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Capítulo 38. Lo que nos esforzamos en ser

Damon

Aún puedo sentir la delicada cadencia de sus labios al hablar, como si cada palabra fuera una melodía susurrada al viento, sus ojos, profundos y penetrantes, que exploraban mi ser con una intensidad que me dejaba sin aliento, como si pudieran leer hasta el más mínimo pensamiento que cruzara mi mente.

Recuerdo su manera de apretar los labios al estar molesto y fingir desinterés. Y cómo olvidar cuando pasaba frente a su salón, y él estaba con la barbilla apoyada en la mano mientras observaba el horizonte tras la ventana. Eso, y todo recuerdo sobre él.

Muchas veces me cuestioné si necesitaba el perdón de Ellie para poder perdonarme a mí mismo. Si debía encontrar en alguien más la capacidad de llenar el vacío que él dejó en mi corazón. Sin embargo, me sentía cansado, desgastado, como si nunca pudiera ser suficiente, como si una parte de mí se hubiera perdido hace años.

Ethan fue la razón por la que empecé a tocar el piano, y sin él, parecía que ya no tenía sentido seguir haciéndolo. Hasta que conocí a Ellie, pero sin darme cuenta, siempre fue él en mi mente. Intenté encontrar otras razones, pero mi corazón siempre volvía a él, sin importar cuánto intentara convencerme de lo contrario.

Por eso nunca quise involucrarme en la vida de Ellie. Ella no merecía ser parte de este mundo de recuerdos y dolor. Y sin embargo, la lastimé de todas las maneras posibles. Lastimarla no estaba en mis planes, pero estaba dispuesto a soportar cualquier consecuencia con tal de protegerla como no pude hacerlo con él, de asegurarme de que tuviera una vida mejor, incluso si yo no estaba en ella.

Cuando entré a su cuarto, el me miró de soslayo, volviendo los ojos a las hojas.

—Qué bueno que vinieras. —dijo con una sonrisa apenas perceptible—. Últimamente no logro componer nada, pero contigo cerca me siento inspirado. ¿Por qué no te sientas?

Tomé eso como una señal para acercarme. Sin decir una palabra, lo sujeté por las axilas y lo senté en la mesa con suavidad.

—¿Oh? ¿Ahora? —se rio, y ese sonido, ese pequeño destello de alegría, fue suficiente para hacerme sentir completo, al menos por un momento. Dejé caer mi cabeza en su hombro y deslicé mis manos por su espalda hasta llegar a su cintura, rodeándolo con mis brazos.

—Quiero que toques —pedí.

—¿Qué? —parecía confundido.

—Aquella canción que tocas cuando no puedo dormir.

—Bueno, entonces vamos a la cama —dijo, y vi el brillo en sus ojos en la penumbra de la habitación.

Mi cabeza descansaba sobre su regazo mientras él acariciaba mi cabello y tarareaba la melodía que solo él conocía. Su voz se fue desvaneciendo lentamente mientras mis párpados se cerraban, cayendo en un profundo sueño.

De repente, mis ojos se abrieron en la oscuridad, buscando la luz, y lo primero que vi fue el destello de una vela en la mesa. Él estaba de espaldas, sentado en el escritorio, y cuando me oyó moverme, se volteó hacia mí.

—Hola —susurró mientras se acercaba.

—¿Es tarde? —pregunté, sintiendo la necesidad de su cercanía.

—No importa, puedes quedarte —dijo con dulzura.

Tomé su mano y lo hice sentarse a mi lado.

—Cuando duermo contigo tengo mejores sueños —froté mi mejilla contra su hombro mientras lo abrazaba—. El mejor sueño es despertar y ver que eres real.

—Ya puede pasar — interrumpió la voz de la enfermera, sacándome bruscamente de mis pensamientos.

—¿Perdón?

Ella parecía cansada y aburrida. Se marchó sin decir una palabra más.

Tragué saliva, sintiendo la mirada de Ellie a través del vidrio de la puerta. Tomé la manija con determinación, sabiendo que no había marcha atrás.

