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Capítulo XVIII: La Hija de Thor

Thor se recuperó de la pelea de manera rápida, más gracias a Mildri quien le dio de comer y beber con ayuda de los aldeanos, quienes estaban fascinado por el Aesir, siendo un pueblo pagano a pesar de la influencia católica del país.

—Ellos eran gigantes ¿verdad? —preguntó Yrsa.

El dios del trueno volteo a ver a la mortal y sólo asintió.

La niña volteó a ver a su hermano, Jorgen, quien bajo su mirada un poco asustado.

—¿Ellos nos lastimaran? —preguntó el chico.

—No lo harán, no dejaré que los gigantes hagan nada, eso se los garantizo —comento el dios.

Escucharlo decir esto hizo tanto que Mildri cómo los chicos, se sintieran seguros.

—Mencionaste que sabías donde estaban Freyja y los demás opositores de Loki —dijo Thor.

Mildri lo volteó a ver.

—Sabemos que operan en Oslo, pero se mantienen con un perfil bajo porque Loki mantiene todo su poder ahí.

—Tenemos que ir para allá —comentó el dios.

Los mortales vieron a Thor.

—Podemos ir para allá, pero no tenemos la certeza de saber dónde están —dijo Mildri.

—Lo entiendo, podemos intentar rastrearlos cuando estemos ahí.

—Es una buena idea, ¿cuándo nos vamos? —preguntó Jorgen.

—Ya, hoy mismo —comentó el dios del trueno.

Todos lo vieron y asintieron.

—¿Qué necesitamos? —preguntó Yrsa.

—Lo que ustedes consideren necesario, los veo aquí en una hora —dijo el hijo de Odín.

Con ello se levantó para salir y adentrarse al bosque.

Mildri lo vio y no pudo evitar sonreír a pesar de todo se sintió tranquila de saber que los dioses si existían, que lo que le había enseñado su padre era cierto, cada leyenda cada historia, todo siempre fue cierto.

El tiempo paso, y Thor estaba afuera de la casa de Mildri esperándolos con Tanngrisnir y Tanngnjóstr.

Los mortales se acercaron a él y vieron la carroza.

—¿Nos iremos ahí? —preguntó Jorgen.

—Suban —imperó.

Sin pensarlo dos veces subieron a la carroza, al estar arriba esta se cerró por completo y con un movimiento de la rienda Thor hizo que las cabras comenzaran a galopar.

Primero en tierra donde corrieron a gran velocidad, los mortales se mostraron fascinados por esto, sin embargo, un grito escapó de Yrsa.

Las cabras comenzaron a correr sobre el aire, alzándose por el cielo sin bajar la velocidad.

Su hermano quedó extasiado al ver esto, más al notar cómo a pesar de que parecía una cúpula el vehículo, pudo sentir el aire pasando por su rostro y cuerpo.

Observaron cómo volaban en aquel cielo estrellado noruego.

—Tenía tiempo que no veía tan silencioso el país —dijo el dios.

—¿Eso es malo? —preguntó Mildri.

—No sabría decirte, al menos no sé cómo definirlo y menos con la situación actual que está pasando en Midgard, creo que el silencio es parte culpa de Loki —puntualizó el dios.

—¿Crees que podamos detenerlo? —cuestionó Jorgen.

—¡No es cuestión de creer o no, es mi deber hacerlo!

La decidida voz de Thor hizo que los humanos sintieran una gran confianza.

—Lo mejor será que tú y Freyja trabajen juntos —dijo Mildri.

—Es justamente lo que le diré, nunca hemos sido cercanos la señora Vanadis y yo pero nos respetamos —dijo el dios del trueno.

—Aparte sé qué la dios Freyja detesta al dios de las mentiras por tantas cosas que le hizo —señaló Mildri.

—Freyja no toma muchas rencillas, pero no es gran fan de Loki para ser sinceros —puntualizó Thor.

—¿Por qué está haciendo todo esto él? —preguntó Mildri.

—Quiere adelantar el Ragnarok, piensa que si nos toma por sorpresa tendrá oportunidad de sobrevivir al mismo, que equivocado esta —dijo Thor.

—Él sabe que el destino no se puede cambiar, las nornas no lo permiten —comentó Yrsa.

—Siempre estuvo muy en contra de los designios del destino, incluso mi padre llegó a hacerlo, más cuando nació Fenrir, pero eventualmente aprendió que es imposible pararlo —dijo el dios del trueno.

Los mortales lograron ver cierta preocupación en su rostro.

Entendían que era debido a lo que tenía deparado el Ragnarok para él, perecer en la batalla contra Jörmungandr no era algo que quisieran tener cómo un hecho ninguno de ellos.

—¿Pero por qué quiere detener el destino? —preguntó Jorgen.

