Capítulo 15. La verdad
No soy alguien melancólico, no suelo recordar el pasado con tristeza, en realidad odio más de lo que amo; siempre he pensado que el problema soy yo mismo. Incluso si culpo a las circunstancias por mi actitud, sé que no sería diferente aunque estas cambiaran.
Verme a mí mismo era una forma de decirme todo lo que odio de la vida en lo que a mí respecta. Así que me pinté a mí mismo, como muestra de ello.
Mostré mi pintura al frente, no estando muy seguro de por dónde comenzar. Decir cosas malas sobre mí ante tantos desconocidos me resultaba extraño, aunque bueno, en realidad no eran del todo desconocidos, pero en realidad nunca le había hablado a ninguno de mis compañeros.
—Este es mi cuadro. Representa el vacío, porque... —me callé por un segundo—, hubo un tiempo en el que no sentía tristeza, mucho menos enojo. No sentía nada, así que llegué a la conclusión de que estaba vacío. Durante mucho tiempo culpé a los demás por ello, pero luego me di cuenta que era yo el problema, que el cómo trataba a las personas era el reflejo de todas las cosas que sentía por mí, redirigidas hacia ellos, así que por eso me pinté a mí mismo —me hice a un lado, dejando ver el cuadro.
El cuadro estaba dominado por sombras y oscuridad, pero había un pequeño rincón iluminado, aunque apenas perceptible.
—Hay una parte oscura en su mayoría —señalé la silueta mayormente sombreada—, pero hay un poco de luz en algún lado —dije, aunque me costara trabajo creerlo, pero apenas la estaba descubriendo, así que esta era una mínima parte.
El profesor asintió con interés.
—Es una representación emocional, de alguna manera —concluyó, y en consecuencia, todos los presentes aplaudieron.
Cuando finalizó la clase, atravesé la puerta, completamente ajeno a la inminente sorpresa que Jaden me tenía reservada. De manera inesperada, salió de la nada y me sorprendió con una sonrisa en el rostro.
—Me sorprende que no me hayas pintado a mí —bromeó mientras se reía.
—Bueno, no eres tan importante —respondí con una sonrisa a boca cerrada.
Se colocó frente a mí, con una expresión ligeramente triste en sus ojos.
—Oye, ¿todo lo que dijiste sobre ti era cierto?
Encogí los hombros, un tanto incómodo.
—No sé de qué hablas. Solo dije lo que pensé que el profesor quería escuchar. Al final, funcionó, ¿no? Se tragó toda esa basura sentimental, y me sacó una buena nota.
Él frunció los labios, aparentemente insatisfecho con mi respuesta. No obstante, seguí mi camino sin explicarle más.
De repente, sentí sus brazos rodear mi cuerpo, abrazándome con ternura.
—Oye —me quejé, sintiéndome un poco cohibido—. Te dije que estoy bien.
Jaden me miró con intensidad, sus ojos revelaban una mezcla de emociones.
—No dije que no te creyera —respondió con la barbilla en mi hombro.
Me quedé perplejo, preguntándome por qué me abrazaba de esa manera. No podía evitar sentir que un simple gesto como un abrazo me ponía más nervioso que cualquier otra cosa que hubiéramos hecho la noche anterior.
—¿Entonces por qué me abrazas? —inquirí, intentando zafar los brazos, y al mismo tiempo deseando que no me liberara.
Él respondió con una sonrisa suave y enigmática.
—No tiene por qué haber una razón, simplemente quiero hacerlo.
No pude evitar rodar los ojos en respuesta, me quedé inmóvil en su abrazo, sintiendo la mirada de las personas que pasaban y nos observaban. Finalmente, lo aparté, haciéndolo reír y dejando atrás el interrogante sobre sus verdaderas intenciones, al tiempo que me daba un beso en la mejilla solo para molestarme y salía corriendo.
Estaba por ir tras él, cuando una voz detrás de mí me hizo girar y me di cuenta de que tres chicos me estaban sonriendo. Sus rostros estaban llenos de curiosidad y un brillo de interés.
—¿Sales con uno de los jugadores del equipo? —preguntó el chico del medio, arqueando una ceja. Su cabello era de un pelirrojo claro, y sus ojos cafés parecían querer leer más allá de mi fachada.
—¿Eh? —respondí, ligeramente confundido por la pregunta inesperada.
