soportar más, quería que Sunghoon la poseyera por completo.
El pelinegro observó el estado desesperado de su amada y se posicionó entré sus piernas acercando su miembro erecto a su entrada dándole una última mirada, comenzó a empujar su grueso miembro dentro de la chica algo preocupado por lastimarla. Eri sentía como poco a poco el dolor se comenzaba a transformar en excitación.
-Puedes, moverte.-Pidió Eri con sus mejillas rojas.
Sunghoon se acercó a su odio y le susurró.
-Lo que mi princesa quiera.-Mordió el lóbulo de su oreja y comenzó a moverse despacio dentro de la chica.
Eri se retorció de placer dejando escapar sus gemidos que se mezclaban con el nombre de Sunghoon.
Sunghoon aumenta cada vez más sus movimientos, logrando que Eri lo abrase mientras gime y lloriquea deleitando a Sunghoon.
El pelinegro la penetra con fuerza mientras esconde su rostro en el cuello de Eri.
La necesidad de alimentarse invadió nuevamente a Sunghoon mientras la escucha gemir sin poder evitar querer probar solo una vez el dulce sabor de su sangre.
-Puedo.-Pide dejando besos en el cuello de Eri ella asiente sabiendo perfectamente que es lo que quería el pelinegro.
Eri podía escuchar el chasqueo de la lengua de Sunghoon sus dientes, su cálido aliento rozando su cuello. Pudo sentir el suave y tembloroso roce de los labios de Sunghoon en la piel de su cuello, sintiendo como sus afilados colmillos se detenían ahí. Eri cerro sus ojos sintiendo el éxtasis recorrerla con su corazón palpitante esperando a que Sunghoon prosiguiera.
Sunghoon comenzó a sumergir sus colmillos en la delicada piel del cuello de la chica, deleitándose por la forma en que la sangre comienza a manchar su cuello. Eri se queja y aprieta el cabello de Sunghoon. En cuanto Sunghoon comienza a succionar y beber su sangre. Eri siente como el dolor punza en su cuello, pero poco a poco comienza a disfrutarlo.
Sin dejar de penetrarla, Sunghoon sigue deleitándose con el sabor de su sangre, era tan duce como lo imaginaba. Paso su lengua húmeda por el cuello de Eri recorriendo los últimos hilos de sangre que manchaban su piel.
El cuerpo de Eri se estremeció anunciando lo cerca que estaba de su orgasmo. Sunghoon notando eso comenzó a ir más rápido con sus movimientos tocando su clítoris con movimientos circulares en busca del delicioso orgasmo de Eri a los pocos segundos la chica estalla de placer gimiendo sin ningún control. De solo escucharla gemir Sunghoon sentía que se correría allí mismo. Sunghoon estaba a punto de llegar al clímax, aprieta más su cuerpo contra el de ella, el placer recorriendo todo su cuerpo y estallando en un orgasmo, dejando todo su decencia dentro de la intimidad de la chica.
Sus respiraciones estaban agitadas mientras se sonreían, Sunghoon se recostó en su pecho escuchando los latidos de corazón de Eri. Se sentía feliz y amado, nunca pensó que diría aquello, pero comenzaba a tener sentimientos por aquella chica.
-Te quiero.-Murmuro Sunghoon llamando la atención de Eri.
-Que dijiste.-Murmura Eri en el mismo tono con sus mejillas rojas.
Sunghoon levanta la mirada y la observa, se sentía tímido y no sabía por qué.
-No dije nada.-Responde de mala gana girándose hacia un lado de la cama.
No estaba enojado, solamente no podía mirarla a los ojos y volver a repetir lo que dijo.
-Yo también te quiero.-Eri sonrió a sus espaldas y lo abrazo.
Un sentimiento de confort recorrió a Sunghoon logrando hacerlo sonreír.
-Yo hago eso.-Se queja él en broma quitando los brazos de Eri de su cuerpo para abrazarla a ella.
-Si no fueras un vampiro, seguramente ahora estarías muy rojo.-Eri se burló de Sunghoon haciéndolo fruncir su ceño.
-Claro que no.-Se queja él mostrando un lado más interactivo de su personalidad.
-Sunghoon está avergonzado.-Canta Eri mientras ríe.
Sunghoon rueda los ojos y se posiciona sobre el cuerpo de Eri apresando las manos de la chica con una de sus manos por encima de su cabeza. Eri dejo de cantar y burlarse en cuanto vio la mirada oscura y llena de deseo que le daba Sunghoon. Eri sintió su corazón acelerarse y sus piernas flaquear, se sentía como una presa bajo Sunghoon.
-Ahora quién está avergonzada.-Se burló Sunghoon y Eri abulto sus labios mirando hacia otro lado.
