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Capítulo 32. El después

Después de mucho tiempo, finalmente regresé a casa, tratando de olvidar la vida que había tenido fuera de ahí. Jaden estaba por ir a la universidad y quería pasar un último tiempo con él. Además ya no habría quién cuidara a mamá, y tenía que hacerme cargo.

Durante ese tiempo, no me atreví a buscar a Damian, decirle que había vuelto, pero entonces ocurrió. Una noche llegó a mi casa, pidiendo disculpas tan apresuradamente que no tuve tiempo de explicarle que en realidad era Angel. Y sin previo aviso, me besó. Le correspondí, porque soy un idiota que no puede resistirse a él. No se apartó de mi boca, como si hubiera estado esperando ese momento tanto como yo, pero él deseaba a Jaden, y eso cobró un mal sabor en mi paladar, por lo que terminé apartándolo.

Nunca supe qué ocurrió con Jaden, pero desde aquel entonces, no volví a vera Damian, y yo jamás le mencioné el beso a mi hermano.

—¿Estás seguro de que tienes todo listo? —pregunté, observando a Jaden con detenimiento. Quería asegurarme de que no se olvidara de nada, aunque quizás mi preocupación sonara excesiva. Pero, en serio, quería que su experiencia universitaria fuera impecable.

—Sí, ya está todo. Solo necesitas relajarte un poco —respondió él, levantando una ceja con evidente aburrimiento.

Me acerqué a él con una sonrisa.

—Eres mi hermanito, tengo que asegurarme de que estés bien —le dije, despeinándole el cabello mientras se quejaba.

—Ya, ya, lo sé —me apartó de un empujón y se peinó el pelo—. ¿Y mamá? —preguntó.

Un suspiro escapó de mis labios ante la mención de mamá. A pesar de que había estado estable durante mi ausencia, no había mejorado mucho.

—Todavía está dormida —respondí.

—¿Crees que mejorará?

—No lo sé —admití.

—¿Y si... mejor me quedo? No es necesario que vaya a la universidad, puedo conseguir trabajo y ayudarte con los gastos.

—Jaden...

—Por favor. Solo piénsalo, así tendrías más tiempo para cuidarla.

—Ya lo hemos hablado. Yo me ocuparé de mamá y tú de tus estudios.

Él rodó los ojos, como siempre hacía cuando teníamos esta conversación. Se frustraba y yo tenía que recordarle mi rol de hermano mayor para hacerle entrar en razón.

—Como quieras. Iré a verla.

Sonreí, sacudiendo la cabeza, y cuando volví a mirar, ya estaba cerca de las escaleras. Se detuvo y me señaló.

—Pero te prometo que si las cosas se complican, regresaré.

—Sí, lo que tú digas.

Me di la vuelta para que pudiera hacer muecas a mis espaldas y comencé a picar las verduras, escuchando el sonido de sus pasos mientras subía las escaleras.

Durante este tiempo, las cosas habían estado relativamente tranquilas. Jaden se estaba preparando para su nueva vida universitaria, mamá estaba en rehabilitación, y yo me encargaba de las tareas del hogar. Había conseguido un trabajo como mesero en un restaurante cercano, y parecía que finalmente habíamos dejado atrás esos años difíciles.

De repente, mi visión se nubló, el corte de las verduras se volvió más lento y el mundo parecía distorsionarse.

Angel, ¿por qué lo hiciste?

Alcé la cabeza. Ethan estaba frente a mí, su pecho ensangrentado, y la piel pálida. Ya no tenía el mismo color que solía tener.

No.

¿Por qué sigues llamándome? Sal de mi cabeza

Pensé que éramos amigos.

Tú habrías dejado que te matara con tal de salvar a mi familia. Lo habrías hecho.

Entonces, ¿lo harías de nuevo?

Sacudí la cabeza, sintiendo el sudor perlado en mi piel.

Adelante, hazlo. Sé que es lo que quieres.

Tragué saliva.

Un pinchazo en mi dedo índice me sacó de mi trance. Miré hacia abajo y vi la sangre tiñendo los trozos de calabaza que había estado cortando.

Sacudí la cabeza para despejar mis pensamientos.

Esto... no es real.

♤♤♤

Pocos días después de acompañar a Jaden a la universidad, y de mi breve encuentro con Damian, le pedí a Jaden que volviera a casa, solo por un rato. Al principio no fue fácil, pero su persistente insistencia por saber dónde estaba mamá me obligó a quitarme el miedo y mostrar ser fuerte ante él.

