Los hermanos sean unidos
Abro mis ojos y me encuentro desorientada, de nuevo. ¡Maldición! Esto ya se está haciendo costumbre, pero no recuerdo por qué fue esta vez.
Y el solo el hecho de pensar esas últimas palabras es suficiente para que todo vuelva como si de un balde de agua fría se tratara y es por eso por lo que cierro de nuevo mis ojos fuertemente y suelto un suspiro cansado.
Trato de relajarme, porque si enloquezco de nada me servirá más que perturbarme más de lo que ya estoy y eso no me ayudaría en nada.
Cuando me incorporo al fin, me doy cuenta de que estoy en mi vieja habitación y la nostalgia me invade. Quisiera volver a ser una niña, la que no tenía más preocupaciones que ir al colegio y hacer los deberes, pero no es así. Debo ponerme los pantalones de adulta y asumir esto que me está pasando, lo quiera o no, es lo malo de ser adulta. Aunque también tenga sus ventajas, eso no lo voy a negar, aun cuando eso no me consuele para enfrentar lo que sea que deba descubrir a partir de lo que me ha dicho mi madre.
Hablando de ella, entra en la habitación con la preocupación surcando su rostro, lo que causa que deba sonreír, aunque creo que me salió más una mueca que otra cosa. Es que no es fácil de asimilar lo que me ha dicho, pero supongo que a partir de ahora debo hacerme a la idea.
—¿Cómo te encuentras? —dice después de un rato con el temor filtrando voz.
—Bien, dentro de lo que cabe —suelto un suspiro de pesar—. Entonces... —digo tratando de hacer de cuenta de que está todo bien, que lo que me he enterado ya no me afecta tanto, aunque no sea así —, perdón que sea repetitiva, pero... ¿lo único que me puedes contar es lo que me has dicho? ¿Por qué? ¿Por qué no puedes simplemente decirme todo?
Ella observa el piso por una fracción de segundos cuando termino de hablar, antes de volver a enfocar su mirada en mí y puedo ver que tiene muchos sentimientos encontrados, pero también me confirma que es lo único que sabré a través de ella.
—Porque como te he dicho antes, es algo que debes descubrir por ti misma, cariño —carraspea levente antes de continuar—. Si de mí dependiera te lo diría todo, pero no puedo. Lo siento.
—Supongo que entiendo —digo resignada —. ¿Gideon lo sabe? ¿Él también es como... yo? —Lo último me costó soltarlo, esto es muy difícil.
Duda un poco antes de contestar con una fingida serenidad.
—Eso es algo que debes preguntárselo a él, no tengo esa información —levanta la mano para impedir que replique—. A pesar de que puedas pensar que te estoy mintiendo, te aseguro que no lo hago. No sabía siquiera que tú lo hacías, hasta que me los has dicho y no... tu hermano no me ha comentado nada al respecto —con eso último, contesta a mi pregunta no formulada.
¿Será que Gideon también puede hacerlo y por eso me ha preguntado si algo me ha sucedido cuando estuvimos en el hospital? Si es así ¿él tampoco podrá ayudarme? Uf... esto es tan complicado, solo quiero saber todo y que termine esta incertidumbre de una vez.
—¿Por qué tanto misterio, mamá? ¿Por qué? —me agarro de la cabeza con frustración, no entiendo el porqué de tanto secretismo.
—Lo siento, cariño, pero te repito una vez más, todas las respuestas que buscas tienes que encontrarlas por tu cuenta. Sé que es una mierda, pero son las reglas y por más que quiera no puedo ayudarte —lo dice con pesar nuevamente como si se lo estuviera haciendo difícil, pero también lo es para mí. Aun así, no volveré a decir nada, ya me quedó claro que lo que deba saber tendré que buscarlo sola. ¡Maldición!
—Y supongo que si te preguntó quién impuso dicha regla tampoco me lo puedes decir.
Ella solo asiente de forma afirmativa, es la única respuesta que consigo esta vez.
Entonces decido levantarme de mi cama y, a pesar de la desazón que me invade y la impotencia, me acerco a mi mamá y la estrecho entre mis brazos. Ella me corresponde como si con ese abrazo me intentara decirme más de lo que puede con palabras.
—Ya verás cariño que todo estará bien. Prométeme que te cuidarás y que, aunque no pueda ayudarte vendrás a hablar conmigo si lo necesitas, aquí estaré.
—Así lo haré, mamá, lo prometo —le doy un beso en la frente—. Debo irme, necesito pensar que es lo que haré a partir de ahora y no te preocupes por mí, estaré bien o al menos, eso espero.
Le doy otro beso en la frente antes de marcharme, con muchas cosas más en la cabeza de las que ya tenía, aunque supongo que lo que me ha dicho mi mamá es algo.
