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Capítulo 24

Hunter

Soy de esas personas que al leer necesita tranquilidad. No pido un silencio absoluto, pero estaría genial leer sin escuchar la desafinada voz de Paul, mientras se ducha y entona canciones de Justin Bieber.

A veces me olvido de que mi mejor amigo se sabe canciones de la sensación adolescente como si fuera uno más de sus fanáticos. Aunque, de hecho, lo es.

No lo soporto más. Por favor, que alguien se lo lleve.

Dejo mi libro en braille sobre medicina. Aunque no asista a la universidad, me gusta seguir aprendiendo sobre el tema. Pero con Paul desafinando no puedo aprender.

Y él sigue cantando, en su mundo, creyéndose una estrella. Incluso, puedo escuchar los golpes de sus pies contra el suelo. También baila.

—¡Ya cállate! —le grito entre risas, pero Paul simplemente eleva más su tono de voz. Estallo en una fuerte carcajada cuando sostiene la última nota musical, y por fin, cierra el grifo del agua.

—No me dejas ser Justin Bieber en paz —lo escucho decir cuando la puerta del baño se abre.

—A veces olvido que lo amas.

—¿Has sabido algo de Chloe?

Suspiro ante su mención.

No, no he sabido nada de ella. Lo último que supe fue que se había desconectado del mundo, ya que necesitaba tiempo para pensar, o simplemente no hacerlo y disfrutar de su propia compañía. Y eso está bien, de vez en cuando eso nos hace bien. Más cuando nos pasan cosas, como su tema con Iván.

—No, aún sigue en su modo avión —me río sin ánimo.

—Bueno, tranquilo, ya va a aparecer.

—Lo sé, solo que me preocupa no saber cómo está.

—Según Marie está más tranquila, le debe estar funcionando su plan.

Al menos saber eso me hace sentir tranquilo a mí.

—¿Vas a salir? —le pregunto con ánimos de cambiar el tema de conversación.

—Supongo.

—¿Con quién te verás?

—Con alguien.

—¿Seguirás actuando como un misterioso?

—Tal vez.

Me río, y el sonido del timbre detiene mi próxima pregunta.

—¿Esperamos a alguien? —pregunta Paul.

—Yo no.

—Pues yo menos, creo que la chica de esta noche no sabe dónde vivo.

Me vuelvo a reír y niego con la cabeza al percibir que lo dijo de manera asustada.

—Esto te va a sorprender —dice y frunzo el ceño, para luego escuchar cómo abre la puerta—. Chloe.

Menos mal que me encuentro sentado en el sofá, porque juro que, de haber estado de pie, ya me hubiese caído.

Sí, ante la simple mención de su nombre mi cuerpo tiene una increíble reacción. Y, por supuesto, una sonrisa se dibuja en mi rostro como por acto de naturalidad.

—Hola —saluda ella—. Sigo viva.

Bromea y me río desde donde estoy.

—Me alegra saberlo, es bueno verte mejor que la última vez —sonrío—. Pasa, por favor —escucho cómo avanza—. Hunter, Chloe vino a verte.

¿Pueden unas simples palabras alegrar tu día? ¿Puede una persona generar tanto impacto en tu humor? Pero qué preguntas ridículas hago, por supuesto que sí.

Me levanto del sofá para saludarla. El aroma dulce que tanto la caracteriza llega a mi nariz, y puedo así saber cuánto la eché de menos.

—Hola —digo casi con timidez, y siento sus labios sobre mi mejilla.

—Hola —contesta—. Tanto tiempo.

Sí, lo sentí como una real eternidad.

—Bueno, yo los dejo solos —dice Paul, había olvidado que estaba aquí—. Que se diviertan y pórtense bien.

Es lo último que dice antes de cerrar la puerta. Ahora nos rodea un silencio, uno que es incómodo.

¿Qué digo? ¿Qué hago? Me siento un niño.

—¿Quieres beber algo?

