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Capítulo XVI: La Mayor Traición

Freyja se sentó en una piedra a la falda del gran volcán observando el horizonte, el sol se estaba por ocultar y dejó salir un suspiro.

Se sentía intranquila por haber dejado ir a Sigrid a Asgard sola, pero era algo necesario, necesitaban conseguir la manzana de Idunn de lo contrario no podría ella enfrentar a Loki o peor aún defender a su pequeño mortal de ser necesario.

El daño que le ocasionó Loki fue algo que jamás espero, incluso fue inocente en creer que lo que dijo el dios de las mentiras era cierto, que en unos años se le pasaría, pero no.

Se seguía dando golpes mentales por haberse dejado tomarse por sorpresa por él, ella era una guerrera y no entendió cómo logró engañarla con aquel ataque.

Sintió algo húmedo caer por su mejilla, alzó su mano y la limpió.

Un líquido dorado, sus lágrimas.

Tenía muchos siglos de no haber llorado, desde la partida de su esposo, sin embargo, ahora, se sentía débil de cierta manera, con ganas de poder hacer algo de verdad y no ser humillada más por aquella deidad.

La frustración era latente en su mueca, más al ver que su tristeza no dejaba de fluir, aquella impotencia que había creado en ella Loki la estaba carcomiendo, quería derrotarlo de verdad.

—¿Mi señora? —dijo una voz detras de ella.

La diosa fue tomada por sorpresa y con un movimiento de su mano desapareció su llanto y volteó.

Era Thrúd y y Galdrar, otra de las valquirias, esta de cabello cobrizo con alas de la misma tonalidad, con una, lanza en su espalda.

—¿Qué sucede? —preguntó la diosa viendo a sus subordinadas.

—Estaba pensando que podríamos buscar a mi padre si sabemos que está en Midgard —dijo Thrud mientras ajustó su martillo de guerra a su cinturón.

Esto hizo que Freyja pusiera más atención, esa era una gran idea, más si se iban a hacer cargo de lo que hacía Loki de traer a antiguos guerreros con su magia e inmunes a los poderes de los dioses.

—¿Sabes dónde podrá estar? Su último avistamiento fue en

Rogaland —comentó la diosa del amor.

—Pues buscar a mi padre no es tan difícil mi señora, sólo siga las nubes de tormenta —rieron las dos valquirias.

La diosa se les quedó viendo y después soltó una carcajada.

—¡Tienes razón! Tu padre siempre esta donde están las nubes de relámpagos.

—Creo que sería algo bueno que uniéramos fuerzas con el señor Thor —dijo Galdrar.

—Tienes razón más con lo que se avecina —comentó la diosa.

—Aparte por lo que nos dijo nuestra hermana que acompaño a los mortales, que los Draugrs de Loki son más fuertes de lo usual —señaló Thrud.

—Son Inmunes a cualquier ataque o hechizo de los dioses, pero los Disir y los humanos si los pueden dañar —dijo Freyja —, es parte de aquel ritual profano que están empleando.

Las dos mujeres se quedaron viendo mientras que la diosa continuó contándoles de lo que era esa magia, esto las palideció y a la vez las puso tristes.

Las valquirias al escuchar todo sintieron cómo su cuerpo estaba pesado, los corazones un tanto dolidos, cómo si revivieran de luto.

—Entendido, entonces iremos a buscar a mi padre mi señora —dijo Thrud incoándose en frete de la deidad.

—¡No la defraudaremos! —dijo la otra

—Lo sé, jamás lo han hecho.

Con ello las valquirias hicieron una última reverencia y partieron alzando en vuelo.

Freyja vio cómo se fueron haciendo más pequeñas en el horizonte, con la esperanza de que pudieran encontrar al dios del trueno y así poder seguir combatiendo a Loki.

—Freyja, la comida está servida —dijo la voz de su hermano detras de ella.

La deidad volteó a verlo y asintió.

—¡Voy! —contestó.

Se acercó a Freyr y este la notó un poco triste, era algo que tenían entre ambos, sabían cuando el otro no estaba bien o preocupado e incluso triste.

—¿Qué tienes Freyja? —le preguntó sin preámbulos.

Vanadis volteó a verlo, y sonrió de manera, notándose lo derrotada que se sentía.

—¿Cómo me conoces tanto? —preguntó.

—Más de una eternidad siendo tu hermano me da cierta ventaja de ello —se carcajeó el dios de la primavera.

La diosa de la guerra rodó los ojos sin poder evitar sonreír de manera genuina, por este tipo de cosas amaba tanto a su hermano, sin él, su existencia sería muy aburrida.

—Esto sólo un poco preocupada con todo lo que está pasando —comentó Freyja —, entre lo de Loki, ahora con Sigrid yendo a Asgard, la traición de los Einherjars y mi herida, siento que todo se está desmoronando.

Su gemelo asintió entendiendo mucho a lo que se refería su hermana, comprendía que se sentía mal y que se veía de cierta manera triste y sin esperanzas.

—Lo entiendo, parece que tenemos al universo en nuestra contra —señaló —, pero lo último que debemos hacer es darnos por vencidos.

El dios se paró enfrente de ella y la detuvo viéndola a sus ojos, le sonrió y beso su frente.

—Jamás te dejaré sola hermana, siempre pelearemos juntos.

