Capítulo 32
Chloe
Qué difícil es decirle adiós a alguien que fácilmente ya te dio la espalda.
Me gustaría estar frente a Hunter en estos momentos para preguntarle cómo hizo, para obtener la respuesta al todo. Y quizás así sepa qué pasos seguir para superarlo tan rápido como él lo hizo conmigo, y así decirle adiós como si no hubiese causado un impacto en mi vida.
Digo que me gustaría estar frente a él, pero sé que, de ser así, me caería a sus pies, en los millones de sentimientos que aún siento y que no podré dejar ir, así como así, como por arte de magia.
¿Cómo hacer para que lo complicado deje de serlo en cuestión de segundos? Y no quiero la típica y tan agotadora respuesta. Porque todos te dicen «es cuestión de tiempo» y ese consejo no tranquiliza para nada a quien siente una tormenta en su interior.
Se sabe que todo es cuestión de tiempo, pero la verdad, todo parece ser el fin del mundo cuando te encuentras hecha añicos. Y la palabra tiempo suena demasiado lejos.
Deseo que apure su trabajo, que se adelante y ponga todo en su lugar para poder decir que olvidé a la persona que llegó demasiado a mí en cuestión de nada.
Y en vez de concentrarme en los apuntes de la universidad, solo pienso en lo último que me dijo, en la falta de cariño de sus palabras.
Ese maldito «no somos nada, nunca lo fuimos, y nunca lo seremos» me taladra la cabeza, y ni hablar de cuando dijo que los días que pasamos juntos fueron nada. En ese momento parecía todo tan real, tan único.
Vaya decepción. Qué grande es el dolor que siento cuando recuerdo nuestra conversación de aquel día.
—¡Chloe, es Marie al teléfono! —me informa mi padre desde abajo, y tal grito me obliga a salir de mis pensamientos. Cuánto lo agradezco.
Bajo a la sala para atender el teléfono, y en cuanto lo hago, papá vuelve a la sala para seguir con su maratón de Volver al futuro.
Ahora odio esa película. La odio con todo lo que soy.
—Amiga.
—Suenas agotada, no has dejado de estudiar, ¿verdad?
—Mmm... Nop.
—¡Chloe!
—Sabes cómo soy con estas cosas.
—Pero sabes muy bien que necesitas un descanso.
Su tono de voz es divertido, y sé lo que sigue. Se acerca el cumpleaños de Sam, y planea festejarlo en el bar de un amigo, para así no tener problemas con la identificación.
Marie también está invitada, pero la verdad, no tengo ganas de salir. Mis ánimos no están muy bien que digamos.
Solo quiero quedarme en casa, acostada, estudiando o viendo la maratón de Volver al futuro para odiarla más. O para echarlo más de menos.
¡Uf! Mujeres.
—No voy a salir.
—Sí que lo harás, no puedes fallarle a Sam.
—No vayas por ese lado, Marie.
—Va a estar France, y Sam quiere que la conozcas.
Suspiro.
—Y lo sigues haciendo —se ríe—. No me vas a manipular.
—No, puede que no. Pero sí soy capaz de sacarte de tu casa, lo sabes.
—Eso sería obligar a que vaya, y como buena amiga, no debes hacerlo. Tienes que dejarme sola para que llore.
—Como buena amiga que soy, y la mejor de todas, por cierto, no voy a dejarte sola. Mucho menos para que llores. Anda, por favor, te hará bien salir un poco.
Vuelvo a suspirar y niego con la cabeza.
—Te odio.
—¿Eso es un sí?
—Odio que me convenzas siempre. Eres una maldita manipuladora.
—Lo sé, pero con buenas intenciones.
—Como sea, iré solo un rato.
—¿Solo un rato? ¡En ese bar hay karaoke!
—Oh, no... Eso sí que no.
—¡El mundo nos aclama!
—Mentira, haremos que Adele llore.
Se ríe.
—No se va a enterar, tranquila. Ahora tengo que dejarte antes de que Blaine incendie mi cocina, ¿para qué tener un novio que no sirve para nada?
—¡Hey! —se queja Blaine y me río—. Soy humano, no un maldito electrodoméstico.
—Pero ni como humano sirves.
—¡Marie! No seas mala, sabes que lo amas.
—Es verdad, lo amo.
—Aww... —agrega Blaine, y sonrío. Los adoro.
—Bueno amiga, te veo mañana en la biblioteca.
—¿Lista para volver?
—Es lo que más necesito para dejar de pensar, volver a la rutina.
Mientras me mantenga ocupada en otras actividades, mi mente estará más lejos de pensar en Hunter.
Me dirijo a la biblioteca con buen humor, mucho mejor que el de ayer. Espero que la estabilidad siga así, al menos por hoy. Necesito un descanso de todos los tristes sentimientos.
Me tomé hasta la molestia de maquillarme, para así no lucir tan mal, cuando días anteriores no me importaba mi aspecto. Marie lo notó, y hasta creo que se quedó mucho más tranquila al ver que estoy intentando no caer por un barranco constantemente.
Es agradable volver al trabajo, volver a lo que te gusta y hace bien. Se respira otro aire y eso te limpia el alma.
Hasta los clientes de siempre me recibieron como si fueran mi propia familia, con sonrisas, abrazos, ¡y hasta regalos!
Lo que más necesito es que mi corazón se sienta cálido, y todos estos detalles, lo hacen posible. Me siento bien, pese al ruido molesto que hay en mi vida sentimental. Y encontrar un poco de bienestar entre tanto alboroto, es lo mejor que nos puede pasar.
Mientras Marie ayuda a un cliente a usar el ordenador, yo me encargo de verificar los datos sobre los libros que se han llevado y así llamar a quienes aún no los han devuelto.
