Capítulo 14
Chloe
—¿Despierta tan temprano en tu día de descanso? —pregunta mi padre cuando entro a la cocina.
—Tengo cosas que hacer —beso su mejilla—. Buenos días, papá.
—Cierto, buenos días —sonríe, y me siento frente a él, con mi yogur de fresas de todas las mañanas—. Así que... ¿qué planes tienes para hoy?
—Iré a ver a mis amigos.
Sonrío de tan solo decirlo, y él se ríe. Sabe cuánto amo a esos animales.
—¿Otra vez sola?
—Pues no —me mira con ojos interrogantes—. Iré con un amigo.
—¿Qué amigo?
—Se llama Hunter, lo conocí en la biblioteca.
Le cuento a mi padre sobre Hunter, y él me escucha atentamente, sin perderse ningún detalle. Sin dejar de mirarme, como si le estuviera contando el secreto de la inmortalidad.
—Si aceptó acompañarte, y más aún, si aceptó subirse a Blue, eso habla muy bien de él.
—Digamos que aún no sabe de Blue, aunque no creo que se burle de mí... todavía —nos reímos—. Es un buen chico.
—Me encantaría conocerlo algún día, ¿será eso posible?
—¡Claro que sí! Supongo que Hunter no tendrá problema en hacerlo.
Me despido de mi padre, y salgo al hermoso día que Texas nos regala. Al subirme a Blue, le envío un mensaje a Ivan para comunicarle que ya estoy saliendo, la señal a las afueras de la ciudad no es muy buena y no quiero problemas.
Mucho no le gusta que salga con un hombre que no conoce, pero debe entender que Hunter es mi nuevo amigo. Solo eso, nada por lo cual preocuparse.
A veces siento que nuestra relación no está funcionando, ya que Iván rara vez comparte conmigo alguna actividad que me guste, mientras que yo lo acompaño en sus gustos. Lo hemos hablado, pero cuando sentí que lo hacía más por obligación que por gusto propio, dejé de tocar el tema.
Y cuando me siento un poco dejada de lado, Iván termina sorprendiéndome con una acción que quita ese pensamiento de mi mente. Sé que no es malo, y sé que podemos crecer juntos. Podemos seguir funcionando.
Buenos días, cariño. No estoy molesto contigo, siento haberme puesto en tal estado. Pero ya sabes, celos. Que tengas un hermoso día con tus amigos los peludos, te amo.
Y tras recibir una respuesta agradable por su parte, emprendo mi viaje para buscar a Hunter. El tránsito está tranquilo, así que no tardé mucho en llegar. Incluso, llegué antes del horario acordado.
Paul me recibe con una sonrisa amistosa, y me ofrece un vaso de agua. No hay señales de Hunter en la zona.
—Le avisaré de que ya estás aquí, ¡por suerte ya lo estás! Ha estado muy nervioso, casi que lo golpeo.
Paul lo dijo casi sin darse cuenta. Pobre Hunter, de haberlo escuchado de seguro iba a desear que la tierra lo tragara.
Mientras espero por Hunter, observo las fotografías que están en la sala. Fotos donde sale Paul con personas que desconozco, con la familia de Hunter y, finalmente, con su mejor amigo.
En las mismas, me encuentro con un Hunter feliz. Uno que le sonríe a la cámara de manera natural, un hombre que lleva vida en su rostro. Comienzo a sentirme intrigada respecto a su vida, porque el chico de las fotografías, no es el mismo de hoy.
Una serie de preguntas se formulan en mi mente. Incertidumbres que quiero averiguar. Quisiera sentarme y escuchar su historia de vida. Que me cuente sobre el chico de las fotografías, sobre los sueños que tenía, sus metas. Todo. Como si así se hiciera presente en el Hunter que veo hoy.
—¿Chloe?
Su voz me quita de mi laguna de pensamientos. Está parado a pocos pasos de mí, con su bastón guía en ambas manos. Sosteniéndolo como a una pelota antiestrés. Las palabras de Paul vuelven a mí y sonrío.
