Capítulo 5. El otro yo
—Me gusta alguien —admitió Jaden para sorpresa de nadie, ya que le gustaba cualquier chica que le resultara linda.
—¿Y qué quieres que haga? —solté con una pizca de aburrimiento. Era mi amigo, estaba en mí escucharlo, pero era algo complicado hacerlo mientras me gustaba.
—Tú eres encantador, debes saber algo de esto.
Enarqué una ceja.
—¿Tienes en cuenta que hablas conmigo?
—Sí, pero, ya sabes, justo no sé si a ella le gusto —se encogió de hombros—. Y pensé,..que podrías preguntarle.
—¿Yo? —abrí más los ojos—. ¿Y por qué yo?
—¿Quién más? Vamos, Damian. Eres mi amigo.
—¿Y eso qué? —murmuré.
—Por favor —parpadeó repetidas veces.
—Ya, pero quita esa cara de tonto.
En realidad, no lo hacía por hacerle el favor, sino que sabía que si no accedía, él no dejaría de molestarme toda la semana con eso. Así que resignado, busqué a la chica rubia entre los estudiantes.
—Oye, Alice —llamé al verla en su casillero sacando los libros
—¡Damian! —de inmediato se volteó con una radiante sonrisa, apretando los libros sobre su pecho. Podía entender por qué a Jaden le gustaba, después de todo era la chica más inteligente de la clase, además de bonita.
—Mira, quería saber si ya tienes con quién ir al baile —conté sin mucho interés y una emoción comprimida se manifestó en su rostro.
—¿Quieres ir conmigo? —levantó las cejas con una mezcla de sorpresa e ingenuidad.
—Sí...¡No! —reaccioné de golpe—. Me refería a que fueras con Jaden, ya sabes, el chico popular de la clase —animé. Ella miró por encima de mi hombro a mi amigo, quien nos saludaba sonriente.
—Oh, sí...lo conozco —inclinó la mirada—. Es que pensé que tú querías ir conmigo. No me mal entiendas, sé que es tu amigo, es lindo, pero no es mi tipo.
Eso es imposible. Él es el tipo de todos.
—Me gustan más...los chicos malos —alzó la mirada, alineando sus ojos miel en mí.
Esto se está poniendo raro...
—Ah...sí, bueno, definitivamente Jaden no es ese tipo. ¡Buena suerte encontrándolo! —saludé, dispuesto a irme.
—¿Qué? Pero...
—Adiós, Alicia —mi sonrisa se borró.
—¡Alice, mi nombre es Alice! —gritó.
—Sí, como sea —murmuré para mí mismo, hasta que miré al frente y Jaden salió de su escondite sin poder esconder su entusiasmo.
—¿Y? ¿Qué te dijo?
—Ella...no vale la pena —desvié la mirada, metiendo una mano en mi bolsillo.
—¿Qué? Pero... ¿le dijiste que hago deporte, y que tengo el mejor promedio en química? —habló mientras nos alejábamos.
—Eso no es cierto —contraataqué.
—¡Pero la habría impresionado!
Al principio solía juntarme con Jaden porque no había nadie más tonto que él que deseara pasar el tiempo conmigo, pero consecutivamente sin darme cuenta comencé a tomarle estima.
Ese día Jaden y yo fuimos juntos al baile, puesto que yo era un perdedor, y obviamente nadie me invitó. A él lo invitó una chica, a lo que se negó, diciendo que iba a ir conmigo.
Quizás por eso comenzó a gustarme.
Porque me eligió.
Y nunca nadie lo había hecho.
Cuando desperté Jaden no estaba en su cama. Me froté el ojo mientras veía los mensajes en mi celular; algunos de mamá preguntando por lo mismo de siempre, así que decidí ignorarlos. Otros eran de Elai, diciendo que vendría, por lo que tuve que levantarme y ordenar el cuarto antes de que se le ocurriera llamarme la atención. Cuando llegó, me recibió con un fuerte abrazo que me tomó por sorpresa.
—Ah...
—Veo que ya te instalaste, genial —pasó de mi lado, estudiando el cuarto mientras ponía su sudadera en la cama, sentándose en la misma—. ¿Y cómo te llevas con tu compañero?
—Eh...prefiero no hablar de él —respondí, cerrando la puerta.
—Amm —apretó los labios—. ¿Y Damon?
—Tampoco quiero hablar de él.
Él se frotó las manos inquieto.
—Dam...
—No tienes que fingir que te importa cómo estoy —me di la vuelta, dándole la espalda.
—Ah, Damian, realmente me importa —se puso de pie—. Es solo que no hablamos mucho, y cuando lo hacemos, pareces todo el tiempo molesto. No sé qué más decir.