—Él es tu novio, ¿no? ¿O son poli? —continuó el chico mientras sus amigos asentían, mirándome con ojos inquisitivos.
—Ah, bueno... —comencé, sin saber muy bien cómo abordar la situación.
Otro de ellos, el castaño, se acercó y rodeó mis hombros, un gesto que me tomó por sorpresa. Mi mente divagó por un momento.
—Ey, si salen, seguro estarás en el partido del viernes, ¿verdad? —preguntó el chico, inclinando la cabeza hacia mí—. ¿Por qué no te sientas con nosotros?
—Mm, ¿me están invitando porque ese chico es mi novio? —inquirí, sintiéndome incómodo por haber mencionado la palabra "novio". ¿Qué estaba pasando por mi cabeza?
—No, eso es nuevo, pero nos gustó tu presentación en la clase. En general nos gustan tus dibujos, pero siempre eres muy reservado —dijo el pelinegro con un tono amable.
—Mmm, sí, suelo dejar que mis pinturas hablen por sí solas. A veces siento que dicen más sobre mí que yo mismo —respondí.
Ellos rieron.
—Tal vez algún día podamos reunirnos para compartir ideas creativas. Nos vemos en el partido —dijo el pelirrojo con un chasquido de la lengua, mientras se alejaban, y una última vez, me miró por encima de su hombro, guiñándome un ojo—. Soy Bastian, por cierto.
Me quedé parado por unos minutos, sin saber qué hacer, con una sensación de apertura y aceptación latente en el pecho.
♤♤♤
—¿Tienes planes para el viernes? —preguntó Jaden, doblando su ropa, y acomodando todo en su lugar, a diferencia de mi lado del cuarto, en donde todo era un desastre. No es que no limpiara, pero generalmente usaba las mismas prendas porque eran las que más me gustaban, ¿así que qué sentido tenía guardarlas?
—Sí, voy a asistir al partido del equipo —respondí sin darle mucha importancia con la mirada en el celular.
Jaden arqueó una ceja, aparentemente sorprendido.
—¿Qué? ¿Alguien más te invitó?
Encogí los hombros de manera despreocupada.
—Parece que me he vuelto un poco popular, ¿verdad? —dije en tono ligero, y Jaden sonrió ante mi humor.
—Espero que no sea un problema.
—Yo espero que tu séquito de admiradoras no me ataque —añadí con una falsa sonrisa.
Jaden rio suavemente. No era mentira para nadie que desde que se convirtió en parte del equipo de fútbol las chicas pusieron sus ojos en él.
—¿Todavía te acuerdas de eso? —preguntó—. Sí, bueno, no era mi intención.
Sin poder contenerme, le arrojé una almohada a la cara, la cual atrapó en el aire. Me sorprendió su reacción, ya que lo recordaba como alguien torpe. Supongo que eso también se desvaneció.
—Ah, y, por cierto —me habló mientras masticaba una papa—, ¿de dónde sacas esto? Es asqueroso —me mostró la envoltura de papas que se comía, hasta que se la arrebaté.
—Es mi despensa, y te recuerdo que te encantaban estas cosas.
—¿Qué? Tengo un paladar más refinado ahora, no sé cómo he caído tan bajo —bromeó.
—¿Tienes algo mejor en mente? —levanté ambas cejas.
—Claro que sí. Puedo cocinar algo.
Lo miré con escepticismo.
—¿Recuerdas que eres el peor cocinando, verdad?
Él frunció el ceño, tratando de recordar.
—Creí que ese era Damon.
—Bueno, Damon trabaja en una cafetería ahora, así que supongo que ha mejorado. En tu caso, la última vez que Angel trató de enseñarte a cocinar, jugaste con la masa hasta que quedó pegada al techo.
Soltó una risa nostálgica.
—Tienes razón, fue un desastre. En fin... —carraspeó—. Voy a ir a comprar algo saludable para comer, ¿está bien?
Sonrió de manera enigmática y salió, dejándome intrigado. Siempre que mencionaba a Angel él simplemente evadía el tema o trataba de cambiarlo lo más pronto posible.
¿Habrán peleado? Imposible, son el mejor dúo de hermanos que he conocido, ellos no son como Damon y yo.