Tendré que hablar con Gideon al respecto, a pesar de que intuyo lo que me dirá, pero nada pierdo haciéndolo. Por ahora solo quiero llegar a casa y dormir un poco. Quiero olvidar, aunque sea por un instante todo esto. Ya veré después cuál será el siguiente paso por seguir o que es lo que haré.
Cuando estoy bajando las escaleras, veo a Gideon sentado en el sofá de la sala de estar, muy pensativo, tanto así que no se percata de mi presencia hasta que estoy cerca de él.
—¿Qué haces aquí, no te habías ido? pregunto, pero esta vez sin ningún sarcasmo.
—Mamá me llamó después de que te desmayaras y como estaba cerca, volví de inmediato —responde monótonamente, sin atisbo de emoción o eso es lo que me parece—. ¿Estás mejor? ¿Quieres que te lleve?
Lo observo tratando de comprender su actitud, pero por más que lo miro no lo entiendo; así que asiento con la cabeza de forma afirmativa sin decir nada. Él se levanta y se encamina a la salida y yo solo lo sigo hasta donde tiene el coche, porque yo no tengo uno, pero él sí, al tener un trabajo muy bien remunerado, y puede permitírselo.
Subimos al coche cada uno por su lado y cuando me acomodo en el asiento del copiloto arranca. Vamos rumbo al departamento en un total silencio incómodo, porque a pesar de que estamos viviendo juntos y de que él haga eso solo por mí —por el hecho de que en su momento no podía con los gastos sola—. Nunca tuvimos una relación tan estrecha y toda esta situación me pone nerviosa.
Quiero preguntarle si él es como yo, pero no me animo a hacerlo. Observo su perfil un par de veces, a ver si de ese modo me infundo valor para hacerlo, pero vuelvo a mirar por la ventanilla cuando las palabras no me salen. Él se percata de que estoy viéndolo y parece que lo incomodo, ya que aprieta la mandíbula y el volante hasta que los dedos se ponen blancos. Pero aun así no me dice nada, no saca la vista del camino.
Después de lo que parece una eternidad llegamos al departamento y mi incomodidad se acentúa. No entiendo en qué momento nos volvimos estás personas tan distantes en la que ni siquiera me anime a hacer una simple pregunta. Bueno... no tan simple, pero debería poder hacerlo sin tantos titubeos.
No me doy cuenta de que pensado en eso me quedé en la puerta mirando el piso, hasta que él carraspea para sacarme de mi ensimismamiento.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué estás tan callada y me miras como si quisieras decirme algo? —me pregunta con una ceja enarcada.
—Yo... yo... —Desvío la mirada de la suya, me pone muy nerviosa cuando me ve así, tan fijamente.
—Tú, ¿qué? ¿Qué es lo que quieres decirme o preguntarme?
—Yo... tú... —¡Maldición! Parezco una niña de dos años que no puede formular dos palabras seguidas, carraspeo—. No sé si mamá te ha contado a que fui y el motivo de mi desmayo, pero quiero saber si tú puedes hacerlo... —me cuesta decirlo tan a la ligera, todavía no lo he asumido porque me parece una maldita locura —ya sabes, hacer saltos.
Por una fracción de segundos, me pareció ver en sus ojos que sabe de lo que hablo y que él también lo hace, pero dura tan poco que creo que solo fue mi imaginación y mis ganas de que así sea, porque me ve de manera tan desconcertado que me hace pensar que en cualquier momento se va a reír de mí por decir cosas absurdas.
—Espera un minuto, Nina, ¿de qué estás hablando? Explícate, mamá no me dijo nada.
—Ah... —es lo único que digo y desvío mi mirada de nuevo.
Él se me acerca y me agarra de la barbilla alzando mi cabeza para que lo vea.
—Explícame —repite.
—No es algo fácil de decirlo, Gideon, incluso no lo termino de asimilar, pero al parecer podemos teletransportarnos... bueno al menos, parece ser que yo lo puedo hacer.
Me suelta y se va a sentarse en unos de nuestros sofás con el desconcierto marcando sus facciones.
—¿Desde cuándo te sucede esto? —pregunta sin mirarme.
—No lo sé con exactitud, un mes quizás. La verdad no llevo la cuenta, tal vez sea menos.
—O sea que tenía razón y el desmayo de la otra noche si fue por algo.
—Supongo que sí, no sé si fue por eso —digo soltando un suspiro cansado—. En serio, ¿no sabías nada? ¿No te pasa a ti también?
No me dice nada de inmediato, lo que me hace sospechar que él está al tanto y que tal vez, también sea como yo y me esté mintiendo. Pero cuando me mira lo hace de una forma que no sabría explicar, lo que causa que mis sospechas se acentúen.
—No, no sabía nada —me dice sin titubear, como para que no me queden dudas al respecto—, y tampoco puedo hacer eso que, según tú, realizas. Pero cuéntame, ¿qué sientes cuando te pasa?