Su reacción fue una mezcla de esperanza y dolor cuando me vio entrar.

—¡Damon! ¿Estás bien? ¿No te hizo daño? —preguntó con urgencia, y su preocupación me hizo sonreír.

—Mira quién habla. Estás en una camilla de hospital y aun así te preocupas por mí —respondí con una risa suave y ella también rio, pero su sonrisa se desvaneció pronto.

—Lo siento, solo quería asegurarme —murmuró, sonrojada de las mejillas.

—¿Puedo? —pregunté, señalando el banco junto a ella, a lo que asintió.

—Me alegra que estés aquí —comentó, con una expresión entre alivio y tristeza.—. Si te hubiera pasado algo yo...

—Ey Ey —la calmé pasando una de mis manos por la suya—. No soy lo importante ahora. Pero, ¿por qué no me dijiste que él había ido a verte?

Ellie bajó la mirada. Claramente se sentía culpable.

—No quise que te sintieras peor de lo que ya te sentías. Quería que dejaras de culparte por todo lo que me sucedía. Y quise demostrar que podía manejarlo, pero me equivoqué.

—No, claro que no lo hiciste. Lo hiciste muy bien, Ellie —respondí, tratando de consolarla mientras acariciaba su mejilla. Aunque la situación era un tanto extraña después de haber terminado, ambos entendíamos el valor de la vida y la sorpresa de poder perderla en un instante.

Sus ojos se cristalizaron.

—Ojalá pudiera hacer más —murmuró, elevando la cabeza hacia mí.

—Con esto es más que suficiente. Ahora yo me haré cargo, ¿sí? —le aseguré, sintiendo cómo se aferraba a mi mano, una muestra de la necesidad mutua que seguía existiendo entre nosotros.

—Cuando te vi...sentí que la vida se iba de mi cuerpo. Tú fuiste una de mis últimas visiones antes de cerrar los ojos, Damon.

—Ellie...

—No, escucha Damon. Sé...sé que puede ser egoísta, pero realmente te quiero a mi lado. No me importa lo que hayas hecho, me importa cómo me siento cuando estoy contigo, y aunque tú... —formó una mueca de dolor, pero inmediatamente se arrepintió de lo que estaba por decir—. Solo quiero mi hogar de vuelta...

Cuando sus palabras me alcanzaron, sentí un pinchazo en el corazón, pero estaba dispuesto a soportarlo por ella. La besé suavemente, sintiendo cómo una lágrima se deslizaba por su mejilla. Estaba dispuesto a soportar cualquier dolor por ella.

Vi a Ellie recuperándose, caminando de nuevo sin tropezarse, sus piernas habían estado adormecidas durante mucho tiempo. También presencié su reconciliación con Anne y Damián, compartiendo lágrimas y risas con ellos. Vi a Livard visitarla varias veces, y aunque no entendía del todo su relación, me alegraba saber que Ellie tenía a más personas importantes en su vida, personas que estarían ahí para ella si alguien intentaba lastimarla.

—Parece que todo va bien, ¿no? —comentó Adam, apareciendo a mi lado.

Adam captó mi atención, haciendo acto de presencia a mi lado.

—¿Cuánto nos durará esto? —susurré, sintiendo la sombra del pasado acechar en mis pensamientos—. Ya sabes, no es como que tengamos la mejor suerte.

Adam sonrió.

—Tal vez tengas razón, pero esta vez es diferente. No estamos haciendo nada a escondidas y ya dejamos de mentir. Al fin eres libre.

«¿Entonces por qué esa última palabra se sentía tan vacía?»

—Creo que aún no soy del todo sincero con ella —espeté y él me miró de reojo.

—A veces...solo son mentiras piadosas.

—¿Lo sabes? —pregunté, buscando su mirada.

—¿Cómo no podría? Se te ve en la cara.

—¿Y crees que ella ya lo notó? —inquirí, sintiendo el nudo en mi garganta.