-Está bien tú ganas, ya suéltame.-Susurro Eri avergonzada.
Sunghoon se acercó a su cuello, dejando un beso en la marca de colmillos que había quedado en el cuello de Eri.
-Lo siento cariño, pero esto aún no ha terminado.-Susurro en un tono ronco erizando toda la piel de Eri.
Y sin dudas aún no había terminado aquella noche, sería testigo del creciente y pasional amor que comenzaba a nacer entre esos dos amantes corrompidos por el deseo en aquella noche de luna llena.
El frío de la mañana erizó la piel desnuda de Eri quien se removió buscando el calor de Sunghoon. Estiro sus brazos y tanteo en la cama sonriendo al encontrar el brazo de Sunghoon. Se acercó hasta él y lo abrazo logrando que el pelinegro riera, pues simplemente había estado despierto toda la noche admirando la belleza de su amada.
-Tanta falta te hago.-Sunghoon le acarició el cabello.-Eres bonita, lo sabes, creo que me estoy enamorando de ti.-Sunghoon sonrió observándola con cariño.
-En serio.-Eri abrió uno de sus ojos observando al chico.
Sunghoon puso una cara de sorpresa pensando que la chica simplemente estaba dormida.
-No estabas dormida.-Susurro Sunghoon sonrojado.
-Sí, pero hablas mucho.-Bromeo la chica escondiéndose en el pecho de Sunghoon.
El pelinegro río y dejo un beso en los labios de Eri provocándole un sonrojo intenso a la chica. La admiro unos segundos con una sonrisa en sus labios que poco a poco fue decayendo. Eri al notar eso lo observo con algo de preocupación.
-¿Qué pasa?
-Dime, ¿aún quieres volver a casa?.-Pregunto Sunghoon en un susurro casi inaudible, sabia que la chica tenía una vida y no podía simplemente retenerla allí por un capricho.
-A que viene esa pregunta ahora.-Eri sonrió nerviosa. Si quería volver a su casa, pero ahora no estaba segura de quererlo hacer sin Sunghoon.
-Solo responde.-Sunghoon le acarició la mejilla sonriendo con tristeza.-No me enojaré ni mucho menos te obligaré a quedarte contra tu voluntad.
-Sunghoon yo...
Eri no sabía qué decir, por un lado, quería volver a casa y abrazar a su abuela de nuevo, pero, por otro lado, necesitaba tener a Sunghoon a su lado, quería conocerlo y amarlo cada día que pasara con más intensidad. Estaba tan confundida.
-Está bien.-Sunghoon suspiró.
Sin mucho esfuerzo alejó a Eri de él y se levantó comenzando a vestirse. El pelinegro sabía que no podía estar con Eri, para un vampiro como él miles de años no eran nada, pero para una humana como ella cada segundo contaba y no quería que Eri perdiera su vida por un amor que no tenía sentido.
-Sunghoon.-Eri lo llamó con una mirada triste en su rostro.
Sunghoon la observo y se acercó para acariciarle su mejilla.
-No digas nada.-Sunghoon sonrió con tristeza.-Lo mejor es que vuelvas a tu casa, seguro están muy preocupados.
Sin más que decir, Sunghoon salió de la habitación dejando a Eri confundida y algo triste. Acaso no la quería nada de lo que paso anoche había sido significativo para él.
Eri copió la acción de Sunghoon y también se vistió bajando las gradas en cuanto salió de la habitación.
-Sunghoon.-Eri lo llamó acercándose al chico que miraba hacia la ventana con la mirada perdida.
El pelinegro la miró acercándose a ella.
-Tengo algo que decirte.-Susurró Eri acabando con él poco espació que los aleja quedando frente a frente.-Yo te...
-No lo digas.-Susurro Sunghoon.-Solo vete.
El tono frío resaltaba en la vos del pelinegro, causando que los ojos de Eri comenzaran a picar.
-Pero...
-No significó nada, Eri solo fue una simple diversión.-Sunghoon le dio una mirada frívola diciéndole cada una de sus palabras con desprecio.
-Estas, estás mintiendo lo sé.-El tono de Eri era apagado mientras contenía sus ganas de llorar.
-En serio.-Sunghoon ríe con arrogancia.-Porque mentiría solo fuiste una broma algo de una noche, en serio creíste que te amaba.
Eri negó sin creer una palabra de lo que le decía Sunghoon. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas, pero Sunghoon ni siquiera se inmutaba, solo la miraba con seriedad y desprecio.
-Eres demasiado ingenua niñita, fue divertido jugar contigo, pero ahora no me sirves de nada.-El tono de Sunghoon era déspota y sin emoción, causándole un gran dolor a Eri en su pecho.