♤♤♤
—No está mal —dije, pasándome la última tira de fideo—. No creí que recordaras lo que me gusta —me limpié la boca con el dorso de la mano.
—¿Cómo podría olvidarlo?. Hacías que Angel la cocinara todos los fines de semana —respondió con una sonrisa, la salsa le había manchado un poco los labios.
—Es verdad... —sonreí. ¿Sería buen momento para meter el tema de Angel?—. ¿Cómo fue...cuando tu madre murió?
La sola mención lo hizo dejar de masticar..
—Digo, si me quieres contar, no es que...
—Está bien —me sonrió, dejando el platillo en la mesa—. En ese entonces no estaba en casa, estaba en un campamento de verano, Angel como siempre cuidó de mamá, y cuando volví ella ya había muerto...En realidad lo hizo antes de que yo regresara, pero él no dijo nada porque no quería arruinar mi último momento de felicidad después de lo que vendría.
—¿Y tú...no lo odias por no habértelo dicho?
Jaden soltó una risa suave.
—Es mi hermano, no podría hacerlo. Sé que todo lo que hace, lo hace por mí.
Incliné la mirada.
—¿Crees...que Damon también pudo haberme ocultado la verdad para protegerme?
Se irguió en su sitio.
—Tal vez. No lo sabrás si no le preguntas —dijo y añadió rápidamente—: pero me refiero a tranquilamente, sin llegar a su casa a mitad de la noche.
Me reí.
—Ahora también sabes eso.
—Siempre has tenido complejo de Batman, nuecesita —ladeó la cabeza con una sonrisa comprensiva—. Recuerdo cuandote disfrazaste de él e hiciste que Damon fuera Nigthwing, Elai Red hood e Isabel de Batichica.
—Ay no —me cubrí el rostro avergonzado—. Tú tampoco puedes juzgarme, ese día te disfrazaste de ángel: tú, entre todo el mundo, y le pediste a Angel que él fuera el diablo.
—No es así como lo recuerdo —estrechó los ojos.
—Mmh —musité—. Después cuando los niños te robaron tus dulces.
—Oye, omitamos esa parte, ¿sí? Sigue comiendo.
Me llevé el bocado a la boca, con la sonrisa en mis labios. Ese día habían sido unos chicos de la escuela a los que no les agradaba Jaden y aprovecharon que no podían reconocerlos por el disfraz, (o eso creyeron ellos), que le quitaron sus dulces. Jaden fue a acusarlos con Angel. Al principio, ambos creímos que los reprendería, sin embargo, lo único que hizo fue hablar con ellos. Al parecer tenían problemas en su casa y envidiaban a Jaden porque él tenía a quien lo cuidara, así que al final terminó por comprarles una paleta de hielo a todos y no volvieron a meterse con él. Fue bueno que interviniera, porque por mí, casi los golpeo, pero Angel siempre estuvo. No solo para él, sino para mí también.
♤♤♤
El viernes luego de las clases, todo el mundo salió disparado al campo. No entendí la emoción, hasta que recordé que era el partido. Me debatí entre si ir o no, nunca fui fan de los lugares ruidosos, y tampoco de las multitudes. Pero al final pensé que en que sería algo que le haría feliz a Jaden, no es que me importe, pero...
Demonios, Damian, ya cierra la boca.
Al buscar lugar entre las gradas, aprecié un par de brazos saludándome a lo lejos; eran los chicos de antes, indicándome que fuera con ellos. La extrañeza de acercarme a alguien de manera amistosa provocó en mí nervios, así que ignoré haberlos visto y tomé asiento sin darme cuenta de que el lugar junto a mí estaba ocupado por Damon.
—Jaden me obligó a venir. ¿A ti también? —preguntó sin despegar la mirada de enfrente.
—Ehh, no, en realidad vine por voluntad propia —respondí, observando el campo; los chicos se ponían en formación, adoptando una línea recta en el centro, cada equipo de un lado.
—¿Se reconciliaron ya? Ya era hora, no sabía cuánto tiempo más dejarían pasar —comentó mientras seguía el partido con interés.
—Sí, bueno...vamos mejorando. Elai también está en ese equipo, ¿no? —sonreí, cambiando el tema al ver la cabellera pelirroja de mi hermano que sería irreconocible incluso desde aquí.
—Así es —afirmó Damon, y en aquella inocente respuesta, percibí un gramo de felicidad—. Siempre fue su sueño.
