Capítulo 26. Nada es lo que parece
—Ella nos odia —murmuró Anne al otro lado de la puerta de Ellie, en un tono apenas audible, como si temiera que Ellie pudiera escucharla desde dentro. Ninguno de nosotros se atrevía a abrirla.
—No la culpo —respondí en un susurro—. Yo también lo haría, en su lugar.
—¿Y qué se supone que le digamos ahora?
—No creo que nada de lo que digamos tenga sentido. Solo hágmoslo y ya.
Respiramos hondo y empujamos la puerta.Mi mirada fue directa hacia Ellie, quien estaba sentada frente a su tocador. Tenía la vista fija en su reflejo, y el rímel corrido en sus ojos revelaba que no se había quitado el maquillaje de la noche anterior. Su aspecto era frágil, vulnerable, pero en su expresión había algo desgarradoramente estoico.
—¿Tan mal me veo que vienen a dejarme su lástima? —su voz sonó quebrada, con una aspereza que no le conocía.
—Sabes que no es así —respondió Anne con rapidez, dando un paso hacia adelante. Su voz tembló apenas un poco—. Somos tus... —se detuvo de golpe, dándose cuenta de lo que estaba a punto de decir.
—¿Amigos? ¿Eso es lo que ibas a decir? —Ellie alzó las cejas.
—Ellie, tienes que escuchar...
—Déjame adivinar —interrumpió, cruzando los brazos y lanzándonos una mirada dura—. Tú vienes a defender a Damon, y tú a Adam.
No se equivocaba.
En ese instante pensé en cómo sabía de Adam, pero no era el momento indicado para preguntar.
—Claro que no —Anne replicó—. No estamos aquí por ellos. Queremos hablar por nosotros. Sabemos lo que hicieron, pero... ¿puedes escuchar por qué hicimos lo que hicimos?
Decidí que era mejor que Anne llevara la conversación, ya que mis propias razones aún me parecían algo difusas.
—Yo... yo sabía lo de Damon —empezó Anne—. Sé que fue egoísta de mi parte. Quise proteger a Adam, y también... también quise protegerte, Ellie. Pensé en ti también —se inclinó hacia Ellie, tratando de conectar con ella en medio de la distancia invisible que las separaba
—Anne tiene razón —intervine—. Siempre nos preocupamos por ti. Nos molestamos cada vez que ellos te ocultaban algo, pero... ¿qué podíamos hacer? Si hubieras estado en nuestro lugar... ¿habrías contado el secreto de alguien que quieres, a pesar de lo que significaría?
Ellie levantó la cabeza, con la barbilla alzada en un gesto de terquedad.
—No, no lo habría hecho —dijo con dureza—. Pero tampoco lo habría ocultado si sabía que la otra persona iba a salir tan herida. ¡Mírenme! Soy la idiota engañada a la que ustedes llaman "amiga". La que salió con dos hombres que resultaron ser cómplices en la muerte de su hermano. Los asesinos que he buscado durante tanto tiempo... y que han estado justo aquí, frente a mí. ¿Les parece poco?
Sus ojos se llenaron de lágrimas, y aunque trataba de mantener la compostura, su pecho subía y bajaba con fuerza, como si cada respiración fuera dolorosa.
—Sentí pena por ellos —su voz se redujo a un susurro—. Pensé que compartíamos el dolor de haber perdido a alguien que amábamos. Les di un lugar en mi corazón y ellos lo destrozaron como si no valiera nada. Y luego están ustedes, mis amigos, las personas en las que más confiaba... parece que ustedes no confiaban en mí. Lamento no ser Adam o Damon para que me protejan de esta manera. Al menos ellos tienen a alguien que lo hace.
Un nudo se formó en mi estómago; me sentía culpable y perdido.
—Sabes que ellos no lo hicieron, Ellie —interrumpió Anne, acercándose un poco más y colocando sus manos en mis hombros, dándome una sensación de apoyo que nunca había sentido de ella.
Ellie desvió la mirada y nos dio la espalda sin decir una palabra más, dando por terminada la conversación.
