Hunter
Desde el momento en que Paul me describió a Chloe, un modelo de sus descripciones se dibujó en mi mente. Un modelo que no me deja de perseguir, que se aparece a cada momento, y no entiendo el motivo, la razón o circunstancia. Es algo mucho más fuerte que yo.
No sé qué está ocurriendo, pero desde que conocí a Chloe siento esta necesidad imperiosa de conocer todo sobre ella. Me gustaría saber sus gustos, que me cuente cuál es su lugar favorito en el mundo, qué música le gusta. En fin, todo aquello que la hace ser la persona que es.
Hay personas que tan solo con cinco minutos captan tu atención de manera inmediata, despiertan tu interés de una manera tan única como inexplicable. Y es lo que me pasó con Chloe, captó mi atención a tal punto.
Una parte de mí no quiere esto, justamente porque no sé qué es esto que estoy sintiendo. Es la primera vez que alguien logra esto conmigo. Pero otra parte de mi persona, otra gran parte, quiere conocer por completo a Chloe.
Y cerca de todo tipo de curiosidad que pueda llegar a sentir por ella, también siento miedo. Porque cuanto más te interesas por una persona, más caes en la red de su personalidad. Y muchas veces eso se complica, puede ser algo hermoso o algo triste.
Pero con lo que respecta a Chloe, creo que no estaría mal iniciar una amistad. Si camino por el lado de la amistad y continúo por ese sendero, no tengo por qué tener miedo.
En estos momentos, me encuentro en la puerta de la biblioteca, mi sentido de orientación sabe guiarme hasta aquí sin complicaciones.
Me detuve unos segundos antes de entrar, segundos en los cuales me puse a pensar en Chloe, en qué decirle, qué hacer, qué no. Es algo estúpido.
—¿Necesitas ayuda? —la voz de un hombre me quita de mis absurdos pensamientos.
—No, gracias. Estoy bien —sonrío—. Espere, estoy en la biblioteca, ¿verdad? No quiero pensar que mi sentido de orientación falló.
—No falló, muchacho. Estás aquí —me da un amistoso apretón en los hombros—. Pero será mejor que entres, el calor está insoportable.
—Tiene razón. Que tenga un buen día.
Me despido del amable hombre, y subo las escaleras con la ayuda de la barandilla. Al entrar, el frío del aire acondicionado choca contra mi piel caliente. Siento un alivio inmediato.
—¿Buscas a Chloe? —puedo reconocer la voz de Marie—. Hola, Hunter.
—¿Qué tal, Marie?
—Muy bien, ¿tú?
—Igual —sonrío—. ¿Cómo la has pasado en la fiesta de Paul?
—Genial. Paul es un gran chico, me hizo reír mucho. Me agrada.
—Y tú a él más que eso.
¡Oh, carajo! ¡Se supone que los pensamientos de uno quedan en la mente!
—Es decir... Esto...
Se ríe.
—Chloe está acomodando libros. Espera aquí, iré a buscarla.
Asiento y escucho cómo se aleja. Creo que acabo de meter la pata hasta el fondo.
Me quedo unos minutos esperando, escuchando el sonido bajo de la música que está en la recepción.
—Hunter —sonrío ante esa voz cantarina, y ante el aroma floral que la caracteriza.
—Hola, Chloe.
—¿Con ganas de leer algo nuevo? ¿O quieres probar los audiolibros?
Ladeo con la cabeza.
—Tal vez en otro momento escoja el audiolibro. Ahora me gustaría algo en braille —se ríe—. ¿Ha llegado algo nuevo?
—Sí. El diario de Anna Frank. Crimen y castigo. Cumbres Borrascosas. Entrevista con el vamp...
—Espera, ¿Cumbres Borrascosas? —pregunto sin ocultar mi emoción.
—¿Lo has leído?
—Chloe, amo ese libro.
Lo había leído en el instituto para la clase de literatura. Y desde ese entonces, no hay ningún otro libro que lo quite del primer lugar de mis favoritos.
—Estás bromeando.
—Para nada —sonrío—. ¿Por qué lo haría?
—Es mi libro favorito en el mundo. Y eres la primera persona que comparte mi gusto hacia él.
Sonrío aún más. Compartimos el mismo libro favorito.
—Oh... ¿pero a quién no le gusta?
