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20. Entre reencuentros

En medio del sonido de los autos y las charlas lejanas, Taehyung es capaz de apreciar un suave quejido que surge entre los labios de Yoongi. Puede sentirlo, está casi tan tenso como él, incluso se atreve a decir que un poco más inquieto.

Por otro lado, Taehyung no tiene ni la menor intención de ayudarle. Sus pensamientos vuelan hacia otros rumbos, con destino hacia el pasado, dónde se encuentra una pequeña cafetería y un par de chicos que lo atienden. Uno de ellos es Taehyung, quien siempre apurado solía tropezar con sus propios pies. El otro que permanece tras la barra, es Yoongi, apenas una sombra oscura en su cabeza

Su cabeza cae hacia un costado y su ceño se frunce ante sus fuertes intentos para asignarle un rostro y una imagen. Entre sus recuerdos pinta una tez blanca y un cabello oscuro, además de un par de ojos pequeños y alargados, los cuales están acompañados de una mirada soñolienta y profundas ojeras.

Que curioso. Se acuerda de las señales de un mal sueño; sin embargo, no recuerda la forma de su sonrisa al reír a carcajadas, o su altura al pasar a su lado.

—¿Quieres un cigarro? —ofrece Yoongi, con la voz amortiguada.

La propuesta es tentadora para Taehyung, que aceptaría cualquier cosa para calmar sus nervios. Si no fuera por el mismo miedo que le impidió ahogar sus penas en alcohol.

—No, gracias—. Tuerce la boca—. Tomó medicamentos.

Lo último que dijo estuvo de más, fue un impulso que lo hizo justificar su rechazo a la más gentil propuesta.

—¿Medicamento para qué?

Taehyung apuntó con su dedo su cabeza. —Antidepresivos.

Hace algunas semanas se lo volvieron a recetar para controlar las secuelas que dejó el accidente en su mente. Y si bien las pesadillas se han ido, el malestar en su estómago es un gran inconveniente.

—Mm, está bien —mencionó Yoongi, y junto con su voz, se oye el engranaje del encendedor. Pronto el aroma del tabaco contamina el ambiente—. Mi madre suele tomarlos, y yo lo hice hace un tiempo.

Taehyung asiente. Le es extraña la naturalidad con la que Yoongi habla del tema, aunque si lo piensa mejor, no es la primera vez que sucede esto. Hablar de medicamentos psiquiátricos es un tema recurrente entre los alumnos de la escuela para ciegos. Y ya que lo recuerdo, había conocido a varias personas que acudían al psiquiatra.

Es más normal de lo que cree, y no debería avergonzarse por eso.

—No vayas a beber, no sea como yo que ya cometí ese error antes —volvió a reír; al parecer, Yoongi estaba un poco ebrio.

—¿Es peor que mezclar alcohol?

—¡Mucho peor! Esa vez no paré de vomitar toda la noche.

Está vez, Taehyung lo acompañó entre risas. Y por ese instante, el ambiente se volvió más ligero, tan cálido como en esos días en que ambos se quedaban solos tras la barra. Sin ningún cliente dentro de la cafetería, Yoongi y Taehyung solía hablar de su día a día: bromear entre ellos, divulgar información acerca de otros trabajadores, quejarse de lo caro que era vivir en Seúl y repetir aquel anhelo que los había traído a la ciudad.

Es una lástima lo poco que duran los recuerdos, y lo frágil que son las emociones que evocan. Pronto se encuentran de nuevo en el presente, bajo un silencio expectante. Fue Yoongi quien finalmente se atrevió a tocar aquel tema que los había reunido ahí.

—Me alegra haberte encontrado —sus palabras salen como suspiro, uno largo y cargado de alivio—. Estaba preocupado, te saliste del trabajo de un día a otro, sin decirle a nadie.

Entre cada diálogo se extiende un tenso silencio. Poco a poco los tartamudeos de Taehyung se hacen audibles, hasta que sus inquietudes se expresan en palabras.

—¿Qué pensaste en ese momento?

Yoongi notó su expresión, mantuvo sus ojos sobre él y contestó con la discreción que demanda la situación.

—Lo siento, me fue inevitable no pensar lo peor—. Tras leer la expresión de Taehyung, y percatarse de que el contrario se encontraba estable, decidió continuar—. Había un ambiente extraño cada vez que alguien te mencionaba: la jefa se negaba a decirnos algo, decía que era por respeto, y además, tú no contestabas llamadas ni mensajes.

Hizo una pausa, en que su frenética energía se ahogó tras una larga calada. Al exhalar el humor, lo hace junto con un fuerte suspiro de alivio.

