22. Entre decisiones finales
La última audición no tiene por qué ser la última oportunidad. Taehyung ni siquiera esperaba que lo considerará para la orquesta nacional, mucho menos pasar a la segunda fase de elección. A horas de presentarse en el teatro, piensa acerca de lo que está por suceder. No tiene la certeza de que quedará dentro, o no, pero sí de algo está seguro, es que su vida no volverá a ser igual a partir de hoy.
En realidad, jamás tendrá la certeza de su futuro. Ahora lo entiende, todo se trata de cambios, evolución y adaptaciones: debe dejarse fluir por los sucesos, siempre y cuando vigile que la marea lo lleve a su destino.
Se encuentra frente a una de las paredes, deslizando sus manos a través de su figura. Se asegura de que cada una de sus prendas esté en orden: el pantalón gris, el saco del mismo color, y la camiseta blanca. Era el tercer conjunto que se prueba, yendo de un traje absolutamente formal a uno más casual, sin corbata ni camisa de botones. Solo prendas holgadas y de textura suave.
Y aun así, se siente tan incómodo. Por más que trate de hacerse el desinteresado, le es imposible no sentirse nervioso.
Golpes en la puerta de la habitación llaman su atención, espera en silencio y pronto una tierna voz llena sus oídos.
—Taehyung, ¿puedo pasar?
Sonríe por lo dicho, sin decir palabra alguna se acerca a la puerta y la abre por sí mismo. Le es extraña la gentileza de Hoseok para preguntarle sobre cualquier cosa; sin embargo, le encanta: lo hace sentir escuchando y tiene la certeza de que su opinión es respetada.
Al tenerlo frente a él, lo abraza y lo besó con gran dulzura. El mayor le corresponde, posando sus manos sobre su cintura con un delicadeza que es capaz de transmitir todo el aprecio que siente por él.
—No sé a qué se debe tanto cariño, pero tampoco me quejo —bromeó Hoseok, manteniendo a Taehyung cerca cuando este tuvo la intención de alejarse. Pegó sus frentes y habló sobre sus labios—. Me preguntó qué obtendré después de la sorpresa que tengo para ti.
Taehyung dejó de sentir el contacto de Hoseok y casi suelta un quejido. Se sorprende por su propia necesidad de afecto; al cuestionarse acerca de esto —y descubrir que realmente quiere es consuelo—, siente un nudo en la garganta. Está a un paso de lanzarse sobre los brazos de Hoseok, pero se contiene hasta que termine de hablar.
—Quería darte algo para que sintieras mi apoyo, aunque no pudiera ir contigo a la audición. Estuve varios días pensando, hasta que las chicas de la recepción me ayudaron a escoger algo.
Hoseok buscó la mano de Taehyung, le dio un ligero apretón y la llevó frente a sí, para darle una pequeña caja.
—Abrelo, es tuyo.
Taehyung abre la caja, tímidamente adentra sus dedos en el interior. Palpa un cojín y en medio una pieza de joyería.
—Es un pequeño detalle para tu vestimenta, un broche para la solapa del traje —comenta Hoseok, nervioso—. Tiene forma de rosa y es roja, por lo que dijeron. No tienes que usarla si no quieres.
Taehyung no lo soporto más y se abalanzó sobre él, tan descuidado que casi lo tumba
—Gracias, me gusta mucho —susurró a su oído, sintiendo al contrario tensarse. Lo abrazo más fuerte, hundiendo su rostro en su cuello—. Gracias.
Su voz se volvió temblorosa, tuvo que respirar hondo para tranquilizarse.
—Hey, cariño, ¿estás llorando?—. Lo sostuvo de los hombros y lo alejó. Pasó sus dedos por su rostro, limpio sus lágrimas y dio un beso en lo alto de su mejilla—. Taehyung, ¿qué pasa? ¿Qué tienes?
—Es que te quiero demasiado —reveló con timidez.