Luego de la escuela, Elai había obtenido una beca en la universidad, mientras que Damon, abandonó el equipo para enfocarse en la repostería. Tenía entendido que trabajaba para pagar los gastos de la escuela. Me habría gustado preguntar más, saber qué tan difícil había sido para él, o si le habría gustado hacer algo diferente, pero opté por cerrar la boca. No estábamos discutiendo, era un progreso por ahora.
Fruncí el ceño en cuanto en el campo se formó un círculo alrededor luego de que Jaden fuera tacleado con fuerza por un oponente. Creí que no había sido nada, hasta que todos se pararon de su lugar para ver, e intenté ver entre la gente, pero al no lograrlo, caminé apartando a los demás para acercarme a la escena. Cuando conseguí ver, atisbé a sus compañeros ayudándolo a ponerse de pie, junto a unos hombres que llegaron para recostarlo en una camilla.
Llegué a la entrada de los vestuarios cuando el alborotó terminó, y encontré a Elai allí. Tenía el cabello despeinado y la frente brillante por el sudor, algunos mechones rizados se le pegaban a ella.
—Tranquilo, él está bien —dijo al notar mi presencia—. Parece que ya se le está haciendo costumbre lesionarse —murmuró a regañadientes.
—¿A qué te refieres? —pregunté, enfocando mi visión en él, que antes estaba tratando de ver tras la puerta.
—No lo sé, desde que empezamos los entrenamientos está distraído. Parece que no comprende las reglas del juego, como si fuera nuevo en esto. ¿Puedes creerlo? —dejó escapar una risa sarcástica—. No sé cómo dejé que él fuera el capitán del equipo después de que me fui.
—Pero Jaden siempre fue buen jugador —dije.
—Ya no —me pasó de lado, poniéndome la mano en el hombro.
Primero le gusta leer novelas románticas, luego ya no es torpe en lo absoluto, ¿y ahora no sabe jugar? ¿En qué clase de mundo vivo en el que Jaden, mi Jaden sea de esa forma? Podría ser casualidad, las personas cambiamos de gustos constantemente, ¿pero que no supiera jugar? Digo, siempre quiso dedicarse al deporte, lo vi ganar muchas veces, no pudo simplemente haberlo olvidado.
Entré en los vestuarios y encontré a Jaden recostado en una camilla con una venda alrededor de su cintura, mientras una sonrisa se extendía en sus labios.
—Elai dice que no juegas bien —solté.
—Ah, estoy bien, gracias por preguntar
—Lo siento —sacudí la cabeza—. ¿Cómo estás?
—Estoy bien —respondió—. Pero dijeron que no podré jugar en un tiempo, lo cual es un alivio, porque ya no soporto correr por la cancha y esperar el balón —echó la cabeza hacia atrás, gruñendo a ojos cerrados.
—¿Qué pasó con el Jaden rudo? —pregunté al tiempo que me acercaba y él levantó el labio inferior.
—Se rompió. Ahora soy frágil.
Reí y me acerqué para acariciar su cabello, lo que lo hizo sonreír con calma.
—¿Sabes? Hace mucho tiempo que no me sentía tan tranquilo.
—¿Necesitas que te golpeen otra vez? —pregunté.
—No. Hablo de que todas las cosas que pasaban en mi vida no me dejaban estarlo, a excepción de cuando estaba contigo.
—¿Te sientes así desde que se fue...Angel? —la pregunta brotó de mi boca sin pensarla.
—¿Mmh? —abrió los ojos y retiré mi mano.
—Recuerdo que estabas muy triste cuando él se fue de tu casa para trabajar. ¿Sabes cómo le ha ido? Me refiero a que, si él estaba con tu madre cuando murió, significa que volvió, ¿no?
Jaden se quedó pensativo por un momento.
—Bueno, sí, pero no duró demasiado. Tuvo que volver y no he podido ponerme en contacto con él desde entonces, pero supongo que estará bien. Dijo que no le permitían usar el teléfono allí.
Sentí una ligera desilusión, que mi corazón no entendía del todo. Estos días tendía a pensar en Angel más de lo normal, quizás porque sentía que estaba afectando la actitud de Jaden.
—¿Lo extrañas? —inquirí.
Me miró y una sonrisa apareció en su rostro.