La puerta principal se abre, y quito mis ojos de la pantalla. Una joven de cabello rojizo se acerca hacia donde estoy, parece algo desorientada, quizás me pregunte sobre alguna calle o lugar, ya que no parece realmente interesada por los libros.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarte? —me pongo de pie para brindarle una mejor atención.
—Hola —sonríe nerviosa—. Esto... Busco a Chloe.
Frunzo el ceño y la estudio con más atención. No logro reconocerla. No, definitivamente, no la conozco.
—¿Eres tú? —no respondo a su pregunta, ya que me parece extraño que se presente aquí y pregunte por mí cuando no sé de quién se trata—. Vale, es muy raro que una desconocida se presente y pregunte por alguien que no conoce.
—Lo es.
Asiente y se muerde el labio inferior.
—Mi nombre es Caroline, y... si eso no resulta muy familiar, tal vez si digo que soy amiga de Hunter Orwell ayude.
Trago saliva. Creo que en mi boca se acaba de formar una pequeña o.
—Lo conoces —asiento—. Si no fueses Chloe no te hubieses puesto así.
Suspiro.
—Bien, soy yo. Pero aun así sigo sin entender qué haces aquí, y no es por sonar descortés, pero tengo que continuar con mi trabajo.
Me dispongo a seguir con lo que estaba haciendo, pero claro, mi atención no está en marcar el número de Olivia para recordarle que debe devolver un libro de biología.
—Estoy aquí por él, Chloe.
Niego con la cabeza y juego nerviosa con la flecha del ratón.
—No, él ya me dijo todo lo necesario.
—Te mintió —la miro—. ¿En verdad creíste sus palabras? —me encojo de hombros y dirijo mi atención nuevamente al ordenador—. No estaría aquí si no supiera lo contrario a lo que de seguro te dijo.
La miro a los ojos, y puedo notar su transparencia, la sinceridad de sus palabras. Y a la vez, siento una enorme curiosidad. Por supuesto que quiero escuchar lo que Caroline tiene para decirme sobre Hunter.
Marie está a unos cuantos pasos, observando con ojos interrogantes. Suspiro y me vuelvo a poner de pie.
—Vuelvo enseguida —le indico y asiente lentamente mientras mira a Caroline.
Salimos de la biblioteca y nos alejamos hasta encontrar un banco ubicado debajo de la sombra de un nogal.
—¿Y bien?
—Sé lo que sientes, Chloe. Estuve en tu lugar.
—¿También te hizo sentir que no eras nada cuando creías que sí?
Ladea con la cabeza y suspira cerrando los ojos, buscando las palabras siguientes para decir.
—Creo que tu debilidad en el momento te llevó a creerle, pero mintió.
—¿Cómo sé que eso es así?
—Porque lo conozco, y sé que para alejar a una persona de su vida es capaz de decirle cosas horribles. Lastimar para conseguir que se alejen.
—Me pongo de pie y lo aplaudo, porque eso fue lo que consiguió.
—Pero eso está mal. Después del accidente lastimó a todos para que se alejaran de él, y no todo el mundo le hizo caso, ya te has dado cuenta. Contigo hizo exactamente lo mismo, te dijo cosas que no siente en verdad para que te alejes y... te necesita —no quiero interrumpirla, quiero que siga hablando—. Cuando me apartó de su vida, me tomó mucho tiempo volver a ponerme en contacto con él, ¿no me quería a su lado como novia? Pues bien, me iba a tener que soportar como amiga. Cuando volvimos a hablar, me encontré con una persona enojada, triste, sin esperanzas. Era irreconocible. Y de pronto, volvió a ser el Hunter que todos conocíamos, volvió a vivir la vida y todo se debió a tu presencia, Chloe. No tienes idea de cuán agradecidos estamos por eso.
—Eso no sirvió de nada, él...
—Hunter te ama —sus palabras para interrumpirme, me toman por sorpresa—. Tal vez es muy pronto para que te lo diga, pero si no te está amando en estos momentos, está a punto de hacerlo —sonríe—. Lo noté en la forma en que me habló de ti.
—¿Antes o después de lo sucedido?
—Ambos. Pero fue diferente escucharlo y tenerlo frente a frente, a hablarlo por teléfono —me mira a los ojos para luego brindarme una sonrisa sincera—. Eres muy especial para él, demasiado. Eres su maga, la razón por la cual puede volver a sentirse parte de la vida. No dejó de sonreír en ningún momento mientras hablaba de ti, pero su sonrisa era triste, claro. Sus miedos hacen de esa sonrisa algo triste, pero sé que tú puedes contra eso. Solo tú puedes cambiar esa sonrisa para que sea feliz.
¿Acaso todas las «ex» son así? Porque lo que se suele ver más seguido, y considerado «normal» es que la «ex» y la actual no se lleven, se odien, o lo que sea.
Caroline está siendo amable conmigo, y basta con mirarla a los ojos para ver su bondad, y sinceridad. No percibo falsedad por ningún lado.
—Hunter cometió un error al dejarte ir —le sonrío.
—No. Va a cometer un error si te dejar ir a ti. Quizás yo le di momentos felices en el pasado, pero tú, has despertado su corazón.
Le sonrío y de forma inmediata mis ojos se llenan de lágrimas. La estabilidad que tenía hoy a la mañana, ya no está.
Pero este tambaleo es diferente, distinto al que me venía persiguiendo. Lo es porque no duele, tiene otro sabor, uno dulce entre tanta amargura.
Las palabras de Caroline lograron que la ilusión encendiera su luz una vez más, y brilla tan fuerte que está iluminando cada rincón oscuro de mi destrozado corazón, el cual, al parecer, está a punto de juntar sus piezas.
—Creo que vale la pena ilusionarse una vez más.
Caroline sonríe y asiente con la cabeza.
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