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Capítulo 39. Una despedida sin adiós

Damon

Ellie respiraba pesadamente después de pronunciar esas palabras. Mencionó que Damian le había llamado porque había encontrado al asesino y que estaba con él. Al oírlo mi corazón comenzó a latir con furia y la adrenalina se precipitó por mis venas como un torrente desbocado.

Nunca había buscado al responsable, pero en el fondo siempre deseé encontrarlo. No permitiría que le hiciera daño a quienes amaba. Estaba dispuesto a cruzar cualquier límite, incluso convertirme en un asesino si era necesario para proteger a mi hermano.

Ellie corría a mi lado, guiándome hacia la dirección donde se encontraba Damian. La desesperación se apoderaba de mi pecho, una sensación que no había experimentado desde...

Nos detuvimos frente a la casa de Jaden, y la desesperación se intensificó dentro de mí.

Entonces, lo sentí. Era como si reviviera los recuerdos de aquella fatídica noche.

—Ellie, espera aquí —dije con voz autoritaria, pero ella me agarró de la mano con firmeza.

—¡No! — su voz resonó con determinación mientras me reprendía—. Iré contigo.

—Si te sucede algo, yo... —comencé, pero ella me cortó.

—Si algo te sucede a ti, también lo lamentaré —sus palabras me golpearon con fuerza.

La miré con los ojos alternados. En sus ojos chocolate pude ver reflejado a Ethan, la angustia con la que me miró en ese día, pero solo era un engaño de mi mente. Él siempre mantuvo la calma; era yo quien estaba angustiado.

Decidí apoyarme en ella. No estaba seguro de si podría soportar esta situación solo.

Tocamos la puerta una, dos veces, pero nadie atendió, así que rodeé la casa, dando con una ventana rota, por la que entramos. El interior estaba envuelto en un sepulcral silencio. Miré a mi alrededor, y en un rincón del cuarto, vislumbré a Damian. Cuando nuestros ojos se encontraron, una chispa de inquietud cruzó su mirada, y tras él estaba Jaden. Al no ver a nadie más, todo cobró sentido. Mientras Ellie buscaba al supuesto asesino con la mirada, di un paso amenazante hacia ellos.

—Damon. Sé lo que parece, pero hay una explicación. Él... — Damian habló con una desesperación palpable en su voz, como si su vida dependiera de ello. Y, de hecho, lo hacía.

—Damian, no te metas —respondí con frialdad, mi enojo aumentaba con cada segundo que pasaba.

—No, tú no entiendes. Sólo escúchame —se acercó a mí.

A pesar de su desesperación y miedo, como una vez yo lo había sentido, no permitiría que mis propias emociones me detuvieran ahora.

Jaden obligó a Damian a quitarse y tomó su lugar.

—De todas las personas en el mundo, jamás creí que serías tú —mascullé con disgusto—. No puedo creer que te haya permitido estar un segundo cerca de él.

—Antes de que pienses otra cosa. No soy Jaden, mi verdadero nombre es Angel.

—Da igual quién seas, de todas formas, voy a matarte.

Mis palabras provocaron la inquietud en Ellie, lo que me sorprendió. Había asumido que ella también quería encontrar al asesino para acabar con él.

El tal Angel sonrió amargamente.

—¿Entonces qué esperas? Ven por mí.

—¿Ahora jugaremos a las atrapadas? —ladeé la cabeza—. Bien, que así sea.

Él no mostró mucha resistencia y apenas dio un paso hacia atrás para esquivar mi golpe.

—¿No te defiendes? — le desafié, notando cómo sus rasgos se endurecían.

Entonces, su palma chocó contra mi rostro con fuerza, apartándome.

—Te gustaría que dejara que me golpees, eh —escupió.

Me volví hacia él y le lancé un puñetazo en el estómago, haciendo que escupiera saliva. Pero antes de que pudiera reaccionar, sentí su mano en mi hombro y el suelo se precipitó hacia mí.

