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Brisingamen

La lucha contra la empresa Grommson estaba yendo bien, habían logrado salvar dos parques en el transcurso de un mes y medio, donde mediante el apoyo de varias firmas a través de internet y las redes sociales consiguieron parar la deforestación de una Isla y la contaminación del mar ya que querían desaparecer los fiordos, esto sin duda había sido un gran golpe para los magnates y un triunfo para el Cobijo de Bygul.

Sigrid estaba muy feliz, se notaba en su forma de sonreír e interactuar con sus amigos, tenía cierto brillo en su semblante siempre, y más cuando estaba Freyja a su lado; se habían hecho muy unidas en los dos últimos meses.

—Parece ser que los fiordos no serán tocados por Grommson y sus secuaces, logramos ganar ese juicio. — decía Leif quien entraba a la sala de juntas cargando una caja con utensilios veterinarios que les habían donado.

—Eso es perfecto, aparte gracias a eso, la isla Lindoeya no será tocada, se mantendrá tal como está —comentaba Helga mientras ojeaba una revista sentada.

—¡Les dijimos que iba a ser buena idea usar esas cosas tecnológicas! —señalaba Trjegul quien estaba acostado en uno de los estantes del lugar.

—La verdad es que tu idea y la de Bygul fue de lo más acertado, ¡gracias! —exclamaba Sigrid con una amplia sonrisa en su rostro viendo a sus amigos y al gato.

—¡Lo sé él y yo somos perfectos!

Los presentes comenzaban a reírse de las ocurrencias del minino blanco.

La asociación estaba mucho más tranquila al tener a los felinos y a la diosa con ellos, sentían que todo era posible y aparte estaban protegidos, nadie se atrevía a contrariar a esa misteriosa mujer que se había unido a su grupo, los guardias de Grommson le temían y más después del altercado que había sucedido en la isla donde buscaban ya derribar varias de las rusticas casas, pero eran detenidos por la fémina de cabellera blanca, que sin usar más que sus manos había derrotado a ocho de los diez soldados que intentaron amedrentar a los ecologistas.

Por su parte Helga había entablado una de las más grandes amistades que podrían tener dos gatos celestiales y una humana, hacían casi todo juntos cuando no estaba Leif, siendo incluso que ambos se dormían en la cama de la ingeniera ambiental y al salir a la calle siempre la acompañaban para cuidarla, mientras que ella les cepillaba diario el pelaje, los acariciaba y jugaba con ellos, los felinos la amaban.

—¡Esto me da mucha más fe! Se que si seguimos así podremos salvar muchos más parques y reservas —señala la castaña quien estaba acariciando ahora la barriga de Trjegul, el cual se había movido a donde estaba la chica.

—Se que lograremos deshacernos de Grommson y todo su sistema corrupto, ¡lo haremos por la naturaleza! —exclamaba Isak quien iba entrando.

Se quitaba su chamarra colgándola en uno de los percheros.

—¡Hola jefe! ¿Cómo le va? —preguntaba Sigrid.

—¡Excelente! Freyja y Bygul ayudaron mucho, pudimos desalojar a todos los animales de ese criadero clandestino que tenían a las afueras de la ciudad, lo pensaran ya dos veces en volverlo hacer. Les dieron un buen susto.

Siempre que había una misión de rescate iban dos de los tres nuevos integrantes, y se quedaba uno en los cuarteles de la organización para poder defenderla en caso de que los lacayos de Grommson decidieran actuar en contra de ellos.

—¿Ella está bien? ¿No se lastimo? —preguntaba Sigrid muy rápido buscando a la diosa con su mirada.

—Estoy bien Sig, no me paso nada.

La melodiosa voz de la deidad se escuchaba entrando a la habitación capturando la mirada de la veterinaria quien en un fugaz movimiento se levantaba de su asiento y se acercaba al cuerpo de la platinada, tomando primero sus manos y checándolas al igual que sus brazos, para después rodearla y revisarla de pies a cabeza.

