Capítulo 12
Chloe
Me encuentro en el salón de clases, esperando la llegada del profesor. Esperando por el examen que tan nerviosa me está poniendo.
A mi alrededor, mis compañeros se encuentran en silencio, repasando de sus apuntes. Muchos decidieron no presentarse, dejarlo para el segundo intento. Y, mientras ellos repasan y refrescan sus conocimientos, mis piernas optaron por no quedarse quietas.
Maldición. Quiero dar ya este examen. Quiero sacarme esta presión.
El profesor Grant, finalmente, entra al aula, y al vernos, sonríe negando con la cabeza. Una sonrisa villana, vale la pena aclarar.
Recuerdo que el primer día de clases, se presentó de una manera extraña, y todo para generarnos miedo. Para que sintiéramos que nos iba a comer vivos.
Más allá de esa actitud, lo admiro. A la hora de enseñar es el mejor. Se nota que ama lo que hace, y me hace desear más lo que quiero. Me inspira a llegar a mi lugar.
-Veo que tenemos pocos valientes -dice dejando sus cosas encima del escritorio-. Bien. Pues, díganle a sus compañeros ausentes que será peor verme la cara en el próximo intento -sonríe-. Oh, y espero que los valientes presentes sepan las respuestas.
Vuelve a sonreír, y saca los exámenes de su bolso. Creo que mi corazón está por salir de mi cuerpo.
-No mueran en el intento -dice como intento de motivación al terminar de repartir. Entonces, damos por comienzo el examen.
Me tomó hora y media terminar con el examen. Sí que lo hizo largo, y con muchas trampas. Maldito y genial Grant. Aunque salí segura de mis respuestas, y espero estar en lo cierto.
Muero de hambre. Casi no comí estos días, y mi estómago me está pasando factura con fuertes sonidos.
Luego de enviarle un mensaje a Marie, a Ivan y a mi padre sobre cómo me fue, me encamino hacia una cafetería cerca de la universidad.
Una vez que obtengo mi batido de fresa, y mi muffin, me siento en una de las mesas que se encuentran alejadas de las personas que vinieron a contarse sus cosas, y cerca de quienes leen, o trabajan con sus notebooks.
Aproveché la ocasión, y saqué el libro que había comprado. Con todo el tema del examen, no tuve tiempo de tocarlo. Ahora es el momento, es hora de relajar mi mente de tanto estrés.
Pero, a veces, ni tu mente te ayuda a desconectarte. Se supone que cuando abres un libro, te olvidas de la realidad para meterte en la historia, y disfrutarla. Sin pensar en nada, solo poner tu atención en lo que estás leyendo.
Pero hoy mi mente parece que se está burlando de mí. Es como si me estuviera diciendo: «Oh, cariño, ¿quieres relajarte? Sería una lástima que te haga pensar en alguien, ¿verdad?».
Sí, exactamente eso. Ya que abrí el libro y solo una persona llegó a mí: Hunter.
¿Por qué, Chloe?
Mis ojos se encuentran en las líneas que habré leído más de una vez. Vaya uno a saber hace cuánto me encuentro en la misma página. Los personajes de la historia deben estar cruzados de brazos, esperando a que les dé acción, como suele pasar con los videojuegos.
Mi mente sigue en Hunter, en la curiosidad que había despertado en mí, y a la vez, en algo que aún no puedo descifrar qué es. Cuanto más intento averiguarlo, más me ahogo en una laguna de preguntas.
Diablos, Chloe. Relájate, solo recuerda que Hunter es un amigo. No sé por qué quieres dar tantas vueltas sobre el asunto.
No lo conozco demasiado, y ya me estoy matando con estos pensamientos que tal vez no sean nada. Porque así somos los seres humanos, hacemos de una cosa pequeña algo enorme.
Cuando mi mente por fin deja de dar giros alrededor de Hunter, vuelvo a la lectura. Y, por suerte, esta vez consigo darle acción a los personajes que tanto me estuvieron esperando.
Pero, una vez que mi atención está en la historia, mi celular comienza a vibrar en mi mochila. Al parecer el universo no quiere que Chloe tenga su momento. O Marie no quiere que lo tenga.
Tienes que venir a ayudarme. No, no te estoy preguntando si puedes.
Sonrío negando con la cabeza, y me levanto de la mesa. Supongo que ya tendré mi momento.
Salgo de la cafetería, y conduzco hacia el departamento de Marie. No me tomó mucho tiempo llegar, las calles estaban tranquilas pese al horario.
Subo hasta el piso correspondiente, y allí, en el pasillo, me encuentro con la persona que tal vez menos quería ver en estos momentos. O tal vez una parte no lo quería así.
