15. Entre Noticias Inesperadas.
El primero en comenzar a trabajar y el último en acabar de hacerlo, así es el día a día de Jung Hoseok. Acompañante desde los 9 años, asesor desde los 13 y tutor desde los 16. En los años restantes, se acostumbró tanto a sus labores que, aburrido, comenzó a asumir más responsabilidades.
Hoy por hoy, cualquier actividad dentro de la institución es consultada y supervisada por un joven de apenas 23 años. No hay nadie, excepto por el director Kang, que sepa mejor lo ocurre dentro de La escuela para ciegos, que él.
A través de los audífonos inalámbricos, Hoseok escucha al asistente de voz recordarles sus pendientes del día. Entonces, un cansado bostezo salió de su boca y no pudo oír lo último del audio.
Maldijo por los bajos: para poder escuchar esa única parte que se le escapó, tenía que esperar a que la grabación terminará. No conocía otra forma de hacerlo. Prefirió apagar el aparato y concentrarse en lo que seguía.
“En lo que sigue”, el día apenas comienza y ya se siente agobiado. Anoche no pudo descansar; su cuerpo se había acostumbrado a estar siempre en alerta, que le era difícil bajar la guardia, incluso en la noche más tranquila. Y más inquieto que cansado, se dedicó a hacer rondines por el edificio, pues no soportaba la idea de estar despierto sin hacer algo. Todo bien, hasta este momento en que la somnolencia lo hace tropezar con sus propios pies.
Después de haber despejado su sentido del oído, Hoseok pudo escuchar los leves sonidos que provenían al final del pasillo.
Sus pies cambiaron de rumbo al recordar quien se encuentra tomando clases ahí.
A medida que se acerca, es capaz de reconocer la voz profunda y airosa de Taehyung. De pronto, experimenta una opresión en el pecho; una emoción que lo hace sentir sofocado. Disminuye la fuerza de su marcha, se detiene antes de llegar a la puerta y espera pasar desapercibido
—Como si estuviera hipnotizado, seguí tu voz. Escuché tus sueños, y quedé maravillado por esto—. Reconoció la prosa, y una sonrisa se formó en su rostro de poco a poco.
Ha pasado un mes desde que Taehyung afirmó que quería quedarse en la institución. Desde ese día, pareciera que el menor se hizo la promesa de esforzarse en aprender sus lecciones. Hoseok lo ha ayudado; en su ajetreada agenda procura dedicarle un espacio.
Pasar el rato con Taehyung, ya sea en la biblioteca, en la sala de estar o en el jardín; repasando la planilla de braille, leyendo, o solo hablando, se ha vuelto el momento más preciado de su día. Tan así es, que de solo pensar que la hora en que suelen reunirse está por llegar, lo hace sentirse emocionado.
—¡Tiempo! —interrumpió Daeji, la profesora—. Pásame el libro para contar las palabras
Hoseok se esconde tras la pared para no ser visto por la única persona en el aula que puede hacerlo. Para su suerte, la fémina sigue con la clase de manera normal.
—Has estado estudiando, ¿cierto? —preguntó, con abismos de felicidad que revelan el rumbo de la conversación.
—Sí, algo—. No obstante, Taehyung era rancio ante esto.
Por experiencia propia, Hoseok sabe que el menor se empequeñece al recibir cumplidos. Es como si le costará aceptarlo; los pone en duda, pero tiene la gentileza de no expresarlo, nada más da las gracias.
—A diferencia de tu primera semana de clase, te noto más comprometido ahora.
No hay respuesta.
Daeji vuelve a hablar: —97 palabras por minutos, en un gran avance para solamente 4 semanas de clase. Te felicito, Taehyung.
El aula se llena de aplausos y vitoreos, iniciados por los mismos integrantes del grupo. Taehyung murmuró un agradecimiento y volvió a tomar asiento.
Aunque no fuera por la misma razón, Hoseok comparte su amargura. Como asesor, su trabajo es apoyar a su pupilo durante su proceso de adaptación. Estos resultados deberían satisfacerlo y, sin embargo, no lo hace. Porque su mayor objetivo es hacer que Taehyung esté más animado, y al presenciar su actitud en estos instantes, siente que ha fracasado.
