Capítulo 9
Hunter
No recuerdo cuándo fue la última vez que desperté sintiéndome entusiasmado. Pero hoy, es uno de esos días. Desperté de buen humor, con ánimos de hacer bromas y todo.
Chloe está llegando hasta tal punto. Una parte de mí odia saberlo, pero la otra, solo quiere que llegue para poder disfrutar de otro momento con ella.
—Estás haciendo muchas bromas —dice mi padre—. Y no sé, estás de muy buen humor.
—Yo noté lo mismo —agrega mi madre—. Hace mucho no lo veíamos así.
—Ya, ¿tan malhumorado soy? —me río.
—Bueno, no. Pero hace mucho no te veíamos tan... así. Dinos, ¿qué te tiene tan de buen humor? —papá insiste en saber.
—Chloe.
Responde Riley antes de que pudiera hacerlo. Sonrío ante su apresuramiento, y ante la forma tan relajante en que lo dijo.
—¿Chloe? Nunca escuchamos sobre ella, ¿quién es? —pregunta mamá y el sofá se hunde a mi derecha. Percibo su aroma, y me río. Mamá es como las chicas a la hora de chismosear sobre estas cosas.
—Es su amiga. Yo la conocí ayer en el centro comercial, y vendrá hoy.
Nuevamente, Riley se me adelanta. Y podría jurar que mis padres me observan con atención, y seguro que uno de ellos está sonriendo. O puede que los dos lo estén haciendo.
—Todo este silencio solo me hace decir una cosa —suspiro—. No es lo que piensan.
—Ya empezamos... —se queja mi padre, y me río.
—Pero de verdad, papá. Chloe solo es una amiga.
—Está bien. Pero aun así nos ponemos contentos, porque no has tenido amigos últimamente. Solo Paul y Caroline. Es lindo saber que conociste a alguien —dice mamá.
Asiento ante sus palabras, y llevo la taza con leche fría a mis labios. Puede que mamá tenga razón, y sea bueno conocer a alguien más.
—Así que... Chloe.
Agrega mi padre, cuando empezaba a creer que el tema estaba cerrado. Me quejo y mi familia se ríe. Hasta deciden jugar bromas conmigo.
Tuve que haberle pedido prestado el departamento a Paul. Dios sabe cómo se pondrán de pesados mis padres cuando conozcan a Chloe.
***
Perdí la cuenta de cuántas veces le pregunté a mi madre la hora. Con su último aviso, supe que el momento se aproximaba. Chloe llegará pronto.
A menos que, no sé, se haya arrepentido y... ¡El timbre! ¡Maldición, acaba de sonar el timbre!
Me encuentro en la sala, nervioso y ansioso. Escucho cómo Riley juega a la PlayStation, mientras que mi madre se encarga de recibir a Chloe.
—Hola —dice ella—. Soy...
—Chloe, lo sé. Hemos escuchado de ti.
Bien. Gracias, por tanto, mamá.
—Oh... —se ríe—. ¿Es su mamá?
—Lo soy. Pero, por favor, no es necesario que me trates de usted. Solo llámame Marta.
Riley apaga su juego, o lo pone en pausa, y escucho que la puerta principal se cierra.
—Hunter está en la sala. Siéntete como en tu casa, Chloe.
—Gracias. Y permiso.
Dicho esto, sus pasos se aproximan hacia la sala. Y mi corazón se acelera con cada pisada.
—Hola a ustedes dos —dice al llegar.
—¡Chloe!
Riley salta de mi lado, y saluda a Chloe. Seguramente la sorprendió con un abrazo, así de cariñoso puede ser mi hermano.
—Mi hermano te estuvo esperando toda la tarde —y así como puede ser muy cariñoso, también puede ser muy bocón. Chloe se ríe.
Mamá llama a Riley, y puedo escuchar cómo el pequeño chismoso se aleja, cantando la canción de una publicidad.
—Hola, Chloe —me pongo de pie, y ella me ayuda.
—Tienes una casa muy bonita, y el recibimiento fue bastante agradable.
Me encantaría que, en estos momentos, un genio como el de Aladdin, me concediera el deseo de ver por un momento a Chloe. De seguro sonrió ante las palabras que acaba de decir, y Dios, realmente me gustaría ver su sonrisa.
—Es bueno saber que no te espantaron... aún —nos reímos. Cuando quiero decirle que iré a buscar algo para beber, mi madre nos interrumpe.
—Les traje algo para beber, ya que Chloe trajo las palomitas —dice.
