|012|¿Estás enamorado?
La jornada laboral de aquel día había concluido para el joven músico, quien ya a esa hora del día se sentía un poco exhausto.
Organizaba sus cosas dentro de su bolso y ordenó también su escritorio, dejando todo perfectamente acomodado como si pudiera ver todo lo que había sobre este mismo, no solía ser desordenado, el desorden era algo que le irritaba, sobre todo por qué sus cosas se perdían y para el buscar algo por cuenta propia era una enorme odisea.
Solo quería salir de ahí y por qué no terminar el día relajándose con un té bien caliente recostado en su sofá.
Cuando por fin concluye de organizar todo, toma sus cosas y abandona el salón cerrando la puerta detrás de él, caminó por los pasillos guiados por su pequeño perrito y su bastón también, aunque ya se sabía el camino de memoria.
Ya casi se hacía de noche y hacía frío, muchísimo frío.
—Maestro Kim.— Le habló haciendo su voz más grave y elegante a propósito.
—¿A qué se debe tanta cordialidad maestro Jung?— Soltó el castaño con una risita misma que es recíproca por su compañero de trabajo.
—¿Día agotador Kim?— Le pregunta caminando a su lado.
—Bastante, los niños hoy estuvieron más activos que otros días.— Se quejó.
—¿Quieres que te lleve a casa?— Le propone el joven de sonrisa encantadora. —¿O podemos ir a comer algo? ¿Tienes hambre?
—No lo sé.— Dudó unos segundos. — Ya sabes que no hay muchos lugares donde Yeontan pueda entrar, la gente no entiende que es un perro de servicio.— Hoseok le mira de reojos y ve como se encoge de hombros.
—Tienes razón, olvidé ese pequeño detalle, lo siento.
—No te preocupes.— Le respondió despreocupado.
—¿Entonces te llevo a tu casa?
—Bueno.— Aceptó y luego de eso subió al auto de su compañero.
El castaño sonríe esbozando una pequeña sonrisa cuando el auto se detiene fuera del edificio en donde vivía.
—¿Hoseok?
—¿Sí?— Lo mira dudoso.
—¿Alguna vez te has enamorado?— Preguntó sin más y el mayor no supo qué responder en ese instante.
—Bueno, si me he enamorado varias veces, como cualquiera de nosotros.— Respondió torpemente con una risita nerviosa.—¿Por qué la pregunta? ¿Estás enamorado?— Quiso saber.
—No lo sé, quizás un poco.— Suspiró para luego dejar salir todo el aire de sus pulmones.— Bueno, es un poco difícil para mí este tipo de situaciones.— Se relaja un poco y sus manos van directamente hasta su cabello para acomodarlo.
—Eres alguien muy interesante y atractivo, no le veo el problema.
Hoseok se relaja también y se recuesta en el asiento, inclinándose un poco, dirigiendo su vista hasta el techo de su auto, mirando de vez en cuando al castaño a su lado.
Aunque si por él fuera le admiraría toda la vida.
—Ese es el problema, me acompleja el no saber como me veo.— Hizo un puchero inconsciente —Llevo días sintiéndome así y es tan extraño.
—Si de algo te consuela, yo veo que eres alguien increíble, más allá de lo físico, tu alma y tu corazón son hermosos, y no digo que tú no lo seas, siempre he pensado que eres muy lindo.— Dijo esto último en voz baja y siente como sus mejillas se sonrojan.
—Gracias. ¿Cuándo fue la última vez que te enamoraste, Hobi hyung?
—Hace un par de años.— Le mira y luego suspira con pesar.
—¿Y sigues enamorado de la misma persona?
Hoseok se queda reflexionando en aquella pregunta, por qué la respuesta estaba ahí mismo, a su lado.
—Pues supongo que sí.— Le respondió sin dejar de mirarle, sintiéndose el ser más cobarde del mundo por no confesarle de una vez sus sentimientos.
—Eres genial Hobi hyung.— Le sonríe antes de bajar del auto.— Espero esa persona especial esté tan enamorada de ti como lo estás tú de ella.
—¡Sí!— Finge estar emocionado por lo que Taehyung le decía. —¿Vamos por un café mañana? Yo invito.
—Por supuesto.— Le responde animado y luego se va hasta su apartamento.
Entró y lo primero que hace es quitarse los zapatos, sus pies dolían como mil demonios, posteriormente se quita el abrigo y acomoda todo en el perchero a un lado de la entrada. Escucha los pasitos de Yeontan quien seguramente se dirigía hasta el sofá donde le gustaba descansar y respirar el aire tranquilo de su hogar. Taehyung se dirigió hasta la cocina en donde puso a hervir un poco de agua en una tetera de esas antiguas que le habían regalado cuando se mudó a aquel apartamento, aunque nunca supo quien se la obsequió en realidad. Mientras que el agua se calentaba, se fue hasta la sala en donde barrió un poco, sacudió los tapetes y también las mantas con las que se cubría cuando se quedaba dormido en el sofá. Algunos pelos de su mascota volaron, entrando directamente hasta su nariz y estornudo con fuerza.