La chica se sentía herida y triste por las crueles palabras, sin tacto ni amor. No podía creerle, se negaba a hacerlo, lo amaba más que nada en el mundo y sabía que solo era una mentira. Pero otra parte de ella tenía miedo y se preguntaba si como decía Sunghoon solo era una niña ingenua.
Sollozando y con un dolor intenso que parecía quemar en su pecho, se alejó de Sunghoon saliendo por la puerta sin esperar alguna otra palabra de Sunghoon. Corrió desconsolada por el bosque, no quería saber nada, solo deseaba que fuera una broma de mal gusto y que Sunghoon viniera detrás de ella y la abrazara diciendo que todo iría bien. Pero eso nunca ocurriría, Sunghoon había roto su corazón, pero no podía odiarlo.
Por otro lado, Sunghoon en cuanto la vio salir por aquella puerta, se sintió horrible y desconsolado. Nunca quiso decir todas aquellas cosas claras que la amaba y la apreciaba de una forma inexplicable, pero no quería verla sufrir, solo quería que fuera feliz y la única forma era que se alejara de él.
Una lágrima se deslizó por su mejilla. ¿Acaso estaba sintiendo una emoción humana? Era la primera vez que Sunghoon lloraba, pero no pudo contenerse, la había lastimado y no tenía ninguna excusa para remediar lo que hizo. Sabía que Eri ahora lo odiaba, pero era lo mejor, él creía que era la mejor decisión que había tomado.
Eri se recargó de un árbol y comenzó a llorar, lloró como nunca antes. Solo quería dormir por siempre y no volver a despertar quizás en sus sueños Sunghoon la quiera como ella a él.
-Deberías dejar de llorar, te ves fea cuando lo haces.-Susurro una vos masculina y algo ronca a sus espaldas.
Eri se quedó helada al escuchar esa frase y se giró esperanzada con que fuera Sunghoon, pero, en cambio, solo era alguien más. Un chico de ojos grandes, piel morena, no demasiado bajo pero tampoco tan alto y un hermoso cabello negro algo largo. Demasiado guapo ante los ojos de cualquiera, pero a Eri no le daba mucha confianza mirarlo a los ojos. Aquel chico tenía una mirada demasiado inquietante y la forma en que la observaba le provocaba escalofríos era como si estuviera buscando algo en el interior de su alma.
-¿Quién eres?.-Preguntó Eri con desconfianza, intentando escapar de aquellos ojos inquietantes.
El chico sonrió y se acercó logrando hacer que Eri retrocediera.
-Tranquila muñeca, solo quiero hablar.-El chico sonrió aún más, logrando en Eri el efecto contrario que debería causar una sonrisa.-Mi nombre es Jake, y el tuyo.-El chico de nombre Jake esperó a que Eri tomara su mano extendida.
Con algo de miedo la chica tomo la mano del contrario.
-Soy Eri.-Susurro la chica e intentó soltarse del agarre, pero el chico puso algo de presión.
-A donde crees que vas linda muñequita.-Sonrió de forma perturbadora aquel chico asustando aún más a Eri.-Tú y yo aún tenemos que hablar.
La niebla comenzó a esparcirse por los alrededores, llamando la atención de Eri por aquel repentino cambio. Poco a poco comenzó a sentirse mareada y aturdida asta que callo al suelo perdiendo el conocimiento.
El lugar donde se encontraba Eri era obscuro y silencioso, poco a poco comenzó a abrir sus ojos aún algo aturdida, le dolía todo el cuerpo y su vista aún estaba nublada. Cuando intento moverse no pudo, sus manos estaban atadas con unas cuerdas sumamente gruesas y que tenían un brillo algo curioso.
En medio aquella habitación obscura, un pequeño foco se encendió. Eri logro divisar al chico que minutos antes recordaba haber visto.
-Ya despertaste, eso es bueno, dulce primor.-El chico de nombre Jake se acercó a ella y tomando su mentón con algo de fuerza.
Se sentía incómoda por su presencia y por la forma en que la llamaba con apodos dulces, pero que sonaban tan amargos ante los oídos de Eri.
-Porque me trajiste aquí.-Reclama Eri intentando sonar valiente, pero tenía algo de miedo por lo que le podría pesar.-No sabes quién soy, él vendrá por mí y te dará tu merecido idiota.-Le gritó la chica sacándose bruscamente del agarre que Jake tenía en su barbilla.
El chico la observo algo molesto, pero luego comenzó a reír de forma escandalosa.
-Hablas de ese vampiro inútil, tanto lo quieres primor.-Se burla Jake de ella acariciándole la mejilla, pero Eri se aleja.-Confías muy ciegamente en Sunghoon y ni siquiera sabes quién es él en verdad.
