El día del viaje de Emma se acercaba rápidamente. Andrés y su familia preparaban la casa para recibirla, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Marta, la madre de Andrés, cocinaba platos típicos colombianos que esperaba que a Emma le gustaran, mientras Felipe ayudaba a Andrés a limpiar y decorar.

La noticia del viaje de Emma se había extendido por todo el pueblo. Los vecinos, curiosos y emocionados, ofrecían su ayuda y sus mejores deseos. Aunque algunos se mostraban escépticos sobre la posibilidad de que una relación a larga distancia pudiera funcionar, la mayoría apoyaba a Andrés y aplaudía su valentía y determinación.

En Ohio, Emma también estaba ocupada preparándose. Sus padres la ayudaron a empacar y le dieron consejos sobre cómo mantenerse segura durante su viaje. Aunque estaban nerviosos, confiaban en el juicio de su hija y sabían cuánto significaba este viaje para ella. Emma les prometió mantenerse en contacto y enviarles actualizaciones frecuentes.

La noche antes de su partida, Emma y Andrés tuvieron una última conversación antes del gran día. Ambos estaban llenos de emoción y nerviosismo, pero también de esperanza y amor. Se prometieron que, sin importar los desafíos que pudieran enfrentar, siempre lucharían por estar juntos.