4. Poco convencional
~Constelación Ophiuchus~
"La oscuridad y la noche son las madres del pensamiento"-Proverbio danés
(++)
Al llegar a la ciudadela de grandes mansiones lujosas, que no eran asequibles para todo ser humano con vida, solo me imaginé la cantidad de riquillos exasperantes que debían de habitar esas casas que en este instante se veían más grandes que mi futuro.
Las columnas eran tan altas que parecían torres. Todo lo que rodeaba el hermoso barrio, costaba mas de lo que me alcanzaba con el fideicomiso que me proporcionaba mi madre. Aunque ella nunca tuvo algún gesto de maternidad conmigo, siempre se ocupaba de dejar un pequeño regalo para mí, todas las navidades, según ella para arreglar todo lo que había hecho, sin embargo, no era suficiente. Nunca llegue a usar ese dinero. No provenía de manos buenas, así que no me pareció lo correcto.
Me duelen los pies de tanto caminar, pero no quiero parar. Odiaría enfrentarme de nuevo a Elisa. Tan solo con su presencia me enfurece.
—¿Estas bien? —Pregunto, al percatarme de que justo sentado en el jardín de la casa mas grande del vecindario esta un chico algo guapo, pero no tanto para mis gustos. Es rubio y se trae unas pecas que lo hacen ver demasiado tierno.
—¿Te conozco? —Me dice con una sonrisa, a pesar de estar derramando lagrimas a cántaros. Se levanta y tras sus 1.80 de estatura me deja como un umpalumpa, por lo pequeña que estoy.
—A decir verdad, no lo creo. Tan solo pasaba y he escuchado tus sollozos—No era para nada grosero. O si lo era, no lo mostraba.
—Ehh...lo siento, yo solo he tenido problemas con mi novia—Lo dice de una manera tan baja, casi en un susurro, que suena de lo mas de triste.
—Lo entiendo. Sé que no nos conocemos, pero si quieres hablar, aquí estoy. Mira que he escuchado por ahí que es más placentero desahogarse con un desconocido—Lo digo mostrándole mi sonrisa mas amplia, consiguiendo que él me la devuelva, y sus lagrimas dejen de escaparse de sus ojos marrón por un momento.
—Tendré en cuenta tu propuesta. Tal vez podamos tomar un café alguna vez y te platique mis desgracias.
—Seguro que sí. Me encantaría ser tu paño de lágrimas, ya que mi casa es un infierno, prefiero estar lo más lejos posible de ahí en los próximos días—Asiente y pasa su mano por su cabello. Su expresión cambia de un momento a otro, y después de varios intentos por hacerlo sentir mejor, por fin cambia la cara, por una un poco más divertida, y noto que se le marcan unos hoyuelos que lo hacen ver aún más tierno de lo normal.
—Bueno saberlo. Me llamo Cris, por cierto—Buen tipo, buen amigo. Me emocionaba conseguir una persona con la cual hablar, ya que, al parecer últimamente mi padre pasaba encerrado en su despacho hablando de negocios, mi abuela cuchicheando con sus amigas y mi tía, ni la menciono, porque así estuviera muy desocupada, jamás le confiaría nada.
—Un gusto, soy Tess—Empieza a caminar con destino a la puerta de entrada, de lo que supongo es su casa.
—Encantado. Espero volver a verte por ahí—Se despide con un sencillo movimiento con su mano, y se aproxima a entrar a la casa. Mientras tanto yo decido volver a mi insoportable hogar por los siguientes meses.
(++)
A la mañana siguiente, desperté, por culpa de la cantidad de luz que provenía del gran ventanal en mi habitación. La gran cantidad de Papeles esparcidos por el suelo, daban dolor de cabeza. Mientras la cabeza me punzaba por los gritos que pegué ayer junto con mi querida tía, me propuse cambiarme de ropa y salir a correr.
Era un día soleado como de costumbre según lo que había investigado en Google antes de venir a este lugar. Las casas estaban relucientes y transmitían un claro ambiente demasiado alegre para mi gusto.
