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Capítulo 20. Me importas

Hoy era uno de esos días raros en los que trataba de ponerme al corriente con el trabajo atrasado del semestre, mientras pensaba que tal vez, solo tal vez, no fue tan buena idea haber pasado las clases durmiendo bajo las gradas... aunque se sentía bien en ese momento.

El sonido del teléfono me sacó de mis pensamientos.

—¿Qué? —respondí, arrastrando las palabras, muy similar a una vaca mugiendo.

—¿Dónde estás? —La voz de Jaden sonaba agitada, como si hubiera corrido hasta el teléfono.

—¿En mi casa?

—¿Un viernes por la noche? ¡Damian, hoy es el partido!

Me quedé en silencio un segundo. Maldita sea.

No es que los partidos me emocionaran mucho—lugar lleno de gente, ruido por todos lados—pero sabía que eran importantes para él. Odiaba recordar su cara cuando me pidió que fuera, sabiendo perfectamente que no tenía ganas de ir.

—Y sip, estaba en mi casa, alistándome para salir —mentí.

—Genial. —Pude oír cómo exhalaba con alivio—. Estoy muy nervioso, Molly la de las porristas va a estar ahí.

—¿La de la falda corta? —pregunté con fingido interés.

—Todas tienen falda corta. Hablo de la pelirroja.

—Ahhh, esa Molly.

No tenía ni la menor idea de quién era.

—Me dijo que me rompiera una pierna. Eso significa que le gusto, ¿no?

A veces Jaden podía ser demasiado inocente para su propio bien.

—No sé si significa eso exactamente, pero parece que se preocupa por ti.

—¡Perfecto! Porque voy a invitarla a salir después del partido. Oh, me tengo que ir, los chicos ya están aquí.

Antes de que pudiera decir algo más, escuché voces y la llamada se cortó abruptamente.

Suspiré y miré los apuntes frente a mí. Hice lo posible por terminar la tarea rápido, pero el partido estaba a punto de empezar y yo apenas salía de casa. No había manera de llegar a tiempo... A menos que...

Tuve la brillante idea de "tomar prestada" la moto de Elai por un rato. No era un experto, pero la había manejado un par de veces. Aceleré con fuerza, más de lo necesario. En mi prisa, pasé un semáforo justo antes de que cambiara a rojo. Sentí las llantas patinar en el asfalto mientras intentaba frenar, mi cuerpo se deslizó junto a la moto, justo cuando un camión apareció frente a mí. Una luz cegadora llenó mi vista, y luego todo se desvaneció.

Cuando abrí los ojos, una luz blanca y brillante me deslumbraba. Apenas podía mantenerlos abiertos. Al poco tiempo, noté una silueta en la puerta.

—Jaden viene en camino —dijo una voz que conocía bien.

Fruncí el ceño, y Angel entró en la habitación, descruzando los brazos.

—¿Qué haces aquí? —pregunté con el ceño aún fruncido.

—¿En serio te molesta tanto que haya venido? —respondió con una media sonrisa.

—No, perdón —me quejé, sintiendo una punzada de dolor en la cabeza—, solo pensé que para ti solo soy el mejor amigo de tu hermano.

—Lo eres, pero también eres el que más disfruta de mi comida —respondió, levantando una ceja con burla.

Le devolví una sonrisa débil, forzándome a sentarme en la camilla.

—¿Qué fue lo que pasó? —pregunté, tratando de organizar mis pensamientos.

—Te pasaste un semáforo y casi terminas bajo un camión —Angel me miró con seriedad—. Quizá deberías dejar de leer tantas novelas de acción.

Suspiré.

—Al menos hice algo heroico por una vez —respondí con una sonrisa amarga—. Sólo intentaba llegar al partido, y ahora terminé arruinándolo todo. Se suponía que era su momento, no el mío.

—Jaden sabe que no estás tratando de robarle nada —respondió suavemente, intentando calmarme.

