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Capítulo 34. La distancia es lo mejor

No estaba seguro de cuánto tiempo había pasado, tal vez un día, tal vez más. Aquí todo era oscuridad, y la noción del tiempo parecía haberse desvanecido junto con mi paciencia. Había intentado salir varias veces, recorriendo cada rincón, pero no encontré ninguna salida. La única entrada estaba bloqueada. Después de unos intentos inútiles, me dejé caer al suelo y me quejé en voz alta, preguntándome por qué Angel hacía esto. A diferencia de Jaden, no intentaba justificarlo. Pero había una parte de mí, enterrada en lo más profundo, que quería creer que Angel tenía una razón válida. Aun así, después de haberlo visto con aquel chico, algo en él me inquietaba. Era como si ya no fuera el mismo. Su aura, que antes me reconfortaba, ahora se sentía pesada, oscura, como un abismo que parecía tragárselo todo. Por momentos, me preguntaba si el Angel que conocí alguna vez realmente existió.

Me desperté de una siesta incómoda al escuchar ruidos provenientes de la entrada. Parpadeé varias veces, tratando de enfocar la vista. La silueta de un hombre se recortaba contra la luz del Sol, proyectando sombras largas que se acortaban con cada paso que daba hacia mí. Cuando lo reconocí, sentí cómo mis labios se torcían en una mueca involuntaria.

—Te traje comida —Angel depositó un plato de sopa a mis pies.

Lo miré con frialdad antes de rechazar su oferta con un gesto despectivo.

—No quiero tu porquería —espeté.

Angel se mantuvo impasible, pero sus ojos albergaban tristeza.

—Solía gustarte.

—Claro, cuando no me tratabas como a un perro. Ahora me encierras y me tiras comida como si fuera un animal. ¿Qué esperas, que te agradezca?—mi voz estaba llena de resentimiento.

Ya ni siquiera podía ver la culpa en sus ojos como alguna vez hubo, como si en verdad creyera que este plan retorcido era lo correcto. Su mirada evitaba la mía, aludiendo enfrentar la realidad de lo que estaba haciendo.

Él se quedó callado y simplemente se alejó.

—¡Eh! ¿A dónde vas? —grité iracundo, sintiendo la furia bullir en mi interior—. ¡Déjame salir!

Pronto me cansé de gritar, pero la rabia y la impotencia seguían palpitando en cada fibra de mi ser.

♤♤♤

Más tarde, escuché pasos acercándose, rompiendo la quietud de mi encierro. Al levantar la vista, descubrí que no era quien esperaba. Una oleada de desilusión, mezclada con irritación, se apoderó de mí al reconocer al chico que ahora se encontraba frente a mí. Su expresión era tan serena que resultaba exasperante.

—¿Por qué estás aquí y no Angel? —solté, con un tono cortante que reflejaba mi malestar.

—¿Querías que estuviera? Entonces no debiste tratarlo tan mal hace rato —respondió casualmente.

—Estoy hablando de que fue él quien decidió encerrarme. Si tuvo el valor de hacerlo, ¿por qué no se hace responsable?

Arek inclinó ligeramente la cabeza, como si analizara cada palabra que decía. Mi mirada bajó un instante. No estaba amarrado, técnicamente podía intentar escapar... pero su presencia me hacía pensar dos veces. Era como si me leyera la mente.

—¿Y tú qué ganas con eso? —pregunté.

—Nada —respondió, provocando en mí una ligera sonrisa sarcástica.

—¿Entonces dices que solo lo ayudas porque sí y ya? —insistí, buscando cualquier fisura en su rostro inexpresivo.

No hubo respuesta.

—Vamos, ¿no vas a decirme?, ¿o es que le debes algo? —mis ojos se entrecerraron ante su aparente indiferencia.

Aproveché que estaba mirando hacia afuera, mientras su rostro era alumbrado por el sol y ponía una expresión como si le molestara.

Me acerqué cuidadosamente con la palanca siendo apretada en mi mano.

—Será mejor que dejes eso de donde lo recogiste —advirtió, haciéndome sentir la adrenalina recorrer mis venas.

Me tensé al instante. ¿Cómo era posible?

—¿Y si no qué?, ¿vas a golpearme? —desafié, aunque en el fondo un leve temor se insinuaba en mi interior.

—No quiero hacerte daño, pero si eso buscas —respondió con calma, pero su tono llevaba consigo una advertencia implícita.

Una sonrisa torcida se formó en mis labios.

—Eres muy engreído, ¿lo sabías? —provocativo, solté la palanca, dejándola caer con estrépito al suelo.