Todos los días antes de tomar una hoja y escribir mis pensamientos, me sentaba a contar la cantidad de pétalos de flores esparcidos por el suelo de la antigua casa. Locura, era la palabra que mi padre decía que me representaba, sin embargo, mi abuela siempre le echaba la bronca y lo hacia retractarse y decirme que era algo así como poco convencional.
★Flashback★
—Deja tus locuras. Eres rara cariño—Me dijo mi padre en el momento en que iba por el 1200, a medida que seguía contando pétalos.
—No estoy loca, solo me relaja, eso es todo—Me miró con unos ojos endemoniados, pero de lo más divertidos, como queriéndome decir ¿acaso eres tu mi hija? Eres muy atípica para ser mi hija ¿no lo crees? No lo culpaba, mi rareza atravesaba los limites gravitacionales y terrestres de todos los tiempos. No recuerdo la última vez que salí de mi casa a una fiesta. Los vecinos siempre me despreciaban por la forma en que vestía, comía, he incluso caminaba. Todo aquí era cuestionado, hasta tu religión. Si no eras atea no existías para el pueblo. Nadie creía en Dios, excepto mi familia y la de la señora Dumford.
—Deja de decirle lo que no quiere escuchar. Eres su padre, apóyala, y deja tus pendejadas—Era claramente mi abuela. Siempre tan hermosa. Mi padre le temía mas que a nadie. En realidad, todo el pueblo le temía. Era algo así como un chantaje. "Entre mas molesten, mas chismes esparciré por cielo y tierra", esa era la palabra dicha y hecha de mi abuela, y nadie quería llevarle la contraria por eso. Al principio nadie le creía, hasta que un día se subió al auto y mientras colocaba una música de mas de cien en volumen, se dedicaba a esparcir impresiones con los secretos mas oscuros de los vecinos Terry. Descubrimos que se engañaban mutuamente, tenían fetiches de lo mas repugnantes, y una relación abierta que a nadie le importaba. Nadie sabia como conseguía conocer la vida de todos, y nunca lo sabrían, porque la vida de mi abuelita era mas secreta que la de los asesinos conseguidos por el FBI.
—Si, mi coronela—Sus deseos son órdenes. Siempre tan obediente ante los ojos de mi abuela. Irreal.
★Fin del flashback★
La simplicidad de mi vida, no era más que una mentira.
Al llegar a mi nueva cafetería favorita del momento, no hago mas que traspirar sudor por todos lados. Si me he cansado la otra vez caminando hasta aquí, imagínense lo que es corriendo. He bajado más calorías que nunca.
—Un cappuccino por favor—Le pido al mesero que ha llegado a tomar mi pedido de nuevo en la última mesa, ya que todavía era sorprendente mi visita por estos lares. Aunque esperaba no volver a encontrarme con algún idiota que quisiera regarme la bebida por toda mi ropa. Es que ese tipo era un gilipollas.
Lo mas genial era que de nuevo mi pedido lo tomaba el chico buena onda del otro día.
—Lo mismo de siempre, esta claro—Lo dice con una sonrisa, Y se despide con la cabeza.
Me quedo observando el lugar, atónita, de lo agradable que me parece, y de lo raras que son las chicas que no les gusta. Me parecen serpientes demasiado intolerantes. No sabia a ciencia cierta el significado de mi comparación, pero no me importaba en lo absoluto.
—Hola, hermosa. Nos darías algo ya sabes...sexy—Dos chicos se sentaron justo en mi mesa, sin siquiera pedir algún tipo de permiso. A demás de que sus palabras eran de los mas de descaradas y soeces. El chico rubio era el que entonaba palabras de ese tipo, el otro era peli castaño y se notaba algo intimidado y nervioso ante la situación. Le decía con su mirada a su amigo que dejara las estupideces, pero era claro que al idiota no le importaba nada.
—No creo que yo sea sexy. Pero claro, te lo doy—Lo dije siguiendo su juego, y claramente mostrándole el dedo de en medio para darle a entender que es un imbécil de lo mas de asqueroso y repugnante.
—Ehh...las difíciles son las mejores ¿no crees Nick? —Lo dijo el rubio refiriéndose al chico a su lado. Así que su nombre era Nick...interesante.
