Él beso del adiós.
Sigrid no dejaba de ver el cuerpo de su amiga, sentía una gran pesadumbre en su corazón, nunca imagino que estaría sin ella, y le dolía como jamás pensó que algo podría hacerlo.
Tenía lágrimas adornando su nívea piel, su semblante era apagado, lleno de tristeza, jamás había perdido a nadie que fuera tan cercano para ella como lo fue Helga, era como su hermana, la mayor que siempre la cuido, y verla rota y sin moverse, estaba destrozándola.
Freyja lo notaba, sentía la pesadumbre que tenía en su corazón aquella mortal y eso le dolía, odiaba verla tan triste y decaída, esos hermosos ojos estaban aguados, su chispa ausente, eso ocasionaba que la deidad se sintiera inútil, le había fallado a todos, no pudo defenderlos.
Los elfos igual se percataban de aquella atmosfera melancólica, por un lado, viendo a Sigrid llorando ahora sobre el pecho de su más preciada amistad, mientras que notaban la impotencia en el visaje de la diosa de la guerra, en la mueca de derrota que mostraba, tenía milenios que no veían a la deidad tan decaída, ni cuando su esposo Odr había desaparecido por aquella treta de Loki, no tenían ninguna duda de que Freyja se estaba enamorando de aquella mortal.
—Tenemos que avisarle a Leif. —decía Sigrid captando la atención de todos los presentes.
Freyja se le quedaba viendo, clavando su dorada mirada en los apagados cielos de la veterinaria, quien peleaba para que no se le salieran las lágrimas, no quería mostrarse débil enfrente de los elfos o de la diosa.
—Sería lo más correcto pequeña, merece saber que le paso a su persona especial. —comentaba Freyja, ella sabía el dolor por el que iba a pasar el castaño, lo había sentido hace siglos, pero tuvo la eternidad para superarlo, sin embargo, Leif, solo tenía una vida, un corto tiempo en Midgard, el cual la deidad sabía que no era suficiente para dejar ir ese tormento de su corazón.
Sigrid sacaba su celular, buscando el teléfono de su mejor amigo, hasta encontrarlo y marcarlo.
Pasando dos timbres el chico respondía con una agitada voz, incluso sin saludar.
—¿Has sabido algo Sigrid?
El pecho se le hundía a la azabache quien dejaba salir un suspiro.
—Tienes que venir por favor, Leif.
—¿Qué paso amiga? ¿Ella está bien? ¿Dónde se encuentran? —Se escuchaba la angustia en la voz del jovenzuelo.
Freyja tomaba el celular de Sigrid, la chica no podía articular ni una sola palabra.
—¿Estas con Bygul y Trjeul?
—Hola Freyja, si estoy con ellos, ¿Están bien? —Le preguntaba Leif.
—Diles que les mandaré unas imágenes a su cabeza, para que te puedan traer aquí junto con el carro.
—Entendido.
Freyja se concentraba mandándoles la ubicación a los dos mininos.
«Sean cuidadosos cuando vayan por la carroza y traten de mantener tranquilo a Leif, será algo duro»
Les mostraba las escenas de lo que había pasado haciendo que los dos se sintieran devastados, su ama sentía el corazón romperse de ambos, ellos adoraban a esa mortal, jamás habían tenido ese tipo de acercamiento más que con Freyja y ahora con Helga, que su vida había llegado abruptamente a un final.
«Iremos como usted nos ordenó mi señora Vanadis, intentaremos calmar al mortal» respondía el pensamiento Bygul.
Con ello los gatos desaparecían de la mente de la diosa para cumplir su misión.
—Sigue a Trjeul y a su hermano, Leif, pronto nos veremos acá. —Con ello le colgaba al joven.
La diosa se acercaba a la mortal y se sentaba a lado de ella mientras que los elfos las observaban.
Nadie decía nada, era un silencio sepulcral con solo el viento ululando, moviendo de un lado a otro las ramas de los árboles y el verde pasto mientras que cientos de luciérnagas alumbraban la noche sin estrellas, pareciese que se las hubiera devorado la melancolía.
Sigrid sentía la presencia de la diosa a su lado, a pesar del dolor en su ser, estaba tranquila a lado de ella, y sin meditarlo se recargaba en su hombro, postrando su cabeza, dejando salir un suspiro de tristeza mientras jugaba con el collar que le había dado Freyja.
—¿Hay manera de regresarla? —Su voz era silenciosa, apenas un susurro que se lo llevaba el viento estaba tiritando de frio a pesar de tener su chamarra puesta.
La diosa abría la capa de plumas de halcón que traía, abrazando a la chica, pegándola a su cuerpo para intentar calentarla y protegerla del inclemente frio de Noruega, sintiendo a pesar de todo la calidez de la mortal.
—No pequeña...ella ya está en Helgafjell, ya no sufre, está por fin descansando después de lo que le hicieron esos bastardos —decía Freyja con agresividad tintando su voz.
—¿Qué es ese lugar? —cuestionaba de manera tímida la azabache acurrucándose más en la diosa.