—Por supuesto que lo extraño, es mi hermano. Haría cualquier cosa por estar con él.
Bajé la mirada, abrumado por esa respuesta.
—Oye —Jaden levantó mi barbilla—. Damon también te extraña —dijo con una sonrisa cálida.
—De hecho, hoy hablamos de lo molesto que eres —me reí.
—Oye —se quejó.
—Y los dos concorda... —cortó mi risa con un beso, atrayéndome hacia él con las manos en mi cintura, transformando la conversación ligera en algo más íntimo y apasionado, donde las emociones que me esforzaba por reprimir encuentran su salida.
Nuestros labios hicieron un ruido al despegarse y mantuve mis ojos en ese sitio por un instante.
—Pensé que te dolía —mencioné.
—Sí, para jugar. Para ti estoy bien.
—Puedo lastimarte otra vez.
Jaden soltó una carcajada.
—¿Te refieres a lo de anoche o cuando me rompiste el corazón?
—¿Ambas?
—No importa. No tengo miedo.
La vulnerabilidad se mezcló con el deseo, mientras me dejaba llevar por el momento. Nuestros labios se encontraron de nuevo y cuando volvimos a la habitación, intenté mantenerme de puntillas para alcanzar sus labios. Las respiraciones se encontraron en un intercambio cálido y lento. Su mano se deslizó por mi espalda, acercándome más a él, mientras yo sentía su pecho subir y bajar al ritmo acelerado de su respiración.
El roce de su piel contra la mía era como un fuego suave que iba encendiéndose con cada movimiento, y mis dedos se enredaron en su cabello mientras nuestras bocas volvían a encontrarse, más hambrientas esta vez, como si quisiéramos devorarnos el uno al otro.
El silencio entre nosotros se rompía solo por los pequeños sonidos de nuestros cuerpos al moverse, por el roce de la ropa deslizándose y el eco de nuestras respiraciones profundas. No había espacio para palabras, solo para la urgencia que crecía con cada segundo. Cada beso era más intenso, más demandante, como si quisiéramos asegurarnos de que este momento nos pertenecía por completo, sin promesas de mañana, solo la certeza de lo que sentíamos en ese preciso instante.
♤♤♤
El salón estaba casi vacío cuando llegué temprano a la clase, me dejé caer en mi asiento y tuve la sensación de que algunos me observaban mientras hablaban entre ellos. Volteé a los lados para asegurarme que se trataba de mí, hasta que se sentaron a mi lado los chicos de antes.
—Ey, Damian —el castaño se reclinó en la banca, sorprendiéndome por saber mi nombre—. Lamento lo de Damon.
Los miré simultáneamente. El latir rítmico de mi corazón se aceleró.
—Sí, debe ser horrible que acusen a tu hermano de homicidio —añadió el pelinegro, poniendo una expresión compasiva. Miré al pelirrojo, quien se mantenía en silencio en su asiento con una expresión de pena.
Mi mano apretó con fuerza el lápiz que sostenía. Mi pulso se aceleró desenfrenadamente, haciéndome perder el control por completo del temblor en mí cuerpo.
No puede ser... Ellos lo saben. Saben...
No respondí al sentir mi garganta cerrarse.
—Tranquilo, no tienes que decir nada, lo entendemos.
—Ustedes no saben nada —farfullé a regañadientes y salí del salón al tiempo que entraba el profesor y me llamaba la atención, pero no le presté atención.
Al atravesar la puerta, los murmullos se hicieron más fuertes. No sabía a dónde escapar. Todos me miraban y susurraban entre ellos. Esto era lo que Damon debía sentir a diario. Me sentí como un ratón en una jaula, atrapado como en mis pesadillas, ahora las personas formaban siluetas oscuras y atemorizantes, pero solo eran mis miedos haciéndose presentes, y si no lograba controlarlos, iban a devorarme.
Una mano se enredó en mi muñeca y me arrastró a un lugar donde había menos personas, pero aun así sentía las miradas posarse en mí al pasar.
—Jaden...no, no sé cómo lo saben. Yo no le dije a nadie...
—Debe ser por esto —me mostró su teléfono, con la imagen del vídeo que hice con Mikhail. Después lo apagó, mirando a otro lado—. Desde el vídeo todos supieron que tu apellido era Lerman e inmediatamente lo relacionaron con Damon.
