
Capítulo 22
Hunter
Ya pasó bastante de mi salida con Chloe y Riley. Cabe destacar que fue una de las mejores salidas. Volví al departamento cansado de haber reído y sonreído tanto.
Chloe se sumaba a las bromas infantiles de mi hermano, seguía sus canciones y hacía chistes para hacerlo reír a carcajadas. Como cuando habló imitando a un personaje animado que Riley adora.
Aunque claro, más allá de cada risa, de cada sonrisa, lo que más me gustó, fue haber entrelazado nuestras manos.
Había olvidado lo que era tomarse de la mano con una chica, más si esa chica te gusta. Pero mi contacto con la mano de Chloe, fue muy diferente al que tuve alguna vez con Caroline.
Porque por primera vez comprendí lo que tanto había leído en los libros, por primera vez sentí que la mano de una persona había sido creada perfectamente para mí.
Definitivamente, fue lo mejor de la salida. Además, durante todo el tiempo que duró, no pensaba en el hecho de que Iván existe y es el novio de Chloe.
Estoy pensando mucho en ella, y no por lo que comencé a sentir, sino porque hace días que no sé nada de ella. Habíamos quedado en que ella me llamaba para organizar otra salida, pero Hello, Goodbye no sonó.
Tal vez está muy ocupada, o tal vez... se aburrió de mí y simplemente no quiere hacer nada. Espero que sea la primera opción.
Tampoco me crucé a Marie como para preguntarle por ella. Incluso evite mis ganas de presentarme en la biblioteca, no quiero quedar como un pesado.
¡Me siento un completo imbécil! Podría burlarme de mí mismo, pero en algún punto, ya dejaría de darme gracia.
Paul entra al departamento, interrumpiendo mi intento de querer prestar atención a la entrevista que le están haciendo a Tim Burton.
—Me crucé a Marie —dice al desplomarse a mi lado.
—¿Le preguntaste por Chloe?
—Claro que lo hice, ¿crees que me gusta verte todo preocupado? —suspiro—. No tiene nada que ver contigo. Chloe no se puso en contacto contigo porque al parecer está mal.
Y ahora que lo sé, lo único que quiero es llamarla, ir a su trabajo, sin miedo a quedar como un pesado.
—Creo que se peleó con su novio, Marie no quiso decirme mucho. Solo me dijo que está pasando por un momento... algo difícil.
Más allá de la distancia que Chloe me había contado que comenzaron a tener, parecían entenderse. Por lo tanto, admito que un poco me sorprende.
—¿Crees que estaría mal si la llamo?
—Para nada. Será un buen detalle de tu parte, siempre has sido bueno escuchando y dando consejos.
Dicho esto, Paul deja el celular en mis manos. Luego escucho cómo el grifo del agua se abre, y comienza a cantar.
Me tiembla el pulso a la hora de indicarle al celular que busque a Chloe entre mis contactos y la llame. Y ni hablar cuando me informa que lo está haciendo.
—Hola... —atiende al tercer tono. Su voz está apagada y, hasta puedo decir, que se encuentra ahogada entre sus lágrimas que de seguro cedieron.
Comienzo a sentirme terrible. Lo único que deseo en estos momentos, es estar donde ella está y abrazarla. Rodearla con mis brazos, intentando así quitar cada pizca de dolor.
—Hola, Chloe.
—Hunter, ¿cómo estás? Siento no haberte llamado, es que... estuve ocupada.
—Por favor, no te disculpes —suspiro. Espero que no esté sintiendo que invado su espacio—. Yo estoy bien, pero la pregunta es, ¿tú cómo estás? Te escucho mal. Puedes no responderme si quieres, lo voy a entender.
—Solo sé que si respondo, volveré a llorar.
—De alguna manera, hace bien. Es una forma de descarga. Aún más si estás en compañía de alguien que te dice que todo estará bien, y tú estás diciendo «¿Cómo va a estar todo bien? ¡Mira cómo lloro! ¡Deja de molestarme!».
Medio se ríe y sonrío. Porque saber que provoqué una risa en su momento difícil, es muy reconfortante.
—Creo que eso no es molesto, porque sabes que en algún momento estarás bien como dice esa persona. Me enoja más cuando te dicen «no estés mal» y tú ahí pensando «oh, claro. Mis problemas se solucionaron, gracias».
Ahora ambos nos reímos de ciertas palabras que muchas personas creen que son de aliento, cuando en realidad, no.
