7._ "¿Cómo podría saberlo?".
A diferencia de ayer, Taehyung percibe los pasillos del instituto llenos de movimiento.
Escucha marchas despreocupadas y otras andar con prisa. El ajetreo de los pasillos le recuerda los días en que se movía entre las concurridas avenidas de Seúl.
Y al igual que en ese entonces, se siente asfixiado entre las personas.
Por la cantidad de pasos que han dado y las numerosas habitaciones que su guía ha nombrado, sabe que la institución es de inmensas proporciones. No obstante, tiene la sensación de que las paredes se encierran sobre él.
Y en algún punto la habitación se volverá tan pequeña que quedará sepultado bajo los cuerpos de aquellos que solo conoce por el roce de sus prendas.
—Este es tu aula, 5B. Las clases comienzan a las 9, de lunes a sábados, y duran 6 horas.
Para Taehyung, el discurso de Hoseok no tiene objetivo, podría hablarle a él, así como podría hablar con otro. A Hoseok poco le importa si su mensaje es recibido; es apático, solemne, frívolo y distante.
—¡Hoseokie, buen día! —saludo una pequeña, que se acercó de forma veloz.
—¡Hola, Nari! ¿por qué tanta brisa? —respondió Hoseok, con un tono alegre y brillante.
La manera en que Hoseok se presenta con los demás choca con la idea que Taehyung ha creado sobre él. El resultado del conflicto trae consigo recelo y la suposición de una rivalidad personal. De pronto, la melodía de un piano se hace escuchar. Tanto la niña como Hoseok hacen mención del suceso, pronunciado un nombre feminino con gran adoración.
La pequeña se despide, Hoseok anuncia que regresaran a la sala de estar y se pone en marcha sin esperar respuesta. Hoseok tiene la convicción de que Taehyung lo seguirá; e hiriendo su propio orgullo, Taehyung lo hace. Para colmo, reconocer que tiene miedo de perderle la pista.
Sigue la melodía del piano. Entra a la sala de estar; la habitación tiene una sensación más amplia y los sonidos hacen eco entre las paredes.
—Jangmi, ¿tan temprano y ya andas por aquí?
La voz de Hoseok adquiere un tono bajo y compresivo. Su esfuerzo en mantener la armonía del lugar es palpable para Taehyung, quién se pregunta la razón de esto.
Una dulce risa femenina se hizo oír; y entonces, Taehyung cree saber el motivo por el que Hoseok se comporta tan servicial.
—Lo lamento, ¿cree que haya despertado a alguien?
Taehyung se apoya en el marco de la puerta. Humedece sus labios y tira de la piel seca, abriendo pequeñas heridas.
—Puede ser; sin embargo, ¿qué mejor manera de despertar que con una serenata en piano?—. La voz de Hoseok parece un ronroneo, ¡qué descaro!
—En ese caso, será mejor que ponga algo más alegre. Para iniciar bien el día, ¿no lo crees? —responde la chica, con un tono igual de cuestionable.
Taehyung se siente indignado cuando Hoseok se muestra complaciente con otros. ¿Por qué es tan frío con él?
La música se detiene; botones, tapas y seguros se escuchan, hasta que la melodía de unas trompetas alegres se hizo oír. Taehyung se inclina hacia adelante al reconocer la melodía, adora la música de dicho trompetista.
—Y dígame, ¿ha tenido un buen día? ¿cómo le va con el chico nuevo?
Una sombra de incertidumbre se cierne sobre el ambiente. Taehyung se adentra a la habitación, curioso por lo que Hoseok podría decir sobre él. Por ahora no lo sabrá, pues Hoseok se libra del cuestionamiento con astucia.
—El chico nuevo está aquí. Taehyung, podrías hacer presencia para que Jangmi te conozca.
Una sonrisa burlona se extendió por los labios de Taehyung.
—Kim Taehyung, es un placer—. En un plan poco pensado, usó el mismo tono seductor con el que Hoseok se dirigía a la chica, volviendo su voz más profunda para hacer más evidente su parodia.
No hay una reacción verbal, ni un indicio de molestia que Taehyung pudiera percibir. ¿Habrá torcido la boca?, ¿puesto los ojos en blanco? ¿Cómo podría saberlo?
Necesita una reacción más fuerte; busca la desesperación del contrario, acabar con aquella máscara de seriedad y formalidad que tanto le irrita.
—Tu repertorio de música es asombroso. Me agrada quien se maravilla tanto de la oscuridad como de la luz que puede provocar un instrumento.
La chica agradeció, con duda acerca de si era un halago, o no. Taehyung admite que se ha excedido y se siente avergonzado por esto. Hoseok ríe con burla, lo que altera todavía más.
—Taehyung sabe de lo que habla, es violinista, estudió en la Alta Escuela de Música de Seúl.
Su corazón había dado un salto al oír aquello. —¿Cómo sabes eso?
Desconcertado, Hoseok responde.
—Tú nos diste esa información en el formato de inscripción, y yo tuve que leerlo para ofrecer un programa personalizado—. Balancea su peso de una pierna a otra, para luego soltar una ligera risa—. Ahora que hablamos de esto, tengo que admitir que lo que escribiste es aspiraciones me dejó conmovido: "Ser violinista principal en la sinfónica nacional". Es maravilloso.
Taehyung, abismado en sus pensamientos, menea su cabeza de un lado a otro en desaprobación. Él no había llenado ningún papel, ni siquiera sabía de la existencia de estos. Habían sido sus padres quienes se encargaron del proceso de inscripción. Sin consultarle ni avisarle decidieron las palabras con más que se definiría ante los demás.