Él dirigió disimuladamente su vista a ese sitio y aproveché ello como distracción para salir corriendo de ahí. Creí que llegaría a la puerta cuando él giró sobre sus talones y con una rapidez que no fui capaz de distinguir, me agarró del brazo, devolviéndome. Me paré rápidamente, pero ahora en lugar de ir a la entrada, me lancé sobre él con toda la fuerza que pude, pero él detuvo mi puño, apretando mi mano de manera que comenzaba a dolerme los dedos que se torcían.

Su mirada azul y la mía se enfrentaron.

—Eres muy inquieto. Como un niño —susurró a regañadientes.

—Y tú eres muy aburrido. Como un adulto —gruñí, esforzándome por apaciguar el dolor y mantener mi semblante desafiante. Su agarre no aflojó. Sentí cómo sus dedos parecían hundirse más, y me estremecí de rabia y frustración.

—Veo que te duele. Solo debes decir que no lo volverás hacer y te soltaré —propuso. Aunque sus palabras eran firmes, su voz tenía un extraño matiz de comprensión, como si intentara razonar conmigo.

—¿Cómo sabes que lo cumpliré? —desafié, aunque en mi interior una pequeña parte consideraba su oferta.

—No puedo saberlo —respondió, inclinando ligeramente la cabeza mientras sus ojos permanecían clavados en los míos—. Pero sin confianza, no hay siguiente paso.

Tragué saliva, sintiendo cómo una pequeña parte de mí cedía ante su razonamiento. Finalmente, dejé caer los hombros y relajé mi postura. Mi respiración, antes errática, se volvió más pausada.

Noté cómo él percibía el cambio. Lentamente, su agarre se aflojó, y liberó mi mano.

Este chico sí que era estúpido.

Tan pronto como sentí libertad, me eché a correr sin mirar atrás. Una sonrisa de triunfo se dibujó en mi rostro. Esta vez lo había engañado. Sin embargo, cuando levanté la vista hacia la puerta, mi victoria se desmoronó.

La puerta se cerró de golpe frente a mí, y antes de que pudiera reaccionar, una mano fuerte se clavó en mi nuca. El impacto fue brutal; mi frente chocó contra la superficie fría y dura de la puerta de hierro.

El mundo giró. Me desplomé en el suelo, desorientado. La habitación parecía bailar a mi alrededor mientras mi vista se nublaba. Lo último que vi fue el rostro borroso del rubio, mirándome desde arriba, antes de que todo se volviera oscuridad.

♤♤♤

Me desperté mareado y abrumado, notando que todo estaba oscuro de nuevo. Sentí un ardor en mi frente y algo suave y húmedo en ella. Vislumbré el rostro de Angel frente a mí.

—Dejaste que me golpeara —dije, tratando de controlar el tono de reproche que amenazaba con salir, aunque fue en vano.

—Él no quería hacerlo, pero lo atacaste —respondió Angel, su voz era una mezcla de defensa y preocupación.

—¿Ahora el que está secuestrado es el agresor? —mi sarcasmo se deslizó entre mis palabras, alimentado por el resentimiento que aún palpitaba en mi interior.

Él suspiró pesadamente como si ya no supiera qué decir para excusarse. Dejó el algodón a un lado, recogiendo las cosas que había utilizado y se dio la vuelta.

—¿Vas a irte? —mi pregunta brotó, dejando escapar la amalgama de emociones que luchaban por salir.

—No quieres verme, así que no te obligaré —respondió con resignación mientras se encaminaba hacia la salida.

Podría haber dicho lo contrario, pero era cierto. Si se quedaba probablemente solo me dedicaría a insultarlo y gritarle. Entonces, una vez más lo vi irse, dejándome con el silencio opresivo como único compañero.

♤♤♤

No había mucho que hacer ahí, así que pasé dando un par de vueltas hasta que me aburrí y decidí mejor dormir. Angel trajo un colchón y cobijas, y aunque al principio me negaba a aceptar algo de él, comenzaba a darme frío, así que me metí entre las cobijas, acomodándome para pasar otro día solo.

Después de un rato, me quedé dormido. Unos ruidos me alertaron, y si era el idiota del amigo de Angel, esta vez no lo dejaría escapar y le daría un fuerte golpe en la cara, aunque probablemente él me lo regresara con el doble de fuerza. Mi primer instinto fue comprimir los puños, pero sentí todas mis tensiones esfumarse al ver que quien entraba al lugar no era él.

—¿Mikhail? —me levanté tan rápido que casi me caigo—. ¿Cómo me encontraste? Dios, gracias.