-Madura, Paul -dice sonriendo divertido. Está apoyado en la puerta del departamento de Paul. Me paro en seco y lo observo. Lleva puesto un pantalón hasta las rodillas de color rojo, y una remera blanca sin mangas.
Sus brazos no están trabajados, pero aun así son perfectos. Por un momento quise estar rodeada por ellos.
¿Qué sucede contigo, Chloe?
-No, no hasta que dejes de ser un total estúpido,
Hunter se ríe, y pasa una de sus manos por su cabello castaño.
-Soy realista, no estúpido. Ahora déjame entrar. Parezco un perro mandado al rincón por haberse portado mal.
-Pues bien. Así como los perros aprenden de esa forma a comportarse, tú también lo harás.
-Ya no me gustó el ejemplo del perro, ¡no quiero que me tomes como la mascota que no te permiten tener aquí!
Se ríe y sonrío ante el sonido. Ante la forma bella en la que luce su rostro cuando lo hace. Continúa peleando con Paul, y Hunter parece divertirse mucho. Tanto que su risa se transforma en la mía, es muy contagiosa.
Y él al escucharme, frunce el ceño y deja de reír. No sería una mala idea correr.
-¿Quién está ahí?
-¿Ahora hablas solo también? -se burla Paul, y Hunter vuelve a reír.
-¿Hola?
-Soy Chloe.
Cuando se lo digo, se dibuja una sonrisa en su rostro. Y su sonrisa provoca la mía, como si fuera un espejo. Avanzo los pasos necesarios para colocarme frente a él.
-¿Has escuchado la pelea?
-Lo hice, ¿qué has hecho para que Paul te saque afuera?
-Solo le molesta que sea cruel conmigo -hago una mueca ante eso-. Y aquí estoy. Quiere que aprenda a callarme, y me amenazó con que lo hará siempre si vuelvo a actuar como un estúpido, según él -¿lo hará siempre? ¿De qué me perdí? Hunter suspira y acto seguido vuelve a fruncir el ceño-. Paul, hazme el favor de sacar tu jodida oreja de la puerta.
-Que te den -contesta Paul riendo-. Hola, Chloe.
-Hola, Paul -saludo y vuelvo a poner atención a Hunter-. ¿Cómo es eso de que lo hará siempre?
-Estoy viviendo aquí -sonríe y me detengo a observar su hoyuelo. Admito que es algo hermoso. Y con respecto a lo que dijo, puedo notarlo bien. Como si realmente le gustara vivir con su mejor amigo. Bueno, ¿a quién no?-. ¿Vienes a ver a Marie?
Pregunta y salgo de mis pensamientos. Y por primera vez, desde que llegué aquí, me acordé de mi mejor amiga.
-Sí, me necesita para algo y... ¿quieres entrar? Tal vez estar en compañía es mejor a que estés solo aquí.
Nuevamente sonríe. -Si a Marie no le molesta, me encantaría.
Sus ojos perdidos se encuentran por encima de mi hombro. Me duele el estómago, en serio que me duele. Me entristece que no pueda ver.
-Ella no tendrá problema -toco el timbre del departamento.
-¿Ya ves, Paul? Me castigas, y voy a estar con la chica que te gusta.
Se burla Hunter y ensancho mis ojos. Lo acaba de confirmar, a Paul le gusta Marie. Bueno, era algo muy notorio, pero de todas formas se siente como una primicia.
-Vete al carajo -contesta Paul, y con Hunter nos reímos. Marie abre la puerta, se sorprende al ver a Hunter, pero termina por sonreír.
-Oh, hola, Hunter. Qué sorpresa que estés aquí -ahora me sonríe especialmente a mí, y yo le niego con la cabeza.
-Me acaban de echar momentáneamente por... una estupidez. Espero no molestarte.
-No, tranquilo. No me molestas.
Entramos al departamento, y Marie nos ofrece algo para beber. Ayudo a Hunter a ubicarse en el sofá y me siento junto a él.
-¿Por qué me has hecho venir?
-Tienes que ayudarme con el pastel de Blaine. Sabes que no soy buena en la repostería, y tú eres genial -me dice mientras se sienta en el sofá individual.
-Está bien, puedo ayudarte con eso. Solo tienes que decirme los gustos de Blaine. El diseño del pastel ya lo tengo en mente.
-¿Y qué será?
-No te voy a decir.
-La última vez que me dijiste eso, fue para mi cumpleaños, y te apareciste con un pastel en forma de pene.
Hunter frunce el ceño, y con Marie nos reímos ante el recuerdo. Finalmente, él también se suma a las risas.