¿Así sería a partir de ahora? ¿Los recuerdos de quién fue sería lo que va a definirlo por el resto de su vida?
"Fue violinista, hasta que perdió la visión en un accidente".
—¡Tocas el violín! —exclamó Jangmi con gran entusiasmo—. Que bello instrumento, ¿por qué lo escogiste?
Taehyung volvió a negar. Al dar un vistazo al pasado, se da cuenta de que tampoco había hecho aquella elección. Su madre le compró un pequeño cuando era niño, porque el hombre que los vendía le daba lastima. Fue obligado a practicar, en el poco tiempo libre que le dejaba la escuela, su madre lo presionaba para hacerlo.
—Sería todo un honor que un estudiante de la gran academia de artes se presente para nosotros —sugiere Hoseok.
Taehyung retrocedió unos pasos, queriendo escapar. El nudo en su garganta impedía que acabará con la falsa. Sí, fue alumno en la academia de música, y también fue echado de esta tras no dar con la talla que requería la institución.
Ahora se da cuenta de que, incluso antes del accidente, su vida no tenía ningún rumbo.
—¡Sí!, me encantaría escucharte tocar el violín algún día. Alguien que se expresa como tú acerca de la música debe ser un excelente intérprete—. Jangmi da palmadas que delataban su entusiasmo.
Lo más amargo de todo era que, tocar en la sinfónica, sí fue su sueño por un largo tiempo. En realidad, jamás lo abandonó; solo lo dejó en pausa hasta que tuviera la oportunidad de regresar, o la valentía de abandonarlo.
—No, ya no lo hago más—. Su interior se revolvió por la pena, el dolor se intensifica en su pecho.
—¿Por qué? —preguntó Jangmi.
Y entonces, Taehyung no pudo más; explotó de forma cruel y dolorosa.
—Pensé que era evidente —comentó con obviedad. Hoseok intervino; Taehyung lo ignoró y habló sobre su voz—. Me revente las retinas porque, borracho hasta el diablo, pensé que era buena idea acercarme a la pirotecnia—. Se encoge de hombros. De pronto, sus ojos se sienten húmedos—. Me he quedado ciego, de otra forma no estaría aquí.
—Taehyung, por favor, cálmate.
Taehyung tuerce los labios, no le agrada que Hoseok lo reprenda; no le gusta tomar sus lecciones, que le diga que hacer, o que lo enfrente. No le gusta que le recuerde su condición.
—Lamento haber preguntado.
El tono de quién está a punto de romper en llanto no tomó relevancia para Taehyung. Él se concentró en el contenido del mensaje.
—No, no importa. Al final fue culpa mía. Todo es culpa mía, por ser un imbécil.
Sin soportarlo más, Hoseok tomó a Taehyung del brazo y lo jalo fuera de la habitación. Taehyung puso resistencia y logró librarse de su agarre al salir de la sala.
—Vuelve a tocarme, y lo lamentarás —amenazó Taehyung, sujetado a Hoseok del antebrazo.
Hoseok suspiro; no opuso resistencia ni intentó librarse. Aquello molesto todavía más a Taehyung, ¿por qué tenía que ser el prospecto del sujeto ideal? Calmo, formal, resiliente. ¡Una falsa! Tenía que ser una falsa; a Taehyung le resulta imposible pensar que alguien puede mantener la cordura en ese lugar, porque a él le era imposible hacerlo.
—No iba a permitir que siguieras molestado a Jangmi.
Hoseok lucha por mantener la calma, la dificultad que presenta para hacerlo aumentó la confianza de Taehyung.
—Yo solo respondí lo que me preguntó. Si ella se sentía incómoda por escuchar la verdad, que se fuera.
A pesar de la molestia en su garganta, Hoseok hablo:
—¡Ella no puede moverse! —exclamó, y con movimiento brusco, se liberó del agarre de Taehyung—. Jangmi solo tiene 15 años, y como tú, pasó por un accidente que hizo que perdiera la visión. Pero a diferencia tuya, ella ya no tiene la posibilidad de hacer música como tanto le gusta.
Con cada palabra Taehyung siente que su estómago se hace en nudo. Balbucea un poco antes de encontrar su voz.
—Yo no lo sabía—. Su ceño se frunció y su voz adquirió un tono obstinado—, ¿cómo podría saberlo?
Silencio.
Hoseok sostiene su respiración; por más que lo intente no puede controlar las emociones que surgen en él.
—Eres un hipócrita —suelta con enfado y entre dientes—. Decídete, ¿te lamentas por tu condición, o te excusa con esta?
Termina perdiendo contra el enfado.
—Quieres ser franco, seamos franco. Estoy harto de ti, quise transferir tu caso a Seokjin, pero no quiero traerle problemas.
La noticia cae sobre Taehyung como un balde de agua fría. Si ese era su plan, debió haberlo concedido desde ayer y seguido con este, incluso después de la cena que tuvieron anoche.
El recuerdo de las bromas, las risas y la buena compañía llegan a su mente como una estampida. Taehyung aferraba a la imagen que creó de Hoseok durante la cena de anoche, porque fue la primera vez desde el accidente en que se siente pleno.
—No quiero saber más de ti, pero lo haré porque es mi trabajo.
Es por eso que le duele tanto aceptar que, Hoseok, solo lo acompaña porque es parte de su trabajo. Si Hoseok lo reprende, o le dice que hacer, es porque es su profesor dentro de esta Escuela para ciegos.
Y Taehyung lo detesta por eso, porque le recuerda su desdicha. No hubiera conocido a Hoseok, si el accidente jamás hubiera pasado.
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