Se acercó y no pude evitar tomarlo de las manos, anhelando que me llevara lejos, dejando todo esto atrás.

—¿Cómo supiste que estaba aquí? —hablé rápidamente. Tenía demasiadas preguntas.

—Vamos rápido, tenemos que salir de aquí. Sé quién es el asesino —me jaló de la mano.

—Espera, ¿qué? ¿Cómo es que lo...?

—Te explicaré más tarde, debemos apresurarnos —interrumpió, tirando de mi brazo una vez más.

—No, yo... —me detuve—. Mikhail, dime cómo lo sabes —mi voz se volvió más firme, la incertidumbre empezaba a llenarme de temor. ¿Cómo podía él tener esa información?

Mikhail se quedó en silencio por un instante. Los sentidos en mi cuerpo se alertaron y empecé a retroceder. Él giró el cuello, dejando caer su mirada con pesadez sobre mí.

—Ay, Damian, debiste mantener la boca cerrada —su tono fue gélido, su actitud cambió de repente.

Mikhail se dio la vuelta y de pronto la sonrisa que alguna vez había considerado luminosa, se convirtió en una llena de maldad.

—¿Eres uno de ellos? —mis palabras salieron en un susurro, apenas creyendo lo que estaba viendo y escuchando.

—No quiero tener esta conversación contigo, Damian —respondió.

—¿Por qué? —di un paso al frente—. ¿Qué quieres?

—Contigo nada, pero me sirves para mi plan.

—¿Me utilizaste? —pregunté lentamente, sintiendo una mezcla de incredulidad y traición inundando mi ser.

—Por favor, ya tuvimos esta conversación antes. Tú también lo hiciste —miró a un costado—. Siempre desconfiando de la gente, pero no de quien de verdad debes.

Tragué saliva, retrocediendo sin saber qué hacer. La salida estaba muy lejos, y si pertenecía a la hermandad, un golpe no le haría gran cosa. Estaba atrapado.

—¡Eres un hijo de perra! —grité mientras me tomaba con fuerza de los brazos y empezaba a amarrarme las muñecas. Más enfocado en liberar mi rabia, no hice amago de zafarme de su agarre. Sabía que Angel llegaría en cualquier momento, no estaría mucho tiempo atado.

—Oye, tu novio mató a la persona que más quería tu hermano, ¿y yo soy el hijo de perra? —su voz resonó con una frialdad que me hizo estremecer.

Gruñí, sintiendo el torrente de emociones que luchaban por salir.

—Voy a matarte...

—¿Sabes? Para ser una persona rencorosa, parece que lo amas bastante aún —su provocación encendió aún más mi ira.

—¿Y eso a ti qué te importa? Tú ni siquiera puedes sentir nada —respondí, mis palabras estaban cargadas de desprecio.

Él se paralizó por un instante, y aproveché ese momento para intentar liberarme, pero solo conseguí lastimarme las muñecas. El cansancio y el hambre comenzaban a hacer estragos en mi cuerpo. Habría peleado con él, de no haber estado tan cansado por rechazar lo que Angel me había estado trayendo.

—Alguna vez... también quise mucho a alguien. Mis padres, mi hermana... ¿Y sabes qué les pasó? Los mataron —sus palabras resonaron en el aire, llenas de amargura y un dolor que disfrazó bastante bien, ya que no vi ni un atisbo de emoción en su rostro.

—¿Se supone que debe importarme? Realmente fingiste muy bien, ¿eh?

—No era mentira. En verdad sentí algo por ti, siento algo por ti, pero dado a que nunca podrías dejar de querer a Angel y debo terminar con él, no podemos ser amigos. Lo lamento, no es contra ti. Aunque... tengo el presentimiento de que en algún momento también sentiste algo por mí.

—No seas ridículo. No puedo tener sentimientos por alguien que no los tiene—respondí con sarcasmo, pero en mi interior la confusión y el dolor se entrelazaban.

En un parpadeó, sus ojos cobraron una matiz de tristeza.

—Siempre has sido gracioso e hiriente —susurró, sonriendo débilmente.

—¿Ah sí? Intentaba hacerte reír, no creí que conseguiría la segunda —mi vozestaba cargada de desafío, aunque en realidad me sentía vulnerable ante él.

—No voy a golpearte porque me gusta tu rostro, pero debería hacerlo —su
amenaza no generó nada en mí, más confundido del por qué yo era de utilidaden lo que quiera que planeaba.

