Capítulo 41. Esperanza
En la escuela cuando debíamos presentarnos siempre era el último en hablar, como el chico aislado que se sienta en un rincón, el que no quiere pasar al frente porque no tiene nada bueno qué decir, o quizás lo que diga no será del agrado de los otros.
Pero esta vez lo haré.
Supongo que esta historia es sobre ti, sobre mí, sobre personas que marcamos en el camino y no nos damos cuenta. Algunas para bien, otras para mal, pero sin importar aquello, dejamos huella. Ahora seguramente debo estar escuchándome como la persona más cursi del universo, y seguro si estuvieras aquí te burlarías tanto de mí que estarías tirado en el piso por la golpiza que te di.
Pero está bien, adoro el cómo solías reír cuando trataba de pretender que era el sonido más irritante, o cuando me molestabas, aun sabiendo que podía garantizarte todo mi odio, o todo mi amor.
Como sea. Ahora estoy a unos minutos de ir a visitarte. Parece que la policía finalmente halló tu cuerpo. No sé de qué otra manera podría decir esto en voz alta sin derrumbarme, o desconozco el cómo hacías para mostrar una sonrisa ante todo, ¿o quizás era una forma de redireccionar tu dolor a otra parte? Supongo que nunca sabré cómo funcionaba tu gran mente retorcida. Al menos porque no tuve el suficiente tiempo para llegar a entenderlo.
Jaden te extraña, por cierto, creo que no lo mencioné porque me pareció algo obvio, pero él aun no cree que ya no estés aquí. Suele decirme que aun te siente cerca en alguna parte (una cosa de mellizos, creo yo).
En parte creo que lo entiendo. Tu muerte fue tan abrupta que no tuve tiempo de asimilar que un día estábamos besándonos y diciéndonos lo mucho que nos amábamos, y al otro tratando de salir de un incendio. Por cierto, terminé en el hospital y no fuiste a verme como un ángel guardián o algo así, es lo que hacen, ¿no? Cuidar a la gente, y a ti te salía perfectamente bien esa tarea. Aunque...por tus antecedentes realmente no sé si terminaste en el cielo. Igual si no lo hiciste no tienes que preocuparte. Creo que serías un increíble señor del infierno.
Quizás sería un lindo dibujo. ¿Puedes creerlo? Exhibieron uno de mis cuadros en la escuela. Fue vergonzoso. Damon y Elai no paraban de alabarme desde atrás, y yo solo pensaba en que me tragara la Tierra. Sí, acepto que no soy tan bueno como antes, pero creo que puedo mejorar. El profesor dice que avanzo rápido y a este paso podría estar exponiendo una de mis obras en alguna galería de arte. Honestamente no lo sé, aunque llamar la atención siempre ha sido lo mío, ¿no? Podría pintar todas las paredes de manera que las personas no sepan identificar cuál es el techo del suelo.
Sé que si estuvieras aquí apoyarías la idea. Habría sido gracioso.
En otras noticias, creo que Anne y Jaden van a casarse. Quiero decir, no han dicho nada aun, pero los veo bastantes seguros de pasar el resto de su vida juntos. Después de que ella haya descubierto que en realidad tú no eras él, no se han separado ni un segundo. Tampoco lo vi a él jamás durar tanto con alguien. Empiezo a creer que da miedo.
Hablando de miedo, Damon va acompañarme a verte. No te asustes, él no te odia. En realidad creo que hasta cierto punto siente simpatía por ti, después de todo se enamoró de alguien igual. Lo que me lleva a pensar...que en realidad no conozco la historia de cómo conociste a Ethan. En fin, creo que nunca lo sabremos. Se quedará como un secreto que te llevarás a la tumba.
—Dam, ¿estás listo?
Me aparté del escritorio, limpiándome las lágrimas. Damon estaba parado en la puerta con una expresión seria, que intentaba no mostrar sus verdaderos sentimientos. Debía ser extraño para él intentar apoyarme, cuando mi novio había asesinado al suyo. En su lugar estaría muy confundido.