Eri lo observo confusa no entendía a que se refería, porque decía aquellas cosas del pelinegro.
-Porque dices eso, tú tampoco lo conoces tanto como crees.
-Oh, créeme cuando te digo que lo conozco.-La mirada de Jake se oscureció y sus ojos tomaron un color dorado.-Sunghoon fue el causante de la muerte de tus padres, mi querida Eri.
El corazón de Eri se detuvo al escuchar aquello, Sunghoon nunca sería capas de hacer algo tan cruel como eso, Sunghoon la quería más que nada. Pero Sunghoon le había roto el corazón y había sido cruel con ella. No sabía qué pensar, sentía miedo, pero también comenzaba a nacer una pequeña pizca de rencor en su amable corazón.
-Estas, estás mintiendo.-Grita Eri desesperada, intentando liberarse de aquel amarre en sus muñecas.
Las cuerdas comenzaron a brillar más y se apretaron al rededor de sus muñecas comenzando a lastimarla.
-Te recomiendo que no te muevas mucho si no quieres quedarte sin manos.-La sonrisa sínica en los labios de Jake creció.
Estaba divirtiéndose con el sufrimiento de Eri.
La chica negó con la cabeza gacha comenzando a sollozar no sabía que hacer no podía creerlo, no podía.
-Parece que no me crees entonces mejor busquemos en tus propios recuerdos.
Eri no pudo reaccionar cuando una corriente eléctrica recorrió su cuerpo haciéndola gritar de dolor hasta desmayarse.
Fuego, temor y sufrimientos. Eso era lo que se observaba en los alrededores las personas corriendo y bestias sin alma, atacándolas, succionando la sangre de aquellos humanos sin dejar una sola gota. Los gritos y el terror se mezclaban con el aire y un llanto de bebé se escuchaba mientras una señora de tan solo unos cuarenta años corría con una pequeña niña en brazos en busca del resto de su familia.
Corrió y corrió hasta encontrarlos, pero no como esperaba. Aquel ser despreciable desgarraba sus cuerpos sin piedad, la sangre y los lamentos se mezclaban en uno y la anciana no pudo hacer más que quedarse helada estaba viendo como su hija y su yerno morían a causa de una de las bestias que venían cada año en busca de nuevas víctimas al pequeño pueblo a las afueras del bosque.
La criatura se giró mostrando su apariencia tenebrosa, su rostro bañado en sangre, sus colmillos blanquecinos que ahora tomaban un color carmesí y su cabello negro. La bestia se acercó a gran velocidad hacia la señora, deteniéndose al escuchar el llanto de la bebé, dio unos pasos hacia atrás y desapareció en la noche, dejando solo marcas de sus crueles y despreciables actos.
Eri abrió sus ojos de golpe sintiendo las lágrimas caer a mares por sus mejillas. Había visto a Sunghoon, pero no su Sunghoon sino una criatura sin alma o remordimiento por sus víctimas, era un asesino, él había matado a sus padres. Pero aun así no sabía qué pensar, no quería creer, no podía. Pero la realidad era que se había enamorado del asesino de sus padres.
-Ahora lo entiendes.-Jake le puso una mano en el hombro mirándola con seriedad.-Sunghoon es nuestro enemigo y debemos destruirlo.
Destruirlo. Esa frase retumbaba en los oídos de Eri, no quería eso, que Sunghoon allá matado a sus padres, no significaba que ella debía hacer lo mismo, no era una asesina y mucho menos odiaba a Sunghoon. A pesar de aquella revelación no podía odiarlo, él no había sido un monstruo con ella, solo la protegió y la ayudo, a pesar de que haya roto su corazón, pero nunca podría cobrar venganza, la venganza no iba a cambiar nada, no le traería a sus padres de vuelta ni la haría sentir mejor consigo misma.
-Al parecer estás dudando.-Jake suspira de forma dramática.-Supongo que tendré que hacerte cambiar de opinión a la fuerza.
Las cuerdas que ataban las muñecas de Eri desaparecieron en cuanto Jake chasqueo sus dedos. Eri se levantó y empujo al chico intentando escapar, él la tomó con fuerza de su cabello haciendo que la chica soltara un fuerte grito de dolor.
-Eres muy terca y voy a enseñarte por las malas a ser obediente.
La mejilla de Eri ardía, el chico había estampado su gran mano contra su cara. La soltó del cabello con brusquedad tumbándola al suelo.
Dos hombres robustos vestidos con trajes de científicos entraron a la habitación y tomaron a la chica de ambos brazos arrastrándola hasta afuera. Eri observo los ojos de Jake con odio mientras él sonreía con cinismo al ver como era arrastrada hasta alguna sala de aquel lugar que a simple vista parecía un hospital o más bien un laboratorio. Deseaba tanto que Sunghoon viniera y la salvara, era la única esperanza que tenía para continuar viva.