Por un momento siento que soy Riley, y no Hunter. Siento que no tengo veintitrés años.
—Muchas gracias —agradece Chloe y mi madre se retira—. ¿Estás bien?
—Sí. Solo que me siento un niño.
Se ríe, y me ayuda a sentarme en el sofá. Agradezco su amabilidad, pero cuando noto que estamos demasiado cerca, me alejo de manera disimulada.
—¿Por qué dices eso? ¿Por el trato de tu madre? Porque yo creo que es adorable. Además, así son las madres.
—Pero tengo veintitrés años, Chloe.
Se ríe. Qué hermoso maldito sonido.
—Deja eso. A una madre no le importa que tan grande estés, siempre serás un niño. No sientas vergüenza, al contrario, agradece que tienes una y valóralo mucho.
Chloe suspira, y nos quedamos en silencio. No soy capaz de preguntarle sobre su madre, aún no tenemos ese tipo de confianza, y no quiero ponerla en una triste situación.
—¿Vamos a lo nuestro? —Chloe se mueve incómoda a mi lado—. Estaré bien, deja de preocuparte. Solo que tal vez te pida que me relates algunas cosas, ¿cuento contigo?
—Pero por supuesto.
Sonrío.
—Ahora, ¿me harías el favor de colocar la película?
—Claro, solo dime dónde está.
—Junto a la televisión hay un estante con películas. La primera parte está dedicada especialmente a películas de romance, la encontrarás fácilmente.
Chloe se pone de pie, y escucho sus movimientos. Encuentra la película, y conecta el DVD a la televisión. Una vez que la pone, vuelve a su lugar, y los primeros sonidos de la misma llegan a mis oídos.
La película es la versión del año 1998. Me gusta más la del año 1992, pero, lamentablemente, no la pudimos conseguir con mi padre.
La historia inicia con la llegada de Lockwood a la finca, preguntando por Heathcliff. Me acomodo en el sofá, y me dejo llevar por mi imaginación mientras los personajes continúan en lo suyo.
—Así me imaginaba a Heathcliff —dice Chloe cuando el mismo aparece.
—Por lo que recuerdo, no está mal.
Nos quedamos en silencio, y la película sigue, llegando a la parte donde Catherine se le presenta al señor Lockwood, y Heathcliff se pone como loco. Y ahora vienen los treinta años antes...
La película llega a su final, y me encuentro suspirando, como si fuera la primera vez que conozco la historia. A mi lado, Chloe llora.
—Chloe, ¿estás bien?
—Esta historia es tan... —solloza—. Lo siento, te has cruzado con una persona muy sensible.
Sonrío.
—Tranquila. Debo confesar que yo también lloré la primera vez que la vi. Pero... ¿te gustó?
—Es una muy buena adaptación. Pero me quedo mil veces con el libro.
—Eso es algo muy común. Todos nos quedamos con el libro.
—Ni una buena adaptación, o una excelente actuación pueden con la magia de los libros —sonrío y asiento—. Gracias por invitarme. Esta historia es... Dios, creo que no hay palabra que defina lo que en verdad es.
—Cuando algo te deja sin palabras, de buena manera, te das cuenta de lo increíble que es. Tanto que no puedes explicarlo.
—¡Exacto! Eso es lo que quiero decir.
Le sonrío, y suspiro ante las preguntas que navegan en mi mente: «¿Qué sigue ahora? ¿Se va a ir?».
La puerta principal se abre, y el saludo típico de «hola, familia» de mi padre se escucha. Me hundo en el sofá, porque sé perfectamente que dirá algo como mamá o Riley.
Chloe nota mi movimiento, y se ríe. Ojalá el sofá me chupara y así podría evitarme la vergüenza que se aproxima.
—Oh..., olvidé que había visitas —dice al entrar a la sala y siento cómo Chloe se pone de pie para saludar.
—Buenas noches, señor...
—Nicholas. Nada de señor, por favor. Así que tú debes ser la famosa Chloe.
Sigo esperando que el sofá me coma.
Chloe se ríe, y saluda a mi padre de manera amable, él le responde de la misma manera, y luego de saludarme a mí, nos deja solos.
—El sofá no te va a salvar de momentos así. Créeme, lo he intentado —se ríe y dejo de intentar entrar dentro del sofá—. Cuando la vergüenza se apodera de nosotros, ni la tierra nos traga. Resulta divertido si lo piensas.
—Desde tu lado lo es —se ríe—. Para la víctima de la vergüenza no es para nada divertido.