Anne me lanzó una última mirada antes de salir de la habitación. Yo dudé un instante, miré a Ellie, y luego la seguí. Pero justo antes de cruzar la puerta, me detuve, con la sensación de que había algo más que debía decir o hacer... aunque no tenía idea de qué. A diferencia de Anne, no quería convencerla con basura sentimental, pero no veía otra forma de llegar a ella
—Sé que no lo entiendes ahora —dije en voz baja, tratando de que mis palabras llegaran a ella—, pero estoy seguro de que tú habrías hecho lo mismo por Ethan.
—Ethan no es como Damon —su voz sonó áspera, llena de resentimiento.
—¿Y si hay cosas de Ethan que no conoces? ¿Y si él también te ocultó algo, creyendo que era lo mejor para protegerte? ¿Por qué yo no podría hacer lo mismo?
—Porque a quien protegías era a Damon, no a mí.
—¿Cómo puedes estar tan segura? ¿Cómo sabes que no discutí con él incontables veces... por ti?
—¿De qué importa eso ahora? —se levantó de repente, dando pasos hacia mí, cada uno lleno de una rabia contenida—. A fin de cuentas, me lo ocultaste. ¿Cómo pudiste mirarme a los ojos cada día, sin siquiera sentir un mínimo de culpa? Claro, porque eres Damian, el chico que no siente nada por nadie, ¿verdad?
—No tienes derecho a decir eso —repliqué, sorprendido por el filo en su voz—. Tú fuiste diferente para mí, Ellie. No eras como los demás.
—No lo creo. Al final me lastimaste como a todos los demás.
Mis ojos se abrieron, desconcertado por la dureza de sus palabras. La imagen de la niña dulce y cariñosa que había conocido desapareció por un instante.
Ella bajó la vista, su rostro inexpresivo, como si su voz se hubiera apagado junto a sus emociones.
—Tú eras... como el hermano que perdí —susurró. Luego alzó la cabeza y me miró con unos ojos vacíos—. Pero al final también te perdí a ti.
—Ellie...
—Si sientes al menos un poco de culpa, aléjate de mí. Ahora entiendo por qué Ethan estaba solo. Fue por gente como ustedes. Se metieron en su vida, y ahora están arruinando la mía.
Sentí un nudo en la garganta, pero no tenía fuerzas para seguir argumentando. Tragué saliva y, sin atreverme a mirarla otra vez, me giré y salí del cuarto.
Afuera, su padre estaba esperándome junto a la escalera, con una expresión neutra.
—Supongo que ahora estará satisfecho —murmuré, sin poder contener el rencor en mi voz.
—Damian...
—¡No! —exclamé, apretando los puños—. Ethan ni siquiera era su hijo. ¿Por qué hace todo esto? Ellie no tendría que cargar con su culpa. Es su vida. ¿Cuándo dejará de arrastrar la de su hermano?
Sentía que entendía demasiado bien aquella carga, porque... yo siempre me sentí así con Damon.
—Y Damon, Dios...Damon —pasé las manos por mi cara con frustración—. Sabe que él no lo hizo, y aún así insiste en culparlo.
—No sabía que llegarían anoche...
—Anoche, mañana, ¿qué importa? —repetí—. Acaba de mandarlo todo a la mierda. Si cree que hizo mejorar en volver, pues se equivoca, Ellie estaba muchísimo mejor con usted muerto.
El hombre bajó la mirada, como si mis palabras hubieran tocado algo profundo en él.
—Sólo...quería protegerla como no pude hacerlo con él.
—¿Protegerla exactamente de qué? —espeté—. Debe dejar de pensar que es una niña indefensa. Ni siquiera es su pa...
—¡Damian, ya cállate! —La voz de Ellie sonó a mi espalda acompañada de un portazo. Me costó girar a verla luego de congelarme por completo—. ¿No te das cuenta que tú haces más daño con tus palabras? Mi padre podrá ser lo que quieras, pero no dejaré que le hables de esa forma. El hecho de que la gente te quiera, no te da el derecho a tratarlas mal.