—Pero lo odio —solté con frustración—. Siempre está tratando de hacerme sentir mejor por cosas que son mi culpa. Comparte todo conmigo, como si lo mereciera. Ni siquiera lo hago.

—Él no lo ve así.

—No hables como si lo supieras todo —gruñí—. Incluso tú solo estás aquí porque soy su amigo.

—Puede que te haya conocido gracias a él, pero eso no significa que esté aquí solo por eso —sus ojos se encontraron con los míos, su mirada se intensificó. Algo en ella me desconcertó, algo que no pude descifrar—. Me preocupé por ti, Damian —añadió en un susurro—, más de lo que me habría preocupado por alguien que es solo el amigo de mi hermano.

La habitación se quedó en silencio. Mi corazón dio un vuelco cuando comprendí que hablaba en serio.

El silencio fue roto de golpe cuando mis hermanos irrumpieron en la habitación, casi derrapando al entrar.

—¡Damian! ¿Estás bien? —Elai y Damon llegaron casi al mismo tiempo, agitados, aún con sus uniformes del equipo y cubiertos de sudor.

Angel se apartó, dejándoles espacio, pero no sin antes lanzarme una última mirada. Mis ojos lo siguieron hasta que desapareció por la puerta.

—Qué ruidosos... —protesté, llevándome las manos a la cabeza—. Están molestando a los enfermos.

—No entiendo qué te llevó a hacer algo tan estúpido —dijo Elai con reproche.

—¿No lo ves? —intervino Damon con sarcasmo—. Está claro que nuestro hermanito quería sentir un poco de adrenalina.

Elai abrió la boca con sorpresa y yo solo rodé los ojos.

En ese momento, una voz estruendosa resonó en la habitación.

—¡Damian! ¿Qué diablos? —Jaden me miró como si fuera un espectro—. Te dije que te apuraras, ¡pero no pensé que pasarías un alto y te estrellarías con un camión! Tengo que tener más cuidado con lo que digo.

—Bueno, no llegué al partido, así que... —intenté bromear, pero él solo suspiró.

—No importa, de todas formas perdimos.

—Sí, gracias a "señorito falto a los entrenamientos" —Elai lanzó una mirada acusadora a Damon, quien se defendió con una expresión ofendida.

—¿Y lo bueno de todo esto es...? —intentó Jaden animar.

—No hay nada bueno —interrumpió Elai, poniéndose serio—. Perdimos el partido, y casi perdemos a Damian también.

—Pero sigo aquí —dije.

—Eso es cierto —Jaden asintió—. En una sola pieza. Porque...tienes todas tus extremidades, ¿verdad?

Levanté la cobija para comprobar, y él estalló en carcajadas.

—Ustedes son increíbles —Elai murmuró, saliendo del cuarto seguido por Damon

—Demonios, casi te arroya ese auto —Jaden hizo una mueca, observando el moretón en mi pómulo.

—Si lo hubiera hecho no me habría quejado...

Jaden me observó en silencio con impaciencia.

Mis traumas, mis chistes.

—¿Y....qué tal con Molly? —pregunté—. Supongo que entendió lo que pasó.

—Ah... —se rascó la nuca con una mueca—. Se molestó un poco, pero no importa.

—Así que perdiste a la chica.

—Las chicas no lo son todo. Eso lo aprendí de ti —dijo con falsa solemnidad—. Desde ahora, seré un alma solitaria.

—Buena suerte con eso —reí.

—Oye, puedo ser como tú. Solo tengo que hacer esta cara —frunció el ceño exageradamente, haciéndome reír más fuerte.

—Yo no hago esa cara.

—Claro que sí —insistió, apretando más el rostro hasta que lo golpeé en el hombro suavemente.

Después de las risas, el ambiente se calmó. Ambos nos quedamos en silencio por unos segundos, el tipo de silencio que compartes solo con alguien con quien te sientes cómodo. Jaden miraba la ventana, mientras yo me hundía un poco más en la cama, sintiendo cómo el cansancio me alcanzaba. La adrenalina que me había mantenido despierto empezaba a desvanecerse.