—¡Hey, Jung!
De pronto, y sacándolo de sus pensamientos, alguien lo llama desde el fondo del pasillo.
Una voz grave y solemne, que surge desde el fondo de la garganta; y pasos pesados, ruidos y contundentes: Es Namjoon.
Comprueba sus deducciones cuando el contrario se acerca y vuelve a hablar.
—El director Kang te busca, dice que es urgente.
"Urgente", esa palabra resuena en su cabeza, la repite con mofa. Al hacerlo, su expresión sarcástica se distorsiona en una mueca de fastidio.
Mientras tanto, los pasos calzados con tacones cuadrados atraviesan el aula hasta la puerta. Daeji se acerca; peor aún, ya lo han notado dentro del aula. ¿Qué estará pensado Taehyung acerca de su repentina aparición?
Tras jurar y volver a jurar que su intervención no tiene ningún objetivo, Hoseok se libró de la nerviosa profesora. Se dio la vuelta y se retiró hacia la oficina del director.
Escucha pasos detrás de él, Namjoon lo acompaña. El pasante se adelanta y camina a su lado, tiene un aura odiosa que lo pone a la defensiva. Con Namjoon, no está en buenos términos, hasta se atreve a decir que el contrario lo odia.
Descontarle a Namjoon horas de servicio social fue una decisión drástica y un tanto cruel; mas, no sé arrepiente. Tiene en mente sus valores, y algo que no tolera, es la falta de compromiso; peor todavía cuando solo cumplen para llenar un requisito, y lo hace de mala gana.
—¿No deberías estar con Jin? —cuestionó Hoseok. Quería que Namjoon se fuera, no tenía cabeza para soportarlo.
Oh, ir con el director lo pone de tan mal humor.
Y escuchar un suspiro cansado, de alguien que no habrá hecho ni la mitad de lo que él hizo en el día, lo pone peor.
—Yerin está en clases y todos sus documentos están en orden. No hay mucho que hacer aquí.
El fastidio en su voz es casi insultante para Hoseok.
—Siempre hay algo que hacer aquí. Únicamente debes tener algo de iniciativa.
Sus dedos rozan con el borde de la pared, sube su mano y lee la placa de metal. Han llegado a la oficina del director Kang. Se suelta de la pared; pasa frente el asiento y la mesa de la pequeña área de descanso, de la puerta y se detiene frente al escritorio de la recepción.
Saluda a la secretaria; la mujer lo reconoce de inmediato y con una dulce tono, le pide tomar asiento, en lo que el director termina de tomar una llamada. Hoseok agradece con encanto, y al darse la vuelta, las comisuras de sus labios se vienen abajo.
Además de interrumpirlo de sus labores diarias, lo va a hacer esperar, ¡esto es el colmó!
Namjoon continúa siguiéndolo en cada paso. Tal como sospecha, es para darle un reclamo, o un insultar, o lo que sea. No le permite hablar para averiguarlo, ya que en ese momento el golpeteo de una zapatilla de tacón llamó su atención.
La angustia con la que camina, lo hace tener un mal presentimiento.
—¡Disculpe, disculpe! —grita una mujer, con evidente inquietud—. Necesito hablar con el director Kang, ¡es urgente!
Pasos cortos y contundentes. Voz temblorosa por la frustración y con cierto acento que caracteriza a las mujeres jóvenes de la alta sociedad. Hoseok reconoce a la chica como una de las recepcionistas, Seo Hyerin.
La secretaria le dice que tendrá que esperar, ya que el director Kang está ocupado.
Hyerin da un fuerte pisotón en protesta.
—¿Y ahora qué se supone que tengo que hacer?
Como si lo hubieran llamado, Hoseok se pone de pie. Se acerca; y antes de llegar, la chica se da cuenta de su presencia.
—Oh, profesor Jung, que bien que lo encuentro—. El sonido de los tacones retumba en el lugar—. Los padres de un alumno están haciendo un escándalo en la recepción, dicen que no se irán sin antes hablar con el director Kang, o contigo.
Hasta cierto punto, era normal que familiares de antiguos pupilos, o ellos mismos, lo buscarán en la institución. En la mayoría de las ocasiones era para pedirle algún consejo o mostrarle su gratitud con algún obsequio. Nadie lo había solicitado con tanta desesperación, y mucho menos como un reemplazo del director.
