23. "Nunca es tarde para cambiar tu vida, Artemis."
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—El abuelo los espera en el estudio.
Mi padre y yo compartimos una mirada ante las palabras de Claudia, quien me da una mirada fría antes de irse. Acabamos de llegar de la empresa.
Mi padre se afloja su corbata, —¿Sabes de que se trata esto?
—No.
Entramos al estudio y cuando mis ojos caen sobre Ares, quien esta sentado en el sofa opuesto al abuelo comienzo a tener una idea de que se trata esto. Ares le pidió ayuda a mi padre para estudiar medicina y mi padre lo rechazó, cuando Ares le pidió ayuda al abuelo, él también le dijo que no así que no se de que va este nuevo encuentro.
—¿Qué pasa, papá? Estamos ocupados. Tenemos una videoconferencia en 10 minutos— mi padre explica.
—Cancelala.— el abuelo ordena, sonriendo.
Mi padre protesta, —Papá, es importante, estamos—
—¡Cancelala!— el abuelo levanta la voz, sorprendiéndonos.
Mi padre y yo compartimos una mirada y papá asiente así que hago la llamada para cancelarla y tomamos asiento.
Mi padre suspira, —¿Qué pasa ahora?
El abuelo recupera su compostura, —¿Saben por qué Ares esta aquí?
Mi padre le da una mirada fría a Ares, —Imagino que para pedirte de nuevo ayuda.
El abuelo asiente, —Asi es.
Trato de adivinar lo que pasa así que hablo, —Lo cual imagino te ha molestado porque ya le dijiste que no.
Ares se pone de pie, —No hay necesidad de esto, abuelo, ya entendí.
—Sientáte.— Ares le obedece.
El abuelo se gira ligeramente hacia mi padre y yo, —Esta conversación es mucho más importante que cualquier estúpido negocio que estén concluyendo, la familia es más importante que cualquier negocio y ustedes parecen haberlo olvidado.
Nadie dice nada, el abuelo continua, —Pero no se preocupen, estoy aquí para recordarselos. Ares siempre lo ha tenido todo, nunca ha tenido que luchar por nada, nunca en su vida ha trabajado, vino a mi por ayuda, lo rechacé a ver si se daba por vencido a la primera, pero superó mis expectativas con creces. Este chico ha estado trabajando día y noche, rogando becas y aplicaciones por meses, luchando por lo que quiere.
Eso no me lo esperaba, ¿Ares trabajando? ¿No se ha rendido?
El abuelo vuelve a hablar, —Ares no solo se ha ganado mi apoyo, se ha ganado mi respeto.— el abuelo mira a Ares con orgullo, —Estoy muy orgulloso de ti, Ares. Me siento orgulloso de que portes mi apellido, y lleves mi sangre.
El abuelo nunca me ha mirado de esa forma, o me ha dicho algo así.
La sonrisa del abuelo se desvanece cuando su mirada cae sobre mi padre, —Estoy muy decepcionado de tí, Juan. ¿Legado familiar? Que la muerte venga por mi si alguna vez he pensado que el legado familiar puede ser algo material. El legado familiar es lealtad, apoyo, cariño, pasar todas esas características positivas por todas las generaciones a venir. El legado familiar no es una maldita empresa.
El silencio es agonizante, pero el abuelo no tiene problema para llenarlo, —El hecho de que te hayas vuelto un adicto al trabajo para no lidiar con las infidelidades de tu esposa no te da derecho a hacer a tus hijos tan infelices como tu.
Mi padre aprieta sus puños, —Papá.
El abuelo menea la cabeza, —Que vergüenza, Juan, que tu hijo te haya rogado por apoyo y aún así le hayas dado la espalda. Nunca pensé que me sentiría tan decepcionado de tí.— los ojos del abuelo caen sobre mí, —Hiciste que él estudiara algo que odiaba, has hecho todo lo posible para hacerlo como tu, y míralo, ¿Crees que es feliz?