Retrocedí un paso sin saber qué decir o hacer. Ellie nunca me había enfrentado de esa forma, pero lo que más me impresionaba, es que tenía razón. Le habría dicho que estaba orgulloso por su valentía si no fuera yo por quien había sacado ese coraje.
—Por favor, basta —pidió—. Solo...vete de mi casa.
No había nada que pudiera hacer, solo servía para empeorar la situación. Quizás había pensado que ayudaba a Damon al mentirle a mi mejor amiga, pero solo estaba ayudándome a mí mismo; no quería quedar involucrado en sus problemas. Una vez más, fui egoísta, y estaba pagando por ello.
♤♤♤
Anne me lo contó todo: Ellie conoció a Adam durante su traslado a la escuela, mucho antes de cruzarse con Damon. Entre ellos hubo una chispa inmediata; una conexión que parecía inevitable. Al menos, así fue hasta que llegó Damon. La tensión entre los dos se hizo evidente desde el principio. Adam nunca perdonó a Damon por el accidente y, a su vez, Damon culpaba a Adam por no haber apoyado a Ethan cuando más lo necesitaba. Sin embargo, había algo en lo que estaban de acuerdo: ocultarle a Ellie la verdad. Pero entonces ¿por qué? ¿Por qué Ellie nunca me dijo de Adam? ¿Acaso había estado tan absorto en mis propios problemas que le di motivos para creer que no podía confiar en mí?
. No pasó mucho tiempo antes de que la policía lograra localizarme y me pidiera que acudiera a la comisaría. La solicitud me tomó por sorpresa, y durante un instante consideré inventar alguna excusa para no asistir. Pero sabía que eso solo levantaría sospechas. No podía darme el lujo de parecer culpable. Ya había logrado mentirle a Ellie sin que ella lo notara... seguramente podría hacer lo mismo con un desconocido. Al final, asistí.
El foco de luz, intenso y cegador, me apuntó directamente en el rostro cuando mencionaron el nombre de Damon. La pequeña habitación de interrogatorios parecía más intimidante de lo que había imaginado: paredes de un gris opresivo, sin ventanas, con un tenue olor a desinfectante que no lograba encubrir el aroma rancio de papel viejo y café barato. Frente a mí, el oficial, sentado en una silla metálica, me observaba sin expresión.
—Damian Lerman. Veo que Damon es tu hermano —dijo el interrogador, con voz grave y los ojos en las hojas que sostenía. Intenté mirar por encima de ellos, pero me fue imposible. ¿Acaso tenía un expediente de Damon como si se tratara de un criminal?
—Sí, así es —respondí, intentando mantener el control de mi voz.
—No te preocupes —respondió, cerrando la carpeta, para después apoyar los brazos sobre la mesa, clavando su mirada oscura en mí—. Escuché que ya has hecho esto antes, no será muy diferente. Solo coopera y terminará pronto.
Había protegido a Damon antes, ¿y qué había conseguido con eso? Las veces en las que me había puesto en segundo plano no me habían traído nada bueno.
El oficial señaló el expediente con la mirada, como si intentara analizar cada detalle antes de continuar. Me sorprendía la naturalidad con la que podía darle entender a un chico que prácticamente su hermano era un asesino.
—Aquí dice que anteriormente fue acusado, pero no había suficientes pruebas. ¿Sabes algo al respecto?
—No sé. No estuve ahí.
Él suspiró, entrelazando los dedos sobre la mesa.
—Conocías a Ethan, ¿correcto?
Asentí.
—¿Qué relación tenían? —preguntó.
—Él y mi hermano salían. Después me presentó a su hermana.
—¿Y jamás llegaste a ver algo sospechoso en él?
Fruncí el ceño. ¿Había la posibilidad...que la policía estuviera enterada del tema de las organizaciones?
No. No puede ser.
Y si así fuera, no me lo dirían. Debe ser un secreto, incluso para ellos.
—No, apenas lo conocía —respondí—. Damon hablaba mucho de él, pero nunca mencionó nada fuera de lo normal.
—Entonces, ¿no sabes nada?