En cuanto se dio la vuelta, mis dedos alcanzaron la soga, en un intento por
quitar las ataduras, sin ningún éxito. Busqué con qué seguir la conversación para distraerlo.

—¿Y me vas a contar tu historia? ¿En verdad eres malo o finges serlo? Ya me cansé de estas historias de asesinos que al final tienen corazón —mi voz reflejaba mi frustración y mi creciente desesperación.

—¿Quisieras que ese fuera el caso de Angel? Sería más fácil odiarlo, ¿no? —su respuesta fue evasiva, aumentando mi exasperación.

—Y tú no tienes que esforzarte ni un poco —murmuré, sintiendo la amargura llenándome el alma.

—Lo sé —aceptó—. Es porque nunca fingí nada contigo. Sabía que genuinamente te agradaba. Quiero que entiendas algo: yo siempre soy así. Esta faceta que ves ahora... solo es una parte de mí. Por lo general, prefiero ser el Mikhail tranquilo e inquisitivo que conociste. Pero viviendo en un lugar como la Hermandad... te obligan a cambiar. Al principio lo hice por mi familia. Pero cuando ellos murieron... perdí mis motivos. Aun así, ese mundo me absorbió, y ya no se me permitió escapar.

—¿Es una historia conmovedora o algo? —respondí con desdén, arqueando una ceja.

—No, para nada. Lo último que quiero es dar lástima. No es lo mío —su respuesta fue sincera.

—¿Y qué sí es lo tuyo? ¿Engañar, mentir? —mi voz fue un susurro, pero estaba cargado de recriminación.

—Vamos, ya entendí. Siempre supe que eras rencoroso. Pero creo que no lo serías tanto si... no te doliera al mismo tiempo —me dolió lo mucho que me conocía, y que haya sido yo el responsable de mostrarle esa parte de mí.

Sentí el paladar amargo mientras luchaba por mantener la compostura. Sus palabras comenzaban a afectarme.

—¿Y qué piensas hacer? ¿De qué te sirvo? —logré decir finalmente, tragando saliva para disipar la sensación amarga que se extendía en mi interior.

—Mm...Si estás aquí, significa que Angel vendrá. Necesito hablar con él —contestó calmado, pero había una determinación subyacente que me llenaba de temor.

Incluso él conocía su nombre real. Todo este tiempo lo hizo.

Significa que Angel también sabía sobre él, y no me advirtió. Permitió que me involucrara con alguien, que eventualmente, rompería mi corazón. Todo el daño que provocó la muerte de Ethan, pasó de una persona a otra, haciendo que compartiéramos heridas. No quería esa cicatriz en mi piel. Cómo deseaba que se desvaneciera de mi vida. Angel, Ethan, Mikhail, todos. Era egoísta, pero yo no pedí esto. Y con eso presente, mis ojos se llenaron de lágrimas.

—Todo lo que te conté... —arrastré las palabras, sintiendo la verdad pesar sobre mí—. Ya lo sabías.

—No todo. Fue lindo conocerte —mencionó, y alcé la mirada, encontrando nuestros ojos. Luego una ligera sonrisa tiñó su rostro. Por un momento creí ver al Mikhail que había conocido—. Hace mucho tiempo que no tenía un amigo de verdad. Creo que no había podido porque no soy convencionalmente normal.

—¿Y no pensaste en salir de ahí? —susurré.

—Ellos son lo único que conozco —dio un paso hacia mí—. No me queda nada, Damian. Ni siquiera tú me elegiste. Siempre fue Angel.

Desvié la mirada. No podía seguir mintiéndome a mí mismo. El frío me calaba los huesos y mis defensas eran débiles. En estos momentos... en verdad lo extrañaba.

♤♤♤

Pasamos el rato en silencio, incluso fueron horas las que estuvimos ahí, pero Angel no apareció.

—Él no vendrá —dije mientras una sensación de decepción se apoderaba de mí. Era comprensible, pero no dejaba de doler. Si no era él, nadie podría sacarme de aquí.

—Tal vez tengas razón —respondió, levantándose y dirigiéndose hacia la entrada.

—Espera, ¿qué haces? —mi voz detonó un atisbo de ansiedad.

—Tranquilo, estarás bien. Me aseguraré de ello —su tono era calmado, pero había algo inquietante en sus palabras.

Aventó un celular a mis pies.

—¿Qué es eso? —pregunté, confundido por su acción.

—Cuando me vaya, quiero que lo llames y le cuentes todo. Dile que lo estaré esperando.

—¿Por qué no lo haces tú? —fruncí el ceño.

—¿Y que te tome y huya? No, gracias. Ya llevo demasiados años persiguiéndolo.

