
CAPITULO VIII EL SEGUNDO ENCUENTRO
"Verónica! Verónica, dónde estás, que? Aún no te has levantado, son las 8.30, en 30 minutos está arribando Carlos, que acaso no piensas ir a recibirlo tú? Vamos prepárate y vamos, y no es una pregunta, entendido?" Sentenciaba con voz fuerte la madre de Verónica.
"Está bien mamá, entendido capitán Santander! Así debo de decirlo no?" Replicaba burlonamente Verónica.
"Pero eres... prepárate en 5 minutos salimos, entendido?" Sentenció esta vez con enojo mientras apagaba una bofetada cerrando su puño y alejándose de su hija.
"Qué no hay alguien más? Sólo puedo ser yo, quien quiere ser la señora de Carlos Montesinos, porqué debo de ser de alguien? Dónde está escrito que para ser alguien debo pertenecer a una persona con apellido importante? Ah! Es un locura!" Gritaba en su cuarto Verónica.
"5 minutos!" Gritaba la madre.
"Que ya voy!" Gritó angustiada Verónica.
"Ya súbete al coche, anda vamos!" Decía la madre.
"Ya, ya, ya, ni que fuera el Príncipe de España mujer, porqué no te casas tú con él ya que es tan importante ah?" Dijo Verónica.
De una sola bofetada se cortó el aire entre Verónica y su madre.
"Suficiente he dicho, harás lo que yo diga, tu padre está de acuerdo, esto es bueno para la empresa por lo tanto lo harás, entendido, entiéndelo de una vez, no puedes ni vas a elegir, lo harás, ENTENDIDO?!" Dijo por última vez la madre.
Sin mediar palabra y aún sorprendida por la bofetada, Verónica subió al coche, evitando la mirada de su madre, su mirada se perdía a lo lejos, en un lugar que no existía quizás más que en su mente, mientras trataba contener las lágrimas, el enojo y el dolor, junto con la impotencia de no poder hacer nada al respecto.
"No olvides los planos! Llevas todos los diseños, te has cepillado los dientes hoy?" Simulaba ser un padre Miguel para Alejandro.
"Ya hombre, basta, tengo los planos, tengo los diseños, me he cepillado los dientes, me he bañado, planchado la ropa, puesto perfume y afeitado, no estés nervioso, yo no lo estoy, está bien? Todo saldrá perfecto, está bien, tranquilízate por favor.
"Está bien, solo quiero ayudarte está bien, ah, que cosas contigo? Está bien, solo me quedaré sentado y esperaré, te parece bien? Pero que hacer con este muchacho, ah me rindo, me doy por vencido, ya no digo más nada, ya me callo!" Seguía refunfuñando Miguel.
"Ya terminó pitufo gruñón, hombre que si te pareces a él, ja ja ja... estoy bien, no estoy nervioso, estoy tranquilo, lo más tranquilo posible, ven aquí, ven, todo saldrá perfecto, conseguiremos el proyecto y estaremos en la cima, ven aquí, abrazo y éxito! Vamos por ello!" Dijo Alejandro abrazando a Miguel despidiéndose.
"Ah... con este hombre, que ya logró montarme en nervios... ah qué?" Dijo callando de repente mientras sonreía tranquilamente.
"Qué? Porqué, de nuevo ella, y Alejandro borras ya en este momento esa sonrisa tonta de ti, pero que ocurre contigo ah?" Se decía mientras borraba la imagen de Verónica y la sonrisa de sus labios.
Parecía como si esa cosa llamada Destino se esforzara en unir a estas dos personas, como si fuera de imperiosa necesidad que se hallaran, Alejandro iría a construir la mansión de los futuros esposos, Verónica y Carlos, pero, que más habría preparado para ellos?.
"Verónica? Al fin vuelvo a verte, como has estado, me has extrañado?" Decía Carlos mientras intentaba abrazar y saludar a su prometida.
"Estoy bien, claro cariño que te he extrañado, que piensas que no puedo hacerlo? Como estás mi cielo, cansado del viaje?" Dijo fingidamente Verónica mientras evitaba el abrazo de Carlos y lo compensaba con un beso frío en la mejilla.
"Ya veo, entonces estoy tranquilo y feliz, ven por aquí un momento por favor querida, con su permiso Señora Santander, debo decir algo a su hija un segundo." Explicaba Carlos a la madre de Verónica.
Tomó fuertemente del brazo a Verónica y obligándola la llevó al hall del aeropuerto.
"Mira pequeña niña caprichosa, ni te creas que porque haces todo esto será más fácil que yo rompa nuestro compromiso, te parezca o no, yo tomo las decisiones aquí, tú, tú solo las acatas sonriendo y asintiendo está bien, entendido, y te dejas de ser tan fingida, molesta, está bien?" Reclama intentando frenar su enojo Carlos, mientras volvía la mirada hacia la madre de Verónica haciendo una reverencia con una sonrisa.
"Pero, quién te crees que... ya suéltame, que me sueltes, que..." Repetía Verónica.
"Sería tan amable de soltar a la señorita por favor, parece hacerle realmente daño, y no es un buen espectáculo a los demás, podría ser tan amable por favor?" Dijo un hombre en tono amable con una sonrisa en los labios.
"Pero, qué, quién, ah..." Balbuceó Carlos mientras veía que las demás personas del aeropuerto los veían.
"Está bien, ven aquí cariño, tengo que reunirme con una persona, disculpe el espectáculo señor, y gracias por la advertencia." Decía Carlos mientras se retiraba con Verónica.
La niña caprichosa entre nervios y al borde del llanto se volvió para al menos con un gesto agradecer a aquel hombre, pero, ella sentía que lo conocía, una sensación extraña, deja vú? No lo sabía ni lo podía explicar pero algo raro sentía, y aquel hombre, solo se quedó allí parado viéndola irse, también confuso acerca de aquello que sentía, también ya la había conocido antes, pero era algo más lo que había allí.
"Ya que, despierta hombre, ve a la sala, tienes una reunión, quién te ha dicho que puedes intervenir en asuntos ajenos a ti, pero que, ah, que no aprendes nunca tú." Se dijo a sí mismo haciendo un gesto de volver en sí y siguiendo su camino.
"Con su permiso, tengo una reunión con un arquitecto por el proyecto de construcción de nuestro hogar cariño, quisiera que vinieras a ver algunos diseños, te parece, el arquitecto parece ser un joven prometedor de Sevilla, me lo han recomendado, te parece?" Dijo Carlos invitando a Verónica.
"Es que tengo aún muchos pendientes en la universidad, tengo que, auch." Dijo deteniéndose repentinamente Verónica.
"No tienes nada hoy, hija, tómate un día para ti, es tu boda, es tu futuro hogar, ve con tu prometido y acompáñalo está bien?" Dijo la madre casi obligándola, si no fuera por una falsa sonrisa dibujada en su rostro.
"Sí, madre, me tomaré el día, es mi hogar del que se habla no? Quizás y hasta pueda opinar en como será, puede ser cariño? Estás de acuerdo con ello?" Dijo en tono bromista a Carlos.
"No lo pongas de esa manera, como si no te dejara opinar en nada, claro que tú decidirás mucho en lo que concierne a la construcción de nuestro hogar cariño." Respondió Carlos abrazándola.
Y finalizando la conversación la madre de Verónica regresó a continuar con los preparativos por su parte de la boda de su hija, muy a pesar de ella debía continuarse con esa boda, la unión de las dos empresas era necesaria, la situación económica de la familia no era la mejor de todas y la única solución para ello era la boda de Carlos y Verónica.
"El señor Torales lo espera." Dijo uno de los asistentes de Montesinos.
"Vamos querida?" Dijo Carlos ofreciendo su mano a Verónica.
"Ya ni finjas por favor, ten al menos la decencia de mostrarte tal cual eres mientras nadie te ve, no necesito tu mano." Respondió Verónica mientras rechazaba a Carlos.
Al entrar en la sala una sorpresa más los esperaba.
"Señor Torales? Disculpe la demora, no quisimos." Saludó callando repentinamente Carlos.
"No hay porqué... Señor Montesinos, usted, señora, mis más sinceras disculpas de mi parte no pretendía entrometerme antes en sus asuntos, por favor sepan disculpar mi actitud, no fue mi intención realmente." Intentaba excusarse Alejandro ante la pareja.
"No hay que disculpar nada señor Torales, agradezco en demasía el hecho que haya llegado y advertido a mi prometido de su actuar poco decoroso, fue muy amable de su parte." Agregó Verónica mientras Carlos trataba contener su ira.
"Bueno, creo que no hace falta presentarnos Señor Torales, ella es mi prometida, Verónica Santander ella también tomará parte de algunas decisiones acerca de la construcción de la mansión." Explicó Carlos a Alejandro.
"Encantado de conocerlos, bien para no quitarles más tiempo de lo debido les mostraré los bocetos que he traído." Dijo Alejandro tratando de aligerar el ambiente y hacer a un lado lo ocurrido anteriormente.
Pero al estar sentados frente, Verónica y Alejandro sentían que algo más había ocurrido antes, como si ya se hubieran conocido antes, entre palabras y palabras ambos parecían buscar ese recuerdo.
"La plaza, la caída, era usted no?" Dijo Verónica deteniendo la conversación.
"Ah, eso sí, fui yo, disculpe realmente iba adormilado ese día no fue mi intención." Concluyó Alejandro.
"Sí era eso, o no? Antes de eso no recuerdo haberlo visto, pero porque siento esto, parecen nervios, no puedo evitar mirarlo, ah, que pasa aquí?" Pensaba Verónica.
"La mujer del parque, motivo de risa, no, basta Alejandro, tu carrera está en juego, pero, porqué ella nuevamente, además, no se siente como si fuera la segunda vez, algo más hay, no lo entiendo." Se decía en su mente Alejandro.
Sin darse cuenta, parecía que en ese lugar no existía nadie más además de ellos dos, era algo especial, a pesar de estar hablando de los proyectos, las almas de los dos parecieron separarse de su cuerpo intentando recordar algo perdido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro