13. Entre acusaciones del pasado.
Días después, Taehyung despertó con el corazón queriendo escapar de su pecho. Los destellos de colores reemplazaron las imágenes que antes se presentaban en su cabeza. No puedo decidir qué era peor, si revivir las escenas del accidente a través de sus sueños o presenciar las consecuencias de este mientras está despierto.
Pasó sus palmas por su rostro; limpio el sudor y busco despabilarse. Entre párpados, puede ver a Jimin acercarse a él con una apariencia desquiciada; y entonces, su rostro pasa a estar cubierto por cenizas.
Sacude su cabeza para alejar la escena. Respira hondo y sostiene el aire en la cima de su pecho. Los terrores nocturnos eran tan comunes en él, que aprendió a lidiar con estos. El susto pasa rápido, y pronto se sumerge en un estado de paz.
En ese momento, se escuchan ruidos en el pasillo. Al parecer, no es el único que ha sido arrebatado de sus sueños. Esto no le sorprende, ya que en la temporada en que deambulaba por el edificio en la noche, se dio cuenta de que las pesadillas eran frecuentes entre la mayoría de los estudiantes.
Una vez, un doctor le dijo que los terrores nocturnos eran producto de sucesos traumáticos y grandes niveles de ansiedad; dos elementos que eran usuales entre los alumnos.
En este punto, Taehyung presiente que será imposible que vuelva a conciliar el sueño. Ahora que sabe que puede usar el celular con un lector de voz, le gustaría tener el suyo consigo para saber la hora. ¿Será de noche? ¿Será de madrugada? Quizás ha dormido demasiado y por eso su mente está inquieta.
Resignado, se incorpora sobre la cama. Se puso de pie, y fuera de las sábanas, una brisa helada eriza los vellos de sus brazos; gracias a la temperatura les es posible saber que es de madrugada y pronto amanecerá.
Decide que lo mejor es bajar de una vez, vagar un rato por el lugar y llegar temprano al comedor para el desayuno. Luego va a regresar a la habitación para vestirse y asistir a su cuarto día de clases.
Hoseok lo había dado de alta en los talleres adaptativos el mismo día en que se reunieron en la biblioteca. Al día siguiente le notificó que iba a comenzar a asistir a clases el lunes; y como ese día era sábado, le propuso que durante el fin de semana volvieran a reunirse para darle asesorías. Taehyung quería negarse porque despertó con un terrible desánimo. Si se levantó de su cama para ir a la biblioteca, fue por la insistencia de Hoseok.
No se arrepiente de haberlo hecho; al contrario, atesora esos ratos como lo único rescatable de su fin de semana. El resto del tiempo, se la paso encerrado en su habitación.
Aunque no lo admitiera en voz fuerte, Taehyung quería que Hoseok fuera su profesor en los talleres; fue una decepción averiguar que este solo da tutorías a niños.
A pesar de esto, está conforme con su profesor: Daeji es agradable y es evidente que trata de dar lo mejor sí para crear un ambiente agradable y dinámico. Su grupo también es agradable y pequeño, de tan únicamente otras 6 personas y él. Aun así, a Taehyung no le termina de agradar la idea de acudir a clases.
Bueno, por lo menos ya tiene una rutina; eso es mejor que desconectarse de la realidad todo el día. Piensa en la posibilidad de volver a caer en eso y su ánimo se va en picada. Teme volver a esos viejos hábitos. Por ello, se propone activarse y cumplir con pequeños objetivos cada día.
Se pone en marcha hacia la esquina en donde acumula la ropa que saca de la maleta y no vuelve a ordenar. En el proceso se tropieza con sus pantuflas, las patea lejos y continúa descalzo. Llega a su destino, encuentra una sudadera; la huele y se la coloca.
Sale de la habitación y recorre los pasillos, baja las escaleras con uno que otro contratiempo; casi es un experto. Se detiene en el primer piso para recobrar fuerzas. Cree escuchar algo y se acerca.
Si es un niño que se ha despertado por una pesadilla, quiere llevarles consuelo como una vez presenció a Hoseok hacerlo.
En un nuevo rumbo que han tomado sus pensamientos, se pregunta cuál es la habitación de su asesor en aquel piso. Da un giro a su alrededor, y sin poder visualizar un foco de atención, termina mareado.
Se ríe por la sensación. Como los niños, Taehyung aprendió a disfrutar de las posibilidades de su cuerpo, desde recibir estímulos sensoriales para ubicarse en el espacio y en el tiempo, hasta prestar atención a los diferentes matices que tienen las voces y que tanto revelan acerca de la otra persona.
Al recuperarse del mareo, se acerca a alguna de las paredes. Busca el número en la puerta, encuentra el orden descendente y lo sigue para hallar las escaleras. Ya en la planta baja, toma un rumbo sin destino, tan solo disfruta de recorrer el lugar a través de su tacto.
En cierto punto percibe una melodía instrumental. Un nombre viene a su cabeza, y con ello la vergüenza de recordar aquella absurda discusión que tuvo con Jangmin.