Negué con la cabeza, sintiendo la frustración acumulándose dentro de mí.

—No entiendo qué tienes que ver con él.

—Angel pertenecía al Credo, así que está en la lista de asesinatos de la hermandad, como lo estaba Ethan desde que nos traicionó. Pero dado a que está muerto, la Hermandad no tendrá su venganza, por lo que recurrieron a su hermana.

—Y sabías que ambos casos estaban relacionados —combine.

—No, en realidad eso fue casualidad. Y gracias a ti, lo conozco mejor.

—Al final sí usaste todo lo que te dije —comenté con una sonrisa amarga—. Lo que dijiste que nunca harías....

Él bajó la mirada, y por un instante pensé que aún quedaba algo de la persona que conocí en él, pero esa chispa se estaba desvaneciendo conforme el día se iba oscureciendo.

—Ojalá en otra vida podamos ser amigos, Damian —sus palabras resonaron en el aire. Sabía que esta sería probablemente la última vez que lo vería, y mientras se alejaba, una sensación de añoranza se apoderó de mí, recordándome cuando alguna vez también perdí de la misma forma a mi mejor amigo.

♤♤♤

—¡Damian! —Jaden llegó corriendo, tras lo que pareció una eternidad desde que lo llamé, desatando mis muñecas luego de verificar mi estado. Su presencia me trajo un leve alivio, y aunque intenté sonreír, mi expresión se desvaneció al ver a Angel detrás de él. Jaden se giró confundido, pero tan pronto reconoció a su hermano, todo su cuerpo se tensó como una cuerda al borde de romperse. Instintivamente, tomé su mano. No estaba seguro de a quién quería proteger más en ese momento: a él o a mí.

Los ojos de Angel se clavaron en nuestras manos entrelazadas.

—Vámonos de aquí —intervine, rodeando los hombros de Jaden con un brazo, apoyándome en él. Me sentía algo mareado. No sabía si era por el hambre que me corroía, o por los golpes que había recibido en la cabeza en los últimos dos días.

—¿Puedes caminar? —preguntó Jaden, preocupado.

—No es eso lo que duele —respondí.

Ambos nos alejamos sin mirar atrás, aunque sabía que Jaden lo quería. Pude sentirlo en la forma en que sus pasos vacilaron, como si su corazón se resistiera a dejarlo allí. Pero siguió adelante.

Entonces escuché pasos detrás de nosotros.

—No. —Mi voz salió firme, obligando a Angel a detenerse. Me giré hacia él, clavándole una mirada cargada de rabia—. Todo esto pasó por tu culpa. Me encerraste aquí. Si en lugar de eso me hubieras contado las cosas como una persona normal, habría estado preparado. Pero no. Lo único que haces es repetir "quiero protegerte", ¿pero de qué exactamente? Todo lo que logras es causarme más problemas.

Angel buscó la mirada de Jaden como si esperara su ayuda, pero él desvió la mirada. Estaba demasiado decepcionado como para mirarlo. Incluso él sabía que esta vez no podía ayudarlo. Apreté los ojos con fuerza, recordando las palabras de Mikhail. Van a matarlo.

—¿Por qué no te vas? —exclamé, dejando que la ira fluyera—. Es lo único que siempre has sabido hacer bien, ¿no? Ya abandonaste a Jaden una vez. Sobrevivirá sin ti. Igual que yo.

El dolor se retorcía en lo más profundo de mi ser mientras caminaba alejándome de Angel. Cada paso me separaba más de él, pero mi corazón se aferraba desesperadamente a la necesidad de estar cerca. Era como si un imán invisible nos atrajera y repeliera al mismo tiempo.

Cada vez que recordaba sus ojos llenos de dolor al verme partir, sentía un nudo en la garganta que amenazaba con ahogarme. ¿Cómo podía alejarme de él cuando una parte de mí clamaba por su presencia? Pero sabía, en lo más profundo de mi ser, que estar a su lado no era lo mejor para ninguno de los dos.

_____________________♡________________

Hola!

Apuesto a que no se esperaban un capítulo tan pronto. Bueno, aquí está

Aprovecho para comentarles, que según mis cálculos (que en mayor parte siempre están mal), la historia terminará dentro de 5 capítulos

YYYYY. No sé si es poco o mucho, pero pues, vayan preparándose para el final.

Los invito a pasarse por mi ig, ya que estaré subiendo tarjetas de los personajes

Ahora ya hablando sobre el capítulo, se esperaban lo de Mikahil?

Nos leemos pronto 

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