—¿Te dijeron lo que querían?—. Comienza a ponerse inquieto.
Hyerin asiente y habla de forma atropellada. —Quieren ver a su hijo, pero este solo tiene un mes aquí. Ya les expliqué las condiciones que ellos mismos firmaron, ¡y siguen insistiendo!
Y si ese es el caso, ¿qué puede hacer él? Solo volver a negarse y volver a citar el reglamento.
—Comprendo, iré a hablar con ellos—. Gira su torso, llama a Namjoon, y al oír que este se acerca, le pide que entre a la oficina en su lugar.
Se pone en marcha antes de recibir una respuesta. Se retira junto con la recepcionista hacia la recepción de la institución. En el camino, le pregunta a Hyerin.
—¿Cuál es el nombre del alumno?—. Debe de ir haciéndose una idea de lo que se va a enfrentar.
—Kim Taehyung.
Su mente queda en blanco. En ninguna circunstancia esperaba que esa fuera la respuesta. Aceleró su marcha y se adelantó a llegar a la recepción.
Antes de llegar, se oyen voces que se alzan y arrebatan entre sí. No obstante, al abrir la puerta y revelar su imagen, la habitación quedó sepultada en el silencio.
Para luego, oírse pasos que se acercan a él.
—Profesor Jung, que bueno verlo—. El padre de Taehyung, que ha olvidado su nombre, lo llama como sí fuera su salvación.
Y eso pone a temblar a Hoseok, porque, de alguna manera, se siente comprometido a ayudarlo.
La mamá de Taehyung hace presencia, imponente y estricta, como su hijo la retrata en sus anécdotas.
—Tenemos que ver a Taehyung, y esta señorita no nos deja pasar. No me agrada su actitud, quisiera hacer un reporte.
Desde su puesto de trabajo, se oye a Hyerin bufar. Su compañera de trabajo trata de calmarla, con palabras dulces y dándole la razón acerca de que aquella mujer era una bruja.
Hoseok se da cuenta de que está más presente en la charla de las recepcionistas que en lo que le corresponde, y se obliga a hacer frente al asunto.
—Disculpe, señora Kim. Conoce nuestra condición para las visitas…
La mujer interrumpe.
—Sí, las conozco. Pero trata de comprender nuestra desesperación, no habríamos venido desde Daegu hasta aquí, de no ser una situación de suma importancia.
De forma inconsciente, Hoseok menea su cabeza en negación. La mujer exclama:
—Por favor, antes de dar su veredicto, escúcheme primero—. Hoseok accede, con duda—. Si usted conoce un poco a Taehyung, sabrá que su más grande meta en la vida es formar parte de la sinfónica nacional. Y justo ayer, recibimos una llamada de la Escuela de música de Seúl, quieren que Taehyung entre a la orquesta.
El señor Kim, con un tono más relajado, agrega:
—Esta noticia solo podíamos dársela en persona. Han sido tiempos difíciles, tanto para él, como para nosotros, sus padres. Esta oportunidad vino a ser un rayo de luz en nuestras vidas.
Para su podría sorpresa, Hoseok se lo piensa. Le desagrada su duda, porque debería de ser un rotundo: no.
—De acuerdo, los dejaré pasar.
Pero el señor Kim, sin saberlo, había dado con su debilidad: Kim Taehyung. La felicidad de Taehyung era su mayor meta en estos momentos.
—Hyerin, lleva a los señores a la sala de espera. Y por favor, no hagas el reporte de entrada—. Nervioso, agrega—. Si alguien te pregunta algo, dile que yo te lo pedí.
Le cuesta creer lo que está haciendo. Se contó a qué más sería capaz de hacer por conseguir su objetivo, y si su esfuerzo valdrá la pena.
Hoseok se apresura a llegar al aula de Taehyung. Pasa frente a la oficina del director e ignora los llamados de Namjoon y del propio director Kang. Solo puede pensar en una cosa: ¿cuál será la reacción de Taehyung al enterarse de la noticia?
Llega al aula justo en el cambio de periodo, se coloca en la umbra de la puerta y Taehyung llega a su lado sin ser llamado.