Desvié la mirada unos segundos antes de responder.
—No, sólo sé que mi hermano no lo hizo. Damon lo quería, quería una vida con él. ¿Por qué lo mataría?
El oficial me observó en silencio, evaluándome.
—No estamos diciendo que lo haya hecho. Pero creemos que hay aspectos sospechosos. Además, Ellie, tu amiga, parece que recientemente estuvo involucrada en un incidente. ¿Sabes algo al respecto?
—¿Qué tiene que ver eso con esto? —pregunté, sintiendo cómo la inquietud me recorría la piel.
—Solo responda la pregunta, por favor.
Suspiré.
—No sé bien; no estaba ahí, pero me contó que un hombre la atacó en un baño público.
—¿Recuerda cómo era ese hombre?
—Creo que mencionó que era rubio, pero nada más.
El oficial asintió lentamente, anotando algo en su libreta antes de cerrarla con un gesto decidido.
—Entiendo. Creo que es suficiente por ahora. Nos pondremos en contacto si es necesario.
—¿Qué pasará con Damon? —pregunté
El oficial se puso de pie, empujando su silla hacia atrás.
—Por ahora, lo dejaremos en libertad. Continuaremos la investigación en busca de más pistas. Además, aún tenemos que tomar los testimonios de sus otros amigos. No te preocupes, chico, si es inocente no tiene nada que ocultar.
Me lanzó una última mirada antes de salir de la sala. Y yo me quedé ahí, preguntándome qué demonios estaba pasando realmente.
Un poco antes de salir de la sala, mis pasos se detuvieron al captar una conversación no muy lejos de ahí. Las voces se escuchaban tensas, pertenecían a dos hombres. Uno de ellos me resultó inconfundible.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Damon, su tono fue bajo y contenido.
—Me llamaron —respondió el otro, mientras el sonido amortiguado de una silla al arrastrarse indicaba que se había sentado a su lado—. Creen que tal vez estamos relacionados de alguna manera.
Damon se recargó contra el respaldo de la silla, soltando un suspiro.
—¿Qué hay de Ellie? —murmuró mientras ajustaba el cuello de su chaqueta, como si el simple nombre lo incomodara—. ¿Cómo está?
—¿Tú cómo crees que está? —replicó el hombre, sin esforzarse en suavizar la dureza de sus palabras.
Damon bajó la mirada, clavándola en el suelo.
—Lamento... que haya pasado todo esto por mi culpa.
—No sirve de nada culparte ahora —intervino—. Lo mejor ahora es mantenernos alejados de Ellie, como debimos hacerlo desde un principio.
Oculto tras una esquina, me incliné ligeramente para observar. Entre las sombras distinguí la cabellera negra del hombre, que giraba la cabeza con cautela, inspeccionando el entorno.
—Yo la dejé ir —añadió—. ¿Por qué tú no hiciste lo mismo?
Damon comprimió su mano en un puño.
—Porque no pensaba abandonarla. No quería... huir de nuevo —contestó, con una intensidad que hizo eco en la habitación vacía.
El otro hombre arqueó una ceja, inclinándose hacia él como si estuviera evaluando cada palabra.
—Hay que saber cuándo terminar las cosas —dijo con frialdad—. Y este momento es ahora. Termínalas antes de que empeoren.
Damon alzó la cabeza, sus ojos encendidos con una mezcla de desafío y vulnerabilidad.
—Me estás... pidiendo lo mismo que le pediste a Ethan —dijo.
Retrocedí un paso instintivamente. El hombre pareció tensarse, y por un momento sus facciones se suavizaron, antes de endurecerse de nuevo. Había cambiado, pero podía reconocerlo.
—¿Y qué esperabas? —espetó Adam—. Siempre fue una locura. Cuando haces las cosas mal, terminan mal. Ocultárselo a su familia no fue la manera correcta. Debiste pensarlo antes de hacerlo.
Damon dejó escapar una risa seca.
—¿Ahora resulta que tú hiciste todo bien?
Los ojos de Adam se abrieron levemente, pero enseguida recuperó su compostura.