Suspiró, volviendo la vista al frente.

—Creo que Ellie sabe lo que hace, pero igual quiere esto.

Tenía razón, pero la culpa no se iba. Aunque ella me lo pidió...algo en todo esto no se sentía correcto.

—Oye, nunca me disculpé por hacerlos terminar por mis mentiras —comenté de repente y Adam por un momento pareció sorprendido.

—Si lo dices porque crees que ella estaría mejor conmigo, te equivocas —comenzó—. El que estuvieran juntos siempre fue obvio, solo era cuestión de esperar. Sinceramente nunca esperé que ella me amara, éramos platónicos, y fue lindo mientras duró, pero nada más que eso.

Entonces retuve un risa cuando una imagen del pasado vino a mi cabeza, pero no pude contenerme por mucho tiempo y estallé a carcajadas.

—Oye, ¿de qué te ríes? —me lanzó una mirada de pocos amigos.

—Lo siento, es que recordé a esa chica que te rechazó en tercer año.

Su cuerpo se tensó al instante.

—¡Oye, prometimos no volver a mencionarlo! —me gritoneó.

—Le hablaste creyendo que era ella y cuando se volteó era su amiga. Lo peor es que te dijo que sí.

A Adam le tembló una ceja mientras apretaba los puños.

—Tú, desgraciado...  —dijo a regañadientes, desviando la mirada.

—¿Cuánto duraron? ¿Un mes? —fingí hacer el conteo con mis dedos.

—Es porque no pude decirle que no era para ella, eso la habría hecho sentir mal.

—Sí, como cuando lloró cuando la dejaste.

—¡E-eso fue porque intentó besarme! —declaró en un tono altanero.

—Ah, eso no es nada, solo fue un besito. Lo peor habría sido que te pidiera sexo.

—¡Cállate! —me pegó la palma a la mejilla de manera amistosa sin que yo pudiera detener mis carcajadas.

Pero tan pronto nos dimos cuenta, ambos nos apartamos y carraspeamos. La última vez que reímos así fue...Fue hace mucho que ya ni siquiera lo recuerdo.

—Bueno, sí eh —Adam se acomodó el saco—. Creo...creo que iré a ver qué tal está Ellie.

—Si, claro —respondí sin dirigirle la mirada y le propiné una palmada en el hombro—. Me avisas si ocurre algo.

—¿Te vas? 

Me di media vuelta ante su pregunta.

—Ah, sí... —metí mis manos en las bolsas de mi pantalón—. Quedé de verme con Sky hoy.

Adam frunció el ceño. Sabía que se podría malinterpretar.

—¿Está ocurriendo algo entre ustedes? —se atrevió a preguntar.

Volquee los ojos sin saber qué decir realmente.

—Digamos que sí, pero no es exactamente "eso" —respondí, era complicado explicar lo que realmente ocurría entre ambos.

—Sólo ten cuidado —dijo—. Ellie podría pensar otra cosa.

—No lo hará, créeme.

Ellie

Damon y yo llegamos al cuarto conmigo agarrándolo del brazo y él tratando de lidiar con mis tonterías, y digo tonterías porque decidí inventarme toda una anécdota estúpida para hacerlo reaccionar cuando me di cuenta que no estaba escuchándome. Bueno, tampoco es como que importara mucho, pero comenzaba a preocuparme.

Me dejé caer en la cama mientras él se encargaba de instalar los obsequios que había recibido en mi estadía en el hospital. Abrí la boca cuando estuvo a punto de aventar por ahí el peluche de elefante que me dio Livard y le hice ademanes para que me lo pasara.

Recordé que Livard me dijo que los elefantes traían suerte,  aunque él no creía en eso. Aún así, sabía que yo lo tomaría con cariño, así que me lo trajo. Por el contrario, yo sí que creía que era suerte, pues lo conocí estando en mimomento más bajo, enterándome después que fue a quien Ethan le había donado su médula ósea, y gracias a eso estaba vivo. Si eso no era suerte, no séqué era.