Desde aquel día, Eri fue llevada a una sala donde aseguraron sus piernas y brazos en una camilla. Estaban experimentando con ella intentando obscurecer su blanca alma. Cada día era una tortura. Su cuerpo era sometido a crueles maltratos que variaban desde descargas eléctricas hasta inyecciones que contenían drogas o medicamentos no utilizados en humanos. Usaban un tipo de control mental a través de un chip conectado a un collar en su cuello. Pero aun así, Eri intentaba ser más fuerte cada día, recordándose que Sunghoon vendría por ella. Pero un día solo dejó de creer en eso, Sunghoon no vendría, él no la quería y nunca lo hizo fue la causa de la muerte de sus padres, luego de unos meses ya ni siquiera se reconocía, había aprendido técnicas de lucha y a utilizar armas de toda clase.
Era solo un juguete perfecto que había creado Jake para acabar con Sunghoon. Para él era divertido ver como ambos se destruirían el uno al otro. Estaba deseoso porque ese día llegara. Haría pagar a aquel maldito por matar a su hermana.
El día en el que Eri por fin sería liberada. Pero Jake no se interpondría, solo dejaría que la confusión consumiera a Eri y fuera por Sunghoon.
El chico había perdido cualquier esperanza de encontrarla todos esos meses había estado en busca de Eri se arrepentía de lo que había dicho y ahora era tarde.
En un suspiro, Sunghoon se sentó en el porche de la cabaña observando el cielo nocturno y pensando en donde podría estar ella, acaso lo odiaba o aún lo quería.
La vista de Sunghoon se quedó fija en la sombra entre los árboles y se levantó queriendo acercarse quedando completamente sorprendido al verla allí tan hermosa como siempre, pero algo era diferente sus ojos ya no tenían ese brillo que tanto le gustaba, aquellos hermosos ojos ámbares estaban apagados y sin color. Sunghoon se acercó a ella y la abrazo. Comenzando a llorar la había extrañado. Quería decirle tantas cosas, pero se sentía confundido cuando Eri no le devolvió el abrazo, iba a preguntarle, pero entonces sintió como un metal atravesaba su abdomen debilitando su cuerpo.
Sunghoon observo a la chica y la espada encajada en su vientre. Acaso ella lo había lastimado. Sabía quién estaba detrás de todo aquello, Jake estaba usando a Eri para que se vengara por él.
-Sunghoon, debes matarme por favor, no quiero seguir lastimando a esas personas. No podré controlarme.-La chica lloraba en silencio en los brazos de Sunghoon estaba herida, pero se recuperaría al ser una licántropa.
-No, no puedo.-Sunghoon niega y le acaricia la mejilla sonriendo, pero con una gran desesperación en su interior.-Lily estarás bien, lo arreglaremos.
La chica niega y le sonríe entregándole una daga.
-Apuñálame ahora o será demasiado tarde cuando ya haya sido consumida por la obscuridad.
El chico negó apartando la daga. Nunca podría lastimarla, era la persona que más quería en ese mundo.
-Sunghoon.-La chica sonrió y puso la daga entre las manos de Sunghoon y susurro algunas palabras.-Te quiero.-La daga se clavó en el pecho de la chica, provocando su muerte al instante por el alto poder espiritual. Pero aun así sonreía no se arrepentía de aquella decisión.
Sunghoon se quedó en shock sin moverse con la daga aun entre sus manos.
-Que hiciste.-Grito Jake acercándose y apartando al chico, cargo entre sus brazos el cuerpo pálido de su hermana sollozando.
-Jake yo...
-Confíe en ti y así me pagas.-Jake se levanta y le da un puñetazo agarrándolo con fuerza de la camisa, pero aun así Sunghoon no se defendió, se sentía culpable a pesar de no haber tenido la culpa.-Prometo que lo pagaras caro Park Sunghoon.
La amenaza de Jake aún estaba presente en sus recuerdos y sabía que desde la primera vez que los ataco en el río estaba buscando a Eri. También sabía que le había contado la verdad a Eri sobre como murieron sus padres, pero nunca lo hizo como de verdad fue la historia, sabía que había jugado con la mente de Eri, pero por alguna extraña razón no podía leer su mente, quizás era por aquel collar en su cuello con una luz roja.
-Eri, no voy a pelear contigo.-Sunghoon sonrió esquivando sin movimientos a pesar del dolor en su abdomen por la herida que aún estaba abierta.