—T-te diré algo — tartamudeó, apenas siendo capaz de abrir el ojo en el que lo golpeé—. Él sabía que iba a morir ese día.

Mis ojos se abrieron de par en par, y antes de que pudiera asimilarlo, recibí un rodillazo en el estómago que me hizo caer de rodillas. Angel aprovechó mi vulnerabilidad y agarró mi cabello, estampando mi rostro contra el suelo con una fuerza que me hizo gruñir de dolor.

Luché por quitármelo de encima, pero su fuerza y la posición no eran de mucha ayuda.

—¡Detente! —oí el grito desesperado de mi hermano, pero con cada golpe, su voz se desvanecía más y más, y en lo más profundo de mi mente, volví a escuchar la canción de Ethan.

Angel

—¿Pero qué demonios estás haciendo? Se supone que le explicarías —exclamó Damian. Su cuerpo temblaba; un temblor que yo había provocado.

—Damian...

—Por favor —rogó.

Mi agarre se suavizó momentáneamente, sintiendo la urgencia de soltar a Damon para ir tras Damian, pero un nudo en mi garganta me detuvo. No quería usar mi fuerza contra él, pero no me dejaba opción. Pasé saliva, como si tragara un amargo remordimiento, y reanudé mi fuerza. Damian retrocedió ante mi decisión, pero no podía permitir que mis propios sentimientos tomaran control en ese momento. Con un murmullo apenas audible de disculpa, volví a azotar la cara de su hermano contra el suelo al sentirlo moverse bajo mi agarre. Estaba seguro de que si lo soltaba no dudaría en romperme la cara. Debía esperar a que se calmara.

La sangre comenzó a brotar de las heridas en su piel, tiñendo sus dientes mientras poco a poco perdía el conocimiento.

—¡Deja de tocarlo! —chilló Ellie, cuya voz se mezclaba con el crujido de mis propias emociones. Corrió hacia nosotros, atrapando mi cintura con fuerza, como si intentara detener un huracán desatado.

—¡Suéltame! —rezongué, luchando para liberarme de su agarre, pero ella se aferraba con determinación.

No, esto no era lo que había planeado. La exasperación comenzó a inundarme mientras luchaba por liberarme de Ellie. Tampoco quería hacerle daño, pero si intervenía es lo que pasaría.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente cuando vi una mano arrojar algo por la ventana, y antes de que pudiera reaccionar, tuve que apartarla de un empujón fuerte con mi mano.

Damon aprovechó el momento para liberarse y se abalanzó sobre mí, derribándome con un golpe seco al caer al suelo.

—¿Qué mierda quieres con mi hermano? —sujetó tan fuerte mis muñecas, que incluso para mí fue imposible zafarme.

—Se suponía que debía explicarte lo que pasó con Ethan, ¿pero qué sentido tiene ahora?

Gruñí al momento que me azotó contra el suelo.

—Igual no escucharías, ¿no es así? —dije con una sonrisa amarga, notando que su expresión se endurecía aún más—. Sé que te gusta el mar, y que tocas horrible el piano, aunque ahora no lo hagas —reí roncamente.

—¿Cómo lo...? —su mirada se desvió por un momento, y sentí que la fuerza abandonaba sus manos.

—Ethan era mi amigo —susurré—. Hablaba mucho de ti.

Mi cuerpo se debilitó con cada golpe. Me sentí aturdido y perdido. Mis labios parecían moverse por sí solos al responder.

—No quise asesinarlo —admití con dificultad—. Debes saber que fue su decisión.

—No. Él y yo íbamos a....Él no... —la voz de Damon se quebró, apagándose poco a poco.

—Lo siento, Damon.

—¡Damon! —el gritó de Ellie resonó a su espalda—. ¡Fuego!

Confundido por sus palabras, miró hacia adelante, y vi el reflejo de las llamas en sus ojos. Se levantó maldiciendo y corrió hacia donde estaban Ellie y Damian, mientras yo me ponía de pie, rodeado por el creciente resplandor de las llamas.