Esto de repente se pone raro, hacía mucho que no teníamos una conversación cómo está, sin discusión, sin ataques, solo hablar.
«Vamos ven aquí siéntate conmigo y cuéntame, quiero saber ¿acaso está mal querer hacerlo?
Titubeo antes de responder—: Supongo que no tiene nada de malo, solo que es extraña la situación, ¿no lo crees?
—Bueno... no niego que así sea, pero quizá esta sea una buena oportunidad para que volvamos a unirnos como cuando éramos chicos y dejemos de pelear ¿no te parece? —dice con un atisbo de sonrisa en sus labios.
—Supongo que sí —respondo dudosa, pero accediendo.
Me siento junto a él y le cuento todo lo que ha pasado hasta ahora, los viajes, las sensaciones que he tenido, todo. Pregunta si he visto algo extraño, algo que me ha llamado la atención y le dije que no, que, si no creía que no fuese suficientemente raro mis saltos, a lo que él solo se echó a reír a carcajadas. Y yo sin poder evitarlo me contagio y también lo hago con él.
No puedo negar que fue una charla muy interesante, creo que necesitábamos esto. Dejar nuestras diferencias a un lado y ser lo que somos, pero habíamos olvidado, hermanos.
—Mañana tengo que salir de viaje por trabajo, ya sabes, lo de siempre, pero llámame por cualquier cosa que surja y necesites mi ayuda.
—Lo tendré en cuenta, aunque si por mí fuera no quisiera volver a teletransportarme a ningún lado. Tengo miedo de que algo suceda, no sé, tengo un mal presentimiento desde mi primer desmayo.
—Si vuelve a pasar ten mucho cuidado y no hables con desconocidos, huye adonde no haya muchas personas y sobre todo cuídate, ¿está bien?
—No es necesario ni que me lo digas, aunque me da mucho miedo porque no sé con qué me voy a encontrar ni para dónde ir cada vez que me pasa.
La angustia me invade de repente, lo que hace que me abrace a mí misma y él al ver eso, me envuelve en sus brazos; lo que causa que me tense por un momento porque ya había olvidado lo que es ser abrazada por mi hermano, pero después se lo devuelvo. Si hubiera sabido que algo así me uniría a él, le contaba antes todo lo que me pasaba.
—Tranquila Nina, todo va a estar bien, te repito que cualquier cosa puedes contar conmigo. Nada te va a pasar, no te preocupes —dice tratando de calmarme, se aleja un poco de mí—. Lo siento, me gustaría seguir aquí contigo, pero tengo que ir a preparar mis cosas para mañana, además de que tengo que hacer un par de llamadas.
—No pasa nada, sé que tienes muchas cosas que hacer, además de que no estoy acostumbrada a este tú, tan amable —le digo como burlándome de él, a lo que pone los ojos en blanco.
—Yo tampoco —me aprieta la nariz, a lo que yo le frunzo el ceño—. Tranquila mujer, no pongas esa cara. Prometo tratar de llevar la fiesta en paz, tú también tienes que poner de tu parte, ¿eh?
No puedo evitar que una sonrisa se me escape, extrañaba esto, no me había dado cuenta de cuánto hasta ahora.
—Mientras no seas el ególatra de siempre, prometo poner también de mi parte —le guiño un ojo.
Pone los ojos en blanco de nuevo, pero después sonríe, se levanta, me guiña un ojo y se dirige a su habitación, y yo suelto un suspiro que no sabía que tenía contenido. Supongo que de esto puede surgir algo bueno, a fin de cuentas.
***
Un dolor intenso de cabeza me despierta antes de que suene el despertador, es una puntada en el medio de mi cabeza que por un momento me roba el aliento, dejo escapar un grito ahogado cuando el dolor se profundiza, hasta que desaparece por completo de la nada.
«¡Mierda! ¿Qué fue eso? Por un momento pensé que se me partiría la cabeza en dos» pienso. En serio lo sentí así, solo espero que esto no sea un augurio de que en cualquier momento me teletransportaré a algún lugar desconocido. Quiero que esto pare, no deseo formar parte de algo que ni siquiera sé que es.
Como sé que no volveré a conciliar el sueño después de eso, me levanto, voy al baño y me tomo una ducha larga aprovechando que me desperté más temprano de lo habitual. Me pongo mi ropa de trabajo, cuando estoy lista y por dirigirme a la cocina a por mí desayuno, veo un sobre blanco sobre mi mesita de luz; lo que me parece extraño ¿Habrá sido Gideon que me dejo algo antes de irse? Lo agarro y me fijo si dice algo, pero no tiene nada escrito por fuera, aunque prefiero no ver su contenido de momento por lo que pasó la última vez que husmeé lo que había dentro de un sobre. Lo guardo en el bolsillo que tiene mi pantalón de vestir y me dirijo a la cocina.