Acomodé el adorable elefante en mi cama, cerca de la pared, y luego me volví hacia Damon. Opté por cerrar la boca. Decidí que de ahora en adelante no preguntaría nada si él no deseaba contármelo.

—¿Realmente estás bien con esto?, ¿con que yo me quede aquí? —me miró de manera incrédula mientras se sentaba junto a mí.

—Ah, si quieres puedes irte... —murmuré, irguiéndome en mi sitio.

Él movió la cabeza de lado a lado.

—¿A Anne no le importa que me quede? —preguntó..

Sacudí la cabeza.

—No, me dijo que está quedándose en un hotel de aquí cerca desde que peleamos porque no sabía cómo enfrentarme.

Damon miró a otra parte, así que me pareció buena idea preguntar:

—¿Vas a dormir conmigo? —aquello lo tomó por sorpresa—. Claro no tienes que hacerlo si no quieres...

—Claro que quiero —respondió, y eso me hizo sentir demasiado emocionada, una emoción que claro disimulé.

—Bien, entonces será mejor que te vaya haciendo lugar en la cama.

—Tú... ¿no vas a preguntar nada? —comentó extrañado mientras yo acomodaba las cobijas.

—¿A qué te refieres?

—A Ethan.

Me detuve por un momento de lo que estaba haciendo y luego lo miré.

—¿Tú quieres hablar de él?

Él bajó la cabeza rendido y luego se dejó caer sobre mí, haciendo que ambos cayéramos de espaldas en la cama, con su cuerpo sobre el mío.

—Gracias —mencionó, y esas palabras se sintieron bien.

Luego de ello terminamos teniendo sexo, no fue como las otras veces, pero fue con él. Se suponía que eso era suficiente antes, ¿entonces por qué ahora no?

[...]

Me di la vuelta en la cama cuando Damon se aseguró de que estuviera dormida, algo que tuve que fingir para tranquilizarlo. Había estado extremadamente atento a mí en los últimos días desde que salí del hospital, ni siquiera podía mover un músculo sin que él se alarmara.

Entendía sus motivos, pero ya no me sentía tan segura cuando él intentaba protegerme. Podía comprender por qué Damon era tan importante para Ethan; también lo era para mí, pero a diferencia de Ethan, él nunca me engañó ni mintió. A veces, deseaba haber muerto antes que ser traicionada de esa manera.

En ese momento, todo lo que deseaba era despertar en otra vida, siendo otra persona. Pero ¿Damon me amaría en esa vida? Si Ethan estuviera vivo, ¿me elegiría a mí igualmente?

—Ellie, ya duérmete —Damon murmuró mientras deslizaba sus manos por mi cintura.

Me reí.

—Lo siento, ¿estabas despierto?

—Ajá. ¿Qué tienes? —apenas abrió un ojo.

—No es nada, sólo te miraba.

—¿Y qué veías? —apoyó el codo en el colchón con la palma en la mejilla.

—Mmm, no lo sé, te vi y recordé el día que nos conocimos.

—¿Aún te acuerdas de eso? —frunció el ceño, y si no fuera por la oscuridad, habría jurado que se sonrojó—. Ugh, Dios —se cubrió la cara.

—¿Qué? ¿Qué tiene?

—Ese día...no fue muy bueno para ninguno de los dos —me miró penosamente sin retirar la palma de su cara.

—¿Y qué hizo que estuvieras tan molesto? —ladeé la cabeza con una sonrisa pícara.

—No es agradable ver tu pasado cuando intentas concentrarte en el futuro, ¿sabes?

—¿Eso viste en mí? —me senté—. ¿Tu futuro? —mis ojos se llenaron de esperanza, anhelando escuchar que siempre había sido eso para él, pero incluso mi parte más ingenua sabía la verdadera respuesta.

—No te conocía, Ellie, no podía saberlo —dijo con una sonrisa apacible. Tenía razón, pero aun así quería creerlo.