—Estoy bien, gracias.

—Cualquier cosa me dices, ¿sí?

—Sí, tranquilo.

Nos sentamos en el sofá, y suspiro ante otro silencio que nos abraza. No sé qué decirle, qué preguntarle y qué no. Me siento un completo idiota.

—Volví a hablar con Iván luego de la ruptura —rompe el silencio, y aún no digo nada para que continúe hablando—. Está bien. Y saberlo me tranquiliza, realmente le deseo lo mejor.

—Seguro que él lo sabe. Es bueno darle un buen cierre a la historia, quedarse sin resentimiento es lo más sano que uno puede hacer. Se vive más tranquilo, ¿no crees?

—Eso es cierto. Es sacarse un peso de encima y caminar menos encorvado.

—Exacto, de eso hablo. En fin, ¿tú cómo estás? ¿Mejor?

—De hecho, sí —me alegra oírlo—. Este tiempo conmigo me sirvió mucho. Siento haber desaparecido.

—No lo hagas, lo entiendo. Todos necesitamos un poco de espacio de vez en cuando, las piezas vuelven a su lugar. Además, estás mejor, fue un tiempo muy bien invertido.

—Pues sí..., incluso me di cuenta de algo muy importante.

—¿Puedo saberlo?

—Es que por eso he venido, necesito que lo sepas.

Me siento tan nervioso como toda persona esperando su turno en el dentista.

—Te escucho.

Se ríe nerviosa.

—Es que no sé cómo decirlo —suspira—. El último tiempo con Iván, me sentí muy confundida con respecto a otra persona. Creí que no era nada, pero por supuesto que lo era cuando mi tiempo con esa persona era el mejor. De hecho..., lo sigue siendo.

Bien. No sé si quiera escuchar esto. No quiero escucharla decir que siente algo por alguien que no soy yo.

No lo voy a poder soportar, pero tendré que poner mi mejor cara. Mientras que en mi interior estalla la bomba.

—Y bueno, en estos días de... descanso, por decirlo de alguna manera, llegué a la conclusión de que esa persona me gusta mucho —se ríe nerviosa—. En verdad, no sé cómo decirlo, porque no sé cuál será tu reacción.

—¿Te gusta Paul?

—¡¿Qué?!

Estalla en una fuerte carcajada, y simplemente me encojo de hombros.

—Lo supuse cuando dijiste lo de mi reacción.

—Por favor, no supongas —se sigue riendo—. No, no me gusta Paul —deja de reírse—. No soy buena con estas cosas, nunca lo fui. Y no sé qué hago aquí sin antes haber preparado un discurso o algo así. Maldito impulso que me trajo sin práctica —suspira, sus nervios son tan claros como mi confusión—. ¿No te has dado cuenta?

—Chloe, necesitas saber que soy pésimo con las señales. Más ahora que no veo nada —solo yo me río, ella, en cambio, suspira.

—Haces todo más difícil... Pero está bien, lo diré como me salga, ¿de acuerdo?

—Espero entender tu idioma.

Me siento un tonto al no entender lo que quiere decirme, pero realmente no sospecho nada.

Pero el silencio de Chloe me hace pensar en sus nervios, me hace pensar en muchas cosas que hemos vivido.

¿Hay una posibilidad de que sienta algo por mí?

—¿Sientes algo por mí? —pregunto susurrando, con nervios y hasta miedo.

Mi corazón está a punto de salirse de mi pecho. Llega a decirme que no, y voy a desear que algo me lleve a Marte. Pero... ¿y si su respuesta es un rotundo sí?

—¿Chloe? —me río cuando no escucho ninguna respuesta, solo su respiración—. ¿Puedo tomar tu silencio como un sí? —aún no dice nada—. De acuerdo, lo haré.

En verdad, siento que tengo que decirle todo lo que mi interior está gritando desde hace tiempo. Increíblemente, no siento miedo, al contrario de esa pizca negativa, siento una enorme seguridad.

