Capítulo 15
Hunter
No me arrepiento de haber aceptado esta salida. Puedo decir con total seguridad, y, más aún, con sinceridad, que lo disfruté mucho. Sus amigos peludos, tal como Chloe los llama, son geniales. Muy amistosos y juguetones.
Además, debo confesar que me gusta el aire de campo, escuchar a los pájaros cantar junto con el leve viento que los acompaña, sentir el césped, sentir cada parte de la naturaleza sobre mí, estar alejado de los ruidos de la ciudad.
Lugares así traen paz, al menos a mí en particular. Quizás muchos lo consideran aburrido, pero desde mi perspectiva están muy equivocados. No hay nada mejor que desconectarse de todos, y de todo. De dejar de lado la tecnología, y disfrutar la simpleza que la vida te regala en pequeños detalles que normalmente ignoras.
En fin, fue un día realmente agradable y no quiero que se acabe. No quiero que Chloe se acerque para decirme que es tiempo de volver. Me siento como un niño que no quiere bajarse del castillo inflable.
—Hunter —y ahí está ella, con su voz dulce y cantarina—. ¿Quieres irte?
No. No quiero irme, quiero quedarme aquí, cerca tuyo.
—Sí, vamos.
—¿Ya se van? —pregunta Daniel.
—Sí. Es que le prometí a mi padre que haría la cena, y no quiero fallarle.
—Eso está bien. Hunter, fue un placer haberte conocido. Déjame decirte, que eres más que bienvenido.
—Gracias, Daniel, lo voy a tener en cuenta. Y también fue un placer conocerte.
Nos despedimos de Daniel, y de los perros, quienes como despedida no dejaban de ladrar. Una vez que enciende el auto, toca el claxon como último adiós, hasta pronto, y los ladridos se van perdiendo a medida que Chloe avanza hacia la carretera.
—Dime que no fue una mala idea venir —dice para romper el silencio.
—Fue una gran idea, Chloe. En verdad, necesitaba un poco de despeje, y qué mejor que el campo. Además, tus amigos peludos son geniales. Y Daniel me cayó muy bien. Fue un gran día.
Suspira aliviada, como si hubiera estado esperando una respuesta totalmente diferente.
—No sabes cuánto me alegra saberlo. Gracias por haber aceptado.
—Al contrario, gracias a ti por pensar en mí para venir.
Nuevamente el silencio de palabras gira sobre nosotros. La única voz que se escucha, es la de una cantante que desconozco. Me dejo llevar por esa voz, y por la triste historia que cuenta con un canto desgarrador.
—¿Quieres... venir a cenar a mi casa?
Su pregunta es la razón por la cual dejé de sumergirme en la voz de la mujer. A su pregunta la percibo con timidez. Su pregunta me hace sonreír.
—¿En verdad? Pues, no quiero interrumpir la noche contigo y tu padre.
—No lo harás, le encantará conocerte.
—Entonces, me encantaría cenar con ustedes.
—¡Genial!
Y su voz ya no se escucha nerviosa, a diferencia de ello, estoy totalmente seguro de que está sonriendo.
Si tan solo tuviera al menos un minuto para poder apreciar esa sonrisa que se dibuja en su rostro... Un minuto para observar a Chloe, y no solo sentir la seguridad de que está sonriendo. Solo ver la acción de su sonrisa, la manera en que su rostro cambia cuando lo hace.
Tan solo un minuto sería suficiente para mí, para no perderme ningún detalle, para conservarla en mi memoria y dejar atrás la imaginación.
En el camino a su casa, Chloe se detuvo en un minimercado para comprar las cosas necesarias para preparar la cena que le prometió a su padre, y a la cual acabo de ser invitado.
—¿Iván? —pregunta, casi susurrando.
—¿Qué?
—El auto de Iván está aparcado fuera de mi casa.
—Tu novio —afirmo y una daga se entierra en mi cuerpo.
—Sí, pero es muy extraño que esté aquí.
¿Por qué es extraño? Son novios. Él puede venir a verla, o venir a ver a su padre. No veo nada de raro en ello.
Pero el hecho de que Chloe lo haya dicho, me lleva a preguntarme cómo será su relación con Iván.
—Puedes llevarme a casa.
—No lo haré. Te invité a cenar, y no te llevaré hasta que lo hayamos hecho. Todo está bien, en serio. Aunque si prefieres irte, lo entenderé.
—Yo no tengo problema.
Chloe, finalmente, apaga el motor de su auto, me ayuda a bajar, y con mi mano alrededor de su brazo, camino hasta la entrada.