—Es un sitio de paz donde van las personas que fueron dignas y rectas, así como lo fue Helga, ella merece estar tranquila en la vida después de la muerte. —La deidad le explicaba a la chica y sin meditarlo le daba un tierno beso en la coronilla, haciendo que se sintiera incluso más tranquila mientras que Freyja se inundaba de aquel aroma tan característico de ella, milenrama y lluvia, su olor favorito.
—Ella ya no sufrirá, estará feliz. —se le estaba entrecortando la voz a la veterinaria, pero permanecía firme, no podía romperse.
—Te lo prometo, ella ya no sufre. —Le aseguraba Freyja.
—Gracias por defenderme y protegerme allá, sé que ese campo de fuerza que pusiste a mi alrededor te quitaba un poco de tu energía, perdóname. —susurraba Sigrid.
—Yo siempre te protegeré reina, eso jamás lo dudes.
La chica alzaba su rostro hacia el de Freyja hundiéndose en la dorada mirada de la diosa, estaban unos escasos centímetros la una de la otra, podían sentir la respiración de cada una cerca.
Alzaba un poco más su rostro la mortal y le daba un pequeño beso en la comisura de sus labios a la deidad, la cual se tornaba de un color muy rojo, algo que nunca le había pasado.
—Aun así, gracias, Freyja...te quiero.
La diosa estaba por responderle, sin embargo, en ese momento se escuchaba el arribo de un carro, y eran alumbradas por las farolas de este, observando que era Leif y los gatos, quienes se bajaban del mismo.
Los elfos al ver a los recién llegados se escondían, confiaban en Sigrid y Freyja, pero no en el chico, no querían ser vistos o descubiertos.
—¡Amigas! —Se movía acelerado el joven hacia ellas, pero la diosa se levantaba de manera fugaz dejándole su capa de halcón a la mortal, y parándose enfrente de él.
—Leif, necesito que te prepares para lo que verás, por favor...no es culpa de nadie... —decía la diosa.
—¿Qué paso? ¿Por qué me dices...? —Era cuando la veía, el cuerpo de Helga cubierto por un ropaje de manta que no había sido lo que ella portaba el día de ayer.
—¡Helga! —gritaba de manera desgarradora el joven quitando a la diosa del camino e hincándose a lado del cuerpo de su amada.
Sus gritos y lamentos ocasionaban que incluso los elfos escondidos, los gatos y la diosa sintieran gran pena, eran los alaridos de una persona con el corazón roto, de alguien que acababa de morir en vida, que había perdido todo en este mundo.
—¡No por favor! Despierta mi princesa...abre tus hermosos ojos, por favor vuélveme a ver, no puedo estar sin ti. —Su llanto era desgarrador mientras arrullaba el cuerpo de su amada en sus brazos, era ligero, pero a la vez muy pesado para él.
Sigrid sentía aquel dolor, su mejor amigo estaba agonizando, nunca lo había visto roto, jamás había presenciado que Leif llorara, sin embargo, en ese momento sus lágrimas salían a borbotones, mientras que besaba la frente ya fría de su amada.
Bygul y Trjegul estaban a lado de él y de la difunta, se restregaban en las manos de la chica, lamiendo su gélida piel, como si buscaran despertarla de ese infinito sueño.
Freyja se le estaba partiendo él corazón, sentía todo el dolor de aquella muerte y sus repercusiones, había presenciado esto muchas veces cuando guerreros morían en batalla sin poder volver a ver a sus amadas, o de parejas que habían vivido muchos años juntos y uno de ellos partía antes, pero nunca de esta manera, Leif estaba destrozado, sus sentimientos eran una telaraña de odio, tristeza, enojo, frustración, desolación y demás, como si una nube negra se postrará sobre él.
—¿Qué paso? ¿Quién le hizo esto? —preguntaba sollozando aquel fiero joven.
—Los Grommson. —decía Sigrid quien se había movido a donde estaba su amigo y lo abrazaba mientras que el sostenía el cuerpo de Helga.
Le explicaban todo lo que había acontecido ese día, la mansión, la pelea de Freyja, el sacrificio y el porqué de este.
Estaba viendo hacia la nada el muchacho, las lágrimas no dejaban de salir de sus verdes orbes, eran silenciosas, pero llenas de melancolía y dolor.
Pasaba cierto tiempo llorando mientras Sigrid lo consolaba.
—Ella quisiera que siguiera peleando a su lado, por qué es lo correcto y Helga siempre lo hacía. —comentaba Leif quien no soltaba a su novia. —Pero mi señora Freyja, nos tiene que enseñar a pelear, se lo ruego, quiero seguir haciendo lo que ella hacía, quiero continuar al pie del cañón con ustedes.
Se acercaba al rostro de Helga y besaba sus labios por una última vez.
—Leif tiene razón, necesitamos aprender a defendernos. —señalaba Sigrid.
Freyja los veía y entendía el dolor que estaban teniendo ambos aunado a la preocupación.
—Lo haré, les mostraré como defenderse. ¡Aprenderán el arte de la guerra nórdica!
Nota de autor//Glosario
Helgafjell: Significa montaña sagrada, este lugar se piensa que era donde las personas que vivieron vidas dignas y honestas van al morirse, era como un paraiso, pero muy pocos lograban entrar.
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