Permanecí mirándolo, incapaz de asimilar la situación. De repente, escuché una voz detrás de mí que me hizo paralizarme.
—¿Será que es igual que su hermano? —la voz tenía un tono burlón, provocando la ira crecer en mi interior. Comprimí las manos en puños y aparté todo pensamiento violento que se me cruzara por la cabeza, hasta que lo último la detonó—. Ni siquiera lo había visto por aquí, seguro no es nadie.
Giré sobre mis talones, clavando mi puño en su cara, provocando que los demás alrededor gritaran de la impresión.
—¿Pero qué demonios te pasa? —se pasó el dorso por el labio ensangrentado.
—Ahora sabes quién soy.
—Sí, seguro. El hermanito berrinchudo del delincuente.
Lo siguiente que recuerdo es haber estado golpeando su rostro repetidamente, mientras pensamientos violentos invadían mi mente.
La vez que encontré a Damon.
Cuando él se fue.
Cuando dije que lo odiaba.
Jaden alejándose de mí.
Mamá decepcionada de mí.
Sentí una mano tirando de mí hacia atrás, separándome del chico y permitiendo que otros lo ayudaran a ponerse de pie. Mi respiración estaba agitada, la rabia aún bullía por mi cuerpo, pero al recobrar la consciencia, la culpa me invadió.
—Yo... lo siento —balbuceé, apenas audible.
—Maldito loco —me gritó aterrado—. Eres igual o peor que él.
Llevé detenidamente la mano a mi mejilla por la humedad en ella, dándome cuenta que era sangre. Mis ojos se abrieron desmesuradamente, reviviendo ese momento que tanto me atormentaba. Esos ojos fríos y distantes...la figura sombría y la brisa fría calándome los huesos.
—Damian, respira —aparecieron frente mí esos cálidos ojos ámbar, que parecían un panal de abejas por sus diferentes matices y la forma en que la luz se reflejaba en ellos.
—No, no me conoces. No sabes cómo yo... —alterné los ojos por todas partes.
—Ey —me acarició la mejilla—. No es real, esto sí.
Pronto mis pensamientos se callaron y lo único que escuché fue su voz.
Jaden se encargó de llevarme al cuarto y limpiar la sangre de mi rostro, curar mis nudillos y me dejó solo. Lo escuché hablar con alguien en la puerta. Por el rabillo del ojo, pude apreciar que se trataba de Damon. Me aparté de la puerta cuando lo vi acercarse y tomé asiento rápidamente.
Tenía una expresión triste en el rostro, como si estuviera buscando las palabras adecuadas para hablar.
—Tenías razón —comenzó, pero no respondía—. Si te hubiera contado la verdad quizás se habría evitado esto.
Lo miré detenidamente, mientras se sentaba a mi lado a una distancia prudente.
—Lo que le pasó a Ethan, no fue un accidente —suspiró, me miró como si esperara una respuesta de mi parte—. Él tenía muchos secretos, y huía de muchas cosas. En realidad cuando lo conocí es porque había escapado de un lugar en el que lo obligaban a hacer cosas que no quería, pero estaba ahí por salvar a Ellie —se calló como se si se hubiera detenido a analizar las cosas—. Su padre se dedicaba a hacer trabajos para otra gente: asesinaba personas —en cuanto esa frase salió de su boca, me quedé paralizado—. Un día vio la oportunidad de vender a sus hijos a una organización que se dedicaba a eso, él no lo supo hasta que un día el hombre que iba por ellos fue a la casa, así que él...
—Lo asesinó —terminé por él, atando los cabos.
Damon asintió.
—Pocos días después unos hombres volvieron, diciendo que ahora debía pagar su deuda. Él se ofreció en lugar de su hermana. Estuvo dos años en la organización, hasta que logró escapar y encontró a su madre, quien ya se había casado con otro hombre. hasta que un día su padre lo encontró, para advertirle que pronto irían por ellos.
—¿Quiénes? —sentí la boca repentinamente seca.
—El credo de asesinos.
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Chan, chan, chaaan
Fue un capitulo largo, lo sé. Espero que les guste así, porque los siguientes se vienen más o menos de esa forma.
Qué opinan ahora que la verdad se reveló? Pero ojo, solo es la mitad de ella 🤭 Que dicen mis queridos detectives?
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