—Pues pregunta por lo que he hecho, yo qué sé. Ya estoy harto que todo lo que me pregunten sea de Damon, como si fuera lo único que importa. Escucha, sé que era como un mejor amigo para ti, y probablemente lo extrañes, pero yo no, de hecho, lo detesto, así que deja eso. Deja de tratar de arreglar nuestra relación porque la tuya con él se destruyó.
Elai se lamió los labios como si se preguntara qué hacer.
—Lo siento, Dam —me puso la mano en el hombro en un gesto delicado—. No sabía que te sentías así.
¿Cómo podría saberlo si nunca preguntó? Era como si constantemente la gente me comparara con él, quizás por el parecido, como si arreglar las cosas conmigo fuera a esfumar su culpa por cómo se habían comportado con él. Incluso desde que se fue, mamá y papá comenzaron a tratarme mejor, en especial mamá, quien siempre había sido indiferente.
Escuchamos el ruido de la puerta, y cuando volteamos, Jaden se encontraba parado con bolsas en las manos mientras nos miraba.
—Ah, aquí vamos —suspiré, rodando los ojos al ver a mi hermano acercarse a él.
—Oh, ¿Jaden? ¿Él no es...?
—Si, sí, el chico que me gustaba, ya supérenlo —aclaré, haciendo a Jaden reír.
—Ah..iba a decir que tu mejor amigo, pero también —dijo Elai.
Todos sabían que Jaden solía gustarme, algo que había jugado en mi contra los últimos años, pues todo el mundo lo usaba para acercarse a mí. Recuerdo que la primera persona que lo supo fue Damon, después Ethan, a quien por supuesto le contó, porque el ingenuo de mi hermano era demasiado tonto para dar consejos de amor. Al principio no quería hablar con Ethan, pues era un extraño, y yo lo suficientemente desconfiado como para contarle mis problemas a alguien, como si no hubiera sido poco decírselo a mi hermano. Pero al hablar con él, sentí que genuinamente me entendía, sin fingir interés como hacían los demás, hasta Damon pudo notarlo, quizás por ello llevó a Ellie después.
—Eras un adolescente la última vez que te vi. Hasta que dejaste de visitar a Dam...
—Sí, sí, eso también lo sabemos —dije irritado—. ¿Pueden dejar su charla para después? Necesito hablar con mi hermano —le lancé una mirada ruda a Jaden,
a la que no pudo protestar porque sabía que en una discusión yo las tenía más de ganar.
Agarré a Elai del brazo para arrastrarlo fuera del cuarto.
—¿Qué pasa? —Elai parecía sorprendido tras cerrar la puerta de un portazo.
—Nada, sólo quiero que te vayas.
—Oh —escapó de sus labios, relajando sus facciones—. ¿Esto es por Jaden? Sé que es un tema delicado.
Gruñí.
—No es por Jaden —protesté—. Es por todo lo demás.
Sus cejas cayeron en un gesto afligido.
—Entiendo...Bien —estaba caminando en la dirección opuesta cuando se detuvo, mirándome por encima del hombro—. Quiero que sepas que no hago esto por Damon, tampoco por mamá, sólo por ti. Pensé...que sería lindo llevarnos bien ahora que estás aquí.
No podía pretender que siempre fuimos grandes hermanos. Desde niños, él siempre fue muy apegado a Damon, yo no era más que su hermanito pequeño al que debían cuidar por deber. Extrañaba eso. Viéndolo en retrospectiva, antes solíamos pelear por cosas bastante tontas a diferencia de ahora. No era algo que pudiese resolverse solo hablando. Pero antes de Damon, a nadie parecía importarle. Ahora todo el mundo estaba muy interesado en cuidar mi salud mental.
Jaden estaba recostado en la cama cuando entré al cuarto, con esa expresión que siempre parecía tranquila, incluso cuando tenía algo que decir.
—No deberías ser tan cruel con él —comentó, rompiendo el silencio antes de que yo pudiera decir nada.
Lo fulminé con la mirada, sintiendo el fastidio arder en mi pecho.
—¿Disculpa? —solté—. ¿Ahora escuchas mis conversaciones?
—Estabas al otro lado de la puerta. Era inevitable no escuchar.
Su tono calmado me ponía los nervios de punta, como si fuera tan fácil mantenerse neutral en todo.
—Pues tápate los oídos, yo qué sé, pero no te metas en mis asuntos —me dejé caer pesadamente en la silla del escritorio, cruzando los brazos.
Jaden no se inmutó.
—Solo digo que se está esforzando, quizás también deberías poner un poco de tu parte.
Giré la silla hacia él, alzando una ceja, con incredulidad.
—¿Estás del lado de mi hermano ahora?
—No, pero si mi hermano intentara arreglar las cosas conmigo, le daría una oportunidad.
Rodé los ojos. Su respuesta era tan típica, tan... perfecta.