—Rápido, arriba —ordenó Damon, siguiendo a Ellie y Damian. Fui tras ellos, sintiendo cómo el calor de las llamas nos alcanzaba con cada paso, pero la casa no era muy grande, así que nos detuvimos en el pasillo.

—¿Qu-qué hacemos ahora? —Ellie intercambió miradas con todos, deteniéndose en Damon, cuya mandíbula estaba tensa y cuyos ojos no se apartaban de mí.

—No seré un idiota ahora, porque evidentemente eres el único que puede sacarnos de aquí. Es tu casa, ¿no? ¿Hay otras salidas?

Señalé hacia la habitación

—En la habitación. Hay una ventana.

Nos dirigimos hacia allí, pero al entrar, un vago recuerdo de mi madre inundó mi mente. Observé las herramientas de jardinería que ella solía utilizar, las fotos con Jaden y ella. Ahora no eran más que recuerdos que se hacían polvo.

—¡Ah! —Ellie retrocedió, chocándose con el pecho de Damon al sentir la madera del marco quemar su piel. El fuego se extendía por la habitación, quemando todo a su paso—. Está atascada —dijo. Debió ser gracias a que no se usaba desde que mamá había muerto, en realidad ni siquiera había entrado a su cuarto desde entonces.

Intentamos entrar en otra habitación, pero el fuego nos alcanzó. Damian se aferró a mí y lo miré por un instante antes de que una viga del techo se derrumbara con un crujido ensordecedor.

—Mierda —mascullé, empujando a Damon cuando la viga se desplomó sobre nosotros. Sentí cómo mis pies perdían el contacto con el suelo y, por suerte, logré sujetarme a algo—. ¡Por un demonio, salgan de aquí! —les grité a Damon y Ellie. Ella estaba paralizada en el suelo, hasta que Damon la tomó de los hombros, llevándola consigo.

—Dios, Dios... —repitió varias veces Damian, alcanzando mi mano.

—Esos fueron demasiados "Dios", incluso para ti —sonreí.

—No bromees, idiota —me agarró con más fuerza de la muñeca e intentó arrastrarme, hasta que grité de dolor cuando el calor del fuego quemó mi pierna—.V-vamos —me jaló con ambas manos. Algunos pedazos de la inestable madera cayeron.

Finalmente rodé por el suelo y él se arrastró hasta mí.

—Vamos, aún hay tiempo, podemos escapar —habló rápidamente, pero no me moví.

Tragué saliva para soportar el dolor mientras él seguía la mirada hasta mi pierna herida.

—No creo...que pueda caminar —dije.

Se acercó en silencio, apoyando mi cabeza en sus piernas flexionadas. Acarició un mechón de pelo pegado a mi frente gracias al sudor.

Alcé mi mano para acariciar su mejilla y limpiar con mi pulgar la mancha de mugre. Era hermoso.

—Perdóname por no haber sido quien tú querías —mis labios forzaron una sonrisa, sintiendo las lágrimas avecinarse en mis ojos.

—Fuiste más de lo que yo podría merecer —acurrucó su mejilla en mi mano.

Damian apretó los labios y las lágrimas inundaron sus ojos, recorriendo sus mejillas hasta fundirse con las mías.

—Damon sí que tiene un gancho fuerte —dije, ocasionando que ambos riéramos—. Creo que Ethan no debería preocuparse tanto por él.

Frunció el ceño, ahogando las lágrimas que estaban por salir.

—Tú...lo protegiste —siseó.

Asentí.

—Era lo que Ethan quería. Un último favor, y a cambio él me dejó vivir. Y ahora mírame, ¿de qué ha servido? No puedo contar ya las veces que me han salvado la vida —reí, sintiendo cómo el humo se metía a mis pulmones y comenzaba a rasgarme la garganta—. Tú, él...y al final los defraudé a todos. Quizás tenías razón cuando dijiste que yo debí morir en su lugar. Tal vez si él...