Faltaba un mes para que terminara su estancia en la escuela, no quería decir adiós.
—Yo también te quiero demasiado, pero nuestro amor no debe de doler. Has cambiado tanto en mí que, aunque algún día decidas irte, te recordaré con cariño.
Taehyung asiente, siente lo mismo que Hoseok. Él solía reemplazar a la persona, sin darse cuenta de lo importante que fueron de su vida. Lamentando en un futuro no haberlas apreciado.
Si algún día se aleja, recordará a Hoseok con aprecio, siempre agradeciendo el momento en que lo acompañó.
—¿Ya estás más tranquilo? —su voz se oye temblorosa, es evidente su esfuerzo por mantenerse firme.
Taehyung enmarca su rostro, sintiendo sus mejillas rojizas. Asintió con una sonrisa, y en su palma sintió como las mejillas de Hoseok se alzaban y sus ojos se arrugan.
De repente se aleja, desviando su atención a la caja entre sus manos. —¿Puedes ponerme el broche?
Hoseok accedió, lo tomó de la solapa, sus largos dedos enredándose en la tela. Si respira cerca de su pecho, una acción íntima y cálida, que crea cosquillas en la piel y provoca ligeras risas entre los dos.
Alza el rostro, Taehyung se eleva sobre la pinta de sus pies, para besarlo en la frente. Hoseok ríe y lo empuja de sus hombros para bajarlo y atacar sus labios.
Lo interrumpe el sonido del celular de Hoseok.
—Tu otra sorpresa acaba de llegar, está en la sala de estar ¿Vamos?
Taehyung asintió, sabía de lo que se trataba y estaba tan nervioso por eso.
Estiró su mano y dejó que Hoseok lo llevara. Caminaron por el pasillo, bajaron las escaleras, sintiéndose tan torpe como la primera vez.
Atravesaron los pasillos, no había tantas personas porque estaban en sus clases, llegaron a la sala. Y entonces oyó su voz, luego de tanto tiempo.
Namjoon se cayó, los oyó ponerse de pie.
Taehyung se detuvo en seco, obligando a Hoseok a hacerlo.
—¿Taehyung? —pronunció en un largo suspiro de alivio. Camino por la sala, se acercó a él y lo estrechó entre sus brazos.
Taehyung se queda con los brazos extendidos, todo su cuerpo tiembla. Habla por llamada era diferente a tenerlo frente a sí, luego de un largo año y tantos meses, Taehyung vuelve a encontrarse con Jimin, coloca sus manos sobre su espalda sintiendo la calidez que lo acompañó en sus momentos más solitarios en Seúl.
Y él está sin palabras. Oye a Hoseok, Namjoon y Jimin hablar, sin emitir palabra alguna. Luego de un rato, son escotados al auto de Jimin, una y otra vez se repite que debe sentirse más relajado, sin lograrlo de manera aparente.
—¿Estás nervioso? —preguntó Jimin, con la intención de aliviar el ambiente.
Taehyung asintió.
—No tienes que preocuparte. Lo hará maravilloso.
No hay respuesta. Jimin pone el estéreo para aliviar el ambiente. Un ritmo poco conocido para Taehyung llena el auto, es atractivo para sus sentidos y pronto se encuentra marcando el compás con sus dedos sobre su rodilla.
Una introducción larga, que tan pronto el vocalista se hizo oír, Taehyung pegó un salto.
—¿Es 6Night?
—Sí, lo son —río Jimin, subiendo el volumen de la canción. Era el grupo favorito de los dos, incluso fueron a un concierto juntos—. ¿No habías escuchado la canción?
Taehyung negó.
—Lo anunciaron de una semana a otra. Fue una sensación: luego de 4 años volvieron a sacar un álbum grupal.
Si fue una noticia colosal, ¿por qué Taehyung no se enteró de eso? Se mueve incómodo en el asiento, encogiéndose.