—¿Y tú qué vas a saber? —repliqué—. Tú y tu hermano siempre se han llevado bien. Él siempre ha cuidado de ti. Ahora, ya déjame en paz, tengo que estudiar.
Le di la espalda antes de que pudiera responder. Jaden no insistió más, y en cierto modo, me alivió.
Más tarde, cuando la noche cayó, me puse mi sudadera favorita, esa negra y holgada que me hacía sentir invisible, y unos pantalones simples. Necesitaba despejarme, tal vez caminar, o tal vez beber algo. Creo que Jaden lo notó, pero por suerte con lo de la tarde le cerraría la boca un rato. Odiaba que la gente que no se preocupaba antes por mí, quisiera meterse en mi vida como si siempre hubieran estado ahí.
"El diablo" estaba cerca, y sería mejor que seguir dándole vueltas al asunto. Cuando llegué, el cartel de luces resplandecía sobre las puertas de cristal. El estruendo de la música me recibió en cuanto crucé la entrada. Las botellas en la repisa parecían brillar bajo las luces, alineadas de un extremo a otro de la pared. El lugar tenía un aire rústico, con paredes de madera pulida y un techo alto. Había una mesa de billar y una pista de baile con una bola de disco, aunque a esa hora estaba medio vacía. Me acerqué a la barra y tomé asiento en uno de los bancos de madera.
El cantinero, que estaba limpiando una botella de vodka, se giró al verme, y su sonrisa se desvaneció, reemplazada por sorpresa.
—¿Damian? ¿Bebes? —Mikhail poseía una camisa blanca a juego con un saco negro de tres botones, y a decir verdad, lo hacía ver bastante atractivo.
—¿Por qué más vendría a un bar? —alcé una ceja, arrancándole una sonrisa.
—Lo siento, es que me sorprendió verte aquí.
—¿Y tú? ¿Bebes? —le devolví la pregunta.
—No, solo sirvo el alcohol —dijo mientras me servía un trago de la botella que tenía en la mano—. Cortesía de la casa.
—Ya veo... —me lamí los labios, mirando el caballito frente a mí—. Así que... reportero de día, cantinero de noche —me incliné, llevando el trago a mis labios.
Mikhail frunció el ceño.
—¿No deberías tomarlo despacio?
Sonreí, sintiendo el calor del alcohol en mi garganta.
—Tranquilo, soy resistente al alcohol.
—Ok, pero ve con calma —insistió mientras servía otro trago, dejándolo frente a mí con cuidado antes de darse la vuelta para atender a otro cliente.
Tan pronto se fue, me lo bebí de un trago, sintiendo una satisfacción amarga recorrerme.
El ambiente a mi alrededor se sentía cada vez más sofocante. Entre las idas y venidas de los pocos clientes, mis ojos no dejaban de seguir a Mikhail. Parecía encajar con todos, su sonrisa perfecta, su risa en el momento justo... ¿Estaba actuando? Tal vez. Pero, ¿por qué conmigo fue amable desde el principio, sin conocerme?
Mi visión comenzó a distorsionarse, como si el mundo pulsara a mi alrededor. Mikhail seguía ahí, pero su imagen parecía vibrar, alejándose. Sacudí la cabeza, tratando de enfocarme, de volver a la realidad.
—¿Todo bien?
Su voz me sonó distante. Parpadeé, perdido.
—¿Qué? —respondí con un tono casi automático.
Su sonrisa suave hizo que el nudo en mi pecho se apretara más.
—Pareces ebrio. ¿Estás bien?
—Solo tomé unos tragos —mi voz salió más aguda de lo que esperaba, intentando sonar relajado.
—Damian, te acabaste la botella.
Miré la botella vacía y una sensación de vértigo me golpeó, cayendo en la cuenta de que llevaba aquí más tiempo del que había contemplado. Un sudor frío comenzó a recorrer mi espalda, y la ansiedad me invadió con una fuerza abrumadora. El tiempo se me había escapado entre los dedos, y ahora el aire pesaba.
—A-ah...yo... —balbuceé, tambaleándome al intentar levantarme—. Tengo que ir al baño.
Mikhail no dijo nada, solo se acercó, pasándome un brazo por la cintura para ayudarme. Apenas pude percibir cómo me guió hasta el baño, cerrando la puerta detrás de nosotros. El mundo exterior quedó ahogado, pero eso no me calmaba. Mi respiración se volvió más rápida, el aire parecía no llegar a mis pulmones. El ruido en mi cabeza crecía, un zumbido incesante.
Mikhail me contempló con una mezcla de confusión y preocupación antes de romper el silencio.
—Estás sudando... —llevó sus dedos fríos a mi frente—. Iré por toallas
Lo vi salir, y entonces me encontré en el espejo, mi propio reflejo me observaba. Desaliñado, pálido, patético.
—Te ves patético —susurró la figura del espejo, pero su voz resonó dentro de mi cabeza.