Me interrumpió, colocando un dedo sobre mis labios.

—Me equivoqué, ¿okey? Deberías saberlo, es lo que hago.

—Pero no te equivocaste al decir que me amas, ¿verdad? —arqueé una ceja, haciendo que sonriera.

—Probablemente el error más grande de mi vida.

Sonreí débilmente una vez más antes de apartarme de él y empujarlo ligeramente a un lado.

—Entonces no cometas otro error y ve y vive tu vida.

—¿Que... —lágrimas ardientes se deslizaron por sus mejillas. Una viga cayó, abriendo un hueco en el suelo que nos separaba—. Angel, no.

Durante toda mi vida, había vivido para los demás. Mi muerte no podía significar menos. Era hora de poner fin a lo que yo mismo había construido, y nada podría hacerme más feliz que acabar con este infierno: el peso de un pasado que ahora ardía frente mí. Me consumiría en la misma casa en la que crecí, la misma casa que había protegido con mentiras. El recuerdo de mi madre aún flotaba en el aire. Finalmente, aceptaría que debía dejarla ir, a ella y al niño que una vez fui e intenté proteger con todas mis fuerzas.

Damian

Su rostro emergió por encima de las olas de fuego. En ese momento, sus ojos se iluminaron con un resplandor rojo intenso, acentuando la calidez de su mirada. A pesar del caos que lo rodeaba, él me sonrió, una sonrisa que irradiaba admiración y ternura. Las lágrimas se agolparon en mis ojos mientras su sonrisa se desvanecía lentamente, consumida por las llamas que lo rodeaban.

Tuve el impulso de saltar, cuando unas manos me sujetaron fuertemente de los brazos y me arrastraron hacia atrás. Caí un poco antes de sentir un fuerte golpe. Al abrir los ojos, estaba encima de Damon, con él protegiéndome entre sus brazos, y las llamas ardían en sus ojos. Giré a la escena, viendo la casa que visité tantas veces desmoronarse a pedazos.

—Angel —dije—. Tengo que... —Damon me detuvo, agarrándome del brazo.

—No puedes volver ahí —exclamó—. Tienes... —exhaló sin encontrar las palabras—. Tienes que dejarlo ir.

—¿Es lo que esperan que haga? —miré también a Ellie—. ¿Que simplemente me conforme porque ustedes no pudieron salvar a Ethan?

—Damian, esto no se trata de eso. Si regresas ahí morirás.

Sentí cómo mi pecho se oprimía, cómo la rabia y la impotencia se mezclaban dentro de mí.

—¿Y qué? ¿Qué es lo que me espera después? ¿Una vida como la tuya? —Mi mirada se clavó en Damon.

Apartó la mirada bruscamente hacia Ellie.

—Sé que no lo parece, pero puedes ser feliz —intentó consolarme.

—No, yo no quiero ser feliz sin él —mi voz se quebró, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar.

Intenté liberarme de su agarre, pero Damon apretó con más fuerza, negándose a dejarme ir.

—Damian, basta —gruñó.

—¡Damian! —Ellie también se aferró a mi brazo, suplicante—. Por favor... —sus ojos me miraron con esperanza—. Él no querría que salvarte fuera en vano.

—¿Cómo podrían saber lo que él quería? Él morirá, y para ustedes está bien porque es lo que quisieron desde un principio.

Me solté al percibir un declive en la fuerza de Damon y eché a correr lejos. A la distancia lo escuché llamarme, pero no me detuve.

Busqué frenéticamente una entrada segura a la casa, girando alrededor de ella hasta encontrar la puerta trasera. Al intentar abrirla, el calor del metal me quemó la mano y retrocedí, mirando hacia arriba con desesperación. Con la esperanza de encontrarlo con vida, golpeé el cristal con mi codo, dispuesto a hacer lo imposible por rescatarlo.