—No encendía la radio ni la televisión. A veces ponía música, pero solo la que ya tenía guardada. No me llamaba la atención buscar algo nuevo.
—Entiendo, ¿entonces, no pusiste la televisión por un año?
—Me acercaba a oír lo que otros ponían, pero yo no la prendía ni buscaba que ver —soltó una ligera risa—. Últimamente he visto el canal de congreso, es más interesante de lo que pudiera parecer.
—¿Tu padre lo ponía?
—No, Hoseok. Le gusta la política, hace poco fue a un congreso.
—Oh, vaya—. El tono burlón y las risas de Jimin lo desconciertan—. Así que Hoseok, ¿eh? ¡No lo puedo creer! Kim Taehyung, el mismísimo que se aburre de las personas al mes, ¡enamorado! ¡Tienes que contarme todo!
—Jimin, por favor, conduce. Luego te contaré todo—. Sus uñas se clavan en la manija del vehículo—. No puedo creer que te hayan dado tu licencia.
—Han pasado muchas cosas, ni te imaginas cuántas.
—¿Y alguna de esas cosas involucra a Min Yoongi?
Un brusco freno impulsa su cuerpo hacia enfrente. Su cuerpo se sacude y golpea en la espalda al ser tirado por el cinturón de seguridad.
—¿Has hablado con Min Yoongi? ¿Qué te contó?
En su voz descifró cierta preocupación. Había querido sacarle información acerca de su supuesto romance con Yoongi, pero Jimin se había ido por otro rumbo de la conversación, una donde se relata su inmensa tristeza que lo hizo balancearse en el borde de la locura.
Recuerda las palabras de Yoongi, en su cabeza se imagina a un Jimin desorientado llegando a la cafetería, queriendo encontrar a su amigo que desapareció hace días. La imágen le hace doler el pecho, fue injusto con quién le salvó la vida.
Hacer que su padre lo llame y le pida llevarlo al teatro el día de su audición apenas es un intento por salvar su amistad. Un intento que no se siente suficiente.
—El teatro está a la vuelta de la esquina, pero con este tráfico es probable que nos atrasemos. Seúl, no te extrañaba para nada.
Luego de estacionar el auto, Jimin tomó a Taehyung de la mano y lo jalo por los pasillos del teatro. Corrieron contra el tiempo, opacando con sus risas las voces que los regañaban.
Taehyung sentía la adrenalina corre por sus venas: una mezcla entre el miedo de que lo deje fuera del aula y la diversión de salirse con la suya, tal cual en sus años de estudiante en la academia de música.
Un relieve en la alfombra lo hace tropezar, su cuerpo se precipita hacia al frente, donde los brazos de Jimin lo reciben.
—Sigues siendo igual de torpe, Taehyungie —se burló Jimin, sin querer soltarlo hasta estar seguro de que podía mantenerse de pie.
En ese momento, oye pasos que se acercan con prisa.
—Taehyung, llegas tarde—. Es Baehyung, el asistente que lo acompañó la audición pasada—. Espera aquí, en un momento registro tu entrada.
Dicho esto, el asistente se pierde en la lejanía.
En medio de la vacía habitación, a unos pasos del auditorio, la emoción sobrepasa a Taehyung. Sonríe extasiado, sonríe por los nervios. Hay un cosquilleo en su cuerpo que lo obliga a moverse y a distraerse con cualquier otra cosa.
Su mano sigue entrelazada con la de Jimin, le era tan gracioso que su palma pudiera envolver la mano de su amigo por completo. Acarició el dorso de su mano, sintiendo un extraño relieve. En seguida su expresión se transformó, sus labios se separaron y sus ojos en blanco buscaron respuesta.
—¿Qué pasa? Oh, notaste mi cicatriz—. La pequeña palma de Jimin se enredó en sus largos dedos, para guiarlos a su rostro—. Toca aquí, tenemos la misma marca: debajo del ojo, sobre la mejilla.