—Ya voy —respondí.
Guardé mis pinturas en el cofre y recogí el caballete, deshaciéndome de la pintura.
Cerré la puerta tras de mí y bajé las escaleras. Para cuando llegué a la puerta, Damon ya estaba esperando por mí. Ambos nos subimos al auto, y ninguno dijo ni una sola palabra hasta un momento después.
—¿Estás nervioso? —preguntó.
—¿Cómo podría? Solo voy a ver mi novio muerto, no es la gran cosa.
Él exhaló profundamente.
—Debes dejar de bromear con eso. Sé que crees que afrontas el dolor de esa forma, pero a veces es bueno simplemente dejarlo entrar.
—Pero si...¿cuando lo deje entrar no puedo sacarlo?
—En algún momento podrás.
El auto aparcó frente al hospital luego de unos minutos de camino.
—Quizás no debí pedirte que me acompañaras —dije, deteniéndome en la entrada mirando la altura del edificio—. Ya sabes, debe ser duro para ti.
—No se trata de mí ahora —sonrió suavemente, poniéndome una mano en el hombro para que entráramos.
Un técnico de morgue nos condujo por el pasillo hasta las escaleras, y cuando finalmente llegamos a la sala, un aura fría me rodeó los brazos. Aquí todo era tan aterrador y nada agradable. Él buscó en su libreta algo antes de abrir una cámara de refrigeración. El clic que hizo el pestillo, provocó que retrocediera, como un instinto de protección. Algo me decía que no debía estar ahí, que lo mejor era irme si quería conservar mi cordura, pero otra parte de mí sabía que en algún momento debía afrontarlo, y la mejor manera de hacerlo era esta, viendo la peor parte de la situación. Después ya nada podría lastimarme.
Quise protegerme en los brazos de Damon, en hacer que el golpe fuera menos rudo, pero una vez más, debía aprender a afrontar situaciones como estas, en las que lo único que pensaba era en huir.
El técnico descubrió su rostro del saco que lo tapaba y me dedicó una mirada que me indicó que podía acercarme.
Damon asintió, brindando su apoyo, y mi primera reacción al verlo fue retroceder un poco. Su cuerpo desnudo era casi indistinguible por las quemaduras en su piel. Una marca grande y roja se extendía por su hombro hasta la mitad de su rostro. La falta de cabello era evidente en la mitad de su cráneo.
Cada fibra de mi ser tembló de terror y negación ante la imagen que tenía enfrente. No podía encontrar familiaridad en la imagen alegre y seductora que tenía de él en mi cabeza con esta. Mi corazón latió desbocado, como si en cualquier momento fuera a salirse de mi pecho, intentando derrumbar las paredes que mantuve en alto por años.
Mis ojos recorrieron su cuerpo con lágrimas candentes y llenas de rabia que luchaban por salir, pero el shock no me permitía reaccionar. Las yemas de mis dedos temblorosos tocaron la piel fría, tocando cada parte de su cuerpo con añoranza. Recuerdos de él se instalaron en mi mente violentamente, a la par de la escena que tenía ahora; su risa, la calidez en su mirada, su ceño ligeramente fruncido que trataba de mostrar molestia, la calma con la que hablaba y lo relajante que resultaba su voz.
Ahogué un sollozo cuando mis dedos llegaron al lunar en su pecho. Me quedé petrificado.
—¿Damian? —preguntó Damon preocupado—. Sé que es duro, no tenemos que estar aquí.
—No —lo frené, volviendo hacia él. Su ceño se frunció, intentando descifrar mi mirada—. A-Angel no tenía un lunar en el pecho —una sonrisa tembló en mis labios, y entonces escapó de mis labios con un matiz de esperanza y felicidad—. Está vivo.
FIN
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No tengo nada qué decir, sean felices ❤
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