Con suerte él seguiría arriba, y aunque sea inconsciente, lograría sacarlo quizás cargándolo o...

Una explosión sacudió el aire, arrojándome hacia atrás. Miré por un instante el cielo, brillante y estrellado mientras mi cuerpo era lanzado por los aires. Aquel momento se sintió como un segundo, un segundo de mi vida que revivió en cada fibra de mi cuerpo. El día que llegué a casa y conocí a mis hermanos y papá dijo que deberíamos protegernos siempre. La primera vez que hice un amigo, un amigo de verdad y el cómo me enamoré de él, y gracias a eso conocí al chico más encantador que pude haber conocido; el de los maravillosos ojos ámbar que adora las novelas románticas, que ríe sin cesar por cualquier cosa, encontrando un hermoso detalle en cada parte de la vida, al que le gusta peinar su cabello de lado y está demasiado cansado tratando de hacer feliz a los demás, pero él no lo dirá.

Y luego estoy yo.

Parado en un rincón oscuro, ahuyentando a la luz, o más bien, el niño que prefiere estar ahí porque cree que si no pueden llegar a él, no van a lastimarlo. Él prefiere ser tajante y distante antes que ser amable con alguien, pero él también tiene miedo. Miedo de que no lo quieran tal cual es, que prefiere que todos lo odien sin llegar a conocerlo. Finge que no le importa, pero en el fondo, también es un niño que quiere sentirse querido y seguro, protegido en el amable abrazo de sus padres, pero su mamá no está de acuerdo con ver la debilidad en él, así que tuerce su mente a su antojo y le hace creer que todo el mundo es malo. Él no confía en nadie, porque sabe que cualquiera podría dañarlo. No puede admirar a su hermano mayor, más concentrado en que debe ser mejor que él, o tal vez solo es un recordatorio de todo lo que él jamás llegará a ser. No ríe de las bromas, debe pensar que son estúpidas. No aprecia a nadie, nadie se merece su cariño. No sigue a nadie, las personas son un estorbo en el camino. Pero... ¿Entonces por qué se siente tan solo y tan vacío? ¿Abandonado? Era lo que él quería, ¿no?

Aquellos pensamientos se desvanecieron antes de despertar. Lo primero que vi fue la luz del techo blanco.

Parpadeé un par de veces, sin reconocer el entorno. Me senté sobre la camilla y me tomó un momento asimilar en dónde estaba. Los tubos se adherían a mis brazos, conectados al monitor a mi lado.

—¿Hola? —inquirí con temor, sin ver a nadie pasar por el desolado pasillo. De pronto, la puerta se abrió con una mujer robusta y de cabello corto y castaño vestida de enfermera.

—¡Despertó! —parecía feliz—. Perfecto, les diré a sus familiares que está bien y probablemente en un rato puedan venir a verlo —estaba por cerrar la puerta.

—Espere —dije—. ¿Familiares? ¿Cómo...cómo son?

¿Estaría él aquí?

—¿Mmh? —miró hacia otra parte como si estuviera pensando—. Un chico de cabello negro y una chica castaña.

Suspiré, relajando mi cuerpo, dándome cuenta que me había mantenido tenso.

—Él no está aquí... —susurré.

—¿Quién? —preguntó ella.

—Nada. Los esperaré. Gracias —sonreí ligeramente, mirando hacia la ventana.

Era como si mi mente y cuerpo no hubieran asimilado aún lo que sucedía, perdidos en un laberinto, intentando encontrar la salida. Allá afuera había un paisaje rodeado por césped y personas con batas de hospital paseando, y parecían...felices.

—¡Damian! —Ellie gritó en cuanto cruzó la puerta y corrió a abrazarme, tan fuerte que casi me quedo sin aire—. Dios, qué bueno que estás bien —al apartarse sus ojos estaban llenos de lágrimas—. Pensé que iba a perderte igual que a Ethan, y yo...

—Oye —le acaricié la mejilla—. Estoy bien —dulcifiqué mi mirada y después miré a Damon, quien se acercaba con lentitud.