—¿Y qué hay de ahora? —pregunté.

Me acarició la mejilla.

—Solo espero que te recuperes. Es lo más importante ahora. Ni siquiera puedo pensar en el mañana en estos momentos —sonrió—. Pero ten por seguro, que en ese futuro eres plenamente feliz —juntó su frente con la mía, con las manos en mis mejillas.

Se dio la vuelta y se recostó nuevamente.

Quiero creerte, pero ya me has mentido antes.

Damon

Aquella noche la abracé para hacerla sentir protegida y alejarla del peligro, pero en realidad era yo quien se sentía a salvo al tenerla cerca. Así que cuando noté su ausencia, volví a sentir el mismo miedo de antes de perderla.

Mis párpados decidieron abrirse al sentir esa sensación de vacío; al extender mi mano a mi lado, no encontré nada: Ellie no estaba.

Me levanté rápidamente y examiné el cuarto con la mirada. Mis ojos se detuvieron en una silueta oscura parada de espaldas y no supe si sentir alivio o confusión.

—Veo que estás despierto —su voz sonó débil y cansada.

Se giró lentamente, y su figura se iluminó con un reflejo plateado a la luz de la luna. Las sombras oscurecían su rostro, pero los rayos de luna le daban pequeños destellos.

Avanzó hacia mí lentamente, y noté que sostenía un cuchillo en la mano.

—Ellie, ¿qué estás haciendo?

—Te dije que mataría al asesino de mi hermano —su mirada adquirió un tono sombrío y macabro, y se abalanzó hacia mí. Logré detener su golpe con mi antebrazo y sujeté su hombro con la otra mano.

—Ellie, ¿qué estás haciendo? —gruñí.

—Tú lo hiciste —musitó. Sus ojos se encendieron de furia—. ¡Tú lo hiciste! ¿Cómo es que vives y no él? Me apuñalaste por la espalda, ahora yo lo haré contigo.

Mis ojos se abrieron de par en par.

Entonces sentí la punta del cuchillo enterrarse, cómo perforaba mi estómago de manera tortuosa, y el desagradable sonido de la carne siendo penetrada.

Ahora podía comprender lo que Ethan había sentido.

Aunque ese día no fui yo quien recibió el disparo, lo sentí como si lo hubiera sido; cada vez que recordaba aquel momento, mi corazón dolía como si fuera aplastado.

Y esto era la prueba viviente de sentirse muerto.

Envolví su cuerpo tembloroso entre mis brazos y la atraje más hacia mí, haciendo que el cuchillo se hundiera aún más en mi carne. Entre los recuerdos tormentosos y el filo de la cuchilla, no supe distinguir qué era lo que más me dolía.

—¿Por qué...? —sus ojos se llenaron de lágrimas, al igual que los míos, pero me sentí en paz; sentí que era lo que merecía. Aunque ahora deseaba vivir, no me importaría morir en ese momento.

—Lo siento —le acaricié el cabello—. Ojalá pudiera haberlo hecho de otra manera.

De repente, sentí la escena desmoronarse a mi alrededor mientras alguien me sacudía de los brazos.

—Damon, despierta —oí la voz de Ellie lejanamente. Apresuradamente, apreté los párpados, listo para despertarme de esa pesadilla.

—¿Mmh? ¿Qué?, ¿qué pasa?

—Es Damian, creo que está en problemas.

————————–♡————————

Señores, tengo miedo 😶

Llegué a un punto en el que ya no sé cómo manejar todo lo que está pasando

Fue difícil resumir toda una historia en un capítulo. Espero que se haya entendido bien la situación en la que están Ellie y Damon. La verdad lo agregué de último momento, no tenía planeado que ellos narraran, pero ahí está

Faltan dos capítulos más para el final y no estoy soportando. Tipo me imaginaba estos últimos capítulos súper épicos, y siento que épicos es lo último que están siendo 😭

Pero cuéntenme acá abajo qué esperan de los capítulos finales, y quiero ver sus teorías 😈

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