—Lo siento, ¿sabes? —Jaden rompió el silencio—. No tenía que haberte presionado para que vinieras al partido. Sé que no te gustan esas cosas.

—No fue tu culpa. Fui yo el que decidió ser imprudente —le respondí con un suspiro—. Solo quería...

Pero no podía decirle lo que en verdad quería, que me había cambiado la vida desde que lo conocí y me gustaba más de lo quisiera.

Jaden se quedó callado por un momento, como si estuviera eligiendo con cuidado lo que iba a decir.

—Eres más que suficiente, Damian —murmuró finalmente—. Y lo digo en serio. Nunca me ha importado que no te gusten las mismas cosas que a mí. Solo me gusta que estés ahí, aunque sea para fingir interés en mis estupideces.

Le di una sonrisa cansada, sintiendo el peso de sus palabras. Era un alivio escucharlo decir eso, incluso aunque lo había sabido siempre, en el fondo. A veces, solo hacía falta oírlo.

—Gracias. —Mi voz sonaba más débil de lo que esperaba, el cansancio finalmente se apoderaba de mí—. Prometo que la próxima vez no haré nada estúpido.

—Más te vale —bromeó, pero su sonrisa se desvaneció un poco—. Me asustaste hoy. No quiero volver a pasar por algo así.

Asentí con la cabeza, notando cómo mis párpados se volvían pesados. Jaden debió notarlo también, porque se levantó con suavidad de la silla.

—Descansa, ya vendré mañana —dijo en voz baja, antes de dirigirse hacia la puerta—. Y no te preocupes por el partido, en serio.

Lo vi salir, la puerta cerrándose tras él con un leve clic. La habitación quedó en silencio otra vez, solo el suave pitido de las máquinas llenaba el aire. Cerré los ojos y dejé que el sueño me envolviera lentamente, pensando en lo afortunado que era de tener a alguien como él en mi vida, incluso cuando no siempre lo demostraba.

♤♤♤

Pasé un par de días en recuperación en el hospital. Aunque no pensé que diría esto, después de esa experiencia llegué a odiar la comida de hospital. Claro, solo por un tiempo. No todo fue malo; Jaden venía a visitarme casi a diario. Me contaba una de sus ridículas historias, exagerando los detalles, y yo fingía asombro como siempre. Él sabía perfectamente que solo me burlaba de él, pero continuaba como si nada, sonriendo.

El día que me dieron de alta, una pequeña parte de mí se alegraba de no haber tenido que ir a la escuela en todo ese tiempo. La alegría duró poco. Ahora tendría que ponerme al corriente con las tareas, lo cual irónicamente era la razón por la que me había lastimado en primer lugar. Si tan solo hubiera hecho la tarea a tiempo...

Cuando llegué a la escuela, lo primero que noté fue la ausencia de Jaden. Pregunté a algunos compañeros, pero solo recibí miradas desinteresadas y respuestas cortantes. Me había mencionado que Angel se iría a trabajar a otro lugar, pero no estaba seguro si eso tenía algo que ver.

—Hola —dije, alcanzando a Elai en el campo mientras recogía los conos.

—¿Soy yo o me estás hablando en la escuela? —respondió, levantando una ceja, genuinamente sorprendido.

—Quería saber si sabes algo de Jaden. No vino hoy.

—No lo sé, tampoco apareció en el entrenamiento

Asentí y comencé a alejarme, pero su voz me detuvo.

—Oye. Dile que no falte tanto, el entrenador está que molesto.

Le di una última mirada antes de irme.

Después de la escuela, decidí pasarme por su casa. Para mi sorpresa, fue su madre quien abrió la puerta.

—¡Damian! Me preguntaba cuándo vendrías —dijo con una sonrisa que acentuaba las arrugas en sus ojos. Había algo en su mirada... se veía cansada, como si le pesaran los días.