Jamás tuvo algo en contra de la chica, nada más la usó como un medio para molestar a Hoseok; y ahora, tampoco tenía sentimientos adversos por este. Se siente tan apenado, necesita disculparse con la chica.
Se dirige a la sala de estar, va decidido hasta que la música se detuvo de repente.
—¿Quién está ahí? —pregunta Jangmin, un tanto nerviosa—. ¿Hoseok, eres tú?
Taehyung tenso la mandíbula y negó.
—No, soy Taehyung.
—Oh —fue lo único que respondió la chica. Era evidente que no le agrada su presencia—. Tengo que irme.
Al escuchar la silla de ruedas avanzar, Taehyung se apresura a hablar.
—No, espera—. Su petición, algo tosca, logra su cometido—. Lo siento, no quise asustarte. Yo solo quería disculparme contigo, por la forma en que reaccioné la otra vez.
Silencio. Pasa un rato hasta que Jangmin da una respuesta.
—No te preocupes, fue mi culpa haberte molestado.
Las palabras perfectas, con las que cualquier podría sentirse aliado. Taehyung vuelve a respirar y siente que un peso se le va de los hombros.
—No, no fue tu culpa —aclara, como si fuera parte de un protocolo social. Ni siquiera se ha puesto a pensar de quién fue la culpa, únicamente quiere sacarse la espina del pecho—. Tú no tenías malas intenciones...
—Sí, las tuve —interrumpió Jangmin, de manera irritable.
Taehyung apenas procesa su cambio de actitud, cuando la adolescente vuelve a cambiar el tono de su voz.
—No fuiste el único que actuó mal; yo tenía la intención de molestarte—. Está siendo condescendiente—. Quería bajarte los humos, recordarte la razón por la que estás aquí.
—¿Por qué? —cuestionó Taehyung de manera brusca, las emociones comienzan a ganarle—. Si no nos conocíamos, ¿por qué desgastarse en tratar de hacerme enojar?
En cambio, Jangmin se esfuerza en escucharse tranquila. Sin ser capaz de percatarse de ese tono arrogante que delata su afán de mostrarse como "la más madura".
—Yo ya había escuchado acerca de ti antes que Hoseok nos presentara.
Se escucha la silla de ruedas moverse y acercarse. Taehyung está a la expectativa de lo que pueda decir.
—Hoseok estaba emocionado por conocer al chico que era un año menor que él y que tenía por sueño tocar en la orquesta.
La última oración es un golpe bajo para Taehyung. ¿Por qué su marchito sueño tenía que definirlo? No le gusta, se siente como un trago amargo.
—Jamás lo había visto tan agitado; esa vez estaba fuera sí—. Jangmin continúa; cada vez suena más enfadada—. Estaba desesperado, cansado y se fue sin cenar ese día.
El mismo día en que Taehyung encontró a Hoseok calmando el llanto de un niño, en la que cenaron juntos por primera vez. El mismo día en que...
—Le arrojaste un plato, ¿estás loco? Pudiste lastimarlo.
Taehyung era como una criatura asustada que se arrincona en la esquina del sofá.
—Yo no quería hacerlo —murmullo entre dientes.
—Sin embargo, lo hiciste—. Jangmin no le da piedad—. Hoseok se preocupa tanto por ti, y tú lo tratas tan mal.
—Él se olvidó de mí por tres días—. La fuerza de su voz lleva el cuerpo de Taehyung hacia adelante—. Yo no soy el único que se ha comportado como un patán
Su respiración se acelera, tiene un nudo en la garganta y una opresión en el pecho.
—Imagina hasta qué punto de desesperación tuviste que llevar a Hoseok para que sufriera demencia; y así, poder estar bien por lo menos unos días.
Una severa inquietud crece en su interior. Camina alrededor de la habitación, se topa con el sofá y toma asiento en este.
—Yo no tenía ni idea—. Se incorpora y da rostro hacia la nada—. Sé que hice mal, no tienen por qué repetirlo. Me arrepiento de lo que hice —voltea hacia donde cree que se encuentra la chica—, ¿eso no es suficiente?
Jangmin niega.
—No debiste tratar así a Hoseok.
Y Taehyung termina por estallar, de forma injusta y dolorosa.
—¡No, no debí! Hoseok no merecía que lo tratara mal por culpa de mis miedos—. Le cuesta respirar por lo atropellado de su habla—. Tampoco tu familia merecía que los alejaras, ni tus amigos, ni las personas que, como solo se compadecen por sí mismos, en vez de prestar atención a ti, reciben tu odio.
Taehyung no da para más, de nuevo se deja caer sobre el sofá como un peso muerto.
—¿Qué diablos tratas de decir? —exclamó Jangmin, alterada.
A Taehyung apenas le queda voz. —¿Cómo fue que tú manejaste tu accidente? ¿No sentiste frustración? ¿Miedo?
Los recuerdos del accidente se reflejan en su cuerpo; escuchar la explosión de la pirotecnia como un lejano eco y el sabor a sangre se le acumula en la boca. Puede sentir las cenizas ardientes caer sobre su piel y tiene el olor a su propia carne quemada en la nariz.