—¿Cómo sabías que era yo?
—Solo lo sabía, y ya.
Aunque tenía curiosidad acerca de su respuesta, Hoseok no se desvió del tema principal y le pidió a Taehyung que fuera con él. El menor lo reflexionó, pero terminó por aceptar como si no tuviera otra opción. De verdad anhela que esto le brinde un poco de fortaleza a Taehyung.
Para ir de prisas, Hoseok lo sostiene de la mano y lo guía a través de los pasillos. Taehyung se deja arrastrar, con algo de resistencia debido al miedo de tropezar.
Finalmente, Taehyung se anima a cuestionar lo que sucede. Hoseok le pide detenerse (están detrás de la puerta de la sala de descanso de los trabajadores), y aún sosteniendo su mano, se para frente a él.
Con su otra mano, da un apretón en su brazo, otro en su hombro, y continúa el recorrido de su tacto hasta su rostro.
—Me sacaste de clases, ¿solamente para esto? —cuestionó Taehyung, y aunque reía de manera juguetona, aún había rastros de tristeza.
Taehyung se acerca a él, con la suficiente distancia para sentir los gestos del otro. La cercanía y los toques se habían vuelto algo que acompañaban sus momentos de estudio; que evolucionó de tímidos roces, necesarios para dar instrucciones de las lecciones, a ser una demostración de adoración.
Hoseok negó su pregunta, soltó su rostro y su mano, y le dijo:
—Tus padres te esperan, quieren decirte algo.
Seguido de eso, abrió la puerta y llevó a Taehyung al interior de la habitación. Los padres de Taehyung se acercaron, apenas entraron, Hoseok se alejó a un rincón porque su presencia no tenía cabida en el emotivo reencuentro.
Aunque el señor Kim estaba desbordado de emociones, este se mantenía concentrado en el objetivo de su visita. No permitió que su esposa se fuera de largo con preguntas y llanto, dio la noticia sin dar más rodeos.
Al principio, Taehyung no lo podía creer. Pasó de estar desconcertado, a la incredulidad. Y después, cuando le propusieron hacer una llamada al reclutador, este se mostró irritable. No era la reacción que Hoseok esperaba, estaba a punto de intervenir para ponerse de su lado cuando la línea fue descolgada del otro lado.
Por un rato, solo se escucha a Taehyung murmurar a través del micrófono. Su voz, apenas un suspiro, tan frágil que parecía romperse al salir de sus labios. Al oír cada vez más su dificultad para hablar, Hoseok se acerca a él.
Lo toma del hombro, se agacha (ya que Taehyung está sentado en una de las sillas del comedor) y cerca de su oído le aclara que es él. En respuesta, Taehyung se revuelve y da una larga exhalación que su cuerpo.
Menciona una fecha, dentro de 3 semanas. Se despide de la persona al otro lado de la línea y prometer que se va a mantener en contacto por el mismo medio. Taehyung finalizó la llamada.
Lo siguiente que pasó, sucedió tan rápido que, para Hoseok, fue difícil de asimilar. De un momento a otro, tenía a Taehyung de pie, frente a él y con manos clavándose en su espalda como si fuera su único soporte.
Hoseok lo sostuvo, y entre sus brazos sentía al menor temblar. De pronto, sintió que daba un respingo. Taehyung comenzó a llorar, conmovido por la más grande felicidad.
Y mientras limpiaba su rostro y susurraba a su oído, Hoseok dio respuesta a las incógnitas que antes rondaban en su cabeza. Cualquier cosa valdría la pena por la felicidad de Taehyung.
Incluso superar sus propios temores.
🌙;
Hola, ¿cómo se encuentran?
Estoy casi segura de que es mi primera vez dejando una nota aquí.
Es un pena que la primera vez que paso a saludar, sea para dar la noticia de que las actualizaciones se van a pausar por un tiempo.
Aquí la explicación: me he quedado sin un colchón de capítulos y, en lo particular, no me gusta escribir y publicar a la par.
Así que regresaran cuando logré acumular unos 5 capítulos (a la historia solo le quedan como unos 8 capítulos).
Esto solo va a ser un "Hasta luego". Nos veremos pronto. ^^
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