Abro la boca para protestar pero el abuelo levanta la mano, —Callate, hijo, aunque solo eres el producto de la mala crianza de tu padre, también estoy molesto contigo por darle la espalda a tu hermano, por no pararte y apoyarlo. Me dan lastima los dos, y estos momentos, son lo menos que quiero que alguien asocie con nuestro apellido.
No puedo mantener la cabeza en alto así que la bajo en vergüenza.
—Espero que puedan aprender algo de esto, y mejorar como personas, tengo fé en ustedes.
El abuelo se enfoca en Ares de nuevo, —Comencé tu proceso de inscripción para medicina en la Universidad que le comentaste a Apolo.— El abuelo le pasa un sobre blanco, —Es una cuenta bancaria a tu nombre, con los fondos suficientes para pagar tu carrera, gastos universitarios y dentro hay una llave del apartamento que compré cerca del campus para tí. Tienes todo mi apoyo, y lamento que hayas tenido que ver a tu propio padre darte la espalda. Lo bueno de todo esto es que pudiste experimentar no tenerlo todo, y trabajar por lo que quieres. Serás un gran doctor, Ares.
El abuelo sacude sus manos y se levanta lentamente, —Bueno, eso era todo, iré a descansar un poco.
Con la cabeza baja, mi padre sale detrás de él. Quedamos solo Ares y yo, y puedo ver que aún esta procesando lo que acaba de pasar.
Y aunque las palabras del abuelo fueron dolorosas, fueron honestas, y no haber apoyado a Ares será algo que siempre pesará en mi consciencia. Aún no se la razón de porque lo hice, quizás por no querer llevar la contraria a mi padre o quizás celos de que él si pudiera estudiar lo que quiere. Independientemente de la razón, nada me justifica, fui una mala persona, un mal hermano.
Me pongo de pie, —Lo siento.
Me paso la mano por la cara, —De verdad lo siento y me alegra que por lo menos tu puedas alcanzar lo que quieres.—me esfuerzo por sonreír, —Te lo mereces, Ares. Tienes una fortaleza que yo no tuve cuando se me impuso lo que debía hacer, el abuelo tiene mucha razón en admirarte.
Quisiera decir que hay algún tipo de regocijo en la cara de Ares por el regaño que acabamos de recibir mi padre y yo, que lo ha disfrutado, pero no es así. Él parece aceptar mis disculpas, entender mis acciones y eso lo hace mejor persona que yo.
—Nunca es tarde para cambiar tu vida, Artemis.
—Es tarde para mi, buena suerte, hermano.
Salgo de ahí, me encuentro a Claudia en el pasillo. Con la mirada en el suelo nos pasamos por un lado como si nada.
Subo las escaleras, y me dirijo a la terraza de la casa, desde aquí puedo ver el frente, el jardín, la fuente y los autos estacionados. Me siento en una de las sillas de metal y me inclino hacia atrás, cerrando mis ojos.
Masajeo mi frente con mis dedos, las palabras del abuelo rodando en mi cabeza. Cuando abro mis ojos, veo a mi padre de pie de espaldas a mi, con sus manos sobre la baranda de la terraza, observando el cielo.
Él me echa un vistazo sobre su hombro y por primera vez en mucho tiempo, su rostro no es inexpresivo, luce... muy triste.
—¿Por qué?
Arrugo mis cejas, —¿Por qué que?
—¿Por qué habías roto tu compromiso con Cristina hace unos meses?
Recuerdo la conversación que tuvimos cuando él se enteró de que había roto con Cristina.
Una sonrisa sarcástica se forma en mis labios, —Ni siquiera me has pregunta porque.
Mi padre frunce el ceño, —¿De qué hablas?
—Ni siquiera me has preguntado porque cambie de parecer, ¿Eso es irrelevante, no?
La frialdad que adorna su voz es increíble, —Es completamente irrelevante, la compañía es lo que importa.
¿A caso esta es tu manera de comenzar a cambiar, papá?
—Porque me interesaba otra persona.
Él no dice nada por un buen rato, y yo tampoco. Luego de un largo suspiro, mi padre habla de nuevo.