Respiré con dificultad, mi pecho subía y bajaba, buscando oxígeno desesperadamente.
—Déjame en paz... —apenas susurré.
—No puedes deshacerte de mí. Soy tú.
Apreté los párpados con fuerza, intentando acallar las voces que resonaban en mi cabeza. Pero cuanto más lo intentaba, más se volvían persistentes, zumbando como un enjambre furioso. En un arranque de desesperación, estampé mi puño contra el vidrio, haciéndolo añicos. Los fragmentos se incrustaron en mis nudillos, pequeños destellos de dolor, pero no me importó. Sacudí la mano, dejando un rastro de sangre, y salí corriendo del lugar, empujando a las personas que se interponían en mi camino. Él era esa parte de mí que tanto despreciaba, la sombra que se negaba a desaparecer. Sabía que aún vivía en mí, pero me negaba a escucharla, creí que la había silenciado para siempre, pero ahora estaba de vuelta, con más fuerza que nunca.
Llegué a mi habitación con el corazón desbocado, ansioso por refugiarme en el único lugar donde creía estar a salvo. Pero antes de que pudiera abrir la puerta, esta se abrió de golpe, revelando a Jaden al otro lado. Su expresión era una mezcla de preocupación y sorpresa. No comprendí por qué me miraba de esa forma hasta que seguí su mirada a mi mano, que goteaba sangre.
—¿Qué ocurrió? —trató de tomar mi mano, pero la aparté de inmediato.
—¿Qué te importa?
—Claro que me... —guardó silencio por un momento, después se acercó lentamente, bajando el tono de voz—. Es de noche y los demás están durmiendo. Por favor no peleemos, y déjame curarte.
Mantuve mi distancia sin lograr contenerme demasiado, pues los dedos comenzaban a arderme. Lo siguiente que recuerdo fue que ambos estábamos sentados en la cama mientras él sacaba el algodón y el alcohol, conmigo haciendo una mueca de dolor cuando talló los nudillos.
—Ahg, maldición, no tan fuerte —me quejé.
—Lo siento, pero es una herida, por lo general duelen.
Resoplé, clavando la mirada en la ventana. La luz de la luna se filtraba a través de las cortinas, moviéndolas con una suave brisa.
—¿Quieres hablar? —preguntó.
—Preferiría no hacerlo, y no te ofendas, pero si lo hiciera no sería contigo.
Jaden suspiró, guardando el material de curación mientras se ponía de pie.
—Está bien, pero no olvides que estoy aquí.
Lo observé caminar hacia el baño, hasta que lo llamé, casi sin darme cuenta.
—¿Crees...que soy una mala persona?
Se detuvo en seco, volviéndose para mirarme, confundido.
—Hablo de que si piensas que trato mal a los demás. Quiero decir, mírame. Eres amable conmigo, y yo solo te rechazo —encogí un hombro—. Odio todo lo que haces por mí, pero más odio que sigas haciéndolo cuando yo sigo siendo el mismo idiota. El mismo idiota que quizás se merece todo lo que le pasa. Tal vez solo estoy pagando mi karma.
Antes de que pudiera continuar destrozándome a mí mismo, Jaden volvió a sentarse a mi lado. Tomó mis mejillas entre sus manos, obligándome a mirarlo a los ojos. Su toque era cálido, reconfortante, pero también dolía.
—Ey, oye. Tú...eres increíble —dijo con una sonrisa que iluminó sus ojos—. Y sí, no eres perfecto, pero nadie lo es. Sólo tú piensas que todo el mundo está molesto contigo, pero eso puede arreglarse.
Aquello me hizo reír.
—Bromeas —dije—. Sólo lo dices porque te...
Me detuve de golpe. ¿Por qué lo decía en realidad?
Jaden sonrió con dulzura, sus dedos acariciando mi piel con un toque tan suave que me hizo estremecerme. Se perdió en el momento, como si mi rostro fuera lo más fascinante que haya visto. En otras circunstancias, podría haber deseado besarlo, pero la realidad me golpeó de nuevo. Recordé todo lo que había hecho, todo lo que había arruinado. Un solo instante no podría borrar mil errores. Me aparté.
—Lo siento —susurró, notando mi cambio de actitud—. Debería dormirme ya.
No podía ser mi mejor amigo, pero alguna vez lo había sido, y alguna vez me había salvado de mis tormentos, justo como ahora.
—Jaden —lo llamé cuando estaba por marcharse, y una esperanza cruzó su rostro, pero me arrepentí al instante—. Nada.
Me devolvió una sonrisa teñida de tristeza que sabía que yo había causado.
—————————♡————————
Holiii
Volví
Ya que salió este capítulo, yo les quería preguntar. Quién les gusta más?, Jaden o Mikhail?
Ahí les dejo
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