—Hmm... ¿sabes? No es necesario que estés sola en estos momentos —dudo mucho de lo que estoy a punto de decir, pero, finalmente, dejo las dudas de lado y lo hago—. Paul saldrá. Es viernes, y últimamente está saliendo mucho. Si quieres... puedes venir —escucho un suspiro de su parte—. Espera, antes de que me rechaces, te informo que tengo Netflix, helado y una compañía que no preguntará nada al respecto, si es que no quieres hablar del tema.
Di que sí, di que sí.
—Obtuviste mi atención desde el momento en que usaste la palabra helado.
Una sonrisa de alivio se dibuja en mi rostro. Tanta tensión me estaba poniendo nervioso. De hecho, ya pensaba en qué decirle cuando me rechazara.
—No hay nada mejor que ahogar tus penas con helado.
—O con los mejores chocolates de la tienda.
—Lamento decepcionarte, pero no tengo chocolates —se ríe—. Entonces... ¿qué me dices?
—No quiero molestar.
—¿Molestar? Vamos, Chloe, te invité yo, ¿en serio crees que me vas a molestar? —vuelve a suspirar—. No es necesario que inventes excusas para no hacerlo, lo voy a entender.
Silencio. Silencio.
—Está bien, iré. Creo que me vendría muy bien salir de mi habitación y dejar de preocupar a mi padre.
Y la sonrisa más grande de todas está en mi rostro. Hasta que recuerdo que la chica que me gusta está mal, y eso no es motivo para sonreír.
—¿Quieres que lleve algo para cenar? —pregunta—. Tú invitas el postre, y yo llevo la cena.
—Eso suena bien.
—Pero la pregunta que más importa es, ¿quién elige la película?
Me río.
—Es verdad, había olvidado ese detalle. Dejaremos que un sorteo decida.
—¡Perfecto! Entonces, en menos de una hora estaré allí.
—Hasta entonces —escucho cómo termina la llamada.
—¡Que cosa más tierna eres! —la voz de Paul me sobresalta.
—¿Hace cuánto estás aquí?
—Lo suficiente como para saber que me tengo que ir, cuando no tenía planeado salir. Solo quería comer helado y estar con mi chico.
Me río cuando remarca el mí. He aquí una de las cosas extrañas de nuestra relación, sus escenas de celos.
—Oye, eres el menos indicado en decirme algo. Me has estado cambiando por cualquier chica que te cruzas.
Y mis celos.
—Es porque quiero olvidarme de mi vecina. No entiendes nada ¡y ya comenzamos a pelear!
Nos terminamos riendo. Siempre es así cuando nos celamos como si fuésemos pareja.
—Lo siento, pensé que ibas a salir. Puedes quedarte, no habrá problema.
—Por supuesto que no me quedaré. ¿Crees que soy tan mal amigo para interrumpir tu momento con una chica?
—No lo harás, Chloe solo viene a despejarse.
—Como sea, en cuanto venga, me voy. Por cierto, ¿la recibirás en pijama?
¿Aún estoy en pijama? ¡Mierda! Había olvidado por completo lo cómodo que me gusta estar cuando sé que no voy a salir.
Una vez más me encuentro en la sala. Solo que esta vez, estoy recién salido de la ducha y vistiendo una ropa muy diferente a la de un pijama.
El timbre suena, y vaya uno a saber cuál fue mi reacción. Pero lo que sí sé, es que provocó una carcajada en Paul.
—Hola, Chloe.
—¡Hey! Hola, Paul.
—Pasa... aquí está mi bebé —niego con la cabeza, y Chloe se ríe—. ¿Lo cuidarás?
—Por supuesto.
—Genial, cualquier cosa me llamas. En fin, que disfruten de su noche. Yo... no sé a dónde me iré, ya que me echaron, pero ya se me ocurrirá algo —suspiro y vuelvo a negar con la cabeza. Muchas veces lo odio, pero ¿dónde consigo otro amigo como él?, ¡imposible!—. Adiós, nene, te quiero.
Se ríe de mí, porque el muy maldito sabe que lo estoy odiando en estos momentos.
—¿Por qué dijo que lo echaron? —pregunta Chloe tras la salida de Paul.
—En mi defensa, realmente creí que iba a salir —se ríe, y sonrío ante el sonido.
—Bueno, traje la cena. Espero que te guste la comida mexicana.
—Me gusta la comida de uno de los países que espero conocer algún día.
Nos sentamos en los taburetes de la cocina, y compartimos la cena. No le pregunté nada acerca de su estado de ánimo, y pareció estar cómoda con eso.