—¡Lo sé, es lo que siempre digo! —me río—. Al fin encontré a alguien con quien hablar de la historia.
—Es un honor —le sonrío—. Entonces, ¿me acompañas hasta el sector de discapacitados? Quiero esa maravilla de libro en mis manos.
Se ríe y sonrío ante el sonido.
—Encantada de acompañarte —cuando me coge de la mano, vuelvo a sentir la chispa que sentí la primera vez que vine aquí. Ese cosquilleo que me recorrió el cuerpo ahora se repite de manera más potente—. Mierda...
Chloe separa con rapidez su mano de la mía, y en su ausencia, llevo mi otra mano hacia la zona en donde sentí su tacto eléctrico.
—Estamos muy sobrecargados, tal vez —digo.
—Es la segunda vez que nos pasa, ¿verdad? —asiento—. Eso es raro.
Chloe vuelve a tomar mi mano, sin ninguna chispa de por medio, y la posa sobre su hombro. Y ahora puedo confirmar lo que Paul me había dicho; es muy pequeña.
Llegamos al sector, y esta vez dejo que me ayude a sentarme. Mientras espero a que Chloe me alcance el libro, la escucho opinar sobre el mismo, y yo respondo animado.
—Marie me va a matar al verme tan relajada aquí, pero no le puedo negar mi atención a Cumbres Borrascosas —escucho cómo arrastra la silla, se sienta, y luego coloca el libro sobre mis manos.
—¿Quieres escucharme leer?
—Siempre y cuando no tengas problema con eso.
Solo me había escuchado la persona que me enseñó a leer en braille. Pero a decir verdad, siento que Chloe va a ser la primera en hacerlo, ya que esta vez no es de práctica, es solo de un grato momento juntos.
—Claro que no —sonrío y abro el libro. Deslizo mis dedos sobre el braille, reconociendo cada letra y me aclaro la voz—. «Acabo de visitar al dueño de mi casa —leo con fluidez. Mi maestro se sentiría orgulloso—. El único vecino que habré de padecer. Es esta, por cierto, una hermosa región. No creo que en toda Inglaterra... —me detengo ante la siguiente palabra, hasta que reconozco lo que dice. Y noto que me costó por nervios al saber que Chloe me está escuchando, como si recién me hubiera dado cuenta—. Hubiera podido dar con un paraje tan alejado del bullicio mundano».
Chloe suspira, y al parecer, se acomoda más en la silla. Sonrío y continúo leyendo, realmente metido en el comienzo de la historia, imaginando todo en mi cabeza. Me transporto a allí, a Inglaterra, a esa época. Me dejo llevar como si fuera la primera vez que lo leo.
Doy por terminado el primer capítulo, suspiro y cierro el libro en donde había dejado el señalador.
—Es como si conociera por primera vez la historia.
—Siempre que un libro te gusta demasiado, esto es lo que pasa. Las veces que lo vuelves a leer, se sentirán siempre como la primera vez.
—Muy cierto. Es algo mágico lo que los libros pueden hacer. Es una lástima que muchas personas ignoren algo tan hermoso.
—Lo es. Pero, tal vez esas personas, aprecien otras cosas que para ellos son algo mágico.
Ambos nos quedamos en silencio. Compartiendo nuestras emociones por el inicio de esta historia que tanto nos gusta, compartiendo nuestro cariño por los libros. Compartiendo un silencio que no es para nada incómodo. Al menos para mí, y espero que para ella sea igual.
—Creo que debo volver al trabajo antes de que me asesinen, porque lo está haciendo con la mirada y no quiero que pase a la acción.
Me río.
—Me llevaré el libro.
Me levanto, y Chloe con su amabilidad, me ayuda a hacerlo para luego guiarme nuevamente hacia la recepción.
Chloe hace el trámite correspondiente para informar al registro de la biblioteca que me llevo el libro.
—¿Chloe?
—Dime.
Dudo en si hacer o no la siguiente pregunta, pero ya es demasiado tarde como para decir que lo olvide. Así que me armo de valor y lo digo: «¿Has visto la película de Cumbres Borrascosas?».
—Siempre he querido verla, pero no encuentro la ocasión.
—Ahora la tienes, porque has encontrado un compañero —sonrío seguro de mí mismo—. ¿Te gustaría verla? Como futuros grandes amigos que comparten un gusto.