La encontré tirada al pie de la escalera al despertar, aún respiraba, hasta que su último aliento fue dedicado a decirme cuánto lamentaba no haberme dado la vida que merecía, pero que esperaba que la vida tuviera mejores cosas preparadas para mí. No quise escucharla. Ella no tenía que pedirme perdón por nada, porque es como yo había elegido vivir mi vida.

Las lágrimas me empañaron el rostro, y para cuando llegó la ambulancia, fue demasiado tarde. Murió a la 1 am, un miércoles, en el suelo, y con frío. No dejé de abrazar su cuerpo hasta que me obligaron a hacerlo. El resto de la noche no pude dormir, más preocupado por lo que le diría a mi hermanito. No había momento para mis propios sentimientos

Utilicé mis ahorros para llevar a cabo el funeral, y no asistió nadie, en vista de que no teníamos otra familia más que a nosotros mismos. Mamá fue enterrada junto a la lápida de mi padre, y finalmente estaban juntos como tanto ella había esperado.

Distinguí una silueta a la lejanía, cuando le dije a Jaden que regresara a casa y lo alcanzaría más tarde.

—Me gustaba la comida que preparaba —dijo Arek, una vez me posicioné a su lado, con la mirada en una ciudad ennegrecida.

—A mí igual —conseguí decir.

Por un momento creí que diría que lo lamentaba, pero él no era ese tipo de persona.

—Escuché que están contratando cocineros en el restaurante de aquí a la vuelta —mencionó—. Tal vez deberías intentarlo.

—Tal vez.

Y así permanecimos por un largo rato, simplemente contemplando el horizonte.

Luego de un día, Jaden tenía que regresar a la universidad, pues sus clases estaban por empezar y no quería que se atrasara, pese a lo que estaba sucediendo.

—¡Jaden, baja a comer! —grité desde el pie de la escalera, pero el silencio persistió, así que subí apresuradamente, deteniéndome frente a mi puerta al verlo en mi habitación de espaldas—. Jaden, ¿qué estás haciendo? La comida está...

Se volteó con los ojos desorbitados, lágrimas surcaban sus mejillas. El arma en sus manos temblaba, y mis ojos se abrieron desmesuradamente al verla.

Di un paso cauteloso hacia él.

—Jaden, suelta eso —ordené, intentando mantener la calma en mi voz.

—¿Por qué...? —su voz se quebró mientras levantaba el arma ligeramente—. ¿Por qué tienes algo así en tu habitación?

—Todo el mundo tiene armas en casa. Ya lo sabes, por seguridad.

—¡Pero no de este calibre! —exclamó con furia, avanzando torpemente hacia mí—. ¿Contra quién la usaste? No te atrevas a mentirme, sé que lo hiciste.

—Jaden, no soy un asesino —la culpa me ardía en la garganta—. Solo quería protegerte, a mamá y a mí. ¿Recuerdas? Hice lo que tenía que hacer para mantenernos a salvo.

—¿Y qué familia destruiste para lograrlo? —sus ojos se llenaron de un terror aún mayor, como si finalmente comenzara a comprender lo que yo era capaz de hacer.

Mi rostro se oscureció.

—Lo hice por nosotros, los demás no importan

—¡A mí sí me importan! —gritó—. ¿Cómo pudiste vivir a costa de la vida de alguien más? ¿Qué te ofrecieron? ¿Dinero? ¿Es eso? —Sus palabras me golpearon en el pecho con una intensidad dolorosa.

—Mamá estaba muy enferma en ese entonces, lo necesitaba. Tú viste cómo se estaba muriendo.

Jaden sacudió la cabeza.

—¿Crees que yo habría querido que te convirtieras en un asesino para salvarla? —preguntó, con la voz rota.

—¿Y qué piensas hacer ahora? Ya he matado por ella. Si decides guardar el secreto, te convertirías en mi cómplice.

Cómplice.

Eso era.

Di un paso adelante con precaución.

—No te acerques —me apuntó con el arma, visiblemente nervioso.

Mi hermano me temía.

Siempre había conocido el miedo, pero nunca imaginé que lo vería reflejado en los ojos de alguien que amaba.