Él no se inmuta a nada, solo asiente. Es hasta normal que le tenga miedo a su amigo.
El chico rubio se fue acercando cada vez más a mí, hasta el punto de rozarme con su mano mi trasero. Ahí si que me sentí incomodísima, y no podía mover ni una articulación de los nervios.
—Déjala en paz Ronny, ya vete con tus inmadureces a otro lado—Dice una chica, apareciendo de la nada, y salvándome de este chico anormal. Es muy linda, y su cabello es de lo mas espectacular, parece un arcoíris, tiene como un millón de colores, y es tan extravagante, que es imposible no llamar la atención con él.
El rubio, se fue muy apenado, y al parecer la chica lo asustaba con tan solo una mirada. Era gracioso ver su expresión cuando la chica refunfuñaba ante él.
—Te lo agradezco, no sabia que hacer—le digo, en el momento en que los dos chicos se retiran de la velada.
—No es nada. Ronny siempre es igual de idiota—Habla como si lo conociera de toda una vida.
—Ohh...Si bueno, en esta cafetería soy un fenómeno para todos.
—No lo eres, tan solo que no es normal ver una chica por aquí.
—y tu... ¿vienes muy a menudo? —Le digo, invitándola a sentarse a mi lado, para seguir platicando, mientras salía mi pedido.
—Mi madre es la dueña del lugar, así que normalmente después de mis clases de hip-hop estoy todo el tiempo aquí—Me regala una mirada de perplejidad, esperando a que le diga algo después de los minutos que han pasado en los que estoy como una estatua. No sé por qué, ni como, solo que algunas veces pasa una corriente por mi cuerpo que me hace estar sin sentido por unos minutos, hasta que por fin reacciono. Me preocupo por eso de vez en cuando, pero no es algo para alarmarse, supongo.
—Es extraño que no te haya visto nunca, normalmente conozco a todo el mundo—Me dice, rompiendo el silencio, tras mi momento de no decir ni una palabra. Por fin reacciono.
—Soy nueva aquí. Llegué ayer.
—Bueno...ya me tengo que ir, espero volver a verte por ahí—Se despide con su mano, y de momento el mesero se acerca de nuevo con mi bebida. Se me hizo eterno el tiempo de espera, pero no reproché.
—Gracias—Le digo al chico que me ha atendido mientras me dedico a tomar mi bebida.
Me da muchísimo calor de un momento a otro, así que decido quitarme la remera y quedarme en tops deportivos.
Al terminar mi delicioso cappuccino me avecino a encontrar el tan escondido baño, mientras las miradas de los chicos no dejan de follarme.
La entrada es un tanto cutre, pero el ambiente está que te hace flipar.
—Uh—Se escucha desde el ultimo baño. Hay gemidos, jadeos, y demás cosas asquerosas suenan por todo el sitio.
—Mas adentro—Es repugnante, el uso que le dan a este tocador. Desde ahora, no entrara ni un pie mío aquí.
Derrumbo la puerta de una patada, mientras la chica que está por hacer una mamada de ensueño para el chico...esperen, es el gilipollas que derramó mi café el otro día. Es que no era mas idiota porque no podía.
—¡Joder!, otra vez tú, lárgate de una vez—Dice el imbécil refiriéndose a mí.
—Pues vayan a un motel o algo. Este lugar es para hacer necesidades importantes, y una paja no está ni de principal—La chica se larga, para no perder la poca dignidad que le queda. Es inteligente, por lo menos.
—Deja de meterte en mi puta vida, chica regordeta—No podía ser mas descarado.
—No es intencional. Créeme que estar en tu vida, es lo ultimo que desea cualquier persona. A excepción de la chica que se acaba de largar, tal vez porque tu amigo es mas pequeño de lo que ella creía—Me giro sin observar la cara que tiene en estos momentos, aunque deduzco que no debe ser para nada buena.
Me largo. Este lugar es una mierda.
Mañana empezaría el instituto, y no seria mas que una desgracia, tal vez.
"En la vida, lo más triste, no es ser del todo desgraciado, es que nos falte muy poco para ser felices y no podamos conseguirlo."-Jacinto Benavente.
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