—Damian Lerman, siempre metido en problemas —dijo.

—Ya sé, debería dejar de meterme en problemas —murmuré.

—Lo bueno es que estoy aquí para salvarte —sonrió y desplacé mis ojos por ambos, esperando que en cualquier momento Angel cruzara la puerta.

—Oigan, lamento lo que dije antes. Angel hizo...cosas horribles, no sería sorpresa que alguien quisiera matarlo —apenas sonreí.

—Está bien, Ellie no presentó cargos en su contra, pero...

—¿Pero? —seguí.

—No encontraron su cuerpo, Dam —dijo ella, avivando una chispa en mi interior.

—¿Qué? —no pude ocultar mi emoción—. Son buenas noticias, ¿no? Digo, eso quiere decir que él podría...

—Ey, Dam —Damon se sentó a mi lado en la cama, tomando mis brazos con seriedad—. La policía aún está buscando, pero dicen que es muy probable que su cuerpo desapareciera con el incendio.

—¿Qué? No, él seguro está por ahí y...

—Damian, por favor —parecía tan difícil para él decirlo como para mí escucharlo—. Quizás deberías hacerte la idea de que él no va a volver.

—Él no va...Él lo prometió —siseé—. Muchas veces. No, él siempre vuelve, lo sé. Si voy a buscarlo...

—Damian, no —espetó con tono más firme—. Sé que duele perder a alguien, pero tienes que aceptarlo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, sintiéndome abrumado por todo lo que ocurría a mi alrededor. Cuántas veces no lo obligué a marcharse de mi vida, cuántas veces deseé que me dejara tranquilo, y quizás ahora él en verdad lo había entendido y ahora se ha ido, con la diferencia de que tal vez no vuelva jamás. No vuelva para sacarme de algún problema, para corregirme por mi mal comportamiento y hacerme verme que no soy tan malo. Me pasé la vida alejando a quienes me importaban por mi tonto orgullo, y tenía mi merecido.

—Es mi culpa —se me escapó un sollozo. Damon me atrajo hacia él para abrazarme—. Yo le dije que se fuera, que habría sido mejor que él muriera en lugar de Ethan...Fue por mí.

—Oye, no es verdad —habló suave a mi oído—. Nada de esto es tu culpa —él me acarició el cabello y sus palabras se oyeron como si fueran arrastradas por el dolor, recordándole lo que él sintió en su momento; lo que seguramente el chico ingenuo e iluso de diecisiete años creyó al ver morir a su novio en sus brazos—. Vas a estar bien. Sé que ahora no lo parece, pero en algún momento vas a despertarte, y ya no va a doler.

No quería olvidar el dolor, no quería olvidar el coraje, no quería olvidar absolutamente nada que Angel me hiciera sentir. Ni siquiera podía imaginar un día en el que dejara de pensar en él. No quería nada de eso. Solo lo quería de vuelta, y poder gritarle lo estúpido que había sido al salvarme a mí y no a él, decirle que debía comenzar a pensar en él mismo. Quizás si lo hubiera hecho, no estaríamos en esta situación. Tal vez le habría hecho un favor al mundo con mi partida. ¿Por qué él y yo no? El mundo tendía a ser un enorme pedazo de mierda que no entiende de razones e injusto con quienes no lo merecen.

¿Lo peor de todo? Es que estoy molesto con él por haberme mentido, y no lo sabrá.

Solo sé que la comida no volverá a tener el mismo sabor en mí, que aquellas novelas románticas que leías que antes me parecían estúpidas, no lo serán más, que no podré evitar pensar en ti cada vez que vea a Jaden, y querré abrazarlo tanto y nunca dejarlo ir, pensando que eres tú.

Pero él no será más que un recordatorio de lo que alguna vez fuiste.

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Esperen al capítulo final. Habrá uno narrado por Ellie y Damon, y otro por Damian. Eso quiere decir, dos finales jiji

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