Algo característico de el era también despertar a sus vecinos con sus enormes estornudos.
Escuchó el timbre de la tetera y supo que el agua ya estaba en su punto exacto para preparar su café con leche. Volvió a la cocina, tomó la tetera de su asta y prosiguió a llenar la taza con agua, guiándose con su dedo cuidadosamente, procurando no quemarse.
Para él ser alguien independiente le había costado mucho trabajo y dedicación, las cuidadoras en el orfanato le enseñaron como era la vida preparándolo para cuando fuera un adulto, sin embargo, todo se le hizo difícil apenas comenzaba a crecer, cuando quiso ir a la escuela y lo rechazaron por ser un “Ciego e inútil” Por ser diferente y no tener capacidades como una persona normal. Nunca tuvo parejas, ni fue a fiestas como todos los adolescentes lo hacían, cuando cumplió la mayoría de edad y supo que jamás sería adoptado, quiso sacarle provecho a su don con la música y comenzó a trabajar y darle clases a niños y jóvenes como él que vivían en el mismo orfanato. El director del orfanato, quien lo rechazaba constantemente por ser homosexual, no le pagaba lo suficiente, aunque si le alcanzó para ahorrar un par de años y por fin comprar el pequeño apartamento en donde hoy vive.
Donde por fin vivía tranquilo.
Pese a ello, siempre deseo sentir el cariño de una familia, un abrazo, una caricia y un regaño. Si bien sus cuidadores eran amables y cariñosas, nunca reemplazó el cariño que a Taehyung, tanta falta le hizo desde pequeño. Sabía perfectamente que no era un trato especial, solo era parte de su trabajo.
Revolvió el café dentro de la taza y luego le agrega un poco de leche, y azúcar después. Camino un par de pasos hasta encontrar el refrigerador de donde sacó unos dulces que había comprado el día anterior en una pastelería cercana de ahí. También preparó la cena para Yeontan que consistía en croquetas bañadas en su salsa de carne favorita.
Juntos cenaron en el sofá escuchando una película de fondo, nunca encendía el televisor, pero aquella noche lo hizo, necesitaba sentir al menos un poco de compañía.
Aunque tener al pequeño Yeontan a su lado era más que perfecto.
Bebió su café tranquilamente, y horas después se quedó dormido en el sofá.
No sabía con exactitud lo que sucedía, pero unos gritos y el ruido de platos quebrándose lo despertaron, se reincorporó sentándose en el sofá para luego estirar sus brazos, dormir en el sofá era incómodo y más para alguien tan alto y delgado como él.
El ruido provenía desde el piso de abajo, probablemente la señora Min se había vuelto loca o su gato estaba tirando todos sus platos. Taehyung se acerca sigilosamente hasta la puerta poniendo su oreja en esta misma para oír mejor.
De vez en cuando era chismoso.
Rato después los ruidos dejaron de oírse y supuso que la guerra en el piso de abajo había acabado.
Bostezo cansado y se fue hasta su habitación.
A la mañana siguiente se levantó, he hizo todo lo que correspondía como día sábado, las horas pasaron y a eso de las seis de la tarde Hoseok paso a recogerlo. Pasaron a una cafetería en donde compartieron un poco más de una hora conversando, contándose anécdotas y por supuesto comieron varios dulces, Taehyung nunca le había dado la oportunidad a Hoseok de mostrarse tan abiertamente como lo estaba haciendo en ese momento.
Y a Hoseok le encantaba.
Después de eso, caminaron por el parque que anteriormente Taehyung solía frecuentar.
Jungkook había pasado varios días también sin ir al parque, HyunSuk se había ido de la ciudad hace ya varios días, era un cobarde en no llamarle a Taehyung y ahora se sentía solo. Y no es que extrañará a HyunSuk, él era feliz con tenerlo lejos. Lo que le atormentaba era aquello último, quería ver a Taehyung todos los días, llamarle, escribirle y darle flores por el simple hecho de solo existir.
Pero era un cobarde.
El frío se colaba entre las pequeñas costuras de sus guantes haciendo que la punta de sus dedos se congelarán aún debajo de esa capa de lana, se distrajo mirando el lugar notando que ya habían adornado todo el parque con temática navideña, los muñecos de nieve estaban por todas partes, las luces se veían hermosas adornando el enorme pino justo en el centro del parque.