—A mí sí me pasan cosas contigo —lo dije. Mi interior, finalmente, gritó, y en estos momentos está danzando. Espero que la danza continúe. Mi corazón late al ritmo de lo que siento por Chloe—. Es raro, porque no es hace mucho que te conozco, pero siento que sí. Y es una locura pensar en cómo me haces sentir si tengo en cuenta el corto tiempo que te conozco.

Sonrío y siento que mis mejillas arden. Lo hice, realmente lo estoy haciendo. Solo espero que la suerte esté de mi lado.

—Había decidido cerrar la entrada a los sentimientos, pero apareciste tú. De la nada, de sorpresa, porque sí. Y así, de la nada, de sorpresa, y porque sí... despertaste cada una de las emociones que creía muertas —no dejo de sonreír. Estoy tan emocionado, porque cuando no te guardas nada, lo que sientes es muy liberador.

—Cuanto más intentaba que no me gustaras, más lo hacías. La típica ley del amor. No puedes manejarlo, porque él te maneja a ti. Incluso, creo que lo que siento por ti es mucho más fuerte que un simple «me gustas». Es muy pronto para decir que estoy enamorado, pero en verdad, lo que me pasa contigo, se siente más grande que un simple gustar.

Su respiración a mi lado se acelera. Al menos sé que sigue aquí después de haber abierto mi corazón de tal manera. Había cerrado las puertas, pero ella llegó con la llave perfecta y única para abrir el candado.

—¿Puedes creer que quiero seguir hablando? —me río—. La seguridad de estos momentos me guía para que no deje de hacerlo. Me gusta todo de ti, Chloe. Desde el sonido de tu risa, hasta tu aroma. Me gustas, aunque no pueda verte —suspiro—. Y lo que más me gustaría en estos momentos, sería verte. Apreciar tu rostro, observar tu reacción a todo lo que dije. Simplemente verte y decirte todo esto mirándote a los ojos —sonrío, y ya no puedo más con su silencio.

Por favor, que diga algo, me estoy muriendo.

—Chloe, di algo, por favor. Porque si me llegas a decir que no sientes nada por mí... Eso sí que sería horrible.

Se ríe, finalmente. Otro sonido que no es su respiración. Y solo Dios sabe cuánto amo el sonido de su risa.

—Eres tú —creo que, por primera vez, desde que me confesé, puedo asegurar que respiro con tranquilidad. Eres tú, dijo. Esas palabras están siendo guardadas en mi corazón.

Me siento aliviado, y hasta lleno de sorpresa. Porque simplemente no puedo creer que esa persona sea yo.

Es increíble, sentí seguridad para hablar, pero no puedo creer que a Chloe le pasen cosas conmigo.

—Y escucharte, me hizo sentir más segura de lo que me pasa contigo. También me sorprende el nivel de cómo has llegado a mí en tan poco tiempo, pero simplemente pasó, y me gusta. Me gustas, Hunter —sonrío.

Creo que hasta podría hacer una canción con sus palabras, junto a una hermosa melodía que sería una caricia al alma.

—Estaba tan nerviosa antes de venir aquí, y cuando empezaste a hablar... no lo podía creer. Marie me lo dijo, lo sospechaba, pero yo no lo creía posible.

—¿Y eso por qué? Eres increíble, Chloe.

—Te gusto por quien soy —susurra, y sé lo que quiere decir.

—Si tuviera la oportunidad de verte, aunque sea unos segundos, seguirías gustándome. Porque tú, con tu simple persona, me has enloquecido por completo —se ríe. En verdad, desearía mucho ver la mueca de su risa—. ¿Puedo...? —le pregunto y extiendo mis manos, buscando su rostro.

—Puedes.

Chloe me guía hacia su rostro. Toco su frente, bajo a sus ojos, sus pestañas me acarician cuando me voy alejando.