—Creo que cómo todo ser sintiente, teme morir y caer en el olvido, y su destino no pinta nada bien al perecer a manos de Heimdall —señaló Mildri.

Todos asintieron ante esto.

—Debería saber que, a pesar de todo, los hilos de las nornas ya están trazados, y querer alterarlo puede traer problemas para tu existencia —dijo Thor.

Vieron que se iban acercando a la gran urbe de Oslo, estaba iluminada pero cierta neblina se cernía sobre ella, los rayos de Mani, el dios de la luna no podían pasarla.

—Parece un cementerio —dijo Yrsa.

Todos asintieron.

Thor descendió con la carroza, quedando a las afueras de la ciudad, con un movimiento de su mano la desapareció y los recién llegados comenzaron a caminar fuera del bosque donde habían aterrizado.

Salieron a una calle donde parecía que no había nadie, incluso se notó cierto lugar de muerte, el ambiente era pesado y la niebla parecía más densa, incluso se notó cierto olor a muerte.

—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó Mildri.

—Son los experimentos de Loki —dijo Thor.

—¿Experimentos? —preguntó Jorgen.

—Los soldados que mandaron no son humanos normales, ha de estar modificándolos de cierta manera.

Todos se le quedaron viendo al dios del trueno, quien con un movimiento de su comenzó a llover y a caer truenos en la ciudad.

Los mortales observaron que parecía estar limpiando el lugar, aquella densa niebla se comenzó a disipar.

Conforme avanzaron notaron que la ciudad estaba casi desierta, alcanzando a ver sólo unas que otras caras asomándose por las ventanas pero cerrando las cortinas casi enseguida.

De un momento a otro Thor se detuvo y volteó hacia el cielo tomando a Mjölner de su cinturon poniendose en posición de batalla.

—¡Detrás de mí! —les indicó.

Los mortales obedecieron.

Se comenzaron a ver pequeños puntos en el cielo que iban descendiendo a una gran velocidad, que conforme se acercaban veían que eran dos humanoides con alas.

Esto hizo relajarse a Thor y aguardó la llegada de los seres.

Los mortales quedaron fascinados cuando dos mujeres en armadura, una con el cabello rojizo al igual que sus alas mientras que la otra el tono era cobrizo.

—Pensamos que jamás lo alcanzaríamos —dijo una de las recién llegadas.

Ambas se arrodillaron enfrente del dios del trueno mostrando su respeto.

—¡Es una sorpresa verlas aquí! —dijo Thor —, pensé que mi padre no estaba dejando que ninguna de ustedes se despegara de él.

—Mi señor Thor, es un gran gusto verle sano y salvo —dijo Galdrar, una de las valquirias.

—Mi abuelo no puede ir contra los designios del Allthings de la señora Vanadis, lo sabes padre —dijo la de cabello rojizo.

Los mortales se le quedaron viendo y notaron mucha similitud entre ella y el dios del trueno.

Thor observó a la mujer y sonrió abriendo sus brazos.

Sin titubear la Valquiria se lanzó al abrazo del dios del trueno aspirando aquel olor a atmosfera que siempre desprendía.

—¿Cómo está mi pequeña? —preguntó con un tono suave el dios.

—Bien padre, preocupada por usted —dijo la chica.

—Es Thrud... —dijo fascinada Yrsa.

Los otros dos mortales asintieron mientras seguían fascinados por las dos mujeres.

—Se que las dos son unas dignas cazadoras, pero ¿cómo dieron conmigo? Intente ser lo más discreto del mundo.

Las dos valquirias se voltearon a ver y rieron.

—No creo que eso haya pasado padre, venimos siguiendo su rastro de tormenta por todos lados —rio.

Esto hizo reír al dios.

—Jamás puede calmar una tormenta mi señor —sonrió de manera cortes Galdrar.

Comenzaron a platicar de lo que estaba sucediendo en Midgard y frunció el ceño Thor.

—Así que con que con esas tenemos —se rascó el mentón.

Las dos muchachas asintieron.

—Ahorita estamos esperando el regreso de los mortales y una de nuestras hermanas de Asgard con las manzanas —dijo Thrud.

—Entiendo —dijo Thor —, Galdrar, necesito que regreses con Freyja y le digas que estoy acá, que necesito verla lo antes posible.

La Valquiria asintió.

—Partiré enseguida mi señor.

Ella de despidió de Thrud juntando su frente a la de ella y se sonrieron.

—Te veo en unos días pequeña —beso su frente Thrud..

Ella sólo asintió.

La valquiria se fue dejando cierto vacío en el corazón de la otra, hasta que la vio desaparecer en el manto oscuro de la noche.

—Ella estará bien —sonrió Thor.

—Lo sé padre, créame que lo sé. 

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