—Hija, llegaste al fin —dice un hombre cuando entramos—. Iván llegó hace un momento, y... Oh, ¿Hunter?
¿Le habló de mí?
—Hola, señor.
—¿Señor? Por favor, no me llames así. Solo dime Marshall, muchacho.
—Entonces, hola, Marshall.
—Mucho mejor.
—Hola, Hunter —dice otro hombre, Iván. Solo que no suena tan amistoso como Marshall—. Soy Iván.
Siento que tan solo le faltó decir «soy el novio de Chloe» como para marcar territorio, y estábamos completos. Pero agradezco que no lo haya hecho, porque no soporto la posesión en las personas, como si se trataran de objetos.
—Hola, Iván —sonrío y siento cómo me estrecha la mano por unos breves segundos. La televisión me trae el sonido de voces que conozco, diciendo algo que conozco. Y por suerte, sirve de manera perfecta para cortar la tensión—. ¿Estaban viendo Volver al futuro?
—Es la película favorita de papá —dice Chloe—. No se cansa de verla. Si no está viendo a Chaplin, lo puedes encontrar emocionado con esta película.
—¿Es un delito? —pregunta Marshall.
—Bueno, en el caso de que lo sea, ambos somos culpables —digo sonriendo—. Es mi película favorita.
—¿No bromeas? —niego con la cabeza, sin dejar de sonreír—. ¡Marty, tienes que venir conmigo!
Me río cuando cita un diálogo de la película.
—¿A dónde?
—¡De regreso al futuro!
Ambos nos reímos, y enseguida el padre de Chloe me guía hacia el sofá.
—¿Por qué has venido con él? —escucho que le pregunta Ivan a Chloe, lo suficientemente fuerte como para que logre escucharlo, y deje de prestarle atención a lo que sea que Marshall me está diciendo.
—No empieces, Iván. Tú has querido conocerlo, pues bien, aquí está la oportunidad. Te pido que, por favor, no seas malo con él.
Ahora pasan a susurrar, y ruego para mis adentros que él no la esté tratando mal. Ruego no traerle problemas a Chloe, porque quiero su amistad. No soportaría si tuviera que dejar de hablarme para evitar problemas con su novio.
—Creía que los chicos jóvenes pensaban que Volver al futuro era una mala película, o algo así —dice Marshall una vez que nos sentamos para cenar.
—No lo creo. Es una gran película, y no creo ser el único que lo piense.
—¡Es que lo es! Al fin no me siento tan solo en el mundo.
—Sí, gracias por la parte que me toca, papá —dice Chloe y me río.
Llevo la tarta de verdura hacia mi boca, Chloe está atenta por si necesito ayuda, pero amablemente le digo que estoy bien.
—¿Cómo puedes disfrutar una película? —pregunta Iván y, a decir verdad, me cuesta tragar el trozo que acabo de masticar.
—Iván, ¿qué demonios contigo? —Chloe se escucha enojada.
—Está bien, Chloe, no te preocupes. Solo preguntó algo que muchos se preguntan o piensan.
Iván tiene un problema personal conmigo, como si fuera una amenaza, como si fuese a robarle su novia. Su pregunta fue un ataque directo, y me molestó por el simple hecho de que la hizo con cierto rechazo, solo por ser el amigo de su Chloe. Y hasta tal vez por haber pegado buena onda con Marshall.
—Hay algo que se llama imaginación, o memoria en este caso —continúo—. Recuerdo cómo son el Doc y Marty, es decir, ¿cómo olvidarlos? —sonrío—. Recuerdo muchas escenas, y por más que no las pueda ver, están en mi cabeza. Tuve que acostumbrarme y adaptarme a llevar esta vida. Claro, no fue para nada fácil y a veces se me sigue complicando, pero no me queda otra —suspiro—. Además, creo que los discapacitados disfrutamos más la vida que la gente como tú.
—¿Gente como yo? ¿A qué te refieres?
—Pues a nada. Solo digo que cuando te encuentras con un discapacitado, muchas veces ves que vive y valora la vida de mejor manera que una persona que no está en sus zapatos. Muchas veces son un claro ejemplo a seguir, muestra de ello es la cantidad de videos que puedes encontrarte hasta estando en Facebook. Y si eso no te parece suficiente, puedes verlo con tus propios ojos. Te recomiendo que vayas al jardín botánico, el que está ubicado al este de Dallas. Creo que todos fuimos —tanto Chloe como su padre dicen que sí—. Bien, allí puedes encontrar a Roger, un hombre sin brazos y con un increíble talento. Lo conozco hace años. A él le gusta pintar, te preguntarás cómo lo hace e incluso puede que te rías. Pero hace unos dibujos increíbles con sus pies, tienes que ver para creer.