A diferencia de ese tipo de conversación, hablamos sobre cosas nuestras, y sobre cómo mi pequeño hermano había quedado enamorado de ella.
—¿Hacemos el sorteo para la elección de la película? —pregunta.
—Pero antes, ¿qué género prefieres evitar?
—Y evitaría las de amor, pero son mis favoritas.
—Podemos optar por otros géneros. No lo sé, comedia, acción...
—Las de acción no son mi tipo —me interrumpe.
—¿Has escuchado de Begin again?
—Mmm... Creo que no.
—Es una muy buena historia. Me gusta porque no cuenta cómo la protagonista conoce al amor de su vida, y bla, bla. Me gusta porque ella logra encontrar su camino, al igual que su compañero. Y si eso no te convence, te cuento también que tiene lindas canciones.
Chloe decide ver el tráiler, para corroborar por sí misma que la historia es genial.
—Si me decías que Mark Ruffalo era el otro protagonista, no hubiese visto el tráiler —me dice.
—Por un momento iba a nombrar a Adam Levine, ya sabes, todas las chicas se enloquecen por él.
—Pues... estás hablando con una chica que prefiere a Mark Ruffalo, así que no todas las chicas prefieren a Adam.
Sonrío. Tan diferente y única a su manera.
Chloe se encarga de buscar el helado, y la película. Aunque, antes de dar play, me preguntó si prefería hacer otra cosa. Y no, realmente quiero imaginar la historia a partir de los diálogos, la música. Más con ella a mi lado.
Disfruté de la película, y creo que solo lo hice, porque lo compartí con Chloe.
Lo que sí me llenó de preguntas, fue su suspiro en puntos claves de la historia. Como cuando el novio de la protagonista la engaña. Eso me llevó a preguntarme si Iván la engañó, porque si es así, sería capaz de matarlo.
Chloe no merece ser engañada. Bueno, en realidad, nadie merece ser engañado por la persona que dice amarte.
Me molesta mucho la gente que engaña al amor, que lo mancha de una manera tan triste y dolorosa. Esas personas que actúan como si no tuvieran pareja, causando así un dolor punzante en el otro.
Y ni hablar de los suspiros de Chloe ante las letras de las canciones. Tengo muchos interrogantes sobre su estado de ánimo, pero no quiero molestarla.
Tampoco es bueno que saque mis propias conclusiones, porque solo consigo molestarme y tal vez las cosas no son así. Pero lo que sí es cierto, es que Chloe está triste. Y eso es algo que no quiero.
—No mentiste, es una gran película —opina cuando termina.
—¿En serio te gustó?
—Claro. La historia, los actores, los escenarios, la música. Sobre todo, la música. En serio que me gustó.
—La música... creo que es mi parte favorita de todo.
—¿Escuchamos el soundtrack?
—¡Qué gran idea!
Chloe se encarga de buscar el soundtrack. Lo reproduce, y se vuelve a sentar a mi lado en el sofá. La primera canción que suena es la que más me gusta, se trata de Lost Stars, interpretada por Adam Levine.
Por un momento, creo que agradezco tener los ojos oscuros. No soportaría ver triste a Chloe, me mataría. El antiguo Hunter, no soportaba ver a nadie triste. De hecho, hacía hasta lo imposible para provocar una sonrisa.
El Hunter de hoy, nota la tristeza en la voz. Y eso me afecta de todas formas, pero por momentos prefiero esto, que ver ojos repletos de lágrimas de tristeza.
La mano de Chloe roza sin querer la mía cuando la canción termina. Y ese mínimo contacto, me agradó. Hasta eché de menos la sensación que recorrió mi cuerpo cuando nos dimos la mano en la feria.
Ahora apreciamos la voz de Keira Knightley en Tell me if you wanna go home. Muevo mi cabeza al ritmo de la música, para luego sumar mis pies al movimiento. Pero me detengo cuando noto que Chloe está sollozando a mi lado.
Oh, no...
—¿Chloe?
Siento sus brazos a mi alrededor, y por un momento me quedo congelado. En verdad, no esperaba este movimiento, me sorprendió.
Más allá de la sorpresa, rodeo su cuerpo con mis brazos. En cuanto lo hago, Chloe apoya su cabeza en mi pecho y llora aún más. Necesito saber qué le pasa. Necesito, por favor, tener la cura para su tristeza.
Me siento mal al escucharla llorar. Abrazar su tristeza me hace sentir enfermo, solo quiero que acabe. Solo quiero escuchar su risa, o imaginar su sonrisa.