—Bueno, en eso tienes razón —suspira y el sofá se vuelve a hundir—. Tienes una familia muy linda, Hunter. Se nota fácilmente su bondad, y tú eres parte de ellos —le sonrío. Y pienso que sería una buena idea invitarla a cenar. No creo que pase más vergüenza de la que ya he pasado, aunque bueno, con mi familia nunca se sabe. Pero, justo cuando quiero preguntar, su celular comienza a sonar. Maldita tecnología—. ¿Hola? Oh, Ivan, eres tú. No me ha saltado tu número, aparecías como privado —Ivan... He escuchado ese nombre antes—. Estoy con un amigo, con Hunter. Te he hablado de él —¿habló de mí?—. Sí, el chico de Cumbres Borrascosas —se ríe. Y ojalá el sofá me hubiera tragado, para luego escupirme una vez que Chloe se haya ido, así evitaría este extraño malestar. Siento que sobro en estos momentos, incluso cuando ese tal Ivan no está presente—. ¿En serio? Es que hace mucho no cenamos los domingos. Agradécele a Nathalie la invitación —se ríe. La invitación de la cena se ve claramente imposible de preguntar—. Iré a casa, y pasas por ahí. Vale, te aviso cuando llegue. Te amo.
Y esas palabras finales, cargadas de sentimientos, llegaron a mí como dos cachetazos.
Ya escuché a Chloe diciéndole a su novio que lo ama. Pero ahora, que siento este inevitable interés hacia ella, escuchar esas palabras resulta ser jodido. Pero me convencí de ser su amigo. Y eso voy a ser.
—Lo siento, era...
—Tu novio.
—Sí —espero que no haya notado mi reacción, porque acabo de sentir mi rostro completamente tenso—. Me ha dicho de cenar con su familia, y bueno, hace bastante no lo hacemos. Debo agradecer mucho la llegada de su hermana.
—Eso suena bien —le sonrío—. Entonces, será mejor que te deje ir, así llegas a tiempo.
—Quiero que sepas que la pasé muy bien, Hunter.
—Es bueno saberlo, porque yo también —mi sonrisa ahora no es forzada como la anterior, es mucho más sincera.
—La próxima salida la organizo yo.
—¿Próxima salida?
—Claro, o... ¿ya no quieres ser mi amigo?
Sonrío y asiento.
—Por supuesto que quiero. No todos los días te cruzas personas geniales.
—Bueno, gracias por verme así. Tú también lo eres, y no solo lo digo por tu fanatismo hacia Cumbres Borrascosas.
Nos reímos, y luego las risas se apagan para dejarnos en un silencio bastante incómodo. Solo se escuchan las risas de mi familia, viniendo desde la cocina.
—¿Quieres mi número? Digo..., para tener un contacto más fácil entre nosotros —pregunta.
—Creí que ya lo tenías. Has sacado mi dirección de la base de datos de la biblioteca.
Se ríe.
—Pero es más normal que te lo pregunte.
Ahora me río yo y saco mi celular especial del bolsillo de mi pantalón. Se lo paso a Chloe, y escucho el sonido de las teclas mientras anota su número, y luego le dicto el mío.
Chloe me ayuda a ponerme de pie y la acompaño hasta la puerta. La espero en la misma mientras se dirige a la cocina para despedirse de mi familia, quienes, gracias a Dios, no hacen broma alguna.
—Bueno, será hasta pronto —dice al llegar y abro la puerta. Una breve brisa choca contra mi rostro.
—Tengo un libro que devolver. Así que sí, hasta pronto, Chloe.
Deja un beso en mi mejilla, y ese famoso cosquilleo recorre otra vez mi cuerpo. Escucho que sus pasos se alejan, hasta que, finalmente, enciende su auto y se despide con el sonido del claxon.
Me quedo parado en el umbral, y llevo mi mano hacia el lugar en donde Chloe dejó su beso. Aún siento su toque, siento el rastro dulce que dejó al alejarse. Todavía siento su presencia.
No quiero esto. No quiero sentir nada de lo que estoy sintiendo. No quiero sentirme molesto porque tiene novio. No quiero cosquilleos en su presencia. No quiero sentir nada que me termine convirtiendo en alguien débil.
Solo quiero ser su amigo, entablar una amistad, sentir lo que todo amigo tiene que sentir.
Solo seremos amigos. Debo repetirme la palabra amigo las veces que sean necesarias para lograr apartar todas las cosas que no quiero sentir.
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