—Mi único error fue haber confiado en ti —dijo, poniéndose de pie. Dio un par de pasos hacia la puerta, pero se detuvo en seco.
Damon levantó la barbilla.
—Nunca fuimos amigos, ¿por qué confiarías en mí?
Adam se giró ligeramente, apenas lo suficiente para lanzar una última mirada por encima del hombro. Se lamió los labios, como saboreando un mal recuerdo, antes de hablar.
—Porque Ethan lo hacía —sentenció, y salió de la sala sin mirar atrás.
♤♤♤
—¿Por qué no vas a verlo? —preguntó Jaden, con un tono tan suave que me sacó de mis pensamientos.
Suspiré, desviando la mirada hacia la ventana, donde las luces de la ciudad parpadeaban.
—Siento que en parte es mi culpa. No lo apoyé la primera vez, ¿por qué querría verme ahora?
Jaden me observó un instante, como si buscara las palabras adecuadas en el fondo de mi expresión. Al final, sonrió con esa calma inquebrantable que lo caracterizaba.
—Piénsalo así: la vida te está dando otra oportunidad. Esta vez puedes estar con él, apoyarlo.
Sonreí de lado
—¿Cómo es que eres tan bueno en esto?
Se encogió de hombros, con una despreocupación encantadora.
—No lo sé, solo hago lo que siento.
—¿Y cuando haces todo lo que sientes, todo sale bien? Porque si dices que sí, eso sería muy disney de tu parte —le lancé, y él se quedó pensativo unos segundos,
—No, tal vez no salga todo bien, pero es lo correcto.
Si no supiera que se trata de Jaden, pensaría que se escucha casi como...
—Ahora a comer —se puso de pie—. Deprimido o no, no puedo dejarte morir de hambre.
Sentí un calor que hacía tiempo no experimentaba y asentí en silencio. La verdad es que, últimamente, ni siquiera pensaba en comer.
Después de la cena, Jaden se quedó dormido en el sofá, y por un momento me quedé contemplándolo. Su respiración era tranquila, y una sonrisa apenas perceptible jugaba en sus labios, como si soñara con algo bueno. Me acerqué despacio, quitándole un mechón de cabello de la frente. La luz de la luna entraba por la ventana, iluminando su rostro en un brillo suave y plateado.
—¿Cómo haces...para dormir tan tranquilo?
De pronto, una imagen nublada me asaltó la mente: un recuerdo, o algo similar. Angel, con su sonrisa pícara y su energía interminable, aparecía ante mí bajo un rayo de sol, mirándome con burla.
—¿Quieres ayuda?
—No. Puedo hacerlo solo —respondí, sacudiéndome las rodillas.
—¿Seguirás siendo tan grosero siempre?
Me puse de pie a regañadientes con el ardor palpable en la rodilla lastimada.
—¿Es un reto? —pregunté.
—Ya, ya me callo.
—¿Y qué? ¿Entonces vas a acompañarme a mi casa?
—¿Quieres que lo haga?
—Sé que igual lo harás —resoplé, relajándome.
—Ay, Damian, te encanta meterte en problemas.
Me detuve.
—¿Qué dijiste?
—Que te encanta meterte en problemas —Su sonrisa se ensanchó, pero de repente, el entorno comenzó a distorsionarse, volviéndose borroso. La luz que lo rodeaba se convirtió en una especie de neblina densa, y en cuestión de segundos, me encontré frente a un enorme espejo. Mi propio reflejo se multiplicaba hasta el infinito, pero había algo extraño en mi expresión.
—Ah, tenía rato que no te veía —dijo la figura del espejo—. ¿Dejaste las alucinaciones? Qué aburrido.
—¿Qué...?
—Sí, había estado intentado meterme a tu cabeza, pero te esforzaste por ignorarme.
Fruncí el ceño.
—Es porque ya no soy como tú —endurecí el tono.
—¿Eso piensas? —preguntó con burla—. El pequeño Damian, el retraído y desplazado Damian. ¿En serio crees que que has dejado tus sentimientos negativos de lado?
—Estoy seguro —mis manos se apretaron en puños.