—Hola, Hunter.
—Creo que estoy listo —sonríe.
—Lo estás, tranquilo —me acerco a él, y con una total confianza, cojo su mano. Hunter sonríe y la entrelaza de manera perfecta a la mía. Tal movimiento me deja perpleja, y me quedo durante unos segundos mirando cómo lucen—. ¿Vamos? —aparto mis ojos de la unión, ahora solo me quedo con la sensación de cosquilleo.
Hunter le anuncia a Paul su partida, y bajamos hasta el estacionamiento del edificio.
—Dime que no tienes nada en contra de los autos antiguos —digo mientras caminamos en dirección a Blue.
—Tienes uno.
—Tengo uno, y soy una burla para muchos.
Se ríe.
—¿De qué auto estamos hablando?
—Un Ford Mustang clásico. Es de color azul, y por eso lo bauticé como Blue —se vuelve a reír—. Era solo una niña cuando lo bauticé.
—Me gustan los autos antiguos. Ningún auto moderno, por más perfecto que sea, puede superar uno.
—¡Sabía que no estaba sola en el mundo! —sonríe—. Bien, te presento a Blue.
Me suelto de su agarre, y coloco su mano sobre el auto. Hunter sonríe y lo palmea suavemente, como si se tratara de uno de mis amigos peludos.
—Encantado de conocerte, Blue —realmente no sé si lo hizo para burlarme o qué, pero me hizo sonreír.
Nos subimos al auto y enciendo la radio, logro localizar una estación en donde están pasando Coldplay, y dejo que la voz de Chris Martin nos acompañe por un momento.
—¿A cuántos perros conoceré hoy?
—Siete.
—¿Siete? —se ríe—. Por un momento creí que ibas a tirar un número más alto.
—Muy pronto lo haré, lo prometo —sonríe.
—¿Ninguno me atacará?
—No, tranquilo. Todos son muy lindos. Aunque... te cuidaré de Ringo, es el más grande de todos, pero él cree que es pequeño al saltar de la emoción. Es el que más amo del grupo, fue el primero que llevé. Pero, por favor, no le digas a los demás que es mi favorito.
Hunter se ríe y promete guardar mi secreto. De hecho, es el primero que lo hace sin tratarme de loca.
—¿Su nombre es en honor de un integrante de los Beatles?
—¡Por supuesto! Para muchos era considerado el Beatle ignorado, pero mi abuelo me enseñó a quererlo mucho. Incluso cuando era una pequeña enamorada de Paul McCartney.
Se ríe y yo sonrío ante el recuerdo de aquellas tardes escuchando The Beatles con mi abuelo. Era la actividad que más compartíamos juntos. Tardes en las cuales me hablaba de sus integrantes, me explicaba las letras, y cantábamos alegremente. Cada vez que los escucho, lo siento conmigo.
El viaje se mantuvo tan tranquilo, que no quise formular las preguntas que tengo en mi mente por el simple hecho de no querer incomodar a Hunter. Menos aún cuando lo noto tan cómodo.
Llegamos al campo de Daniel, y Hunter sonríe al escuchar los ladridos de mis amigos. Chloe había llegado. Daniel me saluda desde la puerta, y desde donde estoy, puedo ver su mirada interrogante ante mi compañero.
—Espera aquí, los prepararé para presentarte —Hunter sonríe y salgo del auto. Inmediatamente mis siete amigos se abalanzan hacia mí, pelean amistosamente por quien recibe primero mi atención.
Intento poder contra la fuerza de su cariño, pero es imposible cuando Ringo «el más bruto de amor» salta sobre sus hermanos y caigo al césped. Es increíble cómo unos seres tan hermosos como los perros cambian por completo mi estado de ánimo.
—Muchachos, basta, van a matar a Chloe —Daniel se presenta y me ayuda a ponerme de pie. Lo conocí en la universidad, luego él tuvo que dejar los estudios por cuestiones familiares, pero la amistad no se perdió.
—¡Daniel! —lo abrazo, hasta que Ringo salta en medio de nosotros.
—Esta vez has traído a un humano —se burla de mí, y lo empujo. Pasa su mano derecha por las ondas cobrizas que caen sobre sus ojos, y luego observa a Hunter, esperando a que lo presente.
—Bien, chicos. Traje a un amigo, y espero que sean amables con él, ¿de acuerdo? —todos me escuchan, sentados sobre el césped. Y creo que no hace falta aclarar quién me sigue saludando.
—Chloe, tengo miedo —me dice cuando abro la puerta del copiloto. Su manera de decirlo me hace reír.
—Tranquilo, serán buenos —sonríe y lo ayudo a bajar—. Chicos, él es Hunter...
Ellos vienen corriendo hacia Hunter y lo saludan como si lo conocieran de toda la vida. Él se ríe ante la sorpresa, y los saluda también. Lo sostengo mientras lo hace, y más cuando Ringo se presenta para darle la bienvenida.
—Ringo —confirma riéndose.
—Exacto —continúa riéndose a causa de Ringo, hasta que se va con sus hermanos para seguir jugando—. Daniel, te presento a Hunter. El primero al que no le desagrada la idea de venir —Hunter sonríe—. Hunter, él es Daniel. Un buen amigo que recibe a mis locuras.
Hunter eleva su mano, y Daniel se acerca para estrecharla. Y mientras los perros continúan correteándose, entramos a la casa. Los padres de Daniel no se encuentran, salieron ayer por la tarde para visitar a un familiar. Lástima, me hubiese gustado verlos. Los adoro.
—No has venido aquí amenazado, ¿verdad? —pregunta Daniel, una vez que nos trae un refresco, y Hunter se ríe—. Chloe siempre viene sola —se acerca a él—. Mueve las cejas si esta enana maldita te trajo bajo amenaza —le susurra, causando otra risa sincera en Hunter. Me gusta que lo haga sentir a gusto.
—No lo hizo. Me invitó y acepté sin problemas.
—Increíble. Aceptaste, y encima te subiste a ese jodido auto. No lo dejes ir, Chloe.
Me guiña el ojo, y mi rostro comienza a arder. Por supuesto que él disfruta de mi reacción. Digamos que a Daniel no le gusta mi relación con Ivan, bueno, no le gusta él en sí. Dice que doy para más, incluso cuando yo siento lo contrario. Pero más allá de eso, apoya mi decisión de estar con él.
Hunter, a mi lado, sonríe y juega con el vaso que tiene entre sus manos. Y no sé si sus mejillas coloradas son por el calor, o por lo que acaba de escuchar.
—¡¿Qué problema tiene el mundo con Blue?! —pregunto de manera exagerada, para cortar con la tensión, y por suerte la misma se va cuando las risas se presentan.
Comienzan a hablar entre ellos, y lo hacen como si se conocieran desde siempre. Hablan de cosas sobre el campo, un tema que a Daniel lo enloquece y que Hunter parece conocer mucho.
Mientras ellos continúan con su conversación, observo cada detalle en Hunter; sus gestos, la manera en que mueve sus manos, su sonrisa, las comisuras de sus labios cuando se ríe. En fin, todo.
No puedo quitar mis ojos de él, no puedo evitar perderme en su persona, en el sonido de su risa, en su voz. Y cuanto más me pierdo en su ser, más deseo conocer su historia.
Daniel me descubre, y eleva una de sus cejas, vistiendo un rostro divertido. Le sonrío negando con la cabeza, para que luego le ponga atención nuevamente a Hunter.
Mientras observo el vaso de cristal vacío sobre la mesa de café, a mi izquierda, Hunter se ríe de algo que le dijo Daniel y yo suspiro.
Todo en él, al parecer, comienza a gustarme. Y no creo que eso sea bueno.
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