—Mamá, te dije que no te levantaras —Angel apareció detrás de ella, tomándola suavemente por los hombros.

Ella parecía confundida mientras se daba la vuelta y comenzaba a caminar hacia las escaleras.

—¿Está bien? —pregunté, sin poder apartar los ojos de ella.

—Lo estará —respondió Angel, con una sonrisa que no alcanzaba a iluminar sus ojos, y añadió antes de irse:—. Jaden está arriba.

Subí las escaleras lentamente y abrí la puerta con cuidado. Jaden estaba de espaldas, apoyado en el pequeño balcón. Me acerqué y me paré a su lado.

—Angel se va para ayudar a mamá, y yo me quedaré aquí... sin hacer nada —susurró.

—Vas a estar aquí para ella —traté de animarlo, pero mis palabras sonaban huecas incluso para mí.

—¿Y si no puedo? —sus ojos estaban perdidos en la distancia—. Si él se va, no sé qué haré. Me temo que... sin él, no soy nada.

—Eso no es cierto —le respondí, tratando de sonar seguro—. Eres mi amigo, y créeme, eso no es poca cosa.

Él sonrió, pero fue una sonrisa débil, apenas un reflejo de lo que solía ser.

—Pero tú... tú no dependes de tus hermanos como yo dependo de Angel. Yo no soy como tú, Damian.

Sabía que no era cierto. Siempre que me metía en problemas, mis hermanos estaban allí para salvarme. Pero en ese momento, no supe qué decir.

—No es verdad. Angel sabe que podrás con esto.

—¿Y qué tanto, eh? ¿Un mes?, ¿un año?

Sus palabras me hicieron caer en la cuenta de que Angel en verdad se iría, y no lo vería en un largo tiempo.

—¿Cuándo va a volver? —pregunté en voz baja.

—No lo sé, pero no será pronto.

Ver a Jaden tan destrozado me hizo pensar en algo que Angel me había dicho alguna vez. ¿Podría ser que Jaden era la persona por la que más me preocupaba, incluso más que por mí mismo?

Cuando lo miré, sus ojos ya estaban llenos de lágrimas. Me removí incómodo, sin saber qué hacer.

—No puedo, Damian —dijo entre dientes, las lágrimas cayendo libremente por su rostro mientras se encogía de hombros—. Nunca he estado solo, y mamá está enferma. Siempre fue Angel quien se hizo cargo de todo. No sé si podré hacerlo.

Me acerqué a él y lo abracé, sin saber muy bien cómo. Jaden siempre había sido la persona radiante, con esa sonrisa constante, llena de vida. Verlo así... tan vulnerable... era desconcertante.

Los días pasaron hasta que llegó el momento en que Angel tuvo que partir. Jaden se despidió de él con una seriedad que no podía ocultar su tristeza. Su madre, por el contrario, lloraba incontrolablemente, pidiéndole que se cuidara, como si fuera un niño otra vez.

—¿Pero a dónde vas a ir? —ella le golpeó el brazo de un manotazo—. ¿Cómo sé que van a cuidar de mi angelito ahí?

—Ya estoy grande, mamá —respondió Angel, sonriendo y dándome una mirada que evité.

—Que...que te vaya bien —Jaden evitó demostrar emociones, pero al final se rompió, dándole un fuerte abrazo.

Los observé a ambos, su madre agitaba la mano con una sonrisa triste, y su mirada estaba empañada por lágrimas. Angel intercambió una última mirada conmigo antes de girarse, decidido a seguir adelante. Su madre continuó despidiéndose, pero a mí no me importaba, no en ese momento.

Claro, sabía que Jaden podría con esto. Al final, Angel estaría bien, supongo. Él siempre había sido fuerte. Lo estaba haciendo por su familia, por algo más grande que él mismo. Sabía que, de algún modo, haría lo que fuera necesario para mantener todo en pie, para que no se sintiera como una carga.