Freyja dejaba salir una risita al ver lo preocupada que estaba la mortal por ella, eso sin embargo hacía que su corazón latiera muy rápido ya que a pesar de que ella no podía ser lastimada por ninguna arma humana, el gesto por parte de la chica era más que apreciado.

—No quiero que la lastimen mi señora. —Se paraba enfrente de ella viéndola a los ojos ruborizada.

La mujer sonreía al ver esa inocencia plasmada en el visaje de la dulce muchacha, aquellas muestras de preocupación genuina ocasionaban muchos sentimientos en la deidad que hace mucho no experimentaba por alguien.

—Pequeña mortal, eres la humana más dulce que he conocido a lo largo de muchos milenios, gracias por preocuparte por mí.

Acariciaba su terso rostro con el dorso de su mano, haciendo que Sigrid sintiera descargas eléctricas por todo su cuerpo. Estaba feliz.

Los presentes observaban la escena, sentían la química entre ambas chicas, aquella fiereza de la deidad guerrera en contraste con los sentimientos puros de la veterinaria, se complementaban de gran manera.

—Si quieren las dejamos solas —decía Bygul quien había entrado y se ponía a lado de su hermano recibiendo una caricia por parte de Helga haciéndolo ronronear.

Sigrid y Freyja volteaban a ver a sus amigos muy sonrojadas y desvían sus miradas.

—¡No digas tonterías saco de pulgas! —exclamaba Freyja fulminando con su mirada a su fiel acompañante quien se escondía atrás de la castaña aun con una sonrisita dibujada en su rostro.

En ese momento se escuchaban los frenéticos toques en la puerta de la entrada, captando la atención de todos los presentes, levantándose Leif a checar que pasaba acompañado por Trjegul.

Todos estaban a la expectativa cuando regresaba corriendo el minino con una cara de angustia.

—¡Sigrid! Hay un animal herido, lo trajo un joven, parece que fue quemado y golpeado.

La chica se ponía en alerta y caminaba hacia donde la estaba dirigiendo el gato quien corría hacia la sala de atención veterinaria que tenían. Al llegar Sigrid veía a un perro muy lastimado con sangre en varias partes de su cuerpo y carne al rojo vivo, como si hubieran querido quemarlo.

—¡Maldición! ¿Qué le paso? —cuestionaba la chica mientras tomaba unos guantes quirúrgicos y veía al joven que había llevado al canino y después a Leif.

—No se doctora, iba corriendo como siempre hago en el parque y escuché su gimoteo de dolor, lo encontré en un arbusto muy lastimado, lo primero que se me ocurrió fue traerlo con ustedes —decía el chico un poco nervioso.

—Entendido.

Con ello Sigrid comenzaba a revisar de pies a cabeza al canino, notaba la falta de pelo en varios lados, como si se lo hubieran quemado, a la par de que su cuerpo presentaba varios golpes y huesos rotos.

—¿Quién te hizo esto precioso? —Se le estaba por quebrar la voz a la azabache, si había algo que le dolía mucho era ver el sufrimiento de los animales y todo lo natural, su corazón se estaba rompiendo con la escena del perro mostrando aquellos ojos inocentes que no entendían que le pasaba; una lagrima caía del rostro de Sigrid.

La diosa sentía el dolor en el corazón de la chica, sus sentimientos eran movidos al ver la devoción y empatía que tenía.

«Es una chica tan pura...»

Sigrid se enfocaba en atender al perro, se desplazaba de un lado para el otro analizando lo que pasaba, hasta que de los estantes tomaba una jeringa, a la cual le ponía una dosis de anestesia para inyectársela al canino.

—Calma hermoso, dolerá un poco, pero podrás descansar.

El susurro parecía una canción de cuna, tranquilizando al lastimado animal mientras le inyectaba, haciendo que fuera cerrando de manera lenta sus ojos, para que después empezara a limpiar las heridas superficiales con gasas y alcohol, intentando hacer que no se fueran a infectar.