—Romperé el compromiso mañana por la mañana, ya no tienes que preocuparte por eso.
Dejo de respirar ahí mismo, ¿Qué?
No se que decir.
Mi padre agarra la baranda con fuerza, puedo notar lo tenso de sus hombros y aunque no me mira, se que su expresión debe ser una llena de emociones en este momento, —No creo en las disculpas, Artemis, creo en acciones que puedan enmendar errores cometidos.
—Papá...
—No se en que momento me he convertido en un mal padre, supongo que las heridas me han endurecido el corazón, y no puedo prometer que cambiaré de la noche a la mañana, pero si puedo comenzar hacer las cosas de forma diferente. Así que tenme paciencia.
Mi pecho se aprieta porque este hombre frente a mí no es el frío ser que ha estado a mi lado todos estos años, este hombre es el padre que quise tanto mientras crecía, antes de que lo que pasó con mi madre lo cambiará. Él que jugaba con pistolas de agua conmigo, o a las carreras en bicicleta, él que me llevaba al cine o a comprarme mi primera pelota de futbol aunque no jugara ni mierda, él que guindaba mis dibujos de pokemon en su oficina sin importarle que sus clientes o asociados los vieran.
Mi padre.
Él se gira y camina la puerta pero cuando pasa a mi lado se detiene y pone su mano sobre mi hombro, —A pesar de todo lo que te he hecho pasar, nunca has dejado mi lado, has cumplido una promesa cuyo peso no debiste cargar todos estos años, ya no más, hijo, has hecho un buen trabajo.
Él entra a la casa, sus palabras colgando en el aire, apretando mi pecho. Siento como si un gran peso ha sido levantado de mis hombros, como si pudiera respirar de nuevo. Me siento libre, aún cuando no sabía lo atrapado que me he sentido todos estos años.
Y lo primero que viene a mi mente es ella: Claudia.
Tomo mi teléfono y le marco a Cristina, se que ya debe estar de vuelta de su viaje, ella me responde con tono adormilado, —¿Artemis? Si esto es una llamada de sexo repentino, no—
—Ey, mi padre hablará con el tuyo mañana pero solo quería decirte que nuestro compromiso ha terminado.
—Espera, ¿Qué?
¿Eso es emoción en su voz? Creo que no he sido el único miserable en este arreglo.
—Somos libres, Cristina.
Ella deja salir un largo suspiro de alivio, —¿De verdad? Dios santo, no sabes lo mucho que me alegra escuchar eso, sin ofender.
—No te preocupes.
—Igual seguiremos siendo amigos, ¿no?
—Por supuesto, buena suerte, Cristina.
—Buena suerte, Artemis.
Entro en la casa y bajo las escaleras apresurado, buscando a Claudia pero no esta en la sala, ni en la cocina, así que debe estar en su habitación. Toco la puerta, impaciente, me he vuelto un jodido adolescente de nuevo.
Martha abre la puerta con una sonrisa, —Artemis.
—Hola, lamento molestarla pero necesito hablar con Claudia.— echo un vistazo en la habitación pero esta vacía. Sin embargo, mis ojos caen sobre el peluche en la mesita de noche al lado de la cama, es el cerdito de peluche que le regalé a Claudia aquel 4 de Julio, ¿Todavía lo tiene? Mi pecho se calienta de esperanza, pero la confusión nubla mi mente, ella me rechazó esa noche, ¿Por qué lo conservaría?
—Claudia salió, dijo que volvía en unas horas.
—¿Sabe a donde fue?
Ella menea la cabeza, —No.
—De acuerdo, feliz noche, Martha.
Me siento en la sala a esperarla, me quito la chaqueta de mi traje y me quedo solo con la camisa blanca debajo por un buen rato, cuando el reloj marca la medianoche, salgo de la casa y me siento en los pequeños escalones frente a la puerta como si eso hará que ella llegue más rápido.