—¡Lo sé, y siempre ganaremos!

Con aquella pequeña platica la diosa se sintió con mayor esperanza, sabía que Freyr siempre veía las cosas de manera positiva, alguien debía hacerlo y se lo agradecía.

Llegaron al círculo donde estaban las demás valquirias, los mortales, gatos y jabalís, todos listos para comer.

Freyr y ella con su magia lo hicieron y se sentaron.

Gilda después de unos minutos comiendo se dirigió a las deidades.

—Mis señores ¿Puedo preguntarles algo?

Los dos dioses que sólo veían comer a sus compañeros.

—¿Qué pasa Gilda? —la vio Freyr.

—Se que era un muerto viviente lo que nos atacó el otro día, un Draugr, pero si no mal recuerdo, ellos sólo están ligados a proteger los tesoros de los reyes —comenzó, se notó un poco preocupada —, ¿por qué uno nos atacó?

Los dioses sabían que esta platica se acercaba con los chicos, y más con las valquirias ahí, quienes se les notaba un dolor en su corazón.

Freyja dejó salir un suspiro.

—Efectivamente son Draugr, sin embargo ellos están siendo levantados con rituales profanos —dijo la diosa.

—¿Es culpa de Loki? —preguntó Jarle.

—Per se por él no, creo que esto es más obra de Sinmore —dijo Freyr —, a pesar de todo ella siempre ha sido una hechicera poderosa.

—Ese muerto dijo algo que captó mi atención, que era Thruvaldgard el fiero, si mi memoria no está equivocada, él fue un guerrero famoso de las épocas vikingas, ¿verdad?

Las valquirias se veían tristes, derrotadas de cierta manera, en especial Brynhildr, quien tenía la mirada perdida hacia la fogata.

—Él fue uno de los últimos grandes vikingos de su época, fue aquel que derrotó a cuarenta ingleses el sólo en la batalla de Stamford —dijo Hilda con cierta admiración.

—¿No debería el estar en el Valhalla? —preguntó Haavard.

—En teoría sí, pero...bueno, hay magia allá afuera que es profana incluso para los seres divinos —dijo Sigrún, una valquiria de cabello azulado con alas del mismo color, de las recién llegadas por el Allthings.

Lo que mencionó hizo que los mortales se vieran entre sí, ya que algo que les preocupara a los seres divino, debería de ser muy malo.

—Pero, después de la muerte ellos esperan al Ragnarök ¿no es así? —pregunto Dhalia.

—En el mejor de los casos eso debería de pasar, pero hay un hechizo, un ritual hecho por Hel misma que permite traer el espíritu del guerrero ya sea del Valhalla o de Folkvangr, depende a donde haya ido al morir —dijo Freyr.

Los mortales se les quedaban viendo sin en verdad entender lo malo detras de eso.

—Pues si es magia no es cómo que tengan mucha oportunidad de oponerse los guerreros ¿verdad? —los vio Arkyn.

Todos guardaron silencio y bajaron la cabeza en tristeza.

—Eso es lo torcido del ritual, los guerreros tienen la opción de negarse a dejar los grandes palacios, traicionar a los dioses —la voz de Freyja era sombría.

Esto les heló la sangre a los jóvenes.

—¿Ellos deciden hacerlo? —tragó saliva Gilda.

Las deidades asintieron.

—Eso supongo que tiene un precio, ¿verdad? —pregunto Haavard.

—Sus almas son condenadas al Náströnd —dijo de manera tajante Brynhildr, se escuchó el dolor en su voz.

—La playa de los cadáveres —susurró Dhalia.

Los gemelos asintieron.

—¿Qué los llevaría a aceptar tal precio por unos minutos en la tierra? —preguntó Arkyn.

—No estar satisfechos con lo que obtuvieron, o simplemente son personas sin escrúpulos, unos malditos traidores y vendidos —dijo muy furiosa Svanhvít.

La ira se notó en sus ojos, parecía que echaban chispas, de hecho, los mortales vieron que todas las valquirias estaban cómo ella, enojadas, con gran rencor en sus rostros, todas menos Brynhildr quien parecía tener lágrimas en sus ojos.

—Calmense ahora mismo —dijo Freyja —, no somos quienes para juzgar las decisiones de esos guerreros, si traicionaron a los dioses, pero su castigo esta trazado en las estrellas y en sus hilos del destino.

Las valquirias entendieron y se calmaron.

—Es por eso que ustedes van a empezar a entrenar más, nosotros no podemos hacer frente a los Draugr, los protege la magia, pero los mortales en combinación a las valquirias pueden derrotarlos —dijo Freyja.

Esto tomó por sorpresa a los chicos.

—¿Cree que van a ver más? —se sorprendió Dhalia.

—Tristemente sí.

Tanto las valquirias cómo los mortales dejaron salir un suspiro de derrota.

—Lo haremos —dijo Haavard —, debemos poder lograrlo, no podemos sólo estar como porristas cuando debemos proteger nuestro mundo.

Sus palabras parecía que hacían a los humanos llenarse de valor.

—Lo haremos —dijeron todos al unisonó.

Esto sorprendió a las valquirias y deidades, cómo no mostraron miedo ante esta idea, sino que fueron muy valientes.

Sin duda alguna los mortales siempre los iban a sorprender. 

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