—Lo siento, Jaden —murmuré mientras daba un último paso hacia él—. Pero no puedo dejar que esto te consuma. Si te dejo ir, vivirás como un fugitivo, y no quiero eso para ti.

—¿Qué...? —comenzó a preguntar, pero el sonido sordo de un golpe resonó en la habitación.

La pistola cayó de sus manos cuando su cuerpo se desplomó, su cráneo golpeando el suelo con un eco hueco. Lo había desarmado, arrebatándole el arma y usándola para golpearlo. Mi pecho ardía con una mezcla de alivio y culpa. Había protegido a Jaden... de mí mismo.

Era la única forma de asegurarme de que no lo culparan por lo que hice.

Desde entonces, tomé su identidad. Me convertí en él, adoptando su vida para que el mundo creyera que era mi víctima.

Lo encerré en el sótano, fuera de la vista y el oído de todos, y me marché a la universidad. Viví como él, me convertí en él.

♤♤♤

Durante un tiempo me pregunté qué fue de Damon. Pensé en la promesa que le hice a Ethan; quizás no podría cumplirlas todas, pero al menos una de ellas sí que podía.

Al cruzar la puerta de la cafetería, el tintineo de una campana rompió el silencio. Mis ojos se deslizaron por el local hasta detenerse en el mostrador, donde una larga fila de personas esperaba. Me formé detrás de ellos y, al llegar mi turno, escudriñé los sabores escritos en el tablero de la pared.

—¿Qué sabor me recomiendas? —inquirí al barista.

Él giró para observar las opciones y frunció los labios en consideración.

—Si no eres fanático del dulce, te sugeriría algo más amargo. ¿Qué tal un capuchino expreso?

Asentí, dejando caer el billete sobre la barra.

—Está bien, ese será.

Mientras él se volvía para preparar mi café en las máquinas, intenté observarlo por encima del hombro.

—¿Nos hemos visto antes? —pregunté.

—Trabajo aquí, así que conozco a mucha gente —respondió con calma.

Una risa escapó de mis labios.

—Vaya, pensé que recordarías a quien ayudó a tu hermano a volver a casa.

Los músculos de su espalda se tensaron, y se giró hacia mí.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

—Era mi mejor amigo.

Pronto, la sorpresa en su rostro se convirtió en un ceño fruncido.

—¿Y qué? Ya no tengo nada que ver con mi familia —dijo mientras colocaba la tapa de plástico sobre el vaso desechable y me lo entregaba—. Que tenga un buen día.

Estuve a punto de replicar, pero las personas que esperaban detrás de mí empezaron a impacientarse, así que me moví hacia un lado para dejarles pasar.

Obviamente no iba a rendirme tan fácil. Puede que Damon fuera muy irritable, pero yo era lo suficientemente testarudo como para desistir.

En la universidad solía haber partidos ocasionalmente, así que en una ocasión vi a Damon sentado entre las gradas, por lo que aproveché para acercarme.

Pedí permiso al pasar entre las personas para llegar a su lado, quienes permanecieron mirándome como si yo fuera la persona más extraña del mundo.

—Hola —saludé con una sonrisa relajada.

Damon levantó la mirada, su expresión se endureció ligeramente al reconocerme.

—¿Qué quieres ahora? —preguntó con un tono de voz frío.

Me senté a su lado, ignorando su actitud distante.

—Solo quería hablar contigo, ¿te importa? —respondí con calma.

Damon suspiró, visiblemente cansado de mi persistencia.

—No tengo nada que decirte. Déjame en paz, por favor —pidió, desviando la mirada hacia otro lado.

Pero no me permití ser disuadido tan fácilmente. Sabía que debía cumplir mi promesa, sin importar lo difícil que fuera.

—¿Acaso no has oído lo que se dice de mí? —dijo con amargura.

—No me importa lo que dicen los demás, para eso tengo criterio —clavé mi vista en el campo, donde los chicos se reunían a hablar antes de iniciar el partido.

Él sonrió ligeramente sin gracia.

—Sí que eres molesto. ¿En serio piensas eso? Todo el mundo me culpa por homicidio, ¿y tú crees que no soy culpable? —replicó, en su voz se percibía la frustración.

Mantuve la mirada firme, ignorando que siquiera había dicho aquello.

—No lo sé. Pero estoy dispuesto a darte una oportunidad. Todos merecen una segunda oportunidad, ¿no crees? —respondí, volviendo a él.