—Todavía me lastima las secuelas del accidente, ya me resigné a que será la cruz sobre la que caeré muerto. Por más que me lo prometan, dudo por estar bien con esto algún día—. Un jadeo lamentable escapa entre sus labios—. Si manejaste esto mejor que yo, tienes todo el derecho de juzgarme.
—¡Tú por lo menos puedes moverte! —. Jangmin soporta el llanto—. ¡Eres un cretino!, todo esto lo dices porque no acepto tus disculpas. Si lo hago, ¿te vas a sentir mejor con tu lamentable existencia?
—¡Sí! ¡Carajo, sí! Por esa razón la gente se disculpa. Sé que actúe mal. Me arrepiento por eso, me lamento cada noche, mi cabeza es un martirio por eso. Y estoy harto. Harto de todo esto.
"Quiero seguir; encontrar un propósito, reencontrarme con mis amigos y mi familia, quiero que todo sea como antes. Intenté refugiarme en el pasado, pero en este encontré un bucle de fracasos, errores y asuntos que ya no pueden ser.
>>Intente ignorar lo malo. No resultó, porque la vida es cruel y cada vez que siento que soy capaz de superarlo, me pone enfrente las consecuencias de mis errores".
Taehyung pide clemencia con las rodillas ensangrentadas. Ruega perdón a los demás, para perdonarse a sí mismo.
—No quiero dañar a los demás, no quiero dañar a Hoseok, no quise dañarte a ti.
—¿Y qué hay de ti?—preguntó Jangmin, a la vez que trata de controlar su llanto—. ¿Serías capaz de dañarte a ti mismo?
Taehyung atrapó su labio inferior entre los dientes, como acostumbra a hacer en momentos de tensión.
—No tengo nada por lo que despertar al día siguiente, vivo como si estuviera muerto—. Un ronco gruñido salió del fondo de su garganta—. No quiero que esto acabe aquí.
Silencio. Un silencio en que se escuchan pasos a lo lejos, los estudiantes empiezan a despertar.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Taehyung asiente—. ¿Por qué dejaste de tocar el violín?
—¿Por qué haces esto de nuevo?
—Ya te dije, quiero que recuerdes el porqué estás aquí—. Silencio, Taehyung se niega a responder—. No fue porque te quedaste ciego, ¿cierto?
—No, no fue por eso—. Hace poco se dio cuenta de que, incluso antes del accidente, su vida había perdido rumbo—. Deje de tocar el violín desde antes, sentía que no iba a llegar a ninguna parte si continuaba.
—Hagamos un trato—. De pronto, Jangmin se escucha emocionada—, ¿voy a aceptar tu perdón, sí tocas el violín para mí?
Taehyung responde de inmediato:
—No.
—¿Por qué te niegas tanto? ¡Solo hazlo! —Taehyung se vuelve a negar—. Si lo haces, ya no tendré como molestarte. Te dejaré en paz.
Taehyung lo pensó, de verdad lo hizo. Y terminó por acceder. Atiende a las indicaciones que le da Jangmin para encontrar el instrumento. Consigue el violín y camina de regreso al frente de la sala.
Se tomó su tiempo para acomodarse: se paró derecho, trazó una diagonal en su cuerpo y colocó el cuerpo del violín sobre su hombro. Dejó caer su barbilla sobre la barbada, alzó la mirada y sintió una terrible nostalgia al no poder presenciar la vista que solía acompañarlo durante sus prácticas. Con ese mismo sentimiento, se dispuso a tocar.
Sin partituras, los tonos azules, grises y violetas de su mirada eran los directores de la improvisada puesta en escena.
Expresó sus miedos y sus pasiones, su entrega y su sacrificio; trazó el mapa de su alma, hacia lo más inquietante que podría haber en las sombras. La melodía culmina con un golpe sordo Taehyung ya no podía más: bajo el instrumento, limpio sus mejillas con el dorso de su manga.
Y de pronto, su sollozo fue ahogado por el sonido de las palmas. Entre los halagos de voces infantiles, y uno que otro asesor y profesor, la voz de Jangmin se hace escuchar.
—Ha sido hermoso, ¿no lo crees, Hoseok?
Las emociones en Taehyung se han detenido por aquel nombre.
—Sí, ha sido hermoso.
Por aquella voz, que lo hipnotiza y lo atrae hacia él. Es asombrosa la forma en que se mueve con confianza y llega a su lado sin complicaciones.
—¿Cuándo llegaste? —cuestionó Taehyung.
—En el momento en que comenzaste a tocar—. Taehyung sabe que Hoseok sonríe sin ver su cara—. Eres maravilloso.
Lo sabe porque en su voz encuentra su sonrisa, y en su cercanía la comparte. Sus rostros están tan cercas el uno del otro, que siente hasta el más mínimo detalle del otro.
Y así mismo, Taehyung se dio cuenta de que la sonrisa de Hoseok desapareció.
—Pero escuche su discusión desde el fondo del pasillo. Tú y Jangmin tienen que explicarme lo que pasó—. Hoseok se aleja—. Ustedes vendrán conmigo—. Y comenzó a alejarse—. Los demás, sigan con lo suyo, pronto comienzan las clases.
Estaba en problemas.
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