Eri gruño en un rápido movimiento le dio una patada en su abdomen lanzando a Sunghoon contra el suelo. Se había vuelto muy fuerte, eso lo reconocía, pero no podía permitir que se destruyera a causa de una venganza.
-Eri esta no eres tú.-Sunghoon le sonrió desde el suelo.
Eri hizo caso omiso a sus palabras y puso su pie contra el cuello del pelinegro haciendo presión. Se agachó y jaló del cabello del chico.
-Voy a destruirte Park Sunghoon.
Las palabras de Eri estaban cargadas de odio. Sunghoon se movió rápidamente cuando la chica estaba a punto de apuñalarlo, logrando tirarla al suelo. Se puso sobre ella inmovilizándola y lanzando la espada de Eri lejos de ella. La chica le dio una patada con ambas piernas echándolo hacia atrás, comenzándolo a atacar con una daga escondida debajo de su manga. Sunghoon intentó esquivarla, pero de vez en cuando lograba ser cortado por ella. Lo que significaba que se estaba quedando sin fuerzas.
Sunghoon tomó la daga entre sus manos y la aparto de Eri.
-Escúchame Eri, Jake te está usando, las cosas no pasaron así.-Sunghoon hablo con dificultad mientras intentaba defenderse de los golpes limpios de Eri.-Jake mató a tus padres. Eri reacciona.-Sunghoon gritó atrayéndola hacia él.
Eri se liberó logrando tomar su espada, comenzando a atacar a Sunghoon con mayor fuerza. El chico ni siquiera se movió y dejó que Eri atravesara su cuerpo con aquella espada. Sunghoon sonrió y la abrazo resistiendo el dolor punzante que recorría su cuerpo. Eri intentó liberarse, pero él la abrazó con mayor fuerza.
-Te amo.-Sunghoon se acercó a sus labios y la besó para luego caer al suelo desplomado.
Una lágrima se deslizó por la mejilla de la chica, por fin logrando reaccionar. El collar que tenía en su cuello se rompió en mil pedazos y los recuerdos llegaron a ella de golpe, Sunghoon no había sido el causante de la muerte de sus padres sino Jake.
Eri se tumbó en el suelo, comenzando a llorar. Había lastimado a Sunghoon y nunca se lo perdonaría.
-Tonto no te mueras.-Sollozó Eri poniendo el cuerpo de Sunghoon entre sus brazos.
El pelinegro río levemente y llevó su mano a la mejilla de Eri limpiando las lágrimas que caían con su pulgar.
-No llores te ves fea.-Sunghoon río levemente.
Estaba débil, pero no moriría.
Eri sonrió y lo abrazó llorando. Estaba arrepentida de lo que hizo, no había vuelta atrás, pero ahora nunca más dejaría ir a Sunghoon.
-Al parecer después de todo eres un juguete defectuoso Eri.-El pelinegro salió de entre las sombras sonriendo con maldad.
Sunghoon se levantó con dificultad.
-Ya deja de buscar venganza Jake tu hermana quiso morir el único culpable de todo eres tú por experimentar con ella.
La rabia recorrió el cuerpo de Jake.
-Entonces si no puedo matarte, mataré a la única persona que te importa.
En un rápido movimiento, Jake se acercó a Eri clavando la misma daga con la que años atrás había fallecido su querida hermana Lily.
Eri abrió los ojos y sintió como un cuerpo estaba protegiéndola, era Sunghoon aquel chico había recibido el ataque para protegerla.
-Oh, bueno, parece que al final sí logre matarte.-Sonrió Jake tranquilamente sacando la daga del cuerpo de Sunghoon sacándole un grito de dolor.
Sunghoon callo de rodillas al suelo dejando a Eri en un estado de shock, no sabía qué hacer, estaba asustada, no quería que Sunghoon muriera. No quería perderlo de nuevo.
-Bueno, ahora es tu turno dulce primor.-Jake sonrió con cinismo moviéndose con agilidad con aquella daga entre sus manos.
Un disparo se escuchó en el aire y Jake calló al suelo. Eri le había disparado con un arma de plata matándolo al instante. No se arrepentía, no lo hacía, aquella persona había causado demasiado daño, había lastimado a Sunghoon.
Tirando el arma en cualquier parte, Eri abrazó el cuerpo desfallecido de Sunghoon comenzando a llorar.
-Por favor no me dejes, Sunghoon por favor.-Eri lloraba desesperada.
Sunghoon sonrió causándole un nudo en la garganta a Eri.
-Eri está bien, no pasa nada, deja de llorar, siempre voy a estar contigo en donde sea que estés lo prometo.-Sunghoon sonrió cerrando sus ojos, Eri negó y lo abrazó con fuerza.