Silencio. Puedo escuchar su rechazo en 3, 2, 1...
—Chloe, Hunter está esperando una respuesta —me había olvidado por completo que Marie estaba presente.
Algo se me cruza por la mente de manera fugaz. Cada vez que le digo a Paul para ver una película, me da mil vueltas creyendo que para mí será algo incómodo. Quizás Chloe esté pensando lo mismo.
Pero la realidad es que no me siento así en absoluto. Con escuchar las voces, la música y los diferentes sonidos que se presenten, puedo imaginarme la historia, como si estuviera leyendo un libro.
—Creo saber lo que estás pensando. Te parece algo tonto que te invite a ver una película.
—No, no es eso, solo... —suspira—. No quiero incomodarte, no quiero que pases por algo así.
¿Se acaba de preocupar por mí?
—Entiendo tu punto. Pero no pienses en ello. Me acostumbré a apreciar las películas de una manera diferente —me encojo de hombros y sonrío—. Pero está bien que no quieras, lo entiendo. No te preocupes.
Saludo como despedida, y me encamino hacia la salida. Me hubiera gustado que Chloe aceptara.
—Hunter, espera... —me detengo, pero no me volteo—. ¿Domingo?
Sonrío.
—Domingo suena bien.
—¿No bromeas?
Paul vino de visita a la salida de la universidad. Nos encontramos en la sala, y le acabo de contar sobre Chloe.
—No, no lo hago. Pero antes de que digas algo, te aviso que es solo una invitación de futuros buenos amigos, quizás.
—¿Quizás?
—Hablo en serio.
—Lo que digas. Pero dime que no sentiste nada cuando te la describí, dime que no sientes nada cuando hablás con ella.
—No sentí, ni siento nada —miento. Paul se aclara la garganta, sé lo que está pensando—. Bueno, puede que haya mentido.
—Lo sé. Te conozco lo suficiente como para saberlo.
—Pero eso no significa nada.
—¿Quién te asegura eso? Con el tiempo puede significar algo más que una amistad.
—No pasará. Solo me gustaría ser su amigo, y ya.
—¿Y si lo que sientes se vuelve cada vez más fuerte, tanto que no puedes ser su amigo?
—En ese caso podré controlarlo.
—Amigo, sabes que esas cosas no se controlan.
—Y tú sabes que no quiero caer en el amor —Paul suspira. Ambos sabemos que, si se toca el tema del amor, le terminaría ganando por cansancio.
Siempre Paul terminaba llamándome terco, y yo solo lo ignoraba. Así que preferimos evitar un momento como ese esta vez.
—¿Y qué me dices de ti?
—¿Marie? —asiento—. Nada. Creo que por fin es novia de Blaine. Los noto diferentes, más unidos, y a ella se la ve feliz.
—Eso debe apestar.
—Algo. Pero ya me olvidaré de ella, o eso espero. Quizás es como dije, me gusta porque no la puedo tener.
—Y luego me preguntas por qué le huyo a los sentimientos —niego con la cabeza.
—No. Tú porque eres un cabrón. Tienes mucho para dar, y mereces recibir lo mejor.
—¿Realmente quieres tener esta discusión?
—No, porque me aprovecharé por primera vez de tu discapacidad, y te golpearé.
Me río, y Paul termina sumándose a mi risa. Ahora nuestra conversación tiene como protagonista a Caroline, ya que le conté sobre su llamada.
Ellos también habían hablado, domo dije, Paul quiere a Caroline. Siempre se llevaron bien.
Nos encontramos solos en casa, mis padres estaban en una reunión en la escuela de Riley, la cual se da cada año para informarle a los padres el rendimiento de los alumnos.
Con Riley nunca hubo problema. Es inteligente, y además muy educado. Cada vez que mis padres asistían a una reunión, volvían orgullosos a contarme sobre el rendimiento de mi hermano. Mis felicitaciones se basaban en regalos, obviamente merecidos.
Cuando Paul se fue, me dirigí a mi habitación para continuar con mi lectura. Pero al deslizar mis dedos sobre el braille, no me metía en la historia, no podía imaginarme nada de lo que estaba pasando.
No podía porque solo una persona se presentaba en mi mente: Chloe. Ella y el recuerdo de hoy compartiendo la lectura del libro que tanto nos gusta.
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