La cicatriz que dejó el accidente de los fuegos artificiales. Taehyung se alejó como si el contacto le quemara.
—Lo siento tanto—. Jimin había salido herido por su culpa, y lo peor es que por más de un año nunca pensó en eso.
—¿Por qué te disculpas?—. Taehyung iba a enloquecer ante la amabilidad de Jimin: no lo merecía.
Sus brazos sosteniéndolo: no lo merecía. Y aun así, no lo aleja.
—Amo está cicatriz, me recuerda que cuando alguien jura algo, debe de cumplirlo. Lo mejor de esta marca es que yo decidí hacerla: prometí que estaría para los que quiero y eso hice esa noche.
—Perdón por no haberte llamado todo este tiempo, ni tampoco decirte que me iba de la ciudad.
Jimin lo silenció, alargando el sonido de la s.
—Ya, lo pasado, pasado. Luego hablaremos de eso, ahora tienes que hacer una audición—. Camino detrás de él, lo sostuvo de los hombros y los masajeó—. ¿Preparado? ¡Por supuesto! Demuéstrales de que no necesitas de esta vieja escuela y sus pretenciosos profesores, ellos necesitan de ti, ¿de acuerdo? ¡Ahora ve a romperte una pierna!
Lo empujó al otro lado de la puerta, donde lo sostuvo Baehyun. El asistente, tan apurado, lo apresuró a llegar a otra habitación.
—Los demás candidatos ya llegaron y los jueces están preparados, eras el único que faltaba. Lo retrasé lo más que pude, que bien que llegaste porque no me quedaban más excusas.
Taehyung agradece, solo le da tiempo para eso cuando atraviesa una puerta y un tenso silencio cae sobre él. Baehyun lo guía a una silla, le pide sentarse y esperar su turno. En estos momentos se está presentando alguien, termina y sigue él, será mejor que se prepare.
Una vez más, el asistente se aleja apurado, quejándose del estrés que ha soportado los últimos días.
—Buenas tardes —saluda Taehyung, a algún punto de la habitación. Sabe que hay más personas a su alrededor, puede oír sus respiraciones y algunos de sus movimientos.
Le devuelve el saludo, en un tono monótono. Son dos hombres y no tienen el mejor humor, es lo único que logra descifrar de ellos. ¿Se pregunta cómo están vestidos?, ¿qué edad tendrán?, ¿Y de qué calidad serán sus instrumentos?
De repente tiene dudas acerca de su vestimenta, ¿quizás fue demasiado informal? Delata su poca experiencia debido a su edad, o contrario, tal vez ya es demasiado grande para no tener conocimiento alguno. Sacó su violín de su estuche, sintiendo las grietas en la superficie de esta, debió de haber ahorrado para un instrumento nuevo.
Mientras afina las cuerdas, sus movimientos se vuelven torpes y el cuerpo cobra peso. Tan sumergido están las ideas que corren en su cabeza que se asusta cuando oye que alguien se sienta a su lado.
—Me pareces conocido. ¿Estudiaste en la academia hace 4 años, eres de Daegu?
Desconcertado, Taehyung asiente.
—Soy Oh Sehun, ¿no te acuerdas de mí?
El nombre le trajo recuerdos, de un adolescente altanero y engreído, pero con razones, pues su interpretación era de admirar. Taehyung tuerce la boca con desagrado, reviviendo toda la envidia que ese chico le hacía sentir.
—No puedo verte—. Se bajó un poco los anteojos, mostrando su iris gris.
Sehun exclamó sorprendido.
—Perdón, pensé que las lentes eran parte de tu estilo. Siempre fuiste alguien extravagante—. Se ha puesto nervioso. Taehyung no deja pasar la manera en que lo describió, de mal gusto en su opinión—. Lo siento tanto por ti.