—Lo he visto —dice Marshall—. Y es verdad, pinta cuadros hermosos.
—Muy hermosos. Lamentablemente, muchas universidades lo rechazaron, pero ellos se lo pierden. Aun así, Roger no ha dejado de hacer lo que le gusta y es muy feliz junto a su esposa y su hija que lo aman. ¿Alguna otra pregunta?
—No —responde serio—. Me disculpo por ser grosero.
El padre de Chloe saca un nuevo tema de conversación para cortar con el momento, y estoy muy agradecido. Solo que aún siento ojos furiosos sobre mí.
Luego del helado, Chloe me dice para llevarme. Marshall hizo que le prometiera que volvería pronto para disfrutar juntos de un maratón de Volver al futuro. Y, por supuesto que acepté, ¿cómo negarme a mi película favorita?
Y claro, Iván se despidió muy diferente. Hasta creo que intentó ser amable solo por Chloe. Más allá de eso, me despido con respeto. Ya tuvimos suficiente en la cena.
—Hunter, lo siento —dice Chloe una vez que emprendemos viaje.
—¿Por qué?
—Por Iván. No fue justo que te haya hecho pasar por eso.
—Tranquila, no es la primera persona que me hace una pregunta como esa. Ni será la última.
—Espero que la cena no te haya caído mal.
—Para nada, estuvo deliciosa —sonrío.
—Iré a ver a ese tal Roger.
—No te arrepentirás de hacerlo, es increíble y una muy buena persona.
Llegamos al departamento, y subimos hasta el piso correspondiente.
—Saludaré a Marie antes de irme —dice—. Muchas gracias por hoy.
—Gracias a ti por ambas invitaciones —le sonrío—. Déjale mis saludos a Marie.
—Y tú a Paul. Adiós, Hunter. Hasta pronto.
Sus labios se posan en mi mejilla, y sonrío. Hasta puedo decir que me encuentro nervioso. Y una vez que Chloe toca el timbre en el departamento de Marie, yo espero por Paul.
—¿Estas son horas de llegar? —pregunta cuando entro—. Oh... ¿a qué se debe esa sonrisa?
—A nada.
—Claro, el señor que vive con cara de culo llega sonriendo y no se debe a nada —me río.
—La he pasado muy bien, Paul. Solo que en la cena estuvo su novio —me acerco hasta el sofá y me siento. Pasan segundos para que el mismo se hunda a mi lado.
—¿Tan mal estuvo? Tu cara cambió por completo.
—A él no le agrado, claramente.
—¿Te trató mal?
—No —no quiero contarle la verdadera situación a Paul, porque lo conozco, y sería capaz de buscar a Iván—. Al menos a su padre le agradé —se ríe y suspiro—. Creo que me gustaría que Chloe no tuviera novio.
—¿Estás diciendo lo que yo creo que estás diciendo?
—Me gusta Chloe. Y sí, tal vez odie sentir esto. Pero creo que más odio que tenga novio. Así que nada.
—Eso no es un impedimento.
—¿Cómo que no? ¿Por qué no vas y besas a Marie? —suspira—. Ya ves —me río—. Como si las cosas fueran de diferente manera sin Iván.
—Oh, no, no vuelvas con eso. Sé a dónde estás yendo, y no quiero escucharte. No me obligues a sacarte al pasillo, otra vez.
Me río negando con la cabeza.
—Pues acéptalo, el amor no es para mí.
—¿Qué cosas dices? Lo es para todos. En serio, quiero que te calles.
—¿Qué sentido tiene creer que lo es cuando yo no lo siento así?
—El pasillo te echa de menos —me río—. En serio, Hunter. Chloe te hace sentir vivo, y no lo puedes negar, porque estoy seguro de que es así, ¿no tiene sentido eso?
Tiene mucho sentido, tiene un muy profundo sentido. Con ella me siento diferente, me siento vivo, siento que soy el Hunter que fui alguna vez. Pero Chloe ya tiene a alguien que la hace sentir de esta manera.
No puedo ni podré luchar contra lo que mi corazón está queriendo sentir. Creo que nadie nunca pudo ir en contra de lo que dictan los latidos.
La verdad es esa; me gusta Chloe. Y quizás esto llegue a ir más allá de un simple gustar, porque todo empieza así. Y en el caso de que cruce esa delgada línea, tengo una única salida que de tan solo pensarla logra que me duela el estómago.
Porque la única salida sería alejarme de ella, como si así pudiera alejarme de lo que siento.
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