—¿Entonces por qué estoy aquí? —sonrió ladino.
—S-solo quieres hacerme dudar.
—¿Y lo estoy consiguiendo?
—No.
—¿Entonces qué me dices de este pensamiento en tu mente?
Mi reflejo se distorsionó de nuevo, cambiando de forma, de espacio. Las imágenes se sucedían: la cara de Damon al regresar tras la muerte de Ethan, la tristeza en sus ojos.
—Aún te asusta, pero no quieres admitirlo.
La escena giró hasta reflejar a Jaden abrazándome.
—Y él, temes que te traicione de nuevo. Y en el fondo sabes que lo hace.
—No...
—Claro que sí. Sólo míralo, es demasiado bueno para ser verdad. ¿Y esa basura de que cambió? ¿En serio se la crees? Él no es quien piensas, y lo sabes —susurró a mi oído—. Y Ellie, ¿qué puedo decir de ella? Ya sabes lo que pienso. Pronto vas a despertarte de este tonto sueño, y verás la verdad.
Me volví a él.
No era yo.
Angel
Abrí los ojos de golpe. De vuelta en la habitación, Jaden dormía plácidamente a mi lado. Salté de la cama y fui directo al baño, tratando de aclarar mi mente. Evité mi reflejo en el espejo, dejando que el agua fría corriera por mi rostro.
No es real. No es real.
—¿Dam?
Una voz suave me sobresaltó.
—Dam... —Jaden estaba en la puerta, con una expresión de preocupación adormilada. Se acercó, apoyando su barbilla en mi hombro—. ¿Por qué te despiertas tan temprano?
Lo miré de soslayo, inquieto por su cercanía.
—Quería...quería ir a ver a Damon —respondí apenas en un hilo de voz.
Él se iluminó, sonriendo con una calidez desbordante y rodeándome la cintura en un abrazo.
—¿Ya te decidiste? Me alegra tanto por ti.
Me aparté lentamente, sin querer mirarlo a los ojos.
—Sí...eh, por eso debo prepararme ya.
Me miró sin entender.
—Debo usar el baño —añadí y una sonrisa maliciosa se formó en sus labios.
—Vamos, no es como si no nos hubiéramos bañado juntos antes.
—Sí, pero...Prefiero hacerlo solo esta vez, si no te importa.
Él pareció un poco decepcionado, pero me dejó espacio. En cuanto terminé en el baño, salí rápidamente del cuarto, con el pulso acelerado y un peso sobre mi pecho.
No podía creer los pensamientos que rondaban mi cabeza, como sombras que me seguían de cerca. Me froté las sienes, tratando de despejar mi mente de lo que esperaba, no fuera más que un invento de mi imaginación.
Cállate, cállate.
El entorno se distorsionaba en nubes grises que eran capaces de consumir a cualquiera. Caminé sin rumbo, perdido en la oscuridad de mis propias dudas, hasta que choqué con alguien.
—¿Damian? —Mikhail me miraba preocupado.
—¿Puedo quedarme contigo? —pregunté apresuradamente.
—¿Conmigo? Ah, bueno, quiero decir, sí.
Él no indagó en mi estado. Necesitaba hablarlo, pero no tenía a quién más decírselo. Quería a mi amiga.
—Oye, ¿estás bien? Estás temblando —Mikhail tocó mi mano e inmediatamente la aparté.
—Estoy bien —repliqué, poniéndome de pie mientras le lanzaba una mirada reacia—. Solo necesitaba despejarme. Ya...ya me voy.
—Damian —me hizo detenerme—. Escuché lo de Damon. Lo siento.
—¿Qué importa? —lo miré por encima del hombro—. No es nada nuevo, solo alimentaron lo que ya creían todos.
—Estoy seguro que él no lo hizo —aseguró.
—Yo también.
Significa que el asesino sigue allá afuera, y nadie está a salvo.
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Noooooo. A Damián le va llegar todo de zopetón en la cara 😭 Y no solo a él
Una vez más, gracias por seguir aquí. Me hace muy feliz recibir sus comentarios
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