Al llegar se sentó bajo su árbol favorito, se quitó la mochila dejándola a un lado para luego tomar su cámara y capturar algunas fotos, era un hermoso atardecer en el cielo los últimos rayos de sol ya casi extintos. Se oía la risa de los niños jugando y corriendo, el aire fresco y frío, el olor a chocolate y dulces se sentía por todo el parque.
Sin dudas había extrañado mucho aquel lugar, ese lugar donde solo era él, donde era libre, donde encontraba tranquilidad.
Llevaba varios minutos perdido en lo fantástico que se veía el lugar con las luces centrales y coloridas en los árboles, caminaba de un lado a otro intentando retratar con su cámara todo lo que veía.
Y si algo podía hacer más mágico, ese momento sería verlo a él.
Con ese abrigo marrón que le sienta perfectamente, con su piel canela y sus alborotadas hebras castañas, con esa sonrisa cuadrada y dentadura perfecta, sus grandes y delicadas manos, cada detalle de él que lo hacía único y especial, porque si, todo en ese chico era perfecto y era como si las estrellas esa noche brillaba solo por él, estaba más reluciente que las veces anteriores Jungkook no sabía la razón, pero adoraba encontrarse “casualmente” con ese chico de sonrisa extraña, pero cautivadora, quiso acercarse a él, pero cuando estaba a pocos metros se detuvo porque Taehyung no estaba solo.
Su corazón se aceleró y quería correr y alejarlo de ese hombre que lo acompaña y le tomaba amistosamente del brazo.
¿Amistoso?
Más bien cariñoso.
Jungkook se tensó sintiéndo la colera subirle hasta las orejas, el aire entraba y salía de forma brusca de sus fosas nasales, y la punta de su lengua chocaba contra sus mejillas, cosa que hacía cuando algo lo fastidiaba. En todo momento pensó que esté sería un día perfecto, pero ese hombre que acompañaba a Taehyung lo había arruinado por completo, los celos lo invadían hasta el punto de hacer temblar su cuerpo, caminó hasta donde había dejado su mochila y se dispuso a salir de ese lugar.
Pero no podía, más bien no quería.
Quizás Taehyung nunca habría notado su presencia, pero alguien si lo hizo y de alguna manera logró soltarse de su arnés y corrió hasta él, saltando, meneando su esponjosa colita y demostrándole lo mucho que lo había extrañado, Jungkook lo tomó entre sus brazos mientras el pequeño Yeontan intentaba lamer su cara.
—¿Me extrañaste? ¡A que si!— Lo arrulló en sus brazos como si este fuera un bebe y le hablaba con voz tierna. —Porque yo también te extrañe pequeño.— Dijo el pelinegro acariciando su pancita, pero sin quitar la mirada a quienes se le acercaban.
Su corazón latía al punto de sentir que este se le saldría por la boca, porque él estaba cada vez más cerca, y aún sostenía el brazo del hombre que lo acompañaba.
—Tae.—Aclaró su garganta y se acercó hasta él, solo quería abrazarlo, quería sentir su calor.
Jungkook no podía calcular hace cuanto tiempo conocía a Taehyung, pero podría jurar que se sentían como años.
—¿Jungkook?— Estiró sus manos para que este las tomara, al momento de tomar sus manos, el castaño jaló las de Jungkook acercándolo para poder abrazarlo, Taehyung sabía que hacía casi un mes que se habían conocido y le sorprendía la cercanía que sentía con él.—Creí que me llamarías después de lo que pasó en el salón.—Dijo después de abrazarlo pero sin soltar sus manos.
—Yo, creí que estabas molesto conmigo.— Suspiró tratando de sonreír con la cabeza baja encogiéndose en su lugar, sonreía y trataba de hacerle sentir a Taehyung que se encontraba bien.
Pero Taehyung, a pesar de no poder ver sus expresiones, sabía que el menor no estaba del todo bien, y sin dudarlo volvió a fundirlo en un fuerte abrazo el cual duró más que el anterior, ninguno quiso separarse, pues era es conexión de sus cuerpos unidos en un abrazo, donde Jungkook encontró calidez, olvidándose del mundo en ese momento.
—No estoy molesto.— Respondió bajito, y Jungkook pudo soltar aquel sentimiento que le apretaba el pecho.—Por qué lo estária...
Hoseok tomó a Yeontan y se alejó a una distancia considerable, recordando la noche anterior en que le preguntó a Taehyung si estaba enamorado y ahora tenía la respuesta frente a sus ojos, no había que ser un experto en el amor para darse cuenta en la forma que Taehyung parecía ver a Jungkook, de la forma en la que le hablaba, y como el otro lo miraba a él.
Era ese jovencito de grandes ojos y mirada triste, el que había robado el corazón de su querido Taehyung.
—No quiero dejar de tener estos encuentros “casuales”—Dijo Taehyung tomando las mejillas del pelinegro entre sus manos, el menor solo asentía intentando no llorar, porque quería decirle la verdad, pero no podía.