Por un momento, Taehyung deja sus rencores de lado. Eso fue extraño, ¿acaban de darle el pésame?, ¿por qué se siente como si así fuera? Si le da vueltas al asunto, encuentra cierta relación: sí, perdió algo. Pero, lo más curioso, es que eso ya no le producía nostalgia.
—¿Los jueces lo saben? —preguntó el tercero en la habitación.
Taehyung negó, asombrado por su propia respuesta. Recuerda que el día de la audición pasó sin sus lentes oscuros y sin bastón, Jin había maquillado su cicatriz y por la lejanía del escenario con los jueces debió ser imposible que notarán el disqueo de sus ojos o el iris gris.
Esto comienza a saber mal.
Ni siquiera tiene tiempo para procesarlo. Baehyun regresa y lo lleva al escenario, lo permite porque está en trance, y si no fuera por el asesor, ni se movería.
—¿Nombre?
—Kim Taehyung.
Balancea su peso de una pierna a otra al compás del ruido de los papeles.
—¿Se quedará con las gafas?
Traga en seco.
—Necesito usarlas por mi condición
—¿Podría decirnos cuál condición?
Sus suposiciones eran ciertas, no sabe que es ciego, ¿qué pasará después de que lo sepan?
—Soy ciego.
La sala se llena de murmullos.
—En sus papeles no indica ninguna condición.
—Los hice antes de que perdiera la vista, y cuando me llamaron no me pidieron volver a hacerlo—. ¿Por qué tantas vueltas? Comienza a estresarse—. ¿Hay un problema con eso?
—No, no—. No se oye convencido—. Por favor, presente su pieza.
Taehyung levanta alza el arco y el violín con desgano, preguntándose si vale la pena estar ahí. Tiene un mal presentimiento, tan fuerte que ya le parece inútil el presentarse.
No, ya está ahí. Acomoda el cuerpo del violín sobre su hombro, apoyando su barbilla. Su mano que sostiene el arco hace un elegante movimiento hasta colocarse sobre las cuerdas. Es el momento de presentarse, dará lo mejor de sí por esas horas de ensayo.
Con un suspiro desliza el arco sobre las cuerdas, sincronizar su respiración lenta con la melodía y después los latidos de su corazón apasionados son quienes marcan el compás.
Presenta su pieza, acelerada y llena de complejidad. Dejo el alma en el escenario. Lo reconoce, por años vivió sin rumbo, y aunque jamás abandonó su anhelo de dedicarse a la música, debe admitir que durante años hizo audiciones y concursos deseados que no lo llamarán.
¿La diferencia entre el ayer y el ahora? Taehyung lo tiene claro, hoy en día reconoce que no ha superado el temor de verse bajo el ojo crítico de los profesores y su madre.
Todavía el miedo de volver someterse a la presión de los profesores y de su madre afecta sus sueños. No ha logrado perdonarlo, poco a poco se ve capaz de hacerlo.
—Gracias, puede volver con los demás.
Baehyun se aproxima y le entrega su bastón. Taehyung vuelve a la sala, notando al entrar que los otros tres competidores hablan entre sí. Se acerca y calla, le pregunta si le han dado alguna indicación y al negar, vuelve a su antigua conversación.
Se preguntan en qué otras academias han estudiado, países como Japón, Australia, China, Rusia y Estados Unidos se hace oír. También se describen otras experiencias sobre el escenario de la que Taehyung solo era espectador.
Era el de menor experiencia, sin un solo trabajo previo, postulando para una de las orquestas más reconocidas del país y perdiendo con grandes artistas.
Ese mismo día, minutos más tarde, los jueves dieron su veredicto final. El hombre de mayor edad fue admitido en la orquesta, un muy buen contrincante. Por otro lado, a Sehun le ofrecieron una beca para la academia de música y al otro participante le extendieron la invitación de pertenecer a una sinfónica en Busan. Y Taehyung, bueno…
—¿Has oído del grupo A brand new day? Es una orquesta financiada por el Centro de apoyo psicológico para ciegos
Una advertencia brincó en su cabeza. La orquesta de la escuela ni siquiera está formalizada porque se considera terapia ocupacional.
