CAPITULO X "LO QUE LOS UNE"
Frente a Carlos, Verónica veía en su mano el anillo de compromiso, mientras en la otra sostenía el relicario como si éste pudiera conceder su deseo de libertad, de escapar de aquel compromiso que la esclavizaba.
"Con este anillo yo prometo amar, proteger y ser fiel a la mujer frente a mí ahora, Verónica, el amor que te tengo está simbolizado con este anillo, y nuestra unión será sólida tanto como el oro del que está forjado, te amo." Aquellas palabras de Carlos resonaban en la mente de Verónica cual sentencia de dolor.
"Con este anillo, yo, yo." Intentaba responder Verónica engañándose a sí misma.
"Con este anillo, yo, yo, yo simbolizo el amor que te tengo, prometo serte fiel y permanecer a tu lado." Concluyó diciendo mientras colocaba el anillo en el dedo de Carlos.
Con los ojos vidriosos y permitiéndose llorar, ya que creerían que era de la emoción, Verónica se quebró, tratando disimular, mientras tras de Carlos veía a Alejandro inexplicablemente sumido en tristeza, mientras Verónica tampoco entendía porqué no podía apartar la mirada de ese hombre.
La imagen se repetía vez tras vez, sin poder detenerla como si la fuera a volver totalmente desquiciada.
"No, no me pertenece no le pertenezco, voy a casarme con otro hombre, tengo que pensar en Carlos, ah! NO! NO! YA BASTA!" Gritó Verónica mientras salía corriendo, ciega del llanto y del dolor de aquel recuerdo.
Aún parecía oír la voz de Alejandro preguntándole si estaba bien, su cálida mano cubriéndola y protegiéndola, sus labios, aún estaban en los de ella, en su loca carrera, negándose con un gesto, sosteniendo su cabeza como si evitara que algún recuerdo escapara, secando las lágrimas con sus manos, seguía sin ver que había frente a ella, nada le importaba, solo huir, solo irse lejos, tanto dolor la iba a matar, no soportaba más, era demasiado el sacrificio que pedía su familia.
Un guardia gritaba su nombre, su amiga gritaba también, ella no oía a nadie, en su rauda huida no existía nada para ella, solo deseaba en lo profundo de su ser que todo eso fuera un sueño, un mal sueño del que despertar, un fuerte sonido la retrajo de su sueño.
"Cuidado!" Grito.
"Qué?!" Dijo ella al ver frente a ella aquel coche.
Sin dudarlo fue hacia ella, la abrazó, trayéndola hacia sí, de un momento a otro se vieron en la calle, él abrazándola con tanta fuerza como si ella fuera a desvanecerse, ella, sin palabras aferrándose a aquel hombre, sin entender porqué, pero la había salvado, la había devuelto a la vida, secándose las lágrimas de los ojos, al abrirlos sólo lo vio y rompió a llorar.
"Estás bien? Te duele algo? Verónica?" Preguntaba insistente Alejandro tratando secar las lágrimas y corriendo el cabello del rostro.
Verónica no podía dejar de llorar, parecía como si todo el llanto guardado por tanto tiempo se hubiera decidido a desbordarla, parecía una pequeña niña, el llanto de un niño perdido y desconsolado lejos de su hogar.
"Verónica, Verónica, mírame, mírame, soy yo, deja de llorar por favor, colapsarás si sigues así, escúchame!" Gritaba Alejandro ante la mirada atónita de los demás.
"No! No puedo detenerlo, no puedo, no quiero, déjame solo... quiero llorar, déjame llorar por favor, por favor, por..." Dijo Verónica colapsando.
"Verónica, niña, despierta, no me hagas esto, anda despierta, por favor, Verónica." Gritaba desesperado Alejandro.
Las sirenas de la ambulancia eran el fondo musical de la escena, Verónica inconciente, los médicos intentando reanimarla y Alejandro tratando ser fuerte y explicarse lo inexplicable, porqué él estaba allí, no era nada de ella, ni tenía ningún tipo de relación pero no podía solo dejarla así.