En unos años, Jaden y yo iríamos a la universidad. Tal vez, para cuando Angel regresara, ni siquiera estaríamos aquí. Pero entonces, cuando me detuve un segundo a pensar realmente en lo que eso significaba, me golpeó como un relámpago. Angel no estaría. ¿Quién ayudaría a Jaden cuando las cosas se complicaran? ¿Quién estaría allí para guiarlo cuando se metiera en problemas? Porque yo... yo no era capaz de ser esa persona.

Antes de darme cuenta, mis manos ya estaban abriendo la puerta. Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente, como si fuera una verdad que no podía ignorar más. Angel ya no estaría para cuidarnos. ¿Quién iba a cocinar cuando su madre se quedara dormida del cansancio? ¿Quién se aseguraría de que Jaden estuviera bien? Yo no podía hacerlo. No sabía cómo, ni tenía la fuerza para hacerlo. Soy el que se aleja, el que huye de cualquier chispa de emociones profundas. ¿Cómo podría ser yo quien lo ayudara?

—¡Espera! —grité.

Angel se detuvo, mientras se daba la vuelta, mirándome con desconcierto.

—¿Damian? ¿Qué es lo que...

—No puedes... no puedes irte —logré decir, mi voz estaba cargada de una urgencia que no podía contener.

—Dam, el avión está esperándome, no...

—Ya sé, ya lo sé —jadeé, intentando controlar mi respiración desbocada—. Pero no lo entiendes. Ellos... están bien ahora porque estás aquí. Si te vas...

—Ey, tranquilo —me interrumpió, dando un paso hacia mí—. Sé que van a extrañarme, y yo a ellos. Pero no puedo quedarme aquí sin hacer nada.

—No, no lo entiendes —sacudí la cabeza, mis palabras saliendo atropelladas—. La razón por la que Jaden ha sido feliz es por ti. Si ya no estás... no lo será. Yo no puedo ser suficiente para eso. No sé cómo hacerlo.

Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, y aunque intenté limpiarlas con el dorso de mi mano, era inútil. Cada esfuerzo solo parecía hacer que más lágrimas cayeran. Me sentía como ese niño perdido, el que alguna vez había sido el orgullo y la alegría de sus hermanos.

Angel me observó en silencio por un momento, su mirada se suavizó. Dio un paso más cerca, y en un gesto inesperado, apartó un mechón de mi cabello, colocándolo detrás de mi oreja. El contacto fue tan cálido, tan fraternal, que casi me quebré del todo.

—Él estará bien —aseguró.

—¿Cómo lo sabes?

Sus ojos se iluminaron con el sol, en una expresión cálida, y respondió:

—Porque te tiene a ti.

Sus palabras me dejaron en un estado de pausa. Los bordes de mis lágrimas se detuvieron en mis ojos, y aunque el miedo seguía ahí, su sonrisa me dio algo que no había sentido en mucho tiempo: esperanza.

—También te voy a extrañar a ti —añadió, riéndose suavemente—. Por si te lo preguntabas.

—No pregunté —respondí, sorbiendo por la nariz, mientras me limpiaba torpemente. Su risa fue contagiosa, y por un breve momento, el peso que sentía en el pecho se alivió.

—Voy a llamar, Damian —dijo, tocando mi cabello una vez más, un gesto que no sabía que me gustaba hasta que lo hizo—. Siempre estaré para escucharlo. Y voy a preguntarle por ti.

Su mirada fue más seria esta vez.

—Sé que cuando vuelva ya no serás el mismo. Jaden siempre será mi hermano, y siempre será parte de mi vida. Pero por favor... tú no te vayas.

Quise decirle que lo intentaría, que no dejaría que el miedo me alejara de quienes me importan. Pero en lugar de eso, solo asentí, porque en ese momento, no podía prometer nada.

Me habría gustado que así fuera.

————————♡————————

Fin del flasback >0<

Tal vez se vuelvan a encontrar en algún  momento ♡

Ahora sí ya se viene chido

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