Pero ellos no lo sabían, ni siquiera sabían los términos correctos.
—Se dice personas invidentes y débiles visuales, es el término más adecuado. Y es un centro de apoyo psicopedagógica, no solo psicológico. CAPIDI es la abreviatura.
—Le agradezco la aclaración, se aprende algo nuevo cada día. Así que, ¿conoce la organización?
Taehyung asiente. —El director de orquesta es muy talentoso.
—No tengo el gusto de conocerlo. Si necesita una recomendación, puedo firmar para usted.
—Gracias. Una pregunta: me invita por mi talento, o porque cumplo con el único requisito que creen suficiente: ser ciego.
—Disculpe, no quisimos dar a entender eso.
—Pero lo hicieron. ¿Por qué no darme una invitación a una orquesta menor, de alguna otra institución u ofrecerme una beca? ¿Por qué me miran y me mandan directamente a una organización para ciegos?—. Nadie responde—. Gracias por lo de hoy, tenga un buen día.
Taehyung se retira. Baehyun va detrás de él, discúlpame por lo sucedido. "No es tu culpa", le dice forzando un tono gentil. Por dentro está iracundo, grita y protesta cuando se encuentra en el interior del auto.
Jimin lo oye y lo ve de reojo, con el rostro rojo y la mandíbula tensa. Oye su voz grave y fuerte, su discurso lleno de cuestionamientos y palabras rimbombantes.
—Se piensa que inclusión es tenerles un espacio a los integrantes de una comunidad, pero al alejarlo del resto, limitándose a ese espacio, ¡realmente los están excluyendo! No es justo, ni humano.
Hace tiempo que Taehyung no se mostraba con tanta energía, en él había revivido una chispa que se había apagado incluso años antes del accidente.
—Es una discriminación.
—¡Sí, es eso! Uh, estoy demasiado enojado. ¡Que se pudran en el infierno!
Taehyung era una explosión de emociones, tan feroz que Jimin tuvo miedo de sus movimientos amplios y bruscos. No obstante, al llegar a la escuela, su humor se volvió blando y necesitado de consuelo.
Alzó los brazos, esperando que el chico que abrió su puerta, Hoseok, lo abrazara.
Por supuesto que Jimin usaría esto para burlarse en un futuro. Por ahora, solo queda admirar el cambio que ha tenido Taehyung durante este tiempo: no solo se adaptó a sus nuevas capacidades, sino que las acepta y reconoce como suyas. No solamente recobró su chispa, sino que es más brillante que antes.
Y otro detalle importante, conoció a alguien que lo acompañó en su peor momento y está dispuesto a seguir a su lado.
—¿Y ahora, qué harás? —preguntó Hoseok.
A la llegada de Jimin y Taehyung, Namjoon y Hoseok los esperaban en la sala de descanso de los trabajadores con todo un festín de comida a domicilio. Jin había llamado y estaba en el altavoz desde las islas Jeju para enterarse de cómo le había ido a Taehyung en su audición.
—No quiero que se quede en palabras lo que dije. No necesito volver a la academia, aprenderé por mi cuenta y buscaré un lugar donde pueda tocar. Despreciaron un pequeño grupo de músicos, pero estoy seguro de que A brand new day puede tener una gran calidad. Eso es lo que haré, apoyaré a la orquesta. Trabajaré junto con el director, estoy seguro de que aceptará.
—Espera, ¿vas a trabajar aquí?
—Bueno, tendría que preguntarle al gerente—. Paso sus brazos por sus hombros, pegando sus frentes—. ¿Cree que sí tocó para él, pueda impresionarlo?
Su aliento cuela entre sus labios.
—Creo que ya lo tienes hipnotizado desde el momento en que te conoció.
Y con una sonrisa, sellan su promesa.
Fin.
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