"Ah! Demonios Alejandro! Qué es lo que te pasa hombre, que crees que estás haciendo en este lugar, no ves que no tienes nada que hacer aquí, estás poniendo tu carrera y tu futuro en juego, vamos despierta de una vez!" Decía irritado Miguel a Alejandro.
"Lo sé, lo entiendo, pero el verla tan desesperada y no pude solo dejarla ir así, además el coche iba a arrollarla, que se suponía que haga, solo ver como moría?!" Replicaba Alejandro.
"Su guardia estaba allí, él vio como tú te lanzaste como si la vida se te fuera en ello, que pasa por tu cabeza hombre... ah... la sonrisa, la sonrisa, era ella no? Era ella, ya la habías visto?" Recordó Miguel.
"Qué? De qué hablas? Ya basta Miguel, iré a ver el parte y nos vamos." Dijo Alejandro.
"Qué parte ni pamplinas? Estás loco, allí fuera está el prometido de Verónica, Carlos Montesinos, el hombre que te contrató y pagará millones por tu trabajo, solo irás así a enfrentarlo tú, estás demente, definitivamente loco, es lo que estás loco!" Dijo Miguel deteniendo a Alejandro.
"Suéltame! Me iré cuando sepa que esta bien, entendido?" Sentenció Alejandro.
Se acercó hasta la recepción de la clínica tratando evitar a Carlos.
"Disculpe, señorita, quisiera saber la condición de la paciente Verónica Santander." Preguntó angustiado Alejandro.
"Lo siento señor, pero esa información solo son para los parientes directos de la paciente." Respondió la enfermera.
"Soy su prometido, puede decírmelo ahora por favor." Replicó sin dudar Alejandro.
"Disculpe señor, la paciente está estable, ha sufrido un shock bastante fuerte debido a una gran emoción y la ha hecho colapsar, de seguro deberá permanecer aquí hasta que recupere la conciencia y ya mañana se podrá retirar de la clínica." Explicó la enfermera.
"Muchas gracias, muy amable, hasta mañana entonces." Dijo Alejandro despidiéndose.
"Cómo? Su prometido no va quedar al lado de su novia por la noche?" Preguntó la enfermera.
"Perdón. Oh! Sí claro me despedía de usted hasta mañana para ir a cuidarla a ella." Respondió nervioso Alejandro creyéndose descubierto.
"Dónde crees que estas yendo tu?" Dijo Miguel sosteniendo a Alejandro del brazo.
"Pues hacia la salida hacia donde más?" Dijo Alejandro.
"No me tomes por tonto, la salida es hacia el lado opuesto, hacia aquí está la habitación de Verónica." Gritó enfadado Miguel.
"Calla! Nos descubrirán, por amor de Dios, sólo quiero verla y ya." Dijo Alejandro cubriendo la boca de Miguel.
"Te has vuelto totalmente demente tu! Quien demonios te crees que eres dejando tu carrera de lado por algo así." Respondió Miguel quitando la mano de Alejandro de su boca.
"Sólo una cosa te diré, este proyecto lo he conseguido yo presentándote a ti y no dejaré ir ese dinero así por que sí." Dijo Miguel retirándose del lugar.
"Miguel! Miguel! Pero que? Ah! Que le ha.." Dijo callando de repente Alejandro.
Unas pequeñas manos asomaban sobre su cintura, un cálido abrazo lo hizo callar, estremecido, con sus ojos brillantes sin saber que era ese sentimiento, parecía llenarlo por completo, no lo había sentido antes, o si, era.
"Sácame de aquí, llévame tan lejos de aquí como puedas por favor, te lo ruego." Susurraba la voz de Verónica tras él.
Alejandro se dio vuelta, la miró como si fuera la primera vez que lo hacía, acarició su rostro suavemente, secando la lágrima que caía por su mejilla. Sin una palabra sólo la cubrió con su abrigo, la cargó en sus brazos y se la llevó de ahí.
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