—Luego, tu amigo Jimin empezó a actuar extraño—. El entrecejo de Yoongi se frunce a medida que revive el pasado a través de sus memorias—. Dos meses después de que desapareciste, Jimin volvió a ir a la cafetería. Era extraño verlo, como si caminara dormido, y al llegar a la barra, ¡entonces despertaba!

Al estar inmerso en sus pensamientos, Taehyung se sobresaltó por la voz en alza. No había oído a Yoongi, pero al percatarse del dinamismo en su narrativa, se acerca para oírlo mejor.

—Su rostro se ponía pálido como el papel y miraba a su alrededor con asombro. Antes de que se desmayara, lo ayudaba a sentarse en una de las mesas. Yo solía atenderlo cada vez que iba a la cafetería y empezamos a hablar.

Taehyung interrumpió:

—¿Te contó lo del accidente?

Yoongi se quedó callado antes de liberar a Taehyung de la ardiente expectativa.

—Jamás me contó algo acerca de un accidente. En realidad, nunca quiso decirme lo que te ocurrió por más que le preguntara—. Tomó el humo en su boca, para luego soltarlo—. No mentiré, solo una vez Jimin me contó algo sobre ti. Tenía miedo de que te hayas ido de la ciudad sin decirle. Si no fuera por eso, yo creería que estabas muerto. 

Hace un leve movimiento con su cabeza, afirmando las palabras. En su vientre siente un dolor pulsante, que lo hace revolverse y cubrir la zona con los brazos.

—Pude haberlo estado, pero Jimin me salvó—. Su garganta se cierra y su voz sale con mayor dificultad—. Tuve un accidente en aquella salida a las afueras de la ciudad que te conté la última vez que nos vimos. Y como te darás cuenta, en ese viaje perdí la vista—. Hace una pausa, lame sus labios y prosigue entre tartamudeos—. Hice que Jimin me prometiera que no contaría nada, por favor, no te enojes con él.

La culpa le pesa, y pesa bastante. Fue egoísta: quiso olvidarse de su pasado para no extrañar aquel que no volvería a ser, sin considerar que otros mantendrían su recuerdo con cariño.

—No hay rencores —comentó Yoongi, con total sinceridad—. Me alegra que estés bien, y que tienes personas a tu lado que te hacen feliz.

La simple mención de quienes lo esperan dentro del restaurante hace estallar una sonrisa en sus labios.

—Sí, estoy aprendiendo a ser feliz. Espero graduarme pronto.

Fueron las palabras de Yoongi y el placer que le provocaba el vértigo, lo que hizo que Taehyung se diera cuenta de que existía personas que apreciaban más su vida que él mismo. Tanto en su presente, como en su pasado.

Yoongi anunció que se iría a tirar el filtro del cigarrillo, y luego de eso lo acompañaría de regreso a su mesa. Taehyung accedió y se alejó del barandal; a su regreso, lo asaltó con una curiosidad que rondaba en su cabeza:

—¿Cómo está Jimin?

Yoongi parpadeo lentamente:

—¿No has hablado con él?—. Taehyung negó, agachando la cabeza. Yoongi no podía creerlo, una pulsada de rencor comenzó a recorrer su organismo. Aún con la garganta agarrada, habló—. Desde que salí de la cafetería no he sabido más de él, eso fue hace más de 6 meses. Lo último que me dijo es que iba a comenzar a hacer teatro y que había conocido a alguien ahí mismo, un chico que le gustaba mucho.

¿Era su imaginación, o había algo extraño en el tono de Yoongi? Cierto tono de nostalgia que lo hace sospechar de los sentimientos de Yoongi a Jimin, por lo menos, una leve atracción.

—Taehyung, me gustaría pedirte una última cosa.

El aludido asistió.

—Habla con Jimin, él estaba muy preocupado —corrige—. Está preocupado, estoy seguro de que todavía se interesa en ti.

—Sí, lo haré—. Pensar en la posibilidad de volverse a encontrar con su amigo le anima el corazón. —¡Y también contestaré tus mensajes!

Antes de esa noche, jamás hubiera pensado en Yoongi como un amigo. Para Taehyung, Min solo era un compañero de trabajo, como los muchos otros que había tenido antes. Jamás imaginó que su presencia fuera tan significativa para el contrario, como para mantener su recuerdo por más de un año.

Tal como lo prometió, Yoongi acompaña a Taehyung de vuelta a su mesa. Al despedirse le avisa que estará al fondo del restaurante, junto a unos productores musicales con los que comenzó un nuevo proyecto.