-No puedes morir, aún no he dicho cuanto te amo, no me dejes sola.-El llanto de Eri se intensifica mientras lo abraza aún más fuerte.-Vamos a casa Sunghoon, por favor.
-No tienes que decírmelo, ya lo sé.-Sunghoon suspiró quejándose por el dolor de sus grabes heridas.-Yo también te amo Eri, te amo más que a mi vida, descuida nos volveremos a ver, lo prometo.
Aun sonriendo, Sunghoon cerró sus ojos. El sol del amanecer calló bañando el bosque con sus cálidos rayos y a su vez volviendo cenizas el cuerpo de quien alguna vez fue el gran amor de Eri.
Eri abrazo su ropa con fuerza, no podía no quería dejarlo ir.
-Por favor vuelve Sunghoon.
"El destino es algo que nunca se podrá cambiar, no importa cuanto lo intentemos, ya está escrito. Vendrá devorando a cada uno de nosotros. Porque el destino es una dulce perdición que nos envuelve en un falso paraíso. Nada es para siempre, y aunque intentemos arreglar nuestros errores, ya no habrá vuelta atrás."
El viento fresco soplaba en su cabello despeinándola, mientras mantenía su mirada perdida en el cielo azul. ¿Cuánto tiempo pasó desde que Sunghoon falleció? Quizás unos diecinueve años, según lo que recordaba
El recuerdo de aquel hombre egocéntrico y altanero aún estaba presente en ella. Porque a pesar de todos sus defectos, Sunghoon había sido el único y verdadero amor de Eri, aquel chico que escondía sus sentimientos tras una máscara de amargura ya no estaba más, pero para Eri era imposible olvidarlo. No tenía sentido amar a alguien que ya no estaba, ¿verdad?
¿Pero entonces porque Eri se sentía así?
¿Por qué sentía que debía esperar por Sunghoon?
Quizás estaba loca, pero solo recordaba aquellas últimas palabras "Nos volveremos a ver."Esas simples palabras habías logrado que su mente, su corazón y su alama se mantuvieran esperanzados por el regreso de Sunghoon.
Qué más daba, para Eri la vida no tenía sentido y todo había tomado un color en blanco y negro.
Pensaba en que si solo lo pudiera ver una última vez sería feliz, solo quería despedirse adecuadamente, besarlo y decirle cuanto lo ama.
Pero todo eso solo ocurría en sus sueños en los que la vida tomaba color y Sunghoon la abrazaba mientras disfrutaban de una vista tranquila al mar.
Era tanto pedir. Si tan reales eran todas esas criaturas mágicas y fantasiosas porque no le devolvían a su amado. Como podían permitir una injusticia tan grande, acaso no se compadecían de ellos.
Con un suspiro, Eri se acercó al porche de aquella cabaña acercándose a la puerta y girando el pomo de la puerta. La madera antigua chirreo al abrirse de par en par la puerta, el polvo y las telarañas, los muebles tapados con sabanas blancas demostraban que desde hace años nadie vive allí.
Hace tanto tiempo que no iba a la cabaña de Sunghoon, de solo observar a los alrededores, su corazón se oprimía y se le hacía un nudo en la garganta.
Aguantando sus lágrimas subió las gradas, deteniéndose frente a la puerta de la habitación de Sunghoon. Tenía miedo de que si abría esa puerta y no lo encontraba allí, no sabría como continuar con su vida.
¿Por qué nadie podía comprender?
¿Es acaso el amor tan cruel como para volverse la perdición de una persona?
¿Por qué estaba siendo castigada de esa forma?
Sunghoon era su paraíso y sin él sentía que vivía en el mismo infierno.
Con sus manos temblorosas giro el pomo de la puerta y la empujó hacia adelante. Todo estaba como hace diecinueve años, no parecía que el tiempo hubiera pasado en aquella habitación.
Los ojos de Eri se llenaron de lágrimas y respiro profundo mordiéndose el labio inferior no quería llorar. Seguramente Sunghoon se reiría de ella por ser tan débil.
Liz se sentó en la cama y ahogo un sollozo entre sus manos. No quería llorar, no ahora.
Fijo su mirada en el escritorio de Sunghoon que estaba al lado de la ventana y se levantó sentándose en la silla frente a este. Observó los libros y documentos esparcidos sobre el escritorio. Eri los recogió uno a uno poniéndolos a un lado, pero cuando iba por casi el último encontró un sobre sellado, parecía una carta, pero no tenía remitente ni tampoco alguna estampa. Con curiosidad, Eri abrió el sobre observando la hoja de papel ahora en sus manos. Eri se relamió los labios y comenzó a leer.
"Si estás leyendo esta carta significa que ya no estoy en este mundo y que no pude cumplir mi promesa de amarte por toda la eternidad, pero estoy seguro de que valió la pena.