Finalmente, un auto entra y se estaciona frente a la casa, alcanzo a ver como Claudia dentro del auto se despide de ¿Daniel? ¿Esta saliendo con el compañero de equipo de Ares? Me controlo porque se mis celos pueden arruinar lo que quiero hablar con ella esta noche.
Claudia se baja del auto y se despide con la mano, cuando se gira y me ve, se paraliza. Lleva puesto un vestido casual floreado muy corto, pero que le queda precioso y aprieto mis puños a mis costados, saber que ella se ha puesto tan bonita para alguien más me duele.
Tenerla de frente me hace dudar y desordena mis pensamientos como de costumbre. Sus ojos estan sobre mí, las preguntas claras en su expresión '¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres ahora?'
—Te estaba esperando.
Ella camina hacia mi y cruza sus brazos sobre su pecho, —¿Por qué?
Me paso la mano por detrás del cuello escogiendo mis palabras con mucho cuidado.
—Cristina y yo hemos terminado,— si eso le afecta de alguna forma, lo oculta muy bien, —Soy un hombre soltero ahora.
—¿Y? ¿Eso que tiene que ver conmigo?
—Tiene mucho que ver contigo,— doy un paso hacia ella, —Quiero... estar contigo, Claudia.
¿Por qué no logro desaparecer la frialdad en su mirada?
—Esta noche,— ella comienza, —quieres estar conmigo esta noche y así mañana puedes volver con tu prometida como si nada. Estoy cansada de tus juegos, Artemis.
—No estoy jugando.— le aseguro, —No voy a volver con ella.
—¿Por qué debería creerte?
Me acerco a ella hasta que se ve forzada a levantar su cara para mirarme a los ojos, —Porque eres tú, porque tu eres la única que puede ver a través de mi.
Sus labios se abren ligeramente, y lucho con todo mi ser para no besarla, no quiero asustarla, además, ella me ha dicho que tiene novio y aunque no quiero creerlo, no quiero ponerla en una situación incomoda, ya de eso he hecho bastante.
Se que ella no sabe que decir, así que hablo, —No te pido que me recibas ahora mismo, tengo toda la intención de ganarme todo contigo,— sostengo su rostro con ambas manos, la suavidad de su piel bajo mis dedos, —Ya no quiero ser un cobarde, Claudia, ya no hay nada que me impida luchar por tí.
Ella se lame los labios, —Te he dicho que estoy saliendo con alguien más.
—Ambos sabemos que nadie te hace sentir de la forma en la que yo lo hago.
Una sonrisa danza en sus labios, —Eres un engreído.
—Y tu eres una tonta por salir con alguien más.
Ella pone sus manos sobre las mías en su cara, —Más tonto serás tú.
El silencio pasa entre nosotros y me pierdo en esos ojos negros tan bonitos que tiene, ¿Cómo pueden ser tan profundos? ¿Tan hipnotizantes? Paso mi pulgar por sus labios, imaginandome sentirlos contra los míos.
Ella da un paso atrás rompiendo todo contacto entre nosotros, —Bien, si quieres luchar por mí, hazlo, pero no te prometo nada.— me pasa por un lado para dirigirse a la puerta, cuando esta a punto de cruzarla se gira hacia mí, —Por cierto, no tengo novio, eso no fue nada serio, solo quería molestarte.
Abro mi boca para protestar pero ya se ha ido.
Voy a luchar por ella, y no descansaré hasta tenerla en mis brazos. Puedo imaginarme miles de formas de seducirla, de enamorarla.
Caerás, Claudia, esto será divertido.
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Nota de la autora: ¡Hola! Los he extrañado mucho, han sido unas semanas fuertes pero ya me estoy recuperando, como saben, tuve una cirugía el pasado 20 de Junio, hace casi dos semanas y estoy en la recuperación (la cual según mi medico es de 6 semanas) así que mi horario de actualizaciones estará un poco caótico, sino ven actualizaciones los fines de semana ya saben porque, hay días (como hoy) que me siento y puedo escribir, hay otros días que me duele y no puedo. Muchas gracias por sus mensajes de apoyo, los quiero muchísimo.
Muakatela,
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