Me encuentro a mi hermano sentado tomando el desayuno, lo que quiere decir que él no me dejó el sobre o sí, tengo que preguntarle. Cuando me ve arquea una ceja de forma interrogativa, debido a que no es normal que esté despierta tan temprano.
—Buenos días —digo antes de que suelte algún sarcasmo o algo así y rompa la paz que ayer habíamos creado.
—Buenos días —es su respuesta, aunque por la sonrisa que lleva en los labios, sé que quisiera decir algo más, pero para mí fortuna se contiene.
Me preparo lo de siempre y me siento frente a él, se me queda observando como si me analizará. Últimamente lo hace a menudo y no sé si sentirme alagada o asustarme.
—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —pregunto después de un rato en que me canso de hacer de cuenta de que no me está observando de manera fija.
—Nada, es que me quedé pensando en lo que me contaste ayer y estaba viendo si veía algún cambio en ti.
—¿Cómo cuál? —Enarco una ceja de forma interrogativa.
—No lo sé, es solo algo que se me cruzo por la cabeza, no me hagas caso.
—Ok... ¿Ya te vas?
—Sí, mi vuelo sale a las once
Miro la hora en mi reloj, pero parece muy temprano para estar de camino al aeropuerto.
—¿No es muy temprano para ir? Son las siete.
—Si, pero me gusta salir con antelación por si hay mucho tráfico, odio andar a las corridas.
—Entiendo, bueno... que tengas un buen viaje. ¿Adónde vas está vez?
—A Moscú y después de ahí vamos a otro lado, pero aún no está confirmado. ¿Quieres que te traiga algo? —Frunzo el ceño, él nunca —remarquen eso— me ha dicho algo como eso, lo que causa que ría sin poder contenerme y él pone los ojos en blanco.
—¿Desde cuándo eres tan amable? —No pude evitar que el sarcasmo se filtrara en mi voz.
—¿Ahora? ¿Qué no puedo ser amable? ¿Tienes que cuestionarme todo?
—Ya, ya, no quise que te molestaras, es que esto me parece raro, es todo.
—Lo entiendo. Bueno me tengo que ir, si decides qué quieres algo, me mandas un mensaje. Nos vemos. —Agarra la maleta que se encontraba en la sala y se marcha. Y yo no puedo dejar de pensar que esto realmente es muy extraño, pero supongo que es algo bueno como para verle el lado positivo a esta nueva situación.
Cuando Gideon se va, me acuerdo del sobre que tengo en el bolsillo, del cual me olvidé de preguntarle si él me lo había dejado. Después tengo que mandarle un mensaje para hacerlo.
La curiosidad me carcome, pero no quiero abrirlo por miedo a lo que tenga dentro, aun así, no puedo dejar de pensar en ello. Entonces como no soporto más las dudas, lo abro y me sorprende lo que encuentro. Solo dice:
"Estas cerca, pero deberías de seguir buscando. El que busca encuentra, ¿tú lo harás?"
No tiene remitente, así que no sé quién lo envía ni de dónde viene. Esto se vuelve cada vez más misterioso y no entiendo el porqué. ¿Qué será tan importante como para que anden con tantos enigmas?
Suelto un bufido de fastidio, me levanto y lo arrojo a la basura. No me interesa seguir investigando nada que tenga que ver con lo que sea que me sucede, no buscaré respuestas, si llegan bien, sino también. Estoy harta de tanto secretismo, como si la vida se me fuera a terminar por qué me digan que mierda es lo que me está pasando.
Trato de tranquilizarme haciendo respiraciones profundas, no necesito otro desmayo más, dejaré de ser la Nina débil, para convertirme en una que va a enfrentar lo que sea con entereza. Bueno... al menos, lo intentaré. Aunque sea contradictorio a lo que dije antes.
Llegó la hora de ir a mi trabajo, así que me pongo en marcha, cuando estoy por llegar siento el mismo dolor de la mañana, pero esta vez más intensamente causando que me agarré de la cabeza. Trato de tranquilizarme haciendo respiraciones, inhalando y exhalando, una y otra vez, aunque logro que disminuya un poco el dolor, éste persiste. Entonces, decido ir al baño para refrescarme un poco la cara, cuando estoy por salir del baño, no logro ni dar dos pasos porque sucede lo que he querido evitar todo este tiempo. Una maldición se escapa de mis labios antes de materializarme a dónde me teletransporte.
Miro a mi alrededor y cuando iba a retroceder para atrás, choco con el cuerpo de una persona y al girar para disculparme, me llevo una gran sorpresa. Creo que esto no puede ponerse más raro.
-----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Nuevo capitulo!!! Espero les guste y si es así, me regalen una estrella.
Gracias!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro