― ¡Es hora de cobrar sus apuestas! ―exclamó James Sirius Potter al ver a la siguiente encapuchada.

― ¡Están a punto de ganar o perder su dinero! ―siguió Frankie Longbottom.

― ¡Último momento para apostar! ―terminó George Weasley-Potter.

― ¿De qué hablan? ―le preguntó Fred a Annabeth.

―No lo sé ―murmuró ella y se encogió de hombros.

―Es mi turno ―dijo la encapuchada―. Yo soy Rose Weasley.

Al quitarse la capucha dejó ver a una chica muy guapa y de mediana estatura, con la piel y el rostro cubiertos de pecas. Tenía el pelo pelirrojo pero con reflejos castaños, lo que, pese a ser extraño, hacía una bonita mezcla.

―Mi padre es Ronald Weasley.

―Creo que ya sé a qué se referían ―rio Harry, sacando, como muchos, unas monedas de su bolsillo.

― ¿Yo? ―preguntó Ron abriendo los ojos como platos. Hermione se mordía el labio, nerviosa.

―Claro ―rio la chica―. Bueno, empezaré la presentación. Mis padrinos son tío Harry y tía Ann.

―Gracias ―agradecieron ambos hermanos.

―Tengo dieciséis años y estoy cursando mi sexto curso. . .

― ¡Un momento! ―exclamó Ron, levantándose e interrumpiendo la presentación de la adolescente―. ¿Me estás diciendo que me casé y que tú eres mi hija del futuro?

Muchos rieron.

―Exacto ―contestó Rose, asintiendo con la cabeza.

―Mentira ―negó Ron, abriendo los ojos como platos―. Esto no es posible. En primer lugar, si fueras mi hija, ¿cómo demonios viajaste al pasado eh?

La gente ya no se podía aguantar la risa.

― ¡Pero, papá! ―se burló Rose―. ¡Tú también viajaste!

Ron bajó el dedo acusador.

―Cierto ―murmuró―. Muy cierto.

― ¿No me vas a preguntar quién es mi madre?

― ¿Tu madre? ―repitió sin entender.

― ¡Tío Ron, para hacer bebes hacen falta dos personas! ―exclamó James Sirius, que ya no podía reírse más.

―Sí, cuando ambos quieren tener hijos, el papá oso y la mamá osa. . . ―siguió Frankie, con la broma.

― ¡Basta! ¡Sé cómo es esa historia!

―Mi madre, lo diré ya para rematar el shock de mi padre, es la espléndida. . . ―los Merodeadores 2.0 hicieron como que tocaban el tambor―. ¡Hermione Granger!

― ¡Lo sabía! ―exclamaron los hermanos Potter al unísono.

― ¡Oh, Herms, estoy tan feliz por ti! ―exclamó Ann, abrazando a su amiga.

―Yo. . . Ron. . . ―murmuraba ésta, sonrojada.

― ¿Herms? ―preguntó Ron, incrédulo.

―Ajá ―asintió Rose.

Ambos estaban en shock. Felices, pero en shock.

―Fui seleccionada para la casa Ravenclaw ―siguió Rose.

―Tu cerebro, por suerte ―murmuró Ron, pero Hermione le oyó y le sonrió.

―Merlín la libre de tener tu cerebro ―aportaron Bill y Charlie a la vez, pero se callaron al ver las miradas de su madre y de su hermano.

―Mi asignatura favorita es Aritmacia, pero odio Adivinación.

― ¿No os suena de algo? ―bromeó Harry.

―Sí, un poco ―contestó riendo Annabeth.

―Mis mejores amigos son Albus y Scorp ―su voz tembló un poco al decir el último nombre―. Y nos llaman el trío de plata, por el quinteto de oro.

― ¿El quinteto de oro? ―preguntó Remus sin entender.

―Nosotros ―gritó Ann, para después señalar a Harry, Ron, Hermione, Lils y a ella misma.

―Soy prefecta ―dijo Rose―, pero no perfecta. Y mi segundo nombre es Jean ―añadió, como curiosidad.

―Como el mío ―murmuró Hermione.

Ron la miró sorprendido.

― ¿Cómo es que no sabía eso?

― ¡Nunca me lo preguntaste, Ronald! ―exclamó.

Harry y Ann sonrieron al ver a sus amigos discutir como siempre. Había cosas que jamás cambiarían.

―Bueno, creo que es un dato que no hace falta preguntar. ¡Tú sabes el mío!

―Claro que sí, llego un día y te suelto: "Mi segundo nombre es Jean". Tú te quedarías calladito, ¿no?

― ¡Pues claro que sí!

― ¡Mi segundo nombre es Jean! ¿Contento?

―Eh, hola. Sigo aquí ―comentó Rose, aguantando la risa.

―Perdón ―se disculpó Hermione.

―Mi patronus es una nutria ―prosiguió con la presentación―. Juego como guardiana en el equipo de mi casa, pero no gané la insignia de capitana este año ―gruñó por lo bajo, al recordar que no había conseguido ese puesto―. Me gustaría trabajar en el ministerio de magia, con mi madre.

― ¿Trabajo en el ministerio de magia? ―preguntó la chica sorprendida.

―En la Oficina de Aplicación de la Ley Mágica Internacional, igual que Molly y Lucy, aunque antes trabajaste en el departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas, con la P.E.D.D.O.

―Lo conseguiste ―sonrió Ron, obteniendo una sonrisa correspondida por parte de Granger.

―No tengo novio ―murmuró tristemente.

―Bien ―asintió Ron.

―Ron, por favor, ¿no ves que está triste por eso? ―le regañó Hermione.

―Lo tuve ―añadió.

― ¿Y qué pasó? ―preguntó Ann.

―Prefirió otra antes que a mí ―por un momento, su mirada volvió hacia atrás―. ¿Preguntas?

Como nadie dijo nada, bajo del escenario y se sentó junto a sus padres, que habían empezado a discutir de nuevo por el segundo nombre de Hermione.