-¿Un pastel en forma de pene? -pregunta.
-Y a todos les encantó -contesta Marie y volvemos a reír.
-Algo nuevo que sé de ti. Te gusta la repostería, y... jugar con ella.
Le sonrío mirándolo, y cuando vuelvo a poner atención a Marie, me mira con una ceja levantada. Su gesto indicaba «vaya, qué sonrisa», así que mejor prefiero ignorarla.
-Es algo que quedó de mi madre como herencia -le digo a Hunter y él asiente-. ¿Y bien, Marie? ¿Vainilla, chocolate, limón, naranja? Dime el gusto favorito de Blaine.
-Vainilla -asiento-. Lo que no le gusta es la crema, el resto está aprobado.
El cumpleaños de Blaine es el jueves, pero lo va a festejar el sábado. Así que tengo tiempo de comprar las cosas y practicar el modelo del pastel.
-Lo que no entiendo es por qué no me consultaste esto por mensaje. Creí que era algo más grave o algo así.
Marie observa a Hunter y sonríe. Oh, la muy maldita. Estaba todo fríamente calculado.
¡Por supuesto que Marie sabía que Hunter está viviendo aquí! Y quería que me lo cruzara. Y su plan funcionó, todo estuvo a favor de ella.
Quiero decirle que la odio, decirle que deje de sonreír así. Pero si me arriesgo, Hunter podría preguntar el motivo de mi odio. Y Marie sería capaz de meterme en una situación vergonzosa.
-¿Está mal que quiera ver a mi mejor amiga? Hoy no te vi.
Contesta para disimular, pero no deja de usar esa maldita sonrisa diabólica en su rostro. La voy a matar, en serio. Aunque la venganza suena muy bien en este caso.
-Hunter... ¿por qué no llamamos a Paul? -pregunto mirando a Marie, su sonrisa se acaba de borrar. Ahora los papeles se invierten, es ella la que me quiere matar-. Pedimos pizza y cenamos, ¿qué les parece?
Y me siento una muy mala persona por el simple hecho de divertirme así con Marie, sabiendo que Hunter no puede ver ninguno de nuestros gestos. Maldición.
Aunque él parece no sentirse molesto, de hecho, en estos momentos está sonriendo a causa de la idea que tuve.
-Pues a Paul le agradará.
Marie cierra los ojos, niega con la cabeza y se dirige hacia la cocina diciendo una serie de insultos en cada paso.
Me ofrezco para buscar a Paul, quien aceptó la invitación con una sonrisa. Me agrada Paul, pero también me agrada Blaine. Supongo que, si estuviera soltera, me gustaría verla con Paul.
-Hola, vecina -la saluda al entrar-. Supongo que aquí no podrás esconderte de mí, ¿verdad?
No puedo ahogar más la risa, así que la suelto. Me río y Marie me mira como si en su mente me estuviera asesinando de diferentes maneras.
-No sé de qué hablas, yo no me escondo -se ríe con las mejillas sonrojadas-. Yo solo... -suspiro y se encoge de hombros al ver a Paul-. ¿De qué pido la pizza?
Coge el teléfono y Paul la mira sonriendo mientras llama al delivery. Finalmente, hace una mueca, suspira y baja la mirada.
Se dirige a la cocina, para así ayudar a Marie con los vasos y bebida. Está parado allí, hablando de lo más normal, como si ese pensamiento, sea cual fuere, no haya estado presente en su mente hace unos minutos.
-Has sido mala -dice Hunter cuando me siento a su lado.
-¿Por invitar a Paul? -asiente-. Pero... ¿por qué soy mala por haberlo hecho? -ladea con la cabeza-. Porque, si no me equivoco, a Marie le divierte molestarte conmigo. Como a ti te divierte molestarla con Paul -trago saliva. Hunter lo había notado. Supongo que lo pudo percibir en nuestra manera de hablar. Oh, Dios, somos tan obvias-. ¿Me equivoco?
-Pues no -vuelve a sonreír-. Pero ella se lo buscó.
Se ríe y me detengo en el hoyuelo que se forma en su rostro.
-La venganza no es buena, mi querida Chloe.
No sé si fue la manera como lo dijo.
No sé si fue su sonrisa.
No sé si fue su hoyuelo.
Pero sus palabras me hicieron sentir mareada, como si hubiera estado un largo tiempo girando en las tazas de algún parque.
Pienso en Marie. Y no sé cuál de las dos la está pasando peor. Si ella, vistiendo nervios ante la mirada intimidante de Paul.
O yo, que me encuentro cerca de un chico que comienza a provocar que me sienta diferente.
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