Damon suspiró, claramente perturbado por mi persistencia.

—Mira, no quiero ser grosero, pero preferiría estar solo ahora mismo. No necesito tu compasión ni tu amistad —su tono de voz reveló su agotamiento.

Sí que era duro de roer. Me retracto cuando dije que era fácil, ¿qué especie de hechizo le echó Ethan? O más bien, ¿qué le había sucedido? Cuando Ethan me hablaba de él parecía ser más agradable.

Me lamí los labios, poniendo una mano en mi pierna.

—¿Sabes qué? Tienes razón. Alguien como tú no merece mi amistad.

Okey, eso había sido un poco rudo, pero necesitaba que volviera a la normalidad, que se diera cuenta que no todo el mundo lo cree tan malo como piensa o que aún hay personas amables.

Me miró por un momento, pareciendo considerar mis palabras. Luego, lentamente, una pequeña sonrisa curvó sus labios.

—Parece que has dejado de ser amable de pronto —se volvió al frente—. Supongo que no me vendría mal un poco de compañía —su voz se suavizó ligeramente.

No entiendo, ¿a este tipo le gusta que lo traten mal? ¿Por qué Ethan no me lo advirtió antes?

Quizás no conocí al Damon del que Ethan me hablaba tan entusiasmado, pero este, no era tan malo.

♤♤♤

—Prometo que pronto volverás a ver la luz del día, hermano —le dije, manteniendo una distancia prudente mientras apoyaba los brazos en el respaldo de la silla. Había aprendido a ser precavido, consciente de que en cualquier momento podía estallar y dirigir su ira hacia mí. No lo culpaba; en su lugar, también querría desquitarme.

Él alzó débilmente la cabeza.

—¿A quién le importa? Me has robado mi libertad, mi vida. No me queda nada.

—Aún me tienes a mí.

Él se mofó.

—No podría importarme menos. Podrías morir, y para mí sería igual.

—Si lo hiciera, jamás nadie te encontraría.

—¿En serio crees que no lo harán? —me observó con burla—. ¿Crees que mis amigos no se darán cuenta de que no eres yo?

—No quiero ser molesto, pero ninguno parece sospechar nada, y están muy satisfechos con el nuevo tú.

Él sonrió con malicia.

—Nunca podrás ser como yo —sus dientes se asomaron entre sus labios.

—Tienes razón —respondí con una sonrisa sutil—. Jamás podré serlo.

Podía ver el odio en sus ojos, era el mismo con el que me veía al espejo todos los días, pero Jaden no lo entendería.

—Y esa persona que mataste...¿ya me vas a decir quién es o vas a seguir haciéndote el misterioso?

—¿Para qué? Está muerta, ya no importa.

—Precisamente porque está muerta quisiera saber.

Lo observé con desdén y alcé la barbilla, pensando que podría serme de utilidad..

—Cuando salgas... ¿vas a declarar en mi contra?

Sus ojos se abrieron de par en par, luego una sonrisa socarrona apareció en sus labios.

—¿Crees que voy a protegerte después de lo que me hiciste? —masculló casi escupiéndome en la cara.

—Lo tomaré como un sí —dije, juntando las palmas de mis manos—. Entonces debes oír con claridad lo que voy a decirte, ¿de acuerdo?

—¿Tengo otra opción?

Me incliné ligeramente hacia él, forzándolo a mantenerme la mirada.

—Era el hijo de los Ackerman.

Rápidamente su ceño se frunció y la vena en su frente, la misma que siempre se marcaba cuando estaba enojado, se exaltó.

—¿Ethan? ¿En serio fuiste tú? ¿Al menos sabes a cuántas personas lastimaste con eso? —Me puse de pie, dirigiéndome a la salida—. Damian, mi amigo, sufrió porque creyó que su hermano se había convertido en un asesino, cuando todo este tiempo fuiste tú. Eres un grandísimo hijo de puta. Cómo desearía que no fuéramos hermanos —escupió.

Antes de salir, me di media vuelta y esbocé una sonrisa que no llegó a mis ojos.

—Yo también.

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Esa fue la doble actualización, espero que les haya gustado. La próxima ya se viene con el presente, que también es un desmadre jajaja.

Se viene pelea entre Dmon y Angel? 

Damian perdonará a Angel?

Quién sabe, tendremos que verlo

Gracias por todo y adiooós

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