—¿Quieres salir conmigo? —Soltó de pronto algo nervioso y tomo las manos del castaño.
—¿No crees que es muy pronto?— Taehyung echo a reír.
—Me refiero a salir un día, tener una cita o algo así.— Tartamudeo nervioso, sintiendo como las manos de Taehyung aún sostenían las suyas y le acariciaba. —No te rías.— Le dice apenado.
—Acepto, pero ahora ya debo irme Jungkookie. — el menor se tensó tras escuchar el apodo tan lindo que le había dicho Taehyung.— Cuídate ¿Sí?
—¡Sí, lo haré!— Asintió sonriendo, miró a Taehyung alejarse junto a su amigo.
Caminó de vuelta hasta su casa, mientras tomaba fotos en el camino, pero cada vez que recordaba al amigo de Taehyung su estómago se apretaba y volvían los celos, andaba a pasos lentos pateando una pequeña piedra que encontró mientras caminaba, llegó a casa, y se detuvo en la entrada mientras buscaba las llaves en su mochila.
Entró y mientras caminaba por el pasillo, lo primero que sintió fue un delicioso olor, ese olor que adoraba desde que era solo un pequeñín, se dirigió hasta la cocina y estaba Nana terminando de preparar la tarta de fresas que tanto adoraba su pequeño Jungkook.
—Buenas noches Nana.— Suspiró cansado arrastrando una de las sillas hasta él para poder sentarse.
—¿Y esa cara?—Preguntó levantando las cejas con curiosidad. —¿Pasó algo, cariño?— Inquirió la mujer.
—Nada.— Un puchero inconsciente se formó en sus labios, se encogió en su lugar mirando el plato lleno de frutas que había sobre la mesa.
—Si no te conociera tanto te creería, pero no puedes mentirle a Nana.— Decía acercándose, posando un plato con un trozo de tarta frente a Jungkook.
—Nana, no tengo hambre.— Jungkook suspiró con fuerza, encogiéndose en la silla, con las rodillas contra su pecho y con sus brazos rodeando estas, y concluye estirando un poco su cabeza hasta atrás.
Estaba afligido.
Se permitió sonrojarse cuando recordó los abrazos y las tibias manos de Taehyung tocando sus mejillas.
—Vamos pequeño, cuéntale a Nana que sucede— Sonrió EunJi, haciendo que este también lo hiciera con una sutil sonrisa en sus bonitos labios rosados. —Me gusta cuando sonríes así cariño, pero hay algo que te tiene molesto y quiero que me digas.
—Bueno, hay alguien que me atrae nana, pero por favor no le digas a nadie. — Exclamó cortando un trozo de tarta y llevándola hasta su boca. —Sabes que esto me traería muchos problemas.
—Sabes que puedes confiar en mí, cielo.
—Conocí a un chico en el parque hace un tiempo y él me gusta, pero hoy lo vi muy cariñoso en el parque con un hombre y ademas de eso era bastante atractivo.— Gruñe con el ceño fruncido y la boca llena, Nana solo lo miraba confundida, pero ver a su niño así de vivo la hacía sentir contenta.—Parecían una pareja de recién casados paseando a su cachorro.— Seguía refunfuñando y llenando su boca con más pastel.
—¿Y tú también le gustas a ese chico?
—Pues pensé que sí, pero después de hoy, ya no lo sé.— Sus hombros cayeron, ahora estaba confundido.
—Cariño, ¿No crees que estás malinterpretando las cosas?— El menor la miró serio dejando la cuchara sobre la mesa, sus mejillas estaban regordetas por qué aún no tragaba todo el pastel que tenía en la boca, prosiguió a tragar y unos ojitos de cachorro y un puchero no tardaron en aparecer en la cara del menor.—Jungkook, ese chico te gusta bastante ¿verdad? Te conozco tanto que podria jurar que te estás enamorando.
—No, Nana.— Se hizo el desentendido mirando a sus costados, volviendo a abrazar sus piernas, escondiendo su rostro en ellas para que Nana no viera lo avergonzado que estaba.— Bueno, no lo sé en realidad, estoy confundido.—Dijo bajito volviendo a suspirar y levantó la cabeza en encontrándose con la tierna sonrisa de su Nana.
—Considero que deberías invitarlo a salir.—Sonrío para luego dirigirse nuevamente a la cocina a terminar de lavar los trastes.
—Se lo propuse se río de mí, pero luego aceptó.
—No tienes de que preocuparte mi niño, eres encantador y se que aquel jovencito siente cosas por ti, te lo aseguro.— Le sonrie la pequeña mujer.—¿Cuál es su nombre?
—Taehyung.
Hacia mucho tiempo que la mujer no escuchaba aquel nombre, quizás sólo era una coincidencia.
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