Llego a su nariz y se ríe, su risa tan cerca de mi tacto. Sonrío mientras continúo mi paseo por su rostro.

Toco las comisuras de sus labios, y mi sonrisa se extiende aún más cuando acaricio su boca. La respiración de Chloe se acelera junto a la mía, y repito otra vez mi recorrido. Es hermosa siendo ella, es hermosa ante mi tacto. Es hermosa porque simplemente lo es.

—Gracias —susurro—. Estuve más cerca de la chica que me gusta.

—Es todo muy loco. Pase de una ruptura un tanto pacífica, a confesarle a un chico que me gusta.

—Hay cosas más locas en el mundo. Y si pensamos en esta locura, yo creo que es linda.

Nos quedamos en silencio, y en el sonido de la nada, solo deseo besarla.

—Supongo que es demasiado pronto para ti comenzar algo, pero me gustaría conocerte aún mejor, Chloe, y que me conozcas. No te preguntaré si quieres ser mi novia... aún —nos reímos—. Pero ¿te gustaría pasar el tiempo conmigo?

—Me gustaría pasar el tiempo contigo.

Si estoy soñando, espero que ni el despertador, ni Paul, me despierten.

—¿Chloe?

—¿Sí?

—¿Puedo besarte? Porque muero por hacerlo.

—No preguntes.

Sonrío.

—Ya lo hice, y solo espero una respuesta.

Siento las manos de Chloe sobre mi mejilla, me acaricia y luego la suavidad de su tacto se dirige a mis labios.

—Puedes.

Está cerca de mí, puedo sentir su respiración, y su aroma llega aún más a mí.

Coloca sus manos sobre mis hombros mientras mis manos buscan su cintura. Trago saliva y me quedo quieto, espero a que ella se acerque para no cometer ningún movimiento errado.

Este va a ser mi primer beso desde el accidente, y me siento tan nervioso como la primera vez que besé a una chica. Lo único que ruego es hacerlo bien.

Su boca, finalmente, se posa en la mía, y cierro los ojos por naturalidad. Esa chispa característica que muchas veces me sorprendió ante el más mínimo contacto, recorre ahora cada partícula de mi cuerpo. Me siento vivo.

Chloe abre su boca y me invita a pasar. Cuando nuestras lenguas chocan, mi cuerpo reacciona, y aquella chispa familiar, pasea por mi cuerpo con más intensidad.

La estoy besando. Estoy besando a la chica que me gusta. Estoy dando mi primer beso desde el accidente. No puedo expresar cuán increíble me siento en estos momentos.

El mejor primer beso desde que cuento con la mirada oscura. Si vamos al caso, Chloe está siendo la primera en todo desde el accidente, y eso me hace sentir que puede ser un gran comienzo.

Luego de unos segundos más se aleja, y estoy sonriendo como nunca antes. Me pregunto si ella también sonríe, así que llevo mis manos hacia su rostro una vez más, y acaricio sus labios curvados hacia arriba. Está sonriendo.

—Estoy muy ansiosa por pasar el tiempo contigo.

Sus palabras son la razón por la cual mi corazón está a punto de salirse de mi pecho.

—Entonces, somos dos los ansiosos.

Sonrío y la acerco hacia mí. Pero esta vez no la beso, a diferencia de eso, la abrazo.

Chloe apoya su cabeza sobre mi pecho, y me rodea con sus brazos. Apoyo mi cabeza sobre la suya, y la abrazo.

Momentos perfectos... y este.

Y es así, en este preciso momento, donde siento que cada pieza rota en mí se une. Donde siento que tengo una nueva razón para sonreír. Donde me siento querido pese a mi discapacidad.

¿Cómo le explico al mundo cuán vivo me siento en sus brazos?

No quiero que este momento termine nunca. Quiero quedarme para siempre en sus brazos, quiero para siempre sentir su respiración a la par de la mía.

¡Paren el mundo! Porque quiero quedarme aquí por mucho más tiempo.

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