Se movía de manera rápida y certera, sabía qué hacía mientras atendía al canino, zurcía las heridas que necesitaban puntos, sus manos eran más rápidas que el rayo mientras lo atendía, dejando muy impresionada a la deidad, algo que no pasaba a menudo.

Sigrid continuaba con su trabajo por otras dos horas donde dejaba muy estable al perro suturado, con sus quemaduras y heridas curadas, la chica le ponía una intravenosa de suero para la noche, dejándole comida, metiéndolo a una jaula de su tamaño donde el perro seguía un poco somnoliento.

La veterinaria volteaba a donde estaba parada la diosa viéndola muy ruborizada, eran las únicas en la asociación ya, todos se habían ido a excepción de los gatos quienes se quedarían de guardia ese día.

—Disculpa, me tarde mu...

Su voz era silenciada por el dedo de Freyja sobre sus labios.

—No hay nada de qué preocuparse pequeña. — sonreía mientras que movía sus manos hacia donde tenía amarrado un collar muy hermoso, con una cadena dorada y sostenida por argollas que parecían de plata, un ovalo de ámbar era la cereza de la joya, quitándosela, para que después se lo pusiera a Sigrid, —el collar se llama Brisingamen, lo obtuve de los enanos hace milenios. Siempre que me necesites y no esté cerca solo tócalo y ahí estaré para ti, será la estrella que me guíe a tu lado.

Con ello la diosa besaba la mejilla de Sigrid.

Al separarse y darse la vuelta, la deidad caminaba hacia la salida dejando a la muchacha muy sonrojada y tocando la parte donde había sentido los tersos labios de Freyja, con una sonrisa dibujada en su rostro y su corazón muy cerca de reventar, más al bajar su mirada hacia el dije de ámbar.

La deidad asomaba su cabeza por la puerta.

—¿Nos vamos? —La diosa le ofrecía su mano.

Sigrid asentí y entrelazaba sus dedos a los de ella, saliendo del recinto guiada por Freyja.

Calles de Oslo

Helga iba caminando de manera rápida hacia el departamento que rentaba con Sigrid, había ido a cenar con su novio, Leif, y todo iba bien hasta que lo llamarón al celular, siendo su madre, quien se sentía muy mal.

Él se había ofrecido a acompañarla a su casa, pero no lo dejaba, sabía que su madre estaba muy enferma y cerca de pasar a mejor vida, entendía la importancia de que el estuviera ahí siempre que se necesitará, así que se negó ello, pagaron la comida y salieron cada uno para su rumbo.

La castaña iba a paso veloz, quería solo llegar a su casa y meterse a bañar para poder descansar, ya que no podría ver su usual serie con Bygul y Trjegul estando ellos de guardia.

El rechinar de unas llantas detrás de ella la hacían voltear, viendo una camioneta negra que se emparejaba a su lado a gran velocidad, abriendo la puerta corrediza de donde se bajaban dos corpulentos hombres.

—¿Quiénes son? ¿Qué quieren?

No le contestaban, la tomaban e intentaban meterla al carro, pero no se dejaba, peleaba como la guerrera que era, sin embargo, era superada en fuerza y números, con un grito ahogado, se caía su celular al pavimento mientras que la subían al vehículo, poniéndole un pañuelo con cloroformo el cual la noqueaba.

Uno de los malhechores tomaba un celular desechable y marcaba el único número que estaba ahí.

—Señor Grommson, tenemos a la chica.

Nota de autor.

Glosario

Brisingamen: Collar dado a la diosa por los enanos Dvalinn, Alfrik, Berling y Ger. Se dice que yacio con ellos para poder obtenerlo, y que es un collar que aumenta la belleza de la diosa entre otras habilidades mágicas que posee.

Fiordo: es una estrecha entrada costera de formada por la inundación de un valle excavado o parcialmente tallado por acción del mar.

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