Taehyung lo felicita con gran fervor: extiende su brazo y al tocar su hombre lo jala hacia él para abrazarlo. Bien sabía, porque él mismo Yoongi se lo contó alguna vez, que convertirse compositor fue el motivo por el que escapó de su hogar para venir a Seúl.

Todos esos sueños que en alguna vez parecieron imposibles, ahora tienen un sabor dulce en el paladar. Jimin en el teatro. Yoongi como productor y él como candidato a la orquesta nacional. ¡Era maravilloso!

Tan pronto como toma asiento, se da cuenta de que algo no está bien. Namjoon y Jin lo saludan en un hilo de voz, le avisan que ya ha pedido la cuenta y que Hoseok fue hablar con el administrador.

Taehyung asiente, sin querer interrumpir el esfuerzo de su cerebro por entender que es aquel mal presagio que siente cosquilleo en sus huesos.

Afila su sentido del oído, y cierto intercambio de palabras entre los mayores lo hace alarmarse.

—¿Qué te pasa, Jin hyung? ¿Estás enfermo?

Jin, tan noble como el primer día que lo conoció, le resta importancia al asunto para no causar problemas.

—Estoy bien, solo un poco mareado.

Mientras que Namjoon se muestra tan testarudo como de costumbre.

—Mírame, esto no está bien. Tiene la piel blanca y la pupila blanqueada. ¡Tenemos que ir al hospital ya!

Jin niega. Luego de tomar su medicamento estará mejor, o eso es lo que dice.

—Por favor, hágale caso a Namjoon. Él es estudiante de medicina, si está alarmado es por algo importante—. Jin tiene la intención de protestar, a lo que Taehyung se adelanta—. No se preocupen por Hoseok y por mí, nosotros estaremos bien. Podemos salir del edificio y pedir un taxi en la entrada.

—¿Estás seguro de eso? —cuestionó Namjoon, y una de las cejas de Taehyung se levantó en un gesto de intriga.

¿Por qué es tan difícil confiar en él? Agradece la compañía; sin embargo, desde el inicio había querido venir solo con Hoseok, para aprovechar los escasos meses que les quedaba juntos.

Comenzaba a enfadarse. Antes de pasar a los reclamos, una idea cruzó por su cabeza.

—El chico que se acercó hace rato es mi amigo, él puede ayudarnos.

Por supuesto que Taehyung no planeaba interrumpir a Yoongi durante su celebración; mintió para librarse de Namjoon y de Jin.

Y tras dudarlo un rato, acceden al fin. Taehyung supo contener su felicidad al despedirse de Namjoon y de Jin, deseando de corazón que todo saliera bien.

Casi al instante en que Namjoon y Jin se fueron, Hoseok llegó acompañado del gerente del restaurante. Los oyó despedirse una vez más, y se levantó para agradecer cuando Hoseok le dio la gran noticia de que su cena fue cortesía del nuevo socio de CAPIDI.

¿Y aun así Hoseok se atrevía a dudar de sus capacidades para negociar?

—¿A dónde fueron Namjoon y Jin? —pregunto Hoseok, luego de que el gerente se fuera.

—Jin se sentía mal, y Namjoon lo acompañó al hospital—. Ocultó una sonrisa traviesa al beber las últimas gotas de refresco de su vaso.

No hubo respuesta de Hoseok, más que un casi mudo asentimiento. Eso hizo que la preocupación volviera a Taehyung.

—¿Hay algo que debería de saber?

—Siento que no estoy en disposición de decirlo, es algo que Jin te contará mañana por la mañana—. Hoseok jala a Taehyung hacia él—. No te preocupes por Jin, sabe lo fuerte que es.

Taehyung pasa sus brazos por su espalda y lo abraza. Normalmente no haría esto en público, de no ser porque la vergüenza se esfuma al ser incapaz de percibir las miradas críticas de otros.

—Hoseok, me preocupas más.

—Lo lamento, ¿ya quieres irte? Podemos pedirle a alguno de los meseros que pida un taxi para nosotros, o esperar en la entrada.

—Mejor en la entrada.

Tomó su mano y se fueron juntos por el pasillo. Taehyung estaba sorprendido por lo fácil que había accedido. Será por el alcohol en su sistema que Hoseok presumía de una perfecta capacidad para orientarse. Y no era pura arrogancia, ya que lograron salir del edificio sin problema.

Antes de que Hoseok pudiera pedir un taxi en el módulo de asistencia, Taehyung lo jaló del brazo y lo llevó en dirección contraría.

—Quiero caminar por la ciudad, vamos por aquí.