—Lo siento —dice entre lágrimas.
—Nunca te disculpes por llorar.
Se aleja de mi cuerpo, y la echo de menos. Siento que mi cuerpo la necesita.
—Se supone que iba a venir a distraerme —se ríe—. Maldita música.
Busco la notebook en la mesa de café, y pongo pausa.
—¿Quieres hablar?
Suspira profundamente. Quizás está buscando las palabras para comenzar a hablar, o quizás está a punto de decirme que prefiere irse a casa.
—¿Qué piensas de la costumbre? —pregunta al fin.
—¿De qué estamos hablando?
—Del momento en que sientes que estás con una persona por costumbre.
—Oh... —vuelve a suspirar. Mientras tanto, en el silencio, busco mis palabras—. Nunca me pasó, pero supongo que debe ser muy triste llegar a ese punto.
—Sí, lo es.
—Pero..., de alguna manera, es mejor dejar ir a una persona y no quedarse a su lado porque sí. Porque las cosas no terminarían bien. Además, creo que sería más triste pasar día tras día con una persona que no...
—Que no quieres —dice por mí—. O que al menos no quieres como el primer día.
—Tampoco puedes obligarte a hacerlo, porque ese cariño tiene que ser natural. El amor a la fuerza, no es amor. Solo es nombrar un vacío. Y no es justo para nadie vivir en un vacío. Si me preguntas qué pienso de la costumbre, te contesto eso. Pienso que es un vacío que te obligas a abrazar, y tarde o temprano se va a esfumar y solo queda la caída. Y ni hablar del impacto... Por eso, creo que es mejor terminar las cosas y no forzar nada.
—No abrazar a la nada.
—Exacto.
Chloe suspira a mi lado, y vuelve a sollozar. Solo que esta vez sus brazos no me rodean.
—¿Por qué me siento tan mal por no quererlo? —pregunta entre lágrimas.
—Chloe, lo quieres. Solo que no como el primer día, y no por eso eres una mala persona. Te sientes mal porque te estás castigando sola por cosas que no son. Deja de darle poder a ese lado malo de tu mente, ¿sí?
—No sé cómo hacerlo.
—Busca actividades, enfócate en ti misma. Ahora puedes llorar todo lo que necesites, pero va a llegar el momento de respirar profundo y seguir.
El silencio ronda por el departamento, luego de mis palabras. Solo se escuchan ciertos movimientos de la vida nocturna de la gente de Texas.
—Cuentas conmigo para lo que necesites —digo—. Aquí estoy. Siempre habrá películas, helado y buena música.
Se ríe. Y ese sonido nunca se escuchó tan perfecto. Saber que provoqué una risa entre tantas lágrimas, hace de su risa, un sonido mágico.
—Y una buena compañía —agrega y sonrío—. Gracias, aprecio mucho tus palabras. Ojalá... supieras lo increíble que eres, Hunter —dice luego de haber dudado en si hacerlo o no—. Creo que todos lo saben, menos tú.
—Me considero un caso perdido.
—No lo eres, nadie lo es, ¿acaso no te has escuchado? Eres genial. Ojalá algún día lo sepas, o... no lo sé, encuentres a alguien que te haga sentir eso que todos saben de ti.
¿Y si ya la encontré?
¿Y si ese alguien eres tú?
Niego con la cabeza sonriendo. Y todo por las preguntas que se formularon en mi mente. Menos mal que Chloe no puede leer mis pensamientos.
—No estábamos hablando de mí, Chloe, ¿puedes prometerme algo?
—No puedo prometer algo que no sé.
—Bien, prométeme que no cometerás el mismo error que yo. Prométeme que nunca te considerarás un caso perdido. En realidad, no me hagas esa promesa a mí. Háztela a ti.
Y en el silencio de sus palabras, pienso en que me gustaría mucho decirle que ella puede ser el motivo para que me encuentre conmigo mismo, una vez más.
—Lo prometo.
Sonrío.
—Aun así, si te fallas a ti misma en esa promesa, créeme que te encontraré.
—Gracias, Hunter.
—No hay por qué.
Le vuelvo a sonreír, cuando en realidad muero por abrazarla. Quiero rodear su cuerpo con mis brazos y embriagarme con su aroma. Pero no lo hago, solo le sonrío.
Lo que siento por Chloe se fortalece cada día más. Aún es muy pronto para decir que estoy enamorado, pero lo que siento, es mucho más fuerte que un simple me gusta.
¿Qué palabra define lo que siento?
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