Quizás me extrañes o tal vez no, pero no puedo evitar dejar plasmado en esta carta mi corazón. Te lo entrego, es tuyo, puedes hacer lo que quieras con él.
Sabes algo, aún recuerdo la primera vez que te vi, una chica torpe y muy tonta. Pero eso no es importante, no me tomes en cerio, solo amo burlarme de ti.
Debo confesarte algo, hubo un tiempo en el que pensé convertirte en mi cáliz, así no tendrías que haber pasado por todo aquello, no merecías todo ese dolor. Si te hubiera cuidado mejor, ahora tal vez estuviera contigo o quizás no, pero al menos hubiese encontrado la manera de alargar nuestro tiempo juntos.
Ese era mi mayor miedo, de que si yo moría tú también lo harías a causa de ese laso entre cáliz y vampiro, a pesar de que era algo tentador, tenerte siempre a mi lado, esa no era la forma en que quería lograrlo. Sí, deseaba una unión eterna contigo, pero no de ese modo, nunca podría hacer algo que te afectara.
En unas pocas semanas te volviste mi mundo mocosa. Estoy seguro de que te hice enojar al llamarte de ese modo. Recuerdo que siempre lograba sacarte de tus casillas cuando te llamaba por esa clase de apodos.
Pero bien, mi dulce tentación después de todas estas confesiones admito que, simplemente, me dejé llevar por el deseo de saber que se sentía estar entre tus brazos, pero nunca imaginé que te convertirías en mi perdición.
Sí, Eri eso eres mi perdición, pero a la vez eres mi salvación y te lo agradezco.
Sé feliz mi dulce amor, nunca dejes de vivir por algo que solo fue una simple ilusión, recuérdame como un sueño del que nunca quisiste despertar. Como un primer amor que siempre recordaras con cariño.
Mi querido amor no tengo palabras para expresar lo feliz que me hiciste en el tiempo que pasamos juntos.
Ahora me despido y prometo que te buscaré en todas tus vidas futuras.
Porque nuestro amor perdurará más haya de los siglos, tú y yo estaremos juntos a través del tiempo."
Eri no pudo retener más su llanto, se derrumbó sobre el escritorio sin poder aguantar más sus lágrimas. Aquel sentimiento era tan abrumador para ella, pero se había sentido reconfortada. Sunghoon tenía planeado aquello para ella, una última despedida.
Así lo sentía Eri tenía el presentimiento de que esa carta estaba por una razón. No sabía como, pero podía sentir la presencia de Sunghoon a su alrededor. Podía sentirlo en su corazón y alma.
De alguna forma Sunghoon estaba presente en aquel momento, haciéndoselo saber a través de esa carta.
El llanto de Eri se intensificó y escondió su rostro entre sus manos hasta que un pequeño maullido proveniente de la ventana hizo que levantara su mirada.
El felino de pelaje negro la observaba intensamente, moviendo con elegancia su cola salto hasta su regazo y se acurrucó en este mirándola con sus ojos intensos.
Eri sintió un nudo en su garganta al mirar los ojos del gato que se le eran tan conocidos.
¿Quizás era...?
-¿Sunghoon...?-Preguntó Eri en un débil susurro mientras sus lágrimas caían por sus mejillas a mares.
Aquel sentimiento de estar segura de que era él la invadió en cuanto sintió una intensa conexión con el felino.
¿Acaso ahora podría despedirse correctamente?
¿Será posible que ese pequeño felino sea su amado y no un simple gato?
La cabeza de Eri daba vueltas de tantas preguntas, pero no importaba. Podía sentir el infinito amor en los ojos obscuros de aquel gato.
El felino se quedó junto a Eri hasta que su llanto cesó luego de un salto bajo de su regazo y se restregó contra su pierna ronroneando. Salió por la puerta sorprendiendo a Eri quien decidió seguirlo hasta la entrada sonriendo débilmente.
El gato se dio la vuelta una última vez y Eri sintió su corazón detenerse al ver la forma real del felino.
Era su amado o una parte espectral de lo que quedaba de él.
Sunghoon sonrió y poco a poco se desvaneció desapareciendo ante sus ojos.
-Lo prometo Sunghoon, algún día nos volveremos a encontrar, esperaré por ti mi querido amor.
The End...
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Y así llega a su fin este hermoso One Shot echo con todo mi corazón. Quizás les pareció algo triste pero espero que de alguna forma se sientan identificados con los sentimientos que intente transmitir. Recuerden que no todas las historias tienen un final feliz pero nosotros somos los dueños de nuestras propias vidas y siempre habrá una segunda oportunidad para volver a amar.
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Me despido con mucho amor.
HwangPuppy_023.
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