Taehyung estaba entusiasmado, caminaba con velocidad, disculpándose con los peatones a los que golpeaba en los talones con el bastón. Había muchas personas en la calle, viejos recuerdos que hacen latir su corazón.

De manera abrupta es obligado a detenerse. —Taehyung, cariño, no creo que esto sea buena idea. Puedo conseguir una salida para otro día, por ahora tenemos que irnos.

—No quiero. Nos harán salir acompañados de alguien más, y yo quiero estar solo contigo.

—Es peligroso que solo estemos los dos.

El contador se vuelve más rápido y los pasos se aceleran. Taehyung jala a Hoseok y cruza la enorme calle.

—Estaremos bien, confía en mí. Podría caminar por estas calles con los ojos vendados—. Taehyung pegó una estrepitosa risa que al instante muere en su boca.

Empieza a arrepentirse de su decisión, baja la cabeza y una vez más mordisquea sus labios. Culpa al medicamento y la repentina subida de ánimos que le genera. Por más arrepentido que esté, se dispone a seguir con su plan.

Avanza a través de la multitud, Hoseok lo sigue sin protestar. Por medio del agarre de su mano, siente la tensión que emana de él. Jamás se relaja, y de vez en cuando aprieta su mano al asustarse por los cuerpos que empujan el suyo y el sonido de los coches a gran velocidad y a tan poca distancia.

Es así que, lo que supone un viaje para dejarse maravillar por las calles de Seúl, se volvió una pesadilla, que se ha extendido más de lo que Taehyung suponía.

Luego de un rato, Taehyung se detiene.

—¿Qué pasa? —pregunta Hoseok, preocupado.

Taehyung permanece callado. Y el terror invade a Hoseok.

Suelta su mano y camina alrededor.

—No puede ser, esto debe ser una jodida broma —gruñe, impotente—. ¡Lo sabía, esto no era buena idea! Joder, Taehyung, si querías salir podíamos hacerlo otro día, acompañados de Jin o de Namjoon.

Taehyung no lo soporta más y exclama:

—¿Por qué sería una tontería querer pasar tiempo contigo?—. Su voz quebranta el aire y hace detener a Hoseok en seco—. ¡Cuando llegue me prometiste que sería independiente! Que si acudía a las clases, que si confiaba, podía hacerme valer por mí mismo incluso después de haber perdido la vista. ¡Cumple con tu palabra!

—Lo que me pides está más allá de lo que tú o yo podemos hacer. Debemos ser realistas, hay situaciones que por más que queramos, no podemos hacerlo.

—No, tú no sabes eso, ¿alguna vez habías salido antes? Estamos a orillas del río Han, si seguimos caminando podemos llegar al puente. Ahí podemos pedir un taxi y llegar a la escuela.

"Solo quería pasar un rato contigo. Pronto habrán pasado los 6 meses, me graduaré y regresaré a Daegu.

—Y si te llaman para quedarte en la orquesta.

—No lo sé. Creo que no pensé bien esa parte, me mudaré cerca del teatro. ¿Podré vivir solo?

—Quédate en la escuela. Tendrás tu habitación, quién te lleve y te traiga de los ensayos. Estaremos juntos.

Taehyung se revuelve y se aleja.

—¿Quieres seguir conmigo? Desde que comenzamos a salir, estaba seguro de que solo sería un tiempo. Lo acepté, creyendo que estaría bien con eso…

Su voz se quiebra y no puede seguir. Rápido, Hoseok reconforta su llanto.

—Lamento que te haya hecho pensar que no lucharía por ti. Lo admito, soy un cobarde. Y tenías razón, jamás había salido antes. Todo este tiempo, la escuela fue mi vida. Y estaba bien, o eso creí, hasta que llegaste tú: un alma tan rota que me hizo querer acabar con todo lo malo para que pudiera sanar.

"Y en el proceso, me di cuenta de todos los males de los que había huido y de los cuales no podría protegerte.

—No necesitaba que me protegieran, sino que me sostuvieron, y eso hiciste. Estaba destrozado, mareado por todo lo que había sucedido, y entonces tú le diste orden a mis pensamientos. Siento que no solo ha sanado el Taehyung que perdió la vista, sino también el más joven que había estado vagando tanto tiempo en soledad.

Sus manos bajaron por sus brazos hasta entrelazar sus dedos. —Caminemos juntos, perdamos el miedo.

—Y encontremos el camino juntos, hasta que cada quien tome el rumbo que quiera para su vida.

—Deja